lunes, 28 de noviembre de 2022

2023. Cucaracha en proceso de reestructuración

 


Se puede desear que un año termine. Sí. Si pudiera le pondría purpurina a este bosquejo de irrealidades paralelas, sentimientos encontrados, y palabras sin sentido. No hablaré de todo lo malo acontecido, eso sería lanzar más combustible a un árbol que en muchos momentos se sintió abatido. Que perdió luz entre los caminos que le siguieron. E ilusión. ¿Se puede perder la ilusión? Sí. Más purpurina. Como también se puede sentir un vacío interior que hace que no sientas nada. NADA. Como si de repente te hubieses quedado seca. No hay dolor, pero tampoco alegría, es algo extraño, difuso y carente de emociones, de estas que nos envuelven diariamente. Que son tan necesarias. Transformándote en un autómata que cumple con sus obligaciones, porque no le queda otra.

Cada persona tiene una manera a la hora gestionar los reveses. La mía. Huir. Esconderme en una madriguera que mantiene el mundo interior aislado, bloqueando todos los factores externos. ¿Egoísta? Sí. Purpurina a mansalva. Y en ese proceso de silencio autoimpuesto, sucede algo, comprendo, me veo, dándome cuenta que la escritura es sin duda una necesidad que he negado, ¿me castigo? Incomprensible. Así que vuelvo a ella para que ampare a esta pobre alma de su incoherencia.

No es una vuelta al blog. No me reconozco, así que las palabras: intentaré, regreso y escritura, no tienen validez en esta mujer carente de palabra. Habrá algunas entradas que no tendrán opción de comentar, porque solo es una manera de escupir, y visualizar esa parte que de vez en cuando acecha de una manera virulenta y cruel. Y si lo veo, siento que de alguna manera podré palparlo. Por lo que no podría permitir crear en otros el sentimiento de cobijo. Es más, estoy valorando crear un blog alternativo, porque en este momento de incomprensión nefasta, advierto que quizás ha llegado el momento de dejar paso a un nuevo pasaje, a otra opción, una realidad más adyacente. No por negar todo lo bueno, porque es mucho y ese pasado es realmente bonito, sino por encontrar un nexo en la escritura que me está acompañando desde que empecé a sentir de nuevo la necesidad de expresión, el rescate del cual la palabra se transmuta.

Como también diré que estoy bien. O en fase de reconstrucción, que tampoco es malo. No es un grito de auxilio. ¡Solo faltaría! El blog siempre ha redimido y soltado algo que se sentía incompleto. No hay temor, solo autoconocimiento de que soy un ser vivo emocionalmente lisiado. Que olvida, y cae ante esa pérdida. Pero no por ello me siento débil, solo humana. Una que como el resto se siente así en algún momento. Lo que digo, especial poco, lo que sí, cada vez más cínica, y eso me da un miedo atroz.

Esto es lo que dije cuando cree, La Quimera:

Creo que las palabras como que el amor sanan los fragmentos de un ser roto por la circunstancia.

Y que la introspección es tan necesaria como vivir como se sueña, LIBRE.

Este blog es mi terapia. Aspiro a la comprensión del mismo, pero sobre todo a ser totalmente agradecida.

Sin duda, esto es algo que no ha variado.

Y por eso, por este baturrillo de sensaciones estoy en un punto de inflexión, cambios y decisiones que no tardaré en tomar.

Puede que después de todo este sea el año que me ponga en primera posición. Eso sí sería para poner pilas de purpurina.

No sé quién leerá esta entrada. Mucho os pido, pero si por un casual seguís por aquí; solo puedo desearos que seáis muy felices, y no por lo implica la palabra en sí, ya que el concepto es caprichoso, sino por la comodidad de sentirse completos, cómodos ante la ingrávida de las adversidades diarias. Y libres, sobre todo libres.

No hay nada más valiente que la aceptación de uno mismo.



P.D. Insisto, sin obligación a la hora de comentar, como si después de tanto tiempo existiera esa posibilidad, (la purpurina del inicio se me habrá metido dentro de la cabeza) ;) Solo con un saludo ya os consideraría presentes. No quiero que recaiga ante nadie la obligación de amparo. Mi hermana, siempre me dice que soy blanco o negro, de alguna manera los matices quedaron exiliados en otra vida, pero si hay algo de lo que estoy orgullosa, es que somos lo que somos, y no hay más. Como tampoco hay culpa o perdón por ello. 

Besos y abrazos.


Ilustraciones de Luis Scafati


miércoles, 15 de junio de 2022

Pacto sagrado

 


Como en un duermevela en el que se es consciente del entorno, quedé adormecida en un escenario en la que voces lejanas se acompañaban con llantos. Quería, sí, necesitaba expresarme, preguntar a qué se debían aquellos sollozos. Qué era lo que ocurría a mi alrededor del que este ensimismamiento en el que levitaba no permitía alcanzar. Pero la pesadez, el esfuerzo que ello conllevaba, me transmutaba a quedar paralizada, a dejarme llevar por este plácido sueño en el que gravitaba.

Amé más de lo que nos es permitido, corrompiendo con ello el significado de la palabra. Destruyendo en el camino todo aquello que creí que podía romper tan dramáticos sentimientos, y cometí pecados. ¡Los cometí! Pero todo en el nombre del amor. En el nombre de él.

La desesperación nos lleva a tomar caminos que nunca creemos que seremos capaces de trasferir, el mío, un pacto, un acuerdo con un alma negra que me engatusó, haciendo que creyera que se concedería lo que yo más ansiaba, que exigía conquistar, y la sentencia obtenida aconteció en este error. Uno maldito por la condena en la que hoy y siempre tocará que purgue.

No lograré abandonar este imperturbable lugar. Corrupto por los temores que esconde la esencia de cada falsedad perpetrada.

Desperté, sí, lo hice. Pero ya no se escuchaban murmullos, tampoco lamentos, cohabitaba en la más absoluta soledad, negrura de un lugar al que quedé relegada. En la que pereceré eternamente, pagando un escarmiento por lo crédula que fui.

La muerte me consumía lentamente, los minutos, las horas, se evadían entre la realidad y la creencia que vendría a rescatarme, no dejaría que me consumiera en ese habitáculo, en esta tumba fría y destronada, pero no fue así, no, no hallé remordimiento, ni disculpa. Y cuando mi cuerpo no pudo soportar más el maltrato, expiré. El último pensamiento floreció hacia esa pasión, a la total entrega de mi ser por no ser correspondido, entonces lo maldije.

Imploré al demonio que viniera de nuevo a visitarme, rogué que me desligara de esta amargura, dándome el poder de unirme a él, a sus miserias, prometiéndole ser su sierva más devota. Que liberara esta inmortalidad que aguardaba entre congoja. Pero no lo hizo.

De alguno modo, concebí que llegado el momento, ansiado final, mi espíritu volaría lejos de este sufrimiento, pero la penitencia que debía pagar era, es, cruel y esquiva, perenne.

Contemplo desde fuera mi cuerpo, como los parásitos, moscas y gusanos se han ido alimentando de él, quedando en nada más que huesos. Esqueleto que no reconozco como propio, mi belleza, aquella tan elogiada ha desaparecido. No queda de ella ni el recuerdo, solo una tétrica visión del pasado. Ya no hay alabanzas, ni siquiera evocaciones, pues no vienen a visitar a esta pobre sombra cautiva, y los espero, ¡Dios! Lo deseo.

A veces en ese estupor que concede el desencanto, me resigno, dejo que venzan.

Porque ya no temo a nada, mi ánimo está ensombrecido, carente de las emociones que proporcionaba la vida. El aliento consumido por la desazón de la irrealidad en la que cohabitaba desde el inicio. No hay paz, solo la eternidad de este odio que se acrecienta en la lobreguez. Pago de las almas errantes, la mía, donde el tiempo no avanza, permanece imperturbable entre rencores e hipocresía.

Donde las ofrendas que nos hicieron quedaron sepultadas en vida. Y de la que en este instante les hago una nueva promesa, hallaré, juro que lo haré, la manera de escapar de este lugar, vengaré todo el sufrimiento por el que he tenido que pasar. No existirá perdón, solo la decisión de este, mi nuevo pacto. 



Inspirado en el cuento: EL ENTIERRO PREMATURO.

Palabras utilizadas: GUSANO, TUMBA, ENTERRADO VIVO.


CONCURSO DE RELATOS XXXII Ed. CUENTOS MACABROS de EDGAR ALLAN POE: EL TINTERO DE ORO


viernes, 10 de junio de 2022

La mueca de Lucrecia

 



―Siguiente, ¿qué necesita?

―Hola, buenos días, mire traigo unos docu…

―¿No ve que estoy hablando? La ven a una detrás del mostrador y le pierden todo el respeto —Ignorándola se dirige a su compañera —¿Ves Carmen? Lo que siempre te digo. Se creen que somos sus siervos. Llevo trabajando aquí tres días y ya estoy harta.

―Pero si… ¿Manoli?

―Mire, maleducada, márchese, edúquese y vuelva otro día. La ingratitud que se tiene que soportar diariamente.

―Pero, pero… ¡No! Por favor, ya he venido dos veces, solo es para entregar unos documentos. Sin ellos no puedo cerrar este trámite y es muy urgente, lo traigo todo. ¿Lo ves? Todo. Te lo ruego, es muy importante, no puedes… Manoli, ¿por qué te comportas así? Somos, somos, fam…

―Y ahora me exige, será posible. Señorita, se lo repito una última vez o llamaré a seguridad, pida otra cita y la próxima vez absténgase de dar órdenes. Le irá mejor en la vida. —Con una sonrisa retorcida se voltea para atender a otro usuario.

Lucrecia se consideraba una mujer paciente, empática, hasta boba, por la imperturbabilidad con la que soportaba todas las perrerías que había ido aguantando a lo largo de su vida, pero en este último año estaba cambiando, algo inquietaba su interior, una necesidad imperiosa de erradicar a todo aquel que se aprovechaba del poder, que sumía en oscuridad y clemencia al resto de los mortales, y como si de un superhéroe se tratara, se lanzó hacia aquella tiparraca cogiéndola de los pelos.

Y sí, la violencia no justifica los medios, pero la somanta de palos que le iba arreando remediaba cada dolor pasado. Los cuernos que Jorge le metía cada tres por cuatro y que ella perdonaba, porque la inducía a creer que todo era producto de su imaginación. La rebeldía de su hija, su niñita, cuando hacía solo cuatro días había sido todo un ángel y la quería más que nada en el mundo, no como ahora, que parecía que le repelía su presencia. O el energúmeno de su jefe, que cada vez le exigía más y más horas y le pagaba cuando a él le daba la gana. Y su suegra esa maldita mujer que siempre la despreciaba, y que por cierto; tenía justo delante o lo que quedaba de ella, en ese momento se asemejaba más un guiñapo.

Cuando se la llevaron presa miraba a su suegra, pero con otro tipo de sonrisa, una de chiflada que ponía los pelos de punta y gritaba, <<¡Me las pagaréis!>> <<¡Juro que lo haréis>>

Y gracias a ese comportamiento errático solo tuvo que ir al psiquiatra durante una temporada, se libró de cárcel por un pequeño tecnicismo tan de moda en las series estadounidenses, enajenación mental transitoria. Pero lo que derivó de ese lapsus fue lo mejor que le pudo pasar. Jorgito se transformó en un amor, quién no le decía que podía volver a suceder y descuartizarlo. Su hija preocupada, volvía a ser la niñita de mamá. Su jefe le pagaba cada día 30 sin rechistar, y lo de las horas extras no remuneradas se acabó. Pero lo mejor, lo mejor de todo, fue su suegra que desde entonces le hacía todos los trámites que a ella tanto le costaban, y encima con una sonrisa, que Lucrecia tampoco se iba a poner a valorar si era sincera, ya que a veces, lo que cuenta es la intención.


martes, 7 de junio de 2022

Reseña. Relatos sin rumbo fijo

 


Últimamente ando un tanto valiente o inconsciente, y me he dicho. Y por qué no, volvemos con otra NO reseña, lo que digo; una osada. En este caso, os traigo al blog un libro de nuestro admirado compañero y amigo Francisco Javier Morales Orozco o más conocido por nosotros como Francisco Moroz y su blog: https://abrazodelibro.blogspot.com/

Como dije en la anterior reseña, me he quitado las gafas de topo y gracias a ello he podido visionar libros de muchos compañeros, y ya puesto, pues también le tenemos que agradecer a la generosidad de David Rubio que ha creado una librería donde se pueden encontrar muchos de ellos, acceder a ellos, y sobre todo no perderse ninguno de ellos, ¿He repetido mucho ellos? Es que es emocionante, de verdad. ¿Dónde los encontramos? Muy fácil clicando en esta entrada: https://concursoeltinterodeoro.blogspot.com/p/la-libreria-del-tintero-de-oro.html

Llevo unas semanas en las que ando haciendo un receso del pasado, de momentos vividos, de experiencias, introspección modo on, y como soy algo así como un fantasma del pasado, (en plan bien, creo que no encrespo, o por lo menos no mucho) ;) me he preguntado cuando fue la primera vez que leí o compartí camino con Francisco, la verdad, no recuerdo un momento en el que no estuviera, tanto en las idas como las vueltas, pero como buena contable (profesión a la que me dedico) he revisado varias de mis entradas, y qué decir que en la celebración del primer año del blog, ahí estaba: Aniversario blog, acompañándome en todo este bonito pasaje, con ese cariño que tanto agradezco y aprecio. Con los sueños que nos ceden las palabras.

La virtud de las letras es que nos abastecen despertando ese tipo de amor duradero, de hacernos sentir diversidad, pausa y conciliación, pero lo que sobre todo nos ceden es libertad, y si hay algo que uno siente al leer los relatos de Francisco o Javier, como muchas veces me he tomado la licencia de llamarlo, es justo eso: afecto, humor y sorpresa.

Apego que despierta la simpleza de lo vivido, ese tipo de pausa que proporciona la exhalación, una brisa que rompe con el conflicto, regalando a su paso una sonrisa que transfiere serenidad.

Vaya si eso compensa, es todo un regalo. Uno maravilloso y muy, pero que muy necesario.

Y es lo que le queda a uno cuando le este libro de relatos, afecto, porque nuestro compañero tiene esa manera tan sencilla de evocar al cariño. Un amor que no se desprende de él ni en la muerte o la enfermedad como podemos apreciar en algunos de los relatos, y es esa eternidad, ese recuerdo de lo transitado, la belleza del sentimiento que a uno le acompaña tanto en la existencia como en sus relatos.  Valores, familia y la inmortalidad que va más allá de este ahora.

De almas gemelas y como el tiempo no ensombrece esa fortaleza. Guerreros que luchan para más tarde sorprendernos con un final muy aniñado. O ancianos que se comportan como chiquillos, esa niñez que nunca deberíamos abandonar. Y las madres, las nuestras, que siempre nos cuidan y protegen, auxiliándonos de nuestros temores.

Pero sobre todo nos entrega sentimiento, en mayúscula.

Y en cada relato encontramos esa hermosa emoción, necesaria, enseñándonos de una manera muy natural lo verdaderamente importante, que todo los demás, los nudos que se van constriñendo, la vida en sí, su conflicto; son totalmente innecesarios.

Hay un relato: Allá donde se cruzan los caminos, que le hacen al protagonista unas preguntas que todos en algún momento deberíamos responder:

1.       1. ¿Cuáles son nuestras principales prioridades?

2.       2. Y, ¿qué es lo que más nos gusta de esta vida?

Pero también hay risas, como con Juanón el bello, donde se aprecia desde el primer momento que la belleza está dentro de uno, que la imagen, la que vemos en el espejo es solo eso, lo importante, lo encontraremos siempre en el interior de cada uno. Y sí, el amor es ciego, pero es lo más valioso que podemos poseer. El cariño, hacía esa pareja, ese amigo, ese hijo, o esos padres que tanto bien nos hacen, y nuestras queridas mascotas (que es hablarme de ellos y emocionarme enterita)

Enhorabuena por esta recopilación de relatos, la devoción que desprenden son sin ninguna duda un presente para el lector. Me quedo con una sonrisa a la que recurrir mil y una veces más.



 

Gracias por permitir que hiciera este pequeño homenaje Francisco Javier, :)

Pero más por crear tan bonitas historias. 


viernes, 3 de junio de 2022

Amargo desenlace

 

Escultura de Carlos Aguilar. 


¿Se puede morir por amor? La parte racional en la que viví anclada durante años me diría que no, ese pasado que ya no recuerdo, se suma a las incoherencias de las decisiones mal tomadas. No creí en el amor, o ya puesto, no juzgué que pudiera gobernarme de tal modo que dejara de existir como persona, para transformarme en la calcomanía de este ahora.

Conocí a Hugo, me impresionó, admiré partes de él, que en otro tiempo detestaba en otros hombres, pero en él de alguna manera creaba una fascinación enfermiza, erradicaba los valores que con tanta saña defendí en el pasado. Y terminé por desaparecer. Obsesionándome en la contradicción.

La metamorfosis suele ser hermosa, la mía por el contrario fue cruenta.

El primer error fue no decir lo que no podía tolerar, lo que no permitía como ser humano. Verlo con otras mujeres, compartiendo el placer que solo debía corresponderme a mí, percibir la satisfacción en sus caras una vez perpetradas, esas risas de menosprecio y a él; a él, cediéndome una caricia de complacencia. En cada trazo perdía una parte del alma.

Así que terminé siendo una sierva, una que idolatra a su dueño, esperando en cada provocación una recompensa.

Hasta que llegó el día, el final de todo, o más bien de la nada. Terminó conmigo, no sentía nada, dijo barbaridades, que había cambiado, que no le motivaba, no le parecía risueña, ni fuerte, era una sombra de un recuerdo del que se debió obnubilar por la belleza de la reciprocidad, pero se había dado cuenta que ni eso valía la pena. Yo no lo valía.

Me hundí, algo dentro de mi agonizó, o no, quizás solo renací, muté en un ser rencoroso y carente de empatía. Ese fue el momento exacto en el que cometí el peor de los pecados. Y es entonces cuando uno se da cuenta que no se puede morir por amor, pero se puede matar por él.




lunes, 30 de mayo de 2022

Las argucias de los Pseudologos

 


El silencio ruge, grita, viéndose expuesto por el disfraz que ha fraguado de su propia existencia. Creyéndose exonerado, cuando es la corrosión quien ensalza sus pulsaciones. Cadencia que aprisiona entre garras, extirpa el sobrante que mina la vida. Invierte los fragmentos donde su palabra aguarda encadenada. En la opulencia prevalece la existencia equivocada, errónea. No recuerda nombres, rostros, solo pasajes de otros tiempos que alimentaron su aliento.

Desecho, quebranto ensombrecido, máscaras preservadoras que velan en la lógica, exigiendo identidad, pero aun desplegándose punzante, la insolencia no sustenta el capricho. Retumban las voces, inquieren, hurgan, pero no atienden, no.

Destrona la veracidad, venciendo en la plenitud del disimulo, contradiciéndose mil veces hasta el asiento. Renaciendo en la turbación pacta la pérdida, desfigurando en ese proceso la emoción, y es entonces cuando ilustra la herida, y sí, allí está. Escondido entre capas de vocablos que no auxiliaron más que con engaños. Doblez que germinará como ave peregrina empobrecida. Amparada y oculta.


miércoles, 18 de mayo de 2022

Asociación: Las calcetas no olvidan


 

―Bienvenidos. Pasen, pasen, sin vergüenza, aquí todos somos amigos.

Pero había duda, duda y vergüenza por lo que los llevaba a estar ahí, soledad, congoja y abandono.

―Muy bien, muy, pero que muy bien, veo que se está alzando la voz y cada vez sois más. No os equivoquéis, no me alegra la razón que os ha llevado a estar aquí, todo lo contrario, me satisface saber que poco a poco estáis perdiendo el miedo y con ello intentando coexistir en esta nueva etapa. Así que si os parece, empecemos.

Pero el mutismo se volvió sonoro, ahí quitando al locutor, alias el Maestre, no hablaba ni cristo.

Carraspeos, suspiros y silencio.

―Está bien, veo que todavía no os sentís capacitados para hablar sin que sea yo quien os dirija, no importa. Naïve, la semana pasada no abriste puntera, ¿qué te parece si hoy empiezas tú?

Pero Naïve era tímida, le costaba expresar sus emociones, sentía que estás siempre eran juzgadas sintiéndose con ello inferior, poquita cosa en comparación al resto, y esos miedos se transformaban en tartamudeo e incoherencia.

―Yo… bueno, yo… quiero decir que…

―Naïve, querida, no pasa nada, como dice nuestro maestre estamos entre amigos, no tienes que sentir vergüenza por explicar tus vivencias. ¿Sabes lo que puedes hacer? Cerrar los ojos, y revivirla. Haz como si estuvieras sola.

Aun con las dudas, hizo varias respiraciones y cuando se vio capaz empezó a relatarla.

―Apenas recuerdo a mi compañero, llegamos a los almacenes Sin Retorno el mismo día de nuestra confección, y nos adquirió una chica muy bonita, ese mismo día se nos puso, y… disculpadme. ―Llorosa no pudo continuar.

―Tranquila, si prefieres continuar otro día.

―No, no, está bien, tenéis razón, es mejor contarlo. La cuestión es que al llegar la noche terminamos en un cubo lleno de prendas apestosas, por lo que se ve nuestra hermosa dueña tenía un hermano con un grave problema corporal, y después de pasar penurias durante varias horas, amaneció y recuerdo como su madre abrió la tapa, él me guiñó una costura y me susurró <<por fin nos sacan de aquí>>, pero acabamos metidos en esa cosa, y ya nunca… nunca más lo volví a ver, ni 24 horas pude disfrutar de mi compañero.

Todos se apretaron el arco, compungidos por la poca suerte de Naïve.

―Lo has hecho muy bien, ¿te sientes mejor? Ella solo pudo decir que si con el antepié. Perfecto, prosigamos. Mr. López, ¿le interesaría continuar con su historia? El otro día no pudo terminarla.

―Sí, claro. Como sabéis mis vivencias son muy opuestas a nuestra compañera. Durante muchos años, nuestro dueño no era lo que se dice un derrochador, todo lo contrario, nunca he sufrido tanto con los zurcidos que nos metía semanalmente a mí y a otros pocos compañeros, era lo que se dice un tacaño. Pero no nos importaba, al ser un agorero mantenía sus pertenencias como auténticas reliquias, el problema vino quizás justo en eso, en la roñería, porque el día de baño semanal esa cosa se volvió loca, debía tener algún fallo técnico, porque literalmente no había quien la parara, y por más que cogí y cubrí a mi compañera con la pernera la succionó y ya no la volví a ver nunca más.

De nuevo esa callada de comprensión y empatía, se entendían perfectamente, después de todo, habían perdido a sus parejas de forma similar.

―¿Y dónde creéis que se los lleva? Dijo enfurruñado Lemonade Attack.

—Lemonade, todavía no es tu turno —Lo amonestó el Maestre.

—Venga ya, Maestre. Esto es un claro ejemplo de Expediente X, no es extraño que desaparezcan de la faz de la tierra y nunca más volvamos a encontrarlos. Qué clase de máquina del demonio es esa en la que nos metían, ¿eh? Vais a quedaros ahí llorando y lamentando vuestra suerte, cuando lo que tendríamos que hacer es levantarnos y aniquilarlas. O mejor, meter a nuestros dueños para que sufran la misma desventura.

—Tranquilo, chico. Esto es una terapia de grupo. No la manera de buscar un castigo —Comentó Mr. López.

—Ni hablar, me niego a que otros pasen lo mismo que yo. ¿Quién se une a la rebelión?

El grupo fue creciendo y maquinando la fórmula exacta de erradicar el problema de las lavadoras. Estaban desparejados, y aunque algunos dirían que así no servían, a ellos les movía el ansía de la venganza. Se acabó el lamentarse, de buscar respuesta a incógnitas, que nunca tendrían sentido, era el momento de buscar justicia. 

Y así fue como estos valientes calcetines lo consiguieron, ¿y cómo lo hicieron? Pues muy sencillo. Con un llamado a todos sus iguales, aparejados o desparejados, no importaba; y se fugaron a una pequeña isla del Caribe. Ahí residen millones de ellos, tranquilos y seguros. Es más, algunos han vuelto a encontrar pareja, porque se dieron cuenta que aun siendo diferentes les movía algo más importante. El amor. Y éste siempre está alejado de los prejuicios.



viernes, 13 de mayo de 2022

Reseña. Irreal como la vida misma 2

 



Me enteré de que Josep Maria, había publicado un segundo libro gracias al blog de Rosa, http://elblogdelafabula.blogspot.com/, y con la ansia que concede la alegría absoluta, dejé el comentario a medias para ir a comprar el libro para que me llegara lo más rápido posible, luego volví y lo envíe, y me di cuenta que éste, estaba un poquito descoordinado, pero es que cuando me da un arranque de felicidad pues no cavilo del todo bien.

Y es que no sabéis como me entusiasman estas noticias, leer y tocar letras en papel de amigos o compañeros del blog a los que admiro inmensamente, son sueños hechos realidad, a los que como si fuera Pasítea mi alucinación crece, pero para bien, qué digo bien, espléndidamente.

La cuestión es que desde mi regreso al blog, he abierto un poquito más los ojos, que a menudo ando a lo topo, y me he dado cuenta que muchos de vosotros habéis publicado, y no puedo más que sentir orgullo por ello, y FELICITAROS. Qué alegría, de veras. Prometo leeros, y lo haré con todo mi cariño. Me siento como una niña pequeña. Lo que digo, no razono, perdonadme.

Y ahora empieza esta NO reseña, algo que creí que no volvería a ver este blog.

La importancia de los relatos, para mí es sin duda: valor sumado a creatividad y trabajo duro. Creo que todos los que estamos por estos lares nos agrada leer, ya que pasamos bastante tiempo rodeado de letras, indagando y concibiendo con y gracias a ellas, añadiéndole la parte audiovisual y la afectiva compañía que la aguarda, y eso de alguna manera amplifica la pasión.

Crear una historia es algo complejo, pero forjar múltiples de ellas y que todas tengan una estructura, mensaje, y sobre todo, sentido; es una genialidad. Son horas de dedicación, de borradores e ideas alumbradas, mucha responsabilidad que se nos regala, para que podamos disfrutar.

Admiración total, es la que siento. Y si he de ser sincera, a veces consumo el peso de la palabra, es decir, depende de la longitud de una novela, y el tiempo que pueda dedicarle a ella se eterniza la lectura, creando un vínculo de obligación y agonía. En el que no se encuentra fin.

En cambio con el relato, uno se adentra en diferentes teatros, universos extraordinarios, y nunca se pierde ningún detalle. La calidad no puedo ni juzgarla, solo con leer un relato del blog de Josep Maria: https://jmretalesdeunavida.blogspot.com/, se sabe que él es un maestro de letras.

¿Cómo engancha un escritor a un lector? Y siempre bajo mi prisma, que no será igual que la de otro, pero de eso se trata la diversidad de opinión, de crear debate. Así que rectifico, como en varios casos me llega a mí un escritor. A  menudo los manuscritos, la historia que los envuelve no tienen nada que ver con éste, pero de alguna forma hay una voz, una parte interior del escritor que con pinceladas se muestra. Agudezas, ideas, mensajes subliminales. Es como cuando uno se siente disconforme con el mundo, los escritos de esa época, serán más crudos, tirantes. O por el contrario está cohabitando en un plano más pausado, sus letras dentro del distintivo del propio novelista, serán más suaves, harmoniosas. Quizás sea una locura lo que rumio, pero es algo que siento cuando sigo y leo a un autor desde hace tiempo, pero ya lo he dicho al principio, me siento algo alucinada; y me da la sensación de que entre reglones podemos vislumbrar un poquito a la persona que nos cede la historia, con su ironía, disconformidad, su modo de apreciar y embellecer al amor, la amistad o ya puestos la antipatía.

Y lo que he sentido al leer la obra de Josep Maria, es que con este segundo volumen nos ha dejado un trocito más grande de él, los relatos que ha escogido para que fantaseemos, tienen una parte significativa, residual, de las experiencias vividas.

¿Qué más podemos pedir?  Es que hay de todo, humor, suspense, fantasmas, celos, segundas oportunidades, amor… crímenes, algunos ‘‘accidentados’’. Y hablando de amor y asesinato, uy, antes dije: accidentado,  justo hay una historia con una tocaya mía en la que su inicio te enternece profundamente, por la historia bonita que se va fraguando, hasta que llega, ains… si es que por eso no hago reseñas, que me da que lo explico todo, pero hay una señora muy, muy egoísta, y luego un ¡ZAS! Algo merecido, ;)

En definitiva, me llegó un viernes y he arrasé con él en un fin de semana, es más, lo llevo en el bolso, así que como imaginaréis está muy manoseado, en vez de días parece que tenga años, y así seguirá, toqueteado, releído, para escapar; como le ha sucedido a la primera entrega.

Y ya para terminar, y seguro repetirme, (soy una pesada de manual), lo que más me gusta de las historias que crea Josep Maria, es la realidad palpable, cercana, de la que ves viable que a un vecino o alguien cercano pueda sucederle, son historias que tocan muchos géneros y en ninguno de ellos no existe la posibilidad de que aquello no pueda ocurrir. Esa cercanía sin ninguna duda atrapa.

¡Enhorabuena!



P.D. Como digo, más que una reseña es, digamos, un homenaje. Yo no sé hacerlas, solo sé disfrutar de grandes cosas, y la alegría que éstas aportan en su conjunto; como el libro Irreal como la vida misma 2.

Y el segundo P.D. y mis dedos dejan de escribir, ¡palabra! Josep Maria, espero que te haya gustado mi guiño con Pasítea, :)




lunes, 9 de mayo de 2022

Nuevos síntomas detectados para la variante P&L

 


Continúan desconociéndose las causas y efectos de esta nueva variante, que impide a las personas tener reacciones hostiles contra sus congéneres. Por más que se ha intentado indagar, Sanidad mantiene un silencio que empieza a perturbar a los sí conscientes. Cuándo se nos dirá lo que ocurre.

La sociedad necesita franqueza. ¿Se trata de un lapsus transitorio? O por el contrario, se espera perennidad. 

Son muchos los casos en los que personas socorren a otras, sin esperar nada a cambio. Adolescentes solícitos, adultos serviciales, diariamente se reciben llamadas en la redacción donde se informa de estas anomalías, algo preocupante. Personas dependientes socorridas para cruzar la calle, vecinos que ayudan a cargar las bolsas de la compra, hasta se conocen otros donde les han limpiado la vivienda. Qué será de los servicios como asistentes, bomberos o policías, si se desvanece la razón de sus labores. ¿Desparecerán sus oficios? 

La última llamada recibida por la Sra. M.R., nos notifica que trabaja en un supermercado y lleva una semana en la que solo ha recibido sonrisas y agradecimiento, que se llegó estremecer en el momento que por error dio mal el cambio a un cliente, en otro tiempo hostil; por el contrario éste, no solo le comentó que no importaba, sino que le dio propina. 

¿Qué está pasando? 

Será cierto lo que ratifican asociaciones antivacunas, nos han introducido un chip en el cuerpo y éste manipula nuestras emociones. 

En el próxima crónica intentaremos recabar más información sobre la nueva variante Peace and Love.

  

Total: 250 palabras.


MICRORRETOS: 2032: EL TINTERO DE ORO


viernes, 6 de mayo de 2022

Tufillos familiares

 


¡Repetición, repetición! <<¿Otra vez?>> Rumio con rencor, ese hombre quiere matarme, aniquilar, descuartizar cada miembro de mi cuerpo y escupirlo en el nombre de la vida sana. <<Vida sana, ¡ja!>> Cuando salga de este sitio me zampo la berlina más grasienta que encuentre en el bar de Paco. Eso si que es vida sana, vida feliz, vida… mmm… 

–¡Maica! Vas muy lenta, espabila que te quedas atrás.

<<No quieras que te diga lo que me viene con la palabra atrás>> <<Os mandaba a todos a freír espárragos>>. Quién me manda hacerle caso a Natalia, alias la Spice deportista, pero claro, la ves siempre tan mona, hasta cuando se pone el chándal más cutre que esconde en su armario. Me lo pongo yo, y seguro que me arrojan monedas o ya puestos bocadillos, bocadillos… mmm… de jamón, de chorizo de lo que sea. Noto como me está bajando el azúcar, al final me da un pajarraque. Y la ambulancia no va a tener suficiente suero que inyectarme. 

La verdad, aquí no pinto nada, solo le hice caso a esa que desde este momento es mi archienemiga, porque después de la racha que llevo, que no es por ser negativa, sino realista, atroz, mala, mala; pues pensé que un cambio de actitud sería lo más idóneo. Me iría bien, pero no, esto no es para mí. 

Lo veo como una farsa, es mirar a esta gente que irradia felicidad, tan monis con su conjunto saltarín, por el contrario yo parezco un escupitajo ahogado. Pues nada, tendré que volver a replantearme la existencia, y esperar que esta maldita clase termine, o fugarme, sí, ya me daré de baja en otro momento. 

¿Y si me tiro al suelo? Podría hacerme la muerta. Huelo como tal, así que no creo que lo duden. <<No, Maica, sé fuerte, solo quedan 20 minutos de agonía, si has aguantado durante 6 años al malnacido de Sergio, puedes con esto y más>>. 

Y hablando del susodicho, alias el cacas, no es que tuviéramos una relación de esas que dan ganas de vomitar y tirar confeti, pero estábamos asentados. Él llevaba casi dos años sin trabajar con mil pretextos, que si crisis, que si el jefe me tiene manía, que si tantas horas por tan poco dinero no es sano, vamos, mentiras que yo compraba y terminaba por pagar los gastos. Y no solo eso, es que encima era un guarro y me tenía la casa echa unos cristos, pero aun así, aguantaba. Y ¿por qué? Pues porque sentía que no siempre íbamos a tener la relación del inicio, que es normal que haya épocas de sin sabor, pero no soy muy espabilada, ya que él no pensaba lo mismo, y empezó a chatear con no se quién, y me dejó de la noche a la mañana; con el manido: no es por ti, es por mi. ¡Mentira! Y debí olerme algo, porque el tío en las últimas semanas se duchaba en exceso, hasta un día haciéndole la gracia, le dije si se trataba de algún experimento social. 

La cuestión es que fue irse, y dejar un vacío con olor ambientador de pino <<eso lo erradica todo>> por toda la casa, que no hay quien lo comprima, y en breve me veo acogiendo a cualquier animalillo que advierta por la calle, para ver si así vuelve el olor a inmundicia a la casa. ¿Se puede echar de menos la peste? Pues sí, ya te digo que sí, porque sino, no hay quien entienda esta soledad higienizada. Y es que me he dado cuenta de que debo tener alguna fobia inversa a la roña, quién sabe, no me reconozco. 

Si sobrevivo a esta clase, dormiré todo el mes con esta sudadera, así de algún modo, me recordará a él. Un momento, eso que suena es mi teléfono. 

–Maica, ¡la clase no ha terminado!

–Un momento, por favor, que mi madre lleva unos días pachucha y tengo miedo que sea algo grave. <<Qué mentira le acabo de soltar>> Que madre y ocho cuartos, con tal de escapar, hasta le cojo la llamada a un teleoperador. Pero si es…

–Nena.

–Sergio. Por fin, te dignas a devolverme las llamadas.

–Vamos, vamos, coquito, no te enfades.

–¿Coquito? A ver, dime qué quieres. 

Y como siempre se inventó mil justificaciones, al final la mala era la pobre tipa que no lo aguantó ni dos minutos, y yo, que por lo que se ve nunca he sido suficiente comprensiva a sus necesidades. La cuestión es que ha vuelto a casa, él, y los olores. Y fijaros que me siento en paz. Tengo que buscar en Google que clase de problemilla tengo, aunque, quita, quita, que luego indagas por un dolor de cabeza y según los síntomas, en dos días la palmas.

 



jueves, 28 de abril de 2022

Impasibilidad

 


Trepando como un parásito, rodeada de inmundicia, esa que despierta a nuestro alrededor lejanía, nadie quiere convivir con el hedor. El mundo mira hacia otra dirección, se aleja y si es necesario; salta sobre ella para apartarse. Algo molesto, insignificante, mugroso.

Quizás fue esa la razón por la que nos comprendimos desde el primer momento, por la que nos aceptamos aun siendo tan opuestos. Una cría resentida que odiaba todo lo que le rodeaba, un niño apenado, enjuto y tenaz en empatía.

El tiempo fue pasando, otros niños descartados que pasaban a engrosar este sucio medio en el que nos retroalimentábamos. Algunos tuvieron suerte, almas caritativas se los llevaba a un lugar llamado hogar, otros, no. Estos simplemente esperábamos que pasara el tiempo suficiente para cumplir la mayoría de edad y ser otra tipo de molestia para el sistema.

El odio que sentía no se justificaba por edad, o por la soledad en la que me vi envuelta a una temprana edad, era un sentimiento que nacía a través de la verdad. La mía. No es una búsqueda de comprensión, ni de perdón, estas divagaciones no son banales, ni hipócritas, son hechos del escenario en el que ha acontecido cada experiencia resistida.

Una madre dependiente que buscaba en el afecto externo todas sus carencias, y que no dudó en abandonarme por celos, un padre que no recuerdo. Poco importaba la razón por la que no me quisieran, tampoco buscaría compensación en ambas defensas, bajo mi punto de vista eran unos fracasados. Pero en cambio, Julio era otro cantar, él era dulce, un corazón privado de la crueldad en la que cohabitábamos, pero era consciente de que hasta un espíritu puro puede transformarse, repudiar finalmente la nobleza y convertirse en alguien como yo. Y eso hacía que la rabia con la que convivía creciera, no se difuminara, las estaciones pasaban clamando venganza y vergüenza. Cobardía por todos los actos que quería cometer y esperanza para que él nunca reconociera su procedencia.

Nosotros no compartíamos sangre, pero era mi familia, no existía duda ante ese hecho. La fragilidad que desprendía, avivaba amparo, sentimiento de humanidad y para conservarlo era capaz de cualquier acto. Todo para que no llorara nunca más. De tanto, en tanto, su madre aparecía con mentiras y buenas voluntades, llevándoselo del centro, nunca superaba la quincena, sigo sin comprender como la directora permitía esas salidas, la reincidencia la delataba. Bueno, sí, lo sé; o puedo imaginarlo. Menos problemas, menos niños, menos todo. La contrariedad era el desencadenante a su regreso, lo que me removía interiormente. Asco, repulsión, al ver las condiciones de Julio, ya no solo físicas, sino mentales, su bonita luz se apagaba, atenuaba, su brillo se alejaba. Mi misericordia desertaba.

Seguro que todo era por dinero, la tipa debía sisar alguna ayuda por el niño y venía en su busca cuando la necesitaba, devolviéndolo más tarde como basura, y aunque nosotros fuéramos conscientes de nuestro valor en la escala benéfica, no iba a permitir que es bruja con un mal título de madre forjara ese sentimiento en el pequeño, en él no, me negaba.

La monja Eloísa nos obligaba a rezar, cuando terminaba, repetía: Las faltas han de pagarse. Antes de cometer impureza, recordadlo. Para qué todos esos rezos, acaso iban a mejorar nuestra miseria, no, nunca lo hicieron. Era otro tipo de tortura, de castigo, de la culpa por la indiferencia a la que debíamos dar las gracias. Apática penitencia.

Era realista, otros verían pesimismo, pero les diría que en ésta yace el equilibrio. Qué tontería que en el último momento recordara a la monja, a sus palabras, a esa maldita frase grabada a fuego en el subconsciente, y es que siempre pensé que si estos se comenten conscientemente, sabemos el final que nos depara, y ahí, de alguna manera, no hay sentencia; y yo era plenamente cabal. Mi fin iba a dar la mano al comienzo de otro. Las personas quieren o necesitan ser transcendentales, recordadas, pero a veces hay que darse cuenta que no seremos ese ansiado personaje, solo la pieza de un puzle que encajará en la vida de otro, que nuestra rebeldía será la mejora de aquel por el que nos sacrifiquemos, no somos color, solo un matiz, una dirección.

La mía fue Julio, ese niño que me compensó con un corazón. El amor desinteresado, el que sacrifica, el que no teme las consecuencias. No fue difícil. Como he dicho al principio, lo bueno de crear lejanía es que a uno lo vuelve invisible, y como un fantasma puedes moverte con libertad. Si a eso se le suma una vida de aprendizaje, es todo más sencillo. El silencio en estos casos es la mejor arma. Me quedaban meses para la mayoría de edad, y las oportunidades cada vez eran más escasas, huérfanas. Así que aprendí a reconocer alternativas. El único temor es que esa mujer viniera a buscarlo y esta vez no lo trajera de vuelta. Me esmeré en aprender los horarios, las rutinas de todos los que trabajan en el centro, qué útiles se movían y de los que se podía sacar beneficio. El dinero allí escaseaba, como el afecto, pero no así la droguería del centro, y ahí encontré el filón. 

No pasó mucho tiempo, solo unas semanas. Era previsible.

 

―Qué rápido has vuelto. ¿Ya no te queda dinero, Claudia?

―Eres ridícula, niñata, creyéndote mejor que yo, cuando no eres más que un perro sarnoso que nadie quiere. Despídete de Julito, no volverás a verlo nunca más.

―No, esta vez no vas a salirte con la tuya.

 

Fue tan sencillo, tan rápido, que ni siquiera disfruté del momento, como un perfecto diseño, la pieza encajó. Aproveché que la directora del centro salía y le entregué a la madre de Julio un paquete con todos los medicamentos robados. Gritos de alarma, un coche patrulla emergió precipitadamente, ésta berreando, indicando como una histérica a quien quisiera escuchar que ella no sabía nada, que era una trampa, pero de poco sirvió. Nos leyeron los derechos y nos detuvieron. Como digo, pasó demasiado rápido, casi como una secuencia externa de la que no formas parte, y miras desde fuera sin comprender. Pero por dentro mi alma sonreía, esperaba que después de aquello no pudiera volver a estar cerca de Julio, que pasara largos años en la cárcel, aprendiendo lo que son las injusticias sociales. Rogando por las oportunidades perdidas. En mi caso, pasaré unos años en un reformatorio, pero no me importa, mi hermanito brillaría, seguiría regalando luz. Y de algún modo ese albor apocará el resentimiento con el que convivo. 




martes, 29 de marzo de 2022

La codicia del alma

 


Sádicamente invoco el recuerdo de aquellos días, la impasibilidad que sentí, y que hoy siguen conservando mis entrañas, como una diabólica dualidad, virulenta y cruel que se adueñó y de la que por un extraño secreto, nunca lograré extirpar.

Aquel recinto, frío, abandonado donde pequeñas motas acompañaban a una luz casi inexistente. Un eco doloroso provocó que por instinto palpara todo mi cuerpo en busca de heridas, pero era algo interior, supuraba hacia fuera, torpe y agónico. Lentamente hice amago de moverme, quedando de golpe paralizada, un pitido confuso impedía que recordara, pero en la memoria selectiva o de instinto de supervivencia un indicativo exclamaba con fuerza que no avanzara. Las extremidades las sentía pesarosas, el cuerpo demacrado y deshidratado, ¿Cuánto tiempo llevaba ahí?

Dentro de aquel letargo no hallaba más que silencio y oscuridad.

¿Quién era?

Inmóvil, fija entre pensamientos que se desvanecían antes siquiera de poder alcanzarlos y atesorando una brumosa realidad, espesura de un miedo irracional que helaba desde dentro. El corazón bombeaba con fuerza descomunal, el desconocimiento iniciaba una guerra que en breve se convertiría en ataque de pánico, respiración errática, sudor frío, y una sensación de pérdida de conocimiento, que quizás, si lo obtenía, podría descansar. Y bien sabía que en ese momento quería huir de cualquier manera.

Pero también había algo dentro de mí que gritaba, ¡sé valiente! ¡Lucha! Aunque el valor se esfumaba nada más concebirlo. Pasaron minutos, horas, no sabría decir cuánto tiempo antes de decidirme. Medio a gatas, arrastrándome, palpé suelo, paredes buscando una salida, cada movimiento arañaba la piel, sintiendo como ésta se desgarraba, sí estaba herida y el trauma impedía que recordara lo sucedido. Entonces ocurrió, con el peso accioné un azulejo, oí el clic, y lo supe, algo malo iba a suceder. Otra vez.

Se encendieron las luces, me costó habituarme a ellas, pero cuando lo conseguí pude ver una proyección que solo contenía una palabra.


PECADO


Y ahí la conciencia, se presentaron imágenes a tropel, sin sentido, unas a otras con una banda sonora espeluznante, provocaron lo que antes tanto ansié, caer desplomada. Sin sentido. Pero nada es eterno, y volví en sí, entonces escuché la voz. Esa perversidad que en otro tiempo amé, me hizo sentir tan gloriosa y ahora lo único que hurgaba era en pánico y repulsión. 

–Mi pequeña, veo que ya has vuelto a toquetear donde no debías, ¿Cuándo aprenderás? 

No le contesté, el valor perdido vino reconciliado con rabia, si gozase de fuerza le hubiese escupido a la cara, pero no iba a entrar en su juego, no esta vez. Sabía lo que quería, lo que esperaba, y las pocas fuerzas que todavía conservaba atesoraban dignidad y ésta, por mucho que en otro tiempo las perdí, habían vuelto, era lo único que me quedaba e iba a perecer, sí, pero por elección. 

–Vaya, vaya, así que no contestas. Sabes que me molesta que no me dirijas la palabra, me ofendes. Está bien, tú lo has querido. 

Y empezó de nuevo, ese juego maquiavélico de preguntas de las que no esperaba respuesta, de las que solo mostraba la naturaleza de mi ser, uno corrupto, despojado de toda bondad, y lloré, lloré sin lagrimas porque fui consciente de que en realidad no era tan opuesta a mi verdugo. Cuando se cansó, apagó las luces, sabía que volvería, esa recreación nunca iba a terminar, no hasta que consiguiera su ansiado desenlace. Y de alguna manera, era plenamente consciente que pronto sería la replica exacta del monstruo que él estaba formando. Solo tenía que aceptar esa realidad, para así lograr la libertad.

El orgullo, el poco que quedaba, no le cedía todo el poder, y bien sabía que en ese momento dejaría que amputara partes del cuerpo solo por unas gotas de agua.

Cuando la mente no se protegía en el abandono, evocaba otro tiempo, el cortejo con el que me encandiló, palabras adecuadas que sonaban a reto al comportamiento rebelde con el que convivía. Lugares idílicos donde la opulencia resplandecía por su belleza. Me creí tan lista, indestructible, única, especial, cuando solo fui una boba que se dejó manipular, él estudiaba a sus presas y resulté ser la más idónea. Una con un secreto a la que chantajear, maleable por el miedo que la aprisionaba. Como un roedor. En eso me convertí, en una rata de laboratorio, a la que enseñar el camino que debe seguir. Y todo porque en otro tiempo fui una ladrona.

No controlaba cuando estaba lucida o cuando me anclaba en los recuerdos, ni tampoco en lo que me estaba convirtiendo, ese desdoblamiento era confuso, irreal. No reconocía los instantes, las caras, solo la voz, el castigo que apresaba y al mismo tiempo daba esperanza y consuelo. Ansiaba el abrigo de una tregua y sin fuerzas, perdí. Dejé que venciera. Acepté el camino impuesto, ya no existía nada más que lo que él deseaba, anhelaba o reclamaba sobre los actos que a partir de ahí cometería.

Anuló las emociones, descodificó mi alma y terminé convertida en lo que soy. Una de sus siervas. Una esclava encargada de que mi avaro señor Mammon nunca sienta la pérdida de sus riquezas, codicia de los tesoros de la tierra. Infinito brillo que no contiene misericordia.  



lunes, 21 de marzo de 2022

Querido diario. Y a ti, ¿qué te hace feliz?



 

1.- Dormir.

2.- Achuchar a mis perros.

3.- Comer un trozo de tortilla de patatas, (pero que esté crudita)

4.- El silencio.

5.- Creer que siempre puedo empezar de cero.

6.- Reír con mi madre y hermana. Ellas, siempre.

7.- Un sábado de lluvia en el sofá, (con manta incorporada)

8.- El pasado.

9.- Que él, me llame inene.

10.- Los huevos fritos con pan del bueno.

11.- La soledad.

12.- No mirar el teléfono en todo el fin de semana.

13.- Las amigas de toda la vida.

14.- Los amigos que han aparecido después.

15.- Aguantar un libro durante horas sin dislocarme cuello, brazo y hombro.

16.- Las rosquillas.

17.- No sentir vergüenza por mis actos.

18.- No tener que planchar.

19.- La música, (cualquiera, pero a todas horas)

20.- El olor a monte, a naturaleza.

21.- El perdón.

22.- El zumo de naranja.

23.- No sentir miedo.

24.- Conocer ciudades, pueblos, hasta una acera nueva.

25.- Conducir.

26.- El respeto.

27.- La comida en general, (así termino antes)

28.- No sentirme perdida.

29.- Descubrir personas afines.

30.- La crítica constructiva.

31.- Los clips.

32.- Bailar con mis perros.

33.- Una buena copa de vino blanco.

34.- Los pijamas feos, (en verdad, son los más bonitos)

35.- La sonrisa que nace de los ojos.

36.- El número 9.

37.- El mes de mayo.

38.- La libertad en la palabra.

39.- El cine.

40.- Encontrar sentido a lo que me rodea.

41.- Encontrármelo a mí.

42.- Las frases célebres.

43.- Los fotos de mis padres cuando eran jóvenes.

44.- El olor a café a primera hora de la mañana.

45.- El cariño sincero.

46.- Sentir que todavía no es demasiado tarde, que no está todo perdido.

47.- Las libretas nuevas.

48.- Los abrazos.

49.- Las películas de los 80 y 90.

50.- El amor sea cual sea su variante.

51.- La esperanza de una nueva oportunidad.

 


viernes, 18 de marzo de 2022

Grandes corazones

 



Adormecida en el suspiro del ayer. De un tiempo que no aporta caridad, perpetua corteza que nos deja la certeza de la pérdida, recubierta de preguntas sin respuesta, que solo albergan sentimientos confusos, incoherentes y llenos de temor. Anhelo.

Sumergida en la fluctuación de lo difuminado, entumecida y zambulléndose en la incoherencia de la propia soledad.

Pérdida que se recubre en nostalgia, castigo y clamor, por una estación que ya no acompañará, el cariño que se dejó perder. Por un adiós que no pretendimos recibir. Un solo día, solo ése, el que marcó el fin.

Añoranza del abrazo, comprensión, y la unión que este proporcionaba. La sencillez en la que se adornaba todo a su alrededor, tiempo efímero que evoca continuamente la presencia del pasado de esa época que continuamente quedará incompleta. Vacío, pero con el regalo de una sonrisa que siempre nacerá del corazón.


Eso es lo que habéis dejado, amor. 


Para mis dos tuyupas, siempre seréis eternas.