No se dio cuenta o no fue plenamente consciente del armazón en
el que residía, hacía años que no creaba vínculos, no era por egoísmo,
simplemente no se veía capaz, todo colapsó a raíz de un desafortunado
comentario, juicio que sintió unilateral, cruento. Lo bloqueó. Con el tiempo
aquellos que conservaba se iban esparciendo, delimitando en correspondencia.
<<Aquí no me encontrarán>> Y como un mantra ninguneado, fue cavando
su propia tumba.
Estaba cómodo en esa realidad desprovista de emociones, nada
daba, pero tampoco exigía.
Hasta que recibió una llamada, una que por poco no llega a
responder.
—Nando, ¿te has enterado?
—No, dime.
—Gracia murió el mes pasado.
No recordaba cómo siguió la conversación, le invadió una
neblina, que lo dejó ciego y sordo en el proceso. Desconectó. Olvidó los
siguientes días, el mundo se evaporó y luego de la nada, su corazón empezó a
bombear. Despertó en la precariedad, lo efímero, intentó revivir cuando fue la
última vez que había hablado con ella. Un portazo, otra pulsación. Una
discusión, otra más. Recriminaciones, más palpitaciones. Y la culpa. Se ancló
en ese momento y no en todo lo compartido, solo en la última escena donde herirse
era lo esperado.
Por primera vez en años observó a su alrededor, y se vio
solo, pero no esa soledad en la que uno está cómodo, no, una que ahoga, que reniega
por la frialdad en la que coexiste.
Si era posible, desapareció más, ave herida que desconoce la
raíz de su dolor, pero se camufla en la incertidumbre de los escombros cosechados.
De un rencor que lentamente se posa y quiebra en una vacilación helada. Y mira
atrás, reinventa, se miente y analiza crípticamente la razón de que todo
acabara.
<<Llegas tarde>>, <<Nunca quieres hacer
nada>>, <<Oye, préstame atención>>, <<Déjalo, es como
si le hablara a la pared>>, <<¿Por qué eres tan frío?>>,
<<¡Cómo hemos llegado a esto!>>, <<Voy a quedarme unos días
en casa de Manuela>>, <<Tenemos que hablar>>.
Frases sueltas que sobresalían, desidia que siempre olió a
final. Él de luto, ella iniciando. Más resentimiento, más desnutrición. Y el
golpe, estallido de una pérdida que nunca podría revertirse. Una disculpa sin
respuesta. Más culpa. De la nada una admisión, ninguno de los dos merecía ese desenlace, y
empezó a inmortalizar otras escenas. El primer beso, ralentizó. Un viaje rápido
de fin de semana, sufragó. Su sonrisa, avivó.
E intentó exhumar aquello que siempre lo acompañaría, le
costó años comprender que nunca podría renegar del pasado, pero sí anticipar,
comprender, que no hubo verdugos, solo un lapso que los unió, para más tarde
marchar a contracorriente.
∞
Hola, a todos.
No os pasa que leéis una historia, veis una película o
entrevista, algo, lo que sea; y, ahí se queda, se fija con fiereza. Con lo poco
que enciendo la caja tonta, pero el otro día puse HBO, ahora MAX, mañana quién
sabe; y me decidí por una serie. Evasión, ¡Ja! Una simple frase y mi mente voló
a su aire. Hablaba sobre el luto, cómo se convive con él, ésta resaltaba que
uno recuerda siempre el último momento, lo que dijimos o hicimos, restando u
olvidando todo lo demás.
Con este relato intento mostrar lo efímera que es la
existencia y el anclaje que nos cede esa fragilidad.
¡Oh! Lo confieso, sí, deseo en demasía, renazco
diariamente sin dominio, por eso exijo un perdón para esta hija descarriada que
ha tomado el camino fácil, directa al pecado, a penar por aquello que no le
corresponde, a gozar entre pensamientos impuros invadidos por el descontrol, yo
que siempre fui pródiga en virtud, yendo de la mano de lo correcto, ahora siento
un comezón indigno e incontrolable. Ruego que se me dispense, que estas
acciones que desafían en apego no sean las únicas que validen en desesperanza.
Portal A
—Tina, por favor, deja de espiar al vecino.
—No puedo evitarlo, solo con verlo me dan unos calores que
para qué. Es guapísimo.
—Bueno, es algo lúgubre, pero…
—¡Retíralo!
—Qué más da, tú pareces la vieja del visillo. Como te
descubra y con la cara de mala leche que tiene, viene aquí y nos descuartiza.
—Qué exagerada. ¿No te parece adorable su ceño fruncido?
—Si tú lo dices.
—No seas condescendiente y deja de criticarme. No molesto a
nadie, solo lo admiro.
—A mí me incomodas, pero eso parece que no te importe. Por
lo menos podrías quitar esa canción.
—Es para invocarlo.
—¿Cómo dices?
—Estoy segura que si la canto muchas veces él percibirá mis
feromonas y ¡zas!
—Ese tiene cara de depredador no de abeja polinizadora.
—No lo entiendes.
—A ver, explícamelo princesa del inframundo.
—Que las personas heridas son las que tienen el corazón más
grande.
—Cada día eres más absurda.
Anclada en la incomprensión, en la necesidad de un lazo
invisible que ruega que razone, me estremezco entre la simulación y lo efímero,
a cualquier dios le reitero esta disculpa.
Portal B
—¿No te da mal rollo?
—Me enternece.
—¿En serio? Parece una psicópata planeando cómo aniquilarte.
—Te jode porque no se ha fijado en ti.
—No, lo que me da miedo es encontrármela un día sosteniendo
un cuchillo jamonero.
—Lárgate, envidioso.
Las excusas en las que me cierno empiezan a desajustarse
a un camino invariable y de no retorno, debo ser franca con aquellos que me
rodean, pero me es imposible, porque una parte de mí, hasta ahora silenciada, sostiene
que todo tiene un porqué.
Entresuelo
—Oye, ¿eres la que compañera de la neurótica?
—Y tú debes ser el que vive con el cara angustia. ¿Qué
quieres?
—Podríamos prepararles una cita a ciegas, para terminar con
este rollo perturbador que se traen entre manos.
—No es mala idea, ¿cómo te llamas?
—Pablo, preciosa, y, ¿tú?
—Almudena, y nada de apelativos cariñosos, no hay tanta
confianza; si hago esto es porque me está volviendo loca con esa cancioncilla.
—¿Cuál?
—Una que pone en bucle, dice que es como un conjuro. Yo qué
sé, estoy de los nervios.
—Ah, por eso las muecas. Menos mal, tampoco quiero tirarlo a
los brazos de una demente.
—¡Oye! No te pases. Él tampoco parece que tenga el puzle muy
coordinado.
—¡Olvídalo!
Los caminos son inescrutables, carecen de visionar
aquello que se percibe, que delimita y concede en deseo. A partir de ahora seré
la mano ejecutora, nada podrá impedirlo.
Ultramarinos del barrio
—Por fin se han visto, ¿te ha dicho algo tu primo?
—No, Tina, nada.
—Pues no sé qué más podemos hacer, a este paso se me va a ir
la cabeza, últimamente solo sueño con sangre y vísceras, y me vienen
pensamientos muy crípticos del bien y del mal. ¿Estaré poseída?
—Y mi ceño, ¿qué? Tanta presión me provoca migraña. Solo
quiero ir por la calle agarrado de la mano de mi chica, pero no, tenías que
meter en ecuación a esos dos, montarte la película de que harían buena pareja, un
mundo de arcoíris. Joder, ya te dije que Pablo repele las relaciones, y tu
amiga qué quieres que te diga, se la ve fría como un tempano.
—Cuidado con lo que dices, no me hagas elegir entre los dos.
—¿No lo dirás enserio?
—¡No te esfuerzas nada! Y no me pongo a criticar a diestro y
siniestro.
—¡Se acabó!
Entre lágrimas por fin comprendo mi cometido, soy un
ángel vengador, uno que se rige en fortaleza, mis decisiones serán impuestas,
todos me deberán obediencia.
Habitación de Tina
—¿Por qué lloras?
—Me ha dejado, ¿te lo puedes creer?
—¿Quién?
—Pues quién va a ser, el vecino.
—A ver… tranquilízate, llevas un tiempo que te comportas de
una forma muy extraña. No puede dejarte alguien que no está contigo. Mira, voy
a llamar al consultorio, con suerte te derivarán… —con un golpe seco Almudena
cae al suelo.
—No, si ya me imaginaba que tanta sangre me estaba
contagiando el alma. Y ahora qué hago.
Para que este plano físico no se me sea arrebatado, las
voces de este ente que me ha bendecido me susurra que busque entre lo corrupto
para restablecer lo perdido.
Tercer piso
—Psss, psss, ¡Pablo! Tienes que ayudarme.
—¿Yo? Lo dudo. Adiós.
—¡Espera! Es Almu, ha sufrido un accidente.
—¿Qué dices? ¿Dónde está?
—Bueno, a veces pasan cosillas de esas que uno no controla. Tú
eres abogado, ¿verdad? Como somos familia estás obligado a representarme. Utiliza
algún tecnicismo para exculparme porque juraría que estoy hechizada, ¡Bah! Soluciónalo,
pero te aviso que no pienso pagarte nada, que lo haga tu primo, todo es por su
culpa.
—Joder, estás fatal. Voy a llamar a la policía, no te muevas
y ni se te ocurra acercarte.
—¿Cómo te atreves? —un empujón y otro golpe seco. —No me lo
puedo creer, pero si son como muñecos de plastilina, se desintegran con un
soplido.
La gracia divina me ha abandonado, ha decidido que no
debe protegerme, que he de luchar en solitario contra mis propias acciones, es
una prueba, lo sé, yo que solo deseé, ahora por algunos errores me ha negado su
mano guardiana. Ya no hay indulto, solo esta canción que me acompaña.
Velatorio
—Tina, esto lo hemos provocado nosotros. —lloroso se agarra
a la mano de la que vuelve a ser su novia.
—Qué dices cariño, qué tontería. Pablo se agobiaría, siempre
decías que iba de flor en flor, Almudena era muy estricta y bueno, quién iba a
imaginar que él se la cargaría, y luego los remordimientos lo empujarían a
tirarse por las escaleras. Ambos han sido víctimas del desamor. <<Ufff…
que agobio, ¿Cuándo terminará este teatro? Ese tío me mira mucho, ¿verá mi
culpabilidad? No, Tina, cálmate, no puedes ir por ahí arrebatando vidas. ¡Claro!
Qué ciega he estado, ahora lo entiendo: soy la guadaña>>
—Amor, ahora vengo, voy un momento al baño.
—Vale, pero ¿por qué llevas una botella?
—¿Qué? Ah, sí, es muy importante reciclar, hay que tener
conciencia medioambiental. <<Casi me pilla. ¿Dónde se habrá metido ese
sujeto? Haré todo lo necesario para cumplir mi propósito. Poco o nada me
importa que el de arriba me haya abandonado, ahora sé cuál es mi función, una
que es más férrea que cualquiera de sus superfluos arbitrajes>>
Hola, a todos.
Hoy os traigo un relato entre ventanales y exceso de
delirio. Que esas divinas voces en las que algunos se amparan, nunca nos
corrompan al resto, ;) ¡Huid!
‘‘Estoy fuera con
candiles, buscándome a mí misma.’’
Emily Dickinson
Mis letras a menudo son incoherentes, mezclo, desvarío y
salto de un lado a otro con un descontrol que es difícil de comprender, es un
conflicto arraigado, supongo que es porque en la vida real, en la de carne y
hueso, aprendí muy pronto que debía asentarla desde el control. Una alarma que
no se desconectaba podía desembocar en ruina. Interpreté que encapsularse en
una coraza, era seguridad, una madriguera donde el dolor era impenetrable. Reitero
y lo hago con firmeza, cuando hablo desde la aflicción no es por victimismo, solo
vivencia. Nunca, pero nunca, iría por la vida con un sello en el
que se me identificara como mártir, huiría si se me etiquetara de esa manera,
porque serlo, lo somos todos. A parte, creo que cuanto más se muestra cada
arista menos recursos tiene para doblegarnos.
Pero es cierto que, de un tiempo para aquí, esa coraza
impenetrable, el mensaje que repito como si fuera una profeta de pacotilla de
<<el poder de que te hagan daño lo cedes tú, y bla, bla, bla>>,
está desquebrajándose, porque el blog es soltura, sí, dejar ir aquello que
aprisiona, asfixia y retiene, pero también reserva un grado inmenso de
vulnerabilidad.
Y es que a veces me siento justo así: frágil, pero no en el
mal sentido, las palabras tienen la magia de entenderse en distintas direcciones,
en esta muestra voluble de lo que expongo, hay verdad, la mía, y no temo que así
sea, todo lo contrario; respiro, entre carraspeos, sí, pero lo hago.
Pero en este rescate y siendo plenamente consciente, que a veces rozo
un contexto de incredulidad amorfo, porque poco o nada sabemos unos de los
otros, ni trabajos, ni familia, solo minúsculos esbozos, ni lo cotidiano, como
qué plato es nuestro preferido, o si detestamos como en mi caso los guisantes,
(los odio, son el anticristo), detalles que proporcionan la falsa creencia de
conocer a alguien, pero no es así, en la profundidad, si se quiere ver, uno
debe ir más allá. La realidad es que somos más que una imagen, y aquí existe esa transparencia, una en la que exteriorizamos nuestros temores, sueños,
angustia, felicidad; y, sobre todo: necesidad.
Siempre digo, y esto sí es invariable, que no me importa
mostrar mis carencias, éstas tarde o temprano se revelan, así que no debería
coaccionarnos, somos lo que somos, parte de ello se evidencia en este lugar de IP desconocida, donde dejamos una
parte que está desmembrada desde las entrañas. Muy ególatra,
sí.
Hay cierto poder en la desnudez, desconsuelo y libertad,
pero no debo olvidar que mi desatino es personal. Solo pido franqueza, prometo corresponder, si
fallo, aunque me avergüence, ruego que que se me indique, no me genera ningún conflicto, es más, lo agradezco. Tengo orgullo, pero no para
asumir cada error, y si puedo aprender, mejor. Reconozco que puedo ser pesada e
invasiva. Una listilla de manual.
La escritura me ha salvado muchas veces, gracias
a ella he volcado cada espina que en algún momento me doblegó, creando un
holograma en el que me protegía, en cambio aquí, el poder de hacer daño, insisto, sí se cede. A veces, en esa angustia, donde mis
pensamientos navegan descontrolados, me digo: céntrate, solo escribe, pero la
fisura se ha resquebrajado, dudo que pueda volver atrás. Pediría perdón por eso, pero en este caso mentiría, (algo feísimo).
Termino este monólogo o bombardeo confuso de información, intentado aclarar lo que el blog es para mí: una búsqueda por ser.
Y, ¿para vosotros? Recordad, ansío conocimiento, ;)
Nota: La imagen es la primera cabecera que puse en el blog,
es l’Estany de Banyoles, de una añeja escapada, siempre es bueno volver a raíz; en
su momento me representó, con ese claroscuro, como un secreto que en su
inmensidad sobrecoge alzándose en silencio.
Gracias por vuestra paciencia y el cariño que siempre me
cedéis.
La mujer anhela aquello que nunca le será entregado. Durante
años se posó en la contemplación de no merecerlo, de no ser suficiente, de
tener que poner todo de sí, la otra mejilla, el otro dolor. De aguantar,
soportar la desidia. Dar, dar, dar. ¿Cuándo regresaría? Locura, desesperación. El
querer.
Impregnó a cuenta gotas, supurando, a veces renacía, se
sentía que podían amarla, otras, más de las que recordaba se mudaba, escondiéndose
en la incertidumbre del temor de reconocerse inferior.
El tiempo pasó, como borrones indefinidos perdidos en una
añoranza que siempre la acompañaba, pero la fortaleza, la mentira construida en
base a ésta, residía con la fuerza de una fábula alzada en el empeño de un apego
que en otro tiempo albergó con esperanza.
Se visionó siendo hija, mujer, madre. Y floreció, pero no
como esperaba, no como correspondía, ni creyó merecer. No solo se concibe desde
la matriz. Etapas en las que pronunciaba <<no pasa nada>>, otras el
llanto la corrompía desde dentro, nunca hacia fuera. Ojos tristes, sonrisa que
no se alzaba en compañía. Cuidó, porque así la enseñaron, protegió, porque si
no lo reparaba podía desgarrarse, y olvidó; olvidó que ella también necesitaba,
aguardaba un abrazo protector, un afecto que no va en una sola dirección, que
se desestabiliza en el egoísmo. En la incomprensión.
Perjuicio de ser, de dañar las enseñanzas, de que la
indiferencia deje de perforar ese maltrecho espasmo. Cuando se es una
herramienta hasta el más ciego la descubre, sabe; lo sabe, que no se es correspondido.
Los ruidos la martilleaban, la huida la perseguía entre las
sombras del desencanto, una nueva oportunidad, otra, otra, qué más da que la aflicción
la acompañe en este camino solitario, de angustia que reverencia y provee.
Porque el error no es que no se la quisiera, es que ella nunca
se apreció como correspondía.
Con un grito certero, con otra imagen en la que valorarse,
urgió ese adiós, ese alzamiento, un golpe al reconocimiento, a darse una
oportunidad, esta vez; a sí misma.
∞
Hola, a todos.
Hoy traigo un relato algo melancólico, espero, eso sí, que
el poso de consuelo no lo haya ofuscado del todo, supongo que sigo un poco
desencantada, permito tirones de pelo para que se me espabile, pero sin
pasarse, ;)