miércoles, 21 de mayo de 2025

Escondido entre escombros

 



No se dio cuenta o no fue plenamente consciente del armazón en el que residía, hacía años que no creaba vínculos, no era por egoísmo, simplemente no se veía capaz, todo colapsó a raíz de un desafortunado comentario, juicio que sintió unilateral, cruento. Lo bloqueó. Con el tiempo aquellos que conservaba se iban esparciendo, delimitando en correspondencia. <<Aquí no me encontrarán>> Y como un mantra ninguneado, fue cavando su propia tumba.

Estaba cómodo en esa realidad desprovista de emociones, nada daba, pero tampoco exigía.   

Hasta que recibió una llamada, una que por poco no llega a responder.

—Nando, ¿te has enterado?

—No, dime.

—Gracia murió el mes pasado.

No recordaba cómo siguió la conversación, le invadió una neblina, que lo dejó ciego y sordo en el proceso. Desconectó. Olvidó los siguientes días, el mundo se evaporó y luego de la nada, su corazón empezó a bombear. Despertó en la precariedad, lo efímero, intentó revivir cuando fue la última vez que había hablado con ella. Un portazo, otra pulsación. Una discusión, otra más. Recriminaciones, más palpitaciones. Y la culpa. Se ancló en ese momento y no en todo lo compartido, solo en la última escena donde herirse era lo esperado.

Por primera vez en años observó a su alrededor, y se vio solo, pero no esa soledad en la que uno está cómodo, no, una que ahoga, que reniega por la frialdad en la que coexiste.

Si era posible, desapareció más, ave herida que desconoce la raíz de su dolor, pero se camufla en la incertidumbre de los escombros cosechados. De un rencor que lentamente se posa y quiebra en una vacilación helada. Y mira atrás, reinventa, se miente y analiza crípticamente la razón de que todo acabara.

<<Llegas tarde>>, <<Nunca quieres hacer nada>>, <<Oye, préstame atención>>, <<Déjalo, es como si le hablara a la pared>>, <<¿Por qué eres tan frío?>>, <<¡Cómo hemos llegado a esto!>>, <<Voy a quedarme unos días en casa de Manuela>>, <<Tenemos que hablar>>.

Frases sueltas que sobresalían, desidia que siempre olió a final. Él de luto, ella iniciando. Más resentimiento, más desnutrición. Y el golpe, estallido de una pérdida que nunca podría revertirse. Una disculpa sin respuesta. Más culpa. De la nada una admisión, ninguno de los dos merecía ese desenlace, y empezó a inmortalizar otras escenas. El primer beso, ralentizó. Un viaje rápido de fin de semana, sufragó. Su sonrisa, avivó.

E intentó exhumar aquello que siempre lo acompañaría, le costó años comprender que nunca podría renegar del pasado, pero sí anticipar, comprender, que no hubo verdugos, solo un lapso que los unió, para más tarde marchar a contracorriente.

 

 

Hola, a todos.

No os pasa que leéis una historia, veis una película o entrevista, algo, lo que sea; y, ahí se queda, se fija con fiereza. Con lo poco que enciendo la caja tonta, pero el otro día puse HBO, ahora MAX, mañana quién sabe; y me decidí por una serie. Evasión, ¡Ja! Una simple frase y mi mente voló a su aire. Hablaba sobre el luto, cómo se convive con él, ésta resaltaba que uno recuerda siempre el último momento, lo que dijimos o hicimos, restando u olvidando todo lo demás.

Con este relato intento mostrar lo efímera que es la existencia y el anclaje que nos cede esa fragilidad.

Gracias por vuestro tiempo.

Besos, y más abrazos.



miércoles, 14 de mayo de 2025

Eco reverencial. Divinidad entre ventanales

 


Més que la meva sang

No, no, no tinguis por

Desitjar-me no és dolent

No cal que diguis res

Que el què vulguis ja ho faré, jo ho sé.

Canción de Lax'n'Busto

 

¡Oh! Lo confieso, sí, deseo en demasía, renazco diariamente sin dominio, por eso exijo un perdón para esta hija descarriada que ha tomado el camino fácil, directa al pecado, a penar por aquello que no le corresponde, a gozar entre pensamientos impuros invadidos por el descontrol, yo que siempre fui pródiga en virtud, yendo de la mano de lo correcto, ahora siento un comezón indigno e incontrolable. Ruego que se me dispense, que estas acciones que desafían en apego no sean las únicas que validen en desesperanza. 

 

Portal A

 

—Tina, por favor, deja de espiar al vecino.

—No puedo evitarlo, solo con verlo me dan unos calores que para qué. Es guapísimo.

—Bueno, es algo lúgubre, pero…

—¡Retíralo!

—Qué más da, tú pareces la vieja del visillo. Como te descubra y con la cara de mala leche que tiene, viene aquí y nos descuartiza.

—Qué exagerada. ¿No te parece adorable su ceño fruncido?

—Si tú lo dices.

—No seas condescendiente y deja de criticarme. No molesto a nadie, solo lo admiro.

—A mí me incomodas, pero eso parece que no te importe. Por lo menos podrías quitar esa canción.

—Es para invocarlo.

—¿Cómo dices?

—Estoy segura que si la canto muchas veces él percibirá mis feromonas y ¡zas!

—Ese tiene cara de depredador no de abeja polinizadora.

—No lo entiendes.

—A ver, explícamelo princesa del inframundo.

—Que las personas heridas son las que tienen el corazón más grande.

—Cada día eres más absurda.

 

Anclada en la incomprensión, en la necesidad de un lazo invisible que ruega que razone, me estremezco entre la simulación y lo efímero, a cualquier dios le reitero esta disculpa.

 

Portal B

 

—¿No te da mal rollo?

—Me enternece.

—¿En serio? Parece una psicópata planeando cómo aniquilarte.

—Te jode porque no se ha fijado en ti.

—No, lo que me da miedo es encontrármela un día sosteniendo un cuchillo jamonero.

—Lárgate, envidioso.

 

Las excusas en las que me cierno empiezan a desajustarse a un camino invariable y de no retorno, debo ser franca con aquellos que me rodean, pero me es imposible, porque una parte de mí, hasta ahora silenciada, sostiene que todo tiene un porqué.

 

Entresuelo

 

—Oye, ¿eres la que compañera de la neurótica?

—Y tú debes ser el que vive con el cara angustia. ¿Qué quieres?

—Podríamos prepararles una cita a ciegas, para terminar con este rollo perturbador que se traen entre manos.

—No es mala idea, ¿cómo te llamas?

—Pablo, preciosa, y, ¿tú?

—Almudena, y nada de apelativos cariñosos, no hay tanta confianza; si hago esto es porque me está volviendo loca con esa cancioncilla.

—¿Cuál?

—Una que pone en bucle, dice que es como un conjuro. Yo qué sé, estoy de los nervios.

—Ah, por eso las muecas. Menos mal, tampoco quiero tirarlo a los brazos de una demente.

—¡Oye! No te pases. Él tampoco parece que tenga el puzle muy coordinado.

—¡Olvídalo!

 

Los caminos son inescrutables, carecen de visionar aquello que se percibe, que delimita y concede en deseo. A partir de ahora seré la mano ejecutora, nada podrá impedirlo.

 

Ultramarinos del barrio

 

—Por fin se han visto, ¿te ha dicho algo tu primo?

—No, Tina, nada.

—Pues no sé qué más podemos hacer, a este paso se me va a ir la cabeza, últimamente solo sueño con sangre y vísceras, y me vienen pensamientos muy crípticos del bien y del mal. ¿Estaré poseída?

—Y mi ceño, ¿qué? Tanta presión me provoca migraña. Solo quiero ir por la calle agarrado de la mano de mi chica, pero no, tenías que meter en ecuación a esos dos, montarte la película de que harían buena pareja, un mundo de arcoíris. Joder, ya te dije que Pablo repele las relaciones, y tu amiga qué quieres que te diga, se la ve fría como un tempano.

—Cuidado con lo que dices, no me hagas elegir entre los dos.

—¿No lo dirás enserio?

—¡No te esfuerzas nada! Y no me pongo a criticar a diestro y siniestro.

—¡Se acabó!

 

Entre lágrimas por fin comprendo mi cometido, soy un ángel vengador, uno que se rige en fortaleza, mis decisiones serán impuestas, todos me deberán obediencia.

 

Habitación de Tina

 

—¿Por qué lloras?

—Me ha dejado, ¿te lo puedes creer?

—¿Quién?

—Pues quién va a ser, el vecino.

—A ver… tranquilízate, llevas un tiempo que te comportas de una forma muy extraña. No puede dejarte alguien que no está contigo. Mira, voy a llamar al consultorio, con suerte te derivarán… —con un golpe seco Almudena cae al suelo.

—No, si ya me imaginaba que tanta sangre me estaba contagiando el alma. Y ahora qué hago.

 

Para que este plano físico no se me sea arrebatado, las voces de este ente que me ha bendecido me susurra que busque entre lo corrupto para restablecer lo perdido. 

 

Tercer piso

 

—Psss, psss, ¡Pablo! Tienes que ayudarme.

—¿Yo? Lo dudo. Adiós.

—¡Espera! Es Almu, ha sufrido un accidente.

—¿Qué dices? ¿Dónde está?

—Bueno, a veces pasan cosillas de esas que uno no controla. Tú eres abogado, ¿verdad? Como somos familia estás obligado a representarme. Utiliza algún tecnicismo para exculparme porque juraría que estoy hechizada, ¡Bah! Soluciónalo, pero te aviso que no pienso pagarte nada, que lo haga tu primo, todo es por su culpa.

—Joder, estás fatal. Voy a llamar a la policía, no te muevas y ni se te ocurra acercarte.

—¿Cómo te atreves? —un empujón y otro golpe seco. —No me lo puedo creer, pero si son como muñecos de plastilina, se desintegran con un soplido.

 

La gracia divina me ha abandonado, ha decidido que no debe protegerme, que he de luchar en solitario contra mis propias acciones, es una prueba, lo sé, yo que solo deseé, ahora por algunos errores me ha negado su mano guardiana. Ya no hay indulto, solo esta canción que me acompaña.  

 

Velatorio

 

—Tina, esto lo hemos provocado nosotros. —lloroso se agarra a la mano de la que vuelve a ser su novia.

—Qué dices cariño, qué tontería. Pablo se agobiaría, siempre decías que iba de flor en flor, Almudena era muy estricta y bueno, quién iba a imaginar que él se la cargaría, y luego los remordimientos lo empujarían a tirarse por las escaleras. Ambos han sido víctimas del desamor. <<Ufff… que agobio, ¿Cuándo terminará este teatro? Ese tío me mira mucho, ¿verá mi culpabilidad? No, Tina, cálmate, no puedes ir por ahí arrebatando vidas. ¡Claro! Qué ciega he estado, ahora lo entiendo: soy la guadaña>>

—Amor, ahora vengo, voy un momento al baño.

—Vale, pero ¿por qué llevas una botella?

—¿Qué? Ah, sí, es muy importante reciclar, hay que tener conciencia medioambiental. <<Casi me pilla. ¿Dónde se habrá metido ese sujeto? Haré todo lo necesario para cumplir mi propósito. Poco o nada me importa que el de arriba me haya abandonado, ahora sé cuál es mi función, una que es más férrea que cualquiera de sus superfluos arbitrajes>>

 




 

Hola, a todos.

Hoy os traigo un relato entre ventanales y exceso de delirio. Que esas divinas voces en las que algunos se amparan, nunca nos corrompan al resto, ;) ¡Huid!

Mil gracias por vuestro tiempo.

Besos, y abrazos.



viernes, 9 de mayo de 2025

El blog, ¿qué es para vosotros?

 


‘‘Estoy fuera con candiles, buscándome a mí misma.’’

Emily Dickinson

  

Mis letras a menudo son incoherentes, mezclo, desvarío y salto de un lado a otro con un descontrol que es difícil de comprender, es un conflicto arraigado, supongo que es porque en la vida real, en la de carne y hueso, aprendí muy pronto que debía asentarla desde el control. Una alarma que no se desconectaba podía desembocar en ruina. Interpreté que encapsularse en una coraza, era seguridad, una madriguera donde el dolor era impenetrable. Reitero y lo hago con firmeza, cuando hablo desde la aflicción no es por victimismo, solo vivencia. Nunca, pero nunca, iría por la vida con un sello en el que se me identificara como mártir, huiría si se me etiquetara de esa manera, porque serlo, lo somos todos. A parte, creo que cuanto más se muestra cada arista menos recursos tiene para doblegarnos.

Pero es cierto que, de un tiempo para aquí, esa coraza impenetrable, el mensaje que repito como si fuera una profeta de pacotilla de <<el poder de que te hagan daño lo cedes tú, y bla, bla, bla>>, está desquebrajándose, porque el blog es soltura, sí, dejar ir aquello que aprisiona, asfixia y retiene, pero también reserva un grado inmenso de vulnerabilidad.

Y es que a veces me siento justo así: frágil, pero no en el mal sentido, las palabras tienen la magia de entenderse en distintas direcciones, en esta muestra voluble de lo que expongo, hay verdad, la mía, y no temo que así sea, todo lo contrario; respiro, entre carraspeos, sí, pero lo hago.

Pero en este rescate y siendo plenamente consciente, que a veces rozo un contexto de incredulidad amorfo, porque poco o nada sabemos unos de los otros, ni trabajos, ni familia, solo minúsculos esbozos, ni lo cotidiano, como qué plato es nuestro preferido, o si detestamos como en mi caso los guisantes, (los odio, son el anticristo), detalles que proporcionan la falsa creencia de conocer a alguien, pero no es así, en la profundidad, si se quiere ver, uno debe ir más allá. La realidad es que somos más que una imagen, y aquí existe esa transparencia, una en la que exteriorizamos nuestros temores, sueños, angustia, felicidad; y, sobre todo: necesidad.

Siempre digo, y esto sí es invariable, que no me importa mostrar mis carencias, éstas tarde o temprano se revelan, así que no debería coaccionarnos, somos lo que somos, parte de ello se evidencia en este lugar de IP desconocida, donde dejamos una parte que está desmembrada desde las entrañas. Muy ególatra, sí.

Hay cierto poder en la desnudez, desconsuelo y libertad, pero no debo olvidar que mi desatino es personal. Solo pido franqueza, prometo corresponder, si fallo, aunque me avergüence, ruego que que se me indique, no me genera ningún conflicto, es más, lo agradezco. Tengo orgullo, pero no para asumir cada error, y si puedo aprender, mejor. Reconozco que puedo ser pesada e invasiva. Una listilla de manual.

La escritura me ha salvado muchas veces, gracias a ella he volcado cada espina que en algún momento me doblegó, creando un holograma en el que me protegía, en cambio aquí, el poder de hacer daño, insisto, sí se cede. A veces, en esa angustia, donde mis pensamientos navegan descontrolados, me digo: céntrate, solo escribe, pero la fisura se ha resquebrajado, dudo que pueda volver atrás. Pediría perdón por eso, pero en este caso mentiría, (algo feísimo).

Termino este monólogo o bombardeo confuso de información, intentado aclarar lo que el blog es para mí: una búsqueda por ser.  

Y, ¿para vosotros? Recordad, ansío conocimiento, ;)

 

Nota: La imagen es la primera cabecera que puse en el blog, es l’Estany de Banyoles, de una añeja escapada, siempre es bueno volver a raíz; en su momento me representó, con ese claroscuro, como un secreto que en su inmensidad sobrecoge alzándose en silencio.

 

Gracias por vuestra paciencia y el cariño que siempre me cedéis.

Muchos besos, y más abrazos.



martes, 6 de mayo de 2025

La quiebra supura

 

 

‘‘Y yo moriría mil veces por

poder recibir amor sin pedirlo,

sin haberme dado cuenta ser

llevada, de improviso, a un

sitio en que los ojos se miran

sin desprecio.’’

Alejandra Pizarnik

  

La mujer anhela aquello que nunca le será entregado. Durante años se posó en la contemplación de no merecerlo, de no ser suficiente, de tener que poner todo de sí, la otra mejilla, el otro dolor. De aguantar, soportar la desidia. Dar, dar, dar. ¿Cuándo regresaría? Locura, desesperación. El querer.

Impregnó a cuenta gotas, supurando, a veces renacía, se sentía que podían amarla, otras, más de las que recordaba se mudaba, escondiéndose en la incertidumbre del temor de reconocerse inferior.

El tiempo pasó, como borrones indefinidos perdidos en una añoranza que siempre la acompañaba, pero la fortaleza, la mentira construida en base a ésta, residía con la fuerza de una fábula alzada en el empeño de un apego que en otro tiempo albergó con esperanza.

Se visionó siendo hija, mujer, madre. Y floreció, pero no como esperaba, no como correspondía, ni creyó merecer. No solo se concibe desde la matriz. Etapas en las que pronunciaba <<no pasa nada>>, otras el llanto la corrompía desde dentro, nunca hacia fuera. Ojos tristes, sonrisa que no se alzaba en compañía. Cuidó, porque así la enseñaron, protegió, porque si no lo reparaba podía desgarrarse, y olvidó; olvidó que ella también necesitaba, aguardaba un abrazo protector, un afecto que no va en una sola dirección, que se desestabiliza en el egoísmo. En la incomprensión.

Perjuicio de ser, de dañar las enseñanzas, de que la indiferencia deje de perforar ese maltrecho espasmo. Cuando se es una herramienta hasta el más ciego la descubre, sabe; lo sabe, que no se es correspondido.

Los ruidos la martilleaban, la huida la perseguía entre las sombras del desencanto, una nueva oportunidad, otra, otra, qué más da que la aflicción la acompañe en este camino solitario, de angustia que reverencia y provee.

Porque el error no es que no se la quisiera, es que ella nunca se apreció como correspondía.

Con un grito certero, con otra imagen en la que valorarse, urgió ese adiós, ese alzamiento, un golpe al reconocimiento, a darse una oportunidad, esta vez; a sí misma.

  


Hola, a todos.

Hoy traigo un relato algo melancólico, espero, eso sí, que el poso de consuelo no lo haya ofuscado del todo, supongo que sigo un poco desencantada, permito tirones de pelo para que se me espabile, pero sin pasarse, ;)

Gracias por vuestro cariño.

Besos, y abrazos.