Hace años que no hago ninguna entrada de Navidad, diremos
que he tenido varios parones técnicos en el blog, o buscaré otras tantas
excusas que serían hasta válidas, pero la principal es que no soy especialmente
festiva, si en algún momento habéis leído alguna de esas entradas sabréis que el
Grinch me cae estupendamente, eso de la felicidad estática, el comer como una
ceporra o ya puestos el consumismo extremo, no es lo mío. Hace demasiados años
que faltan patas que quedaron huérfanas y nunca más se repusieron. Pero como
creo que esta será la última entrada del año, os debo algo muy importante y es
daros las gracias, (sí, lo sé, me repito, compulsiva presente) y de verdad, no
podéis imaginaros lo que habéis cedido en estos meses, porque el respaldo, el
sentirse acogida, comprendida, es algo que mi parte retraída codicia con una
intensidad que sobrecoge.
Y de algún modo estoy volviendo a ser aquella niña, la que
montaba el belén (el mío era súper chulo) de pin y pon, y otras figuritas más
acordes a las fechas, un revoltijo que daba placer contemplarlo o el árbol,
aunque un poco pelado y sintético, tenía una gracia inaudita, y lo que más
recuerdo son las tarjetas navideñas, las guardábamos y acumulábamos para los
años siguientes, así que esta es para vosotros:
Aquella mano rozaba con delicadeza cada pieza rota de un
corazón descompuesto, profesando una ternura que erradicaba las sombras de
otros tiempos, como errantes andábamos escudriñando, compartiendo, aprendiendo
con ansia y anhelo de que aquel mañana no se sellara, que germinara en el todo.
Vivíamos esperando el desenlace, intuíamos su revelación, el ser humano no
puede ser eternamente feliz, sobrevive de pequeños instantes, segundos que
claudican en la añoranza, en su perpetuo llanto, y el miedo a la pérdida. Y
aún así, todavía así, nos lanzamos sin remordimiento. Recogiendo lo que era
permitido, desvalijando a contrarreloj, escuchando la réplica del tic, tac,
tic, tac; encarándolo, agudizando cada terror, culpa, remordimiento y propagando
en cada quejido: este año vencimos, no pudiste arrebatárnoslo.
Y me he preguntado, qué puedo ofrecer, porqué en algo deberé
corresponder. En casa de mis padres se le daba un valor extremo a la comida,
era casi venerada, eso se debe a muchos factores, pero os pondré un ejemplo que
en muchas otras casas habrá sucedido y sucede: Si un día había lentejas, y te
ponías tiquismiquis, tranquilo, merienda, cena o desayuno, en algún momento
claudicabas, la hambruna está sobrevalorada.
Por eso siempre que pienso en un regalo me viene a la
cabeza: comida, no en plan Homer, eh, :) Pero como la tortilla virtual
de la última vez quedó algo insípida, he pensado, que es lo que siempre me
acompaña: la música, y como me gustan todos los géneros, menos los que son
estilo morsa, esos no, por favor; voy a dedicaros una canción, de las que
forman parte de mi lista inherente, eso sí, si fallo no seáis muy duros o renegad
que también es válido.
Kirke y su blog: Leer, el remedio del alma
Toro y su blog: TORO SALVAJE
Alfred y su blog: Unas palabrejas más
Idalia y su blog: Acércate, comparte y fluye
Ethan y su blog: El blog de Ethan
Miguel y su blog: Cine y críticas marcianas (siempre me recuerda a mis padres, y con tu última entrada, no podía faltar) :)
María y su blog: EL SACO DE MIS PENSAMIENTOS
Rosa y su blog: Cuéntame una historia
Cabrónidas y su blog: La Madre Que Parió Al Pato Negro
Mila y su blog: Encuentros
David y su blog: BALAS Y ESTRELLAS | Blog de novela negra y criminal
Josep Maria y su blog: Retales de una vida...
José A. y su blog: Proyecto Azúcar
Al final he seguido el patrón egoísta en el que ando
sometida en los últimos tiempos y parece que me he hecho un auto regalo. Sobre
el orden, solo diré que he tirado de papelitos y como soy blancuzca pues he
aprovechado mi mano como un ente externo, (chiste malo) perdón, perdón, ;) Gracias
de nuevo por estos meses. Pasad estos días lo mejor posible, y sed felices
dentro del súmmum convulso en el que cohabitamos.
Ah, sigo teniendo presente a muchos compañeros que ya no están en los blogs, justo hoy he comentado una entrada de Cabrónidas y le he expresado que no soy rencorosa, pero lo recuerdo TODO, quizás sí que lo sea un poco, :) Bueno, lo dejo, que al final en vez de alegría voy a provocar agobio.
Esperad, una última anotación, no os recomiendo que copies enlaces, he aprendido una grandiosa lección de esas que deben ser compartidas.
Abrazos, y miles de besos.