—¿Sabe usted lo que es el miedo? La necesidad de escapar, la
imposibilidad que surge al verse ligada por una enfermiza paralización, a
permitir que otros factores externos delimiten lo que corresponde cómo lo que
no. No mienta, por favor. ¿Sabe lo qué es?
—Ameba, no empieces a comerme la cabeza. Este no es tu
sitio. Ya vuelves a hablar como si fueras una licencia, y perdona que te lo
diga, pero no eres más que una usurpadora de nutrientes.
—¿Cuál es su problema? ¿Por qué no se muestra? Manifieste la
razón que le molesta que otros lo hagan. A qué teme.
—Pues no sé, quizás a que Agustín se fije en Patri, su
compañera de trabajo, últimamente se mensajean bastante, o que mi madre
se de cuenta que le birlé 50 euros el otro día, o que mi jefe decida reducir la
plantilla y me eche por faltas de asistencia, todas por enfermedad, ya sabes
que mi salud es precaria.
—¿Eso es todo? Solo son banalidades que carecen de sentido y
dependen de otros, ¿ese es el grado de felicidad en el que se ampara? Una
pareja que coquetea con cualquiera, una madre que le está sustentado en el
desconocimiento, y un trabajo que hace meses que no empeña, por unas
enfermedades, permítame que sea franca: autoimpuestas. Por cierto, ¿Qué tal fue
el concierto del jueves?
—Wow, tía, fenomenal. Una pasada.
—Ahí entiendo que no le dolía nada. Y en la plenitud del éxtasis
decidió que era coherente y acertado mostrarlo al mundo con vídeos y fotos,
donde usted, sí, usted; haga el favor de no apartar la mirada, brincaba como
una cabra montesa.
—Bueno, es que…
—¿Qué? —Exige esa voz cada vez más enfadada. —Dígame,
explíqueme lo que la carcome. Sea sincera una vez en su vida. ¿Se siente plena?
¿Cómoda en la incertidumbre del mañana? O está esperando que todo le explote.
Que estas pocas salpicaduras de las que cree que tiene algún tipo de control,
terminen desajustando la miseria con la que convive.
—Bueno… ¿sí?
—No, no, inténtelo, sea clara. ¿No le agradaría mejorar?
—El médico me ha dicho que con un tratamiento…, hay un
fármaco que…
—Olvídese las patrañas de ese doctor, seguro que le pagan un
buen fajo de billetes por cada receta que expide. Céntrese, no le gustaría por
una vez ser admirada, necesitada. Reflexione. Yo puedo ayudarla.
—Pero si solo me duele un poco la tripa, tampoco es tan
grave. ¿No me estaré muriendo? Dime la verdad, esto es una clase de delirio
antes de irme al otro barrio. Ameba, joder, que soy muy joven, no debí comer en
aquel chiringuito, las reseñas eran malísimas, pero…
—¡Dios! Con usted es imposible, es como hablar con la pared.
¿Necesita que vuelva a repetírselo? O mejor, guarde un minuto de silencio, haga
un receso de todo lo expuesto y valore sus opciones.
—Si acepto, ¿qué tengo que hacer? Lo de madrugar no es lo mío, para que el día sea decente, mínimo empezarlo sobre
el mediodía, antes es una condena. ¿No me estarás timando? Y me exigirás que
mañana vaya a trabajar, quiero decir, ufff… cada vez me encuentro peor.
Creo que voy a estirarme un ratito, y si eso, luego hablamos, que estás de un
pesado.
—¡No! Espere. No tendrá que hacer nada, se lo prometo, usted
solo tiene que decir en voz alta: Acepto, cedo el control. Y todo irá como
debe.
—Si lo hago, me dejarás en paz. Tanta cháchara empieza a
agobiarme.
—Puede estar tranquila, a partir de ese momento yo me
ocuparé de todo.
—Bueno, si es así, acepto. Haz lo que quieras.
∞
<<Cada vez es más fácil engañarlos, estas nuevas
generaciones que exigen inmediatez, olvidándose de aquello tan elemental como
un buen diálogo, a lo que los presionas con cuatro palabras de más, y expresas
algún tipo de emoción contrita ceden a la primera. En fin. Disfrutaré de este
nuevo cuerpo hasta que localice otro que se acondicione mejor a mis necesidades.
Aunque, para que negarlo, unos cuantos reajustes y puede que me quede aquí
eternamente. Lo primero, eliminar todas las aplicaciones. ¡Vaya! ¡Oh! Qué
monada, un perrito que baila, mmmm…. tampoco pasa nada por pulular unos minutos
por la red…>>
∞
Cuatro horas más tarde, se escucha un portazo y gritos.
—¡Natalia! Ven aquí ahora mismo, cómo te atreves a robar a
tu propia madre.
—Increíble, pues si que son adictivas las redes.
∞
Aquí os dejo un relato sobre parásitos, estamos rodeados,
quién sabe hasta qué grado, ;) Espero que os divierta.
Ahora sí, intentaré conectarme, pero a partir de la semana
que viene se viene la tormenta, y ojalá fuera de lluvia, pero de esa fresquita,
por seguir hablando y quejarme del tiempo, si es que soy algo básica.
Hasta entonces añoraré muchísimo estos ratitos. Mil gracias
por vuestro tiempo.
Muchos besos, y más abrazos.
Bella Irene, pero que genial esta esta entrega, cuanta creatividad humorística y biológica para tratar temas tan serios como el miedo, sus causas, la dejadez y falta de motivación con el compromiso, las excusas y justificaciones basadas en las mentiras y debilidades de la mente que generan enfermedades psicosomáticas, por así decirlo, y desde luego, si le damos rienda suelta y el poder de gobernarnos, las enfermedades tomarán el control y nos comerán vivos a placer, ja, ja, me rio, pero no es nada gracioso en realidad, pero tu haces que lo sea con esa forma de exponerlo, con un jugoso y muy ocurrente diálogo.
ResponderEliminarAy Irene, está claro que las enfermedades nos hablan, pero pocos le prestamos atención a lo que hay detrás de ellas, una mente atormentada, inconforme, subordinada al gusto de otros, culpas y remordimientos, en resumen, infelicidad por causa de los MIEDOS y las INSATISFACCIONES...
Muchos miedos no enfrentados e insatisfacciones no analizadas y trabajadas, son los causantes de que los médicos y las industrias farmacéuticas (muy buena la denuncia social que haces al respecto) nos sigan envenenando lentamente.
En fin que me haces resumir con frases famosas como
"No hay peor ciego que el que no quiere ver"
"A palabras necias, oídos sordos"
Y una que se me acaba de ocurrir,
"De lo que tu mente huye por miedo, terminará devorándote el cuerpo"
Mil gracias por esta tan interesante entrada querida Irene, me ha gustado mucho, jocosa y muy reflexiva. Besos y abrazos bella Irene.
Para se ter sucesso em tudo quanto nos propomos na vida é fundamental ter confiança.
ResponderEliminarO medo pode muito bem constituir um obstáculo.
Abraço de amizade.
Juvenal Nunes
A fin de cuentas siempre se ha dicho eso de que el que no se consuela es porque no quiere, aunque el consuelo provenga de una mentira. Y de parásitos, además de estar rodeados de ellos, como bajemos un poco la guardia corremos el riesgo de ser uno de ellos. Conviene estar tan alerta como alejados de ellos. ;)
ResponderEliminarParásitos a doquier.
ResponderEliminarMires donde mires, vayas donde vayas...
Incluso enterrado hay parásitos que vienen a por el cadáver.
En fin... me ha gustado mucho el relato.
Me ha recordado a algunos parásitos que conozco.
Que vengan tormentas yaaaaaaaaaaaaa
Besos.