lunes, 28 de noviembre de 2022

2023. Cucaracha en proceso de reestructuración

 


Se puede desear que un año termine. Sí. Si pudiera le pondría purpurina a este bosquejo de irrealidades paralelas, sentimientos encontrados, y palabras sin sentido. No hablaré de todo lo malo acontecido, eso sería lanzar más combustible a un árbol que en muchos momentos se sintió abatido. Que perdió luz entre los caminos que le siguieron. E ilusión. ¿Se puede perder la ilusión? Sí. Más purpurina. Como también se puede sentir un vacío interior que hace que no sientas nada. NADA. Como si de repente te hubieses quedado seca. No hay dolor, pero tampoco alegría, es algo extraño, difuso y carente de emociones, de estas que nos envuelven diariamente. Que son tan necesarias. Transformándote en un autómata que cumple con sus obligaciones, porque no le queda otra.

Cada persona tiene una manera a la hora gestionar los reveses. La mía. Huir. Esconderme en una madriguera que mantiene el mundo interior aislado, bloqueando todos los factores externos. ¿Egoísta? Sí. Purpurina a mansalva. Y en ese proceso de silencio autoimpuesto, sucede algo, comprendo, me veo, dándome cuenta que la escritura es sin duda una necesidad que he negado, ¿me castigo? Incomprensible. Así que vuelvo a ella para que ampare a esta pobre alma de su incoherencia.

No es una vuelta al blog. No me reconozco, así que las palabras: intentaré, regreso y escritura, no tienen validez en esta mujer carente de palabra. Habrá algunas entradas que no tendrán opción de comentar, porque solo es una manera de escupir, y visualizar esa parte que de vez en cuando acecha de una manera virulenta y cruel. Y si lo veo, siento que de alguna manera podré palparlo. Por lo que no podría permitir crear en otros el sentimiento de cobijo. Es más, estoy valorando crear un blog alternativo, porque en este momento de incomprensión nefasta, advierto que quizás ha llegado el momento de dejar paso a un nuevo pasaje, a otra opción, una realidad más adyacente. No por negar todo lo bueno, porque es mucho y ese pasado es realmente bonito, sino por encontrar un nexo en la escritura que me está acompañando desde que empecé a sentir de nuevo la necesidad de expresión, el rescate del cual la palabra se transmuta.

Como también diré que estoy bien. O en fase de reconstrucción, que tampoco es malo. No es un grito de auxilio. ¡Solo faltaría! El blog siempre ha redimido y soltado algo que se sentía incompleto. No hay temor, solo autoconocimiento de que soy un ser vivo emocionalmente lisiado. Que olvida, y cae ante esa pérdida. Pero no por ello me siento débil, solo humana. Una que como el resto se siente así en algún momento. Lo que digo, especial poco, lo que sí, cada vez más cínica, y eso me da un miedo atroz.

Esto es lo que dije cuando cree, La Quimera:

Creo que las palabras como que el amor sanan los fragmentos de un ser roto por la circunstancia.

Y que la introspección es tan necesaria como vivir como se sueña, LIBRE.

Este blog es mi terapia. Aspiro a la comprensión del mismo, pero sobre todo a ser totalmente agradecida.

Sin duda, esto es algo que no ha variado.

Y por eso, por este baturrillo de sensaciones estoy en un punto de inflexión, cambios y decisiones que no tardaré en tomar.

Puede que después de todo este sea el año que me ponga en primera posición. Eso sí sería para poner pilas de purpurina.

No sé quién leerá esta entrada. Mucho os pido, pero si por un casual seguís por aquí; solo puedo desearos que seáis muy felices, y no por lo implica la palabra en sí, ya que el concepto es caprichoso, sino por la comodidad de sentirse completos, cómodos ante la ingrávida de las adversidades diarias. Y libres, sobre todo libres.

No hay nada más valiente que la aceptación de uno mismo.



P.D. Insisto, sin obligación a la hora de comentar, como si después de tanto tiempo existiera esa posibilidad, (la purpurina del inicio se me habrá metido dentro de la cabeza) ;) Solo con un saludo ya os consideraría presentes. No quiero que recaiga ante nadie la obligación de amparo. Mi hermana, siempre me dice que soy blanco o negro, de alguna manera los matices quedaron exiliados en otra vida, pero si hay algo de lo que estoy orgullosa, es que somos lo que somos, y no hay más. Como tampoco hay culpa o perdón por ello. 

Besos y abrazos.


Ilustraciones de Luis Scafati


miércoles, 15 de junio de 2022

Pacto sagrado

 


Como en un duermevela en el que se es consciente del entorno, quedé adormecida en un escenario en la que voces lejanas se acompañaban con llantos. Quería, sí, necesitaba expresarme, preguntar a qué se debían aquellos sollozos. Qué era lo que ocurría a mi alrededor del que este ensimismamiento en el que levitaba no permitía alcanzar. Pero la pesadez, el esfuerzo que ello conllevaba, me transmutaba a quedar paralizada, a dejarme llevar por este plácido sueño en el que gravitaba.

Amé más de lo que nos es permitido, corrompiendo con ello el significado de la palabra. Destruyendo en el camino todo aquello que creí que podía romper tan dramáticos sentimientos, y cometí pecados. ¡Los cometí! Pero todo en el nombre del amor. En el nombre de él.

La desesperación nos lleva a tomar caminos que nunca creemos que seremos capaces de trasferir, el mío, un pacto, un acuerdo con un alma negra que me engatusó, haciendo que creyera que se concedería lo que yo más ansiaba, que exigía conquistar, y la sentencia obtenida aconteció en este error. Uno maldito por la condena en la que hoy y siempre tocará que purgue.

No lograré abandonar este imperturbable lugar. Corrupto por los temores que esconde la esencia de cada falsedad perpetrada.

Desperté, sí, lo hice. Pero ya no se escuchaban murmullos, tampoco lamentos, cohabitaba en la más absoluta soledad, negrura de un lugar al que quedé relegada. En la que pereceré eternamente, pagando un escarmiento por lo crédula que fui.

La muerte me consumía lentamente, los minutos, las horas, se evadían entre la realidad y la creencia que vendría a rescatarme, no dejaría que me consumiera en ese habitáculo, en esta tumba fría y destronada, pero no fue así, no, no hallé remordimiento, ni disculpa. Y cuando mi cuerpo no pudo soportar más el maltrato, expiré. El último pensamiento floreció hacia esa pasión, a la total entrega de mi ser por no ser correspondido, entonces lo maldije.

Imploré al demonio que viniera de nuevo a visitarme, rogué que me desligara de esta amargura, dándome el poder de unirme a él, a sus miserias, prometiéndole ser su sierva más devota. Que liberara esta inmortalidad que aguardaba entre congoja. Pero no lo hizo.

De alguno modo, concebí que llegado el momento, ansiado final, mi espíritu volaría lejos de este sufrimiento, pero la penitencia que debía pagar era, es, cruel y esquiva, perenne.

Contemplo desde fuera mi cuerpo, como los parásitos, moscas y gusanos se han ido alimentando de él, quedando en nada más que huesos. Esqueleto que no reconozco como propio, mi belleza, aquella tan elogiada ha desaparecido. No queda de ella ni el recuerdo, solo una tétrica visión del pasado. Ya no hay alabanzas, ni siquiera evocaciones, pues no vienen a visitar a esta pobre sombra cautiva, y los espero, ¡Dios! Lo deseo.

A veces en ese estupor que concede el desencanto, me resigno, dejo que venzan.

Porque ya no temo a nada, mi ánimo está ensombrecido, carente de las emociones que proporcionaba la vida. El aliento consumido por la desazón de la irrealidad en la que cohabitaba desde el inicio. No hay paz, solo la eternidad de este odio que se acrecienta en la lobreguez. Pago de las almas errantes, la mía, donde el tiempo no avanza, permanece imperturbable entre rencores e hipocresía.

Donde las ofrendas que nos hicieron quedaron sepultadas en vida. Y de la que en este instante les hago una nueva promesa, hallaré, juro que lo haré, la manera de escapar de este lugar, vengaré todo el sufrimiento por el que he tenido que pasar. No existirá perdón, solo la decisión de este, mi nuevo pacto. 



Inspirado en el cuento: EL ENTIERRO PREMATURO.

Palabras utilizadas: GUSANO, TUMBA, ENTERRADO VIVO.


CONCURSO DE RELATOS XXXII Ed. CUENTOS MACABROS de EDGAR ALLAN POE: EL TINTERO DE ORO


viernes, 10 de junio de 2022

La mueca de Lucrecia

 



―Siguiente, ¿qué necesita?

―Hola, buenos días, mire traigo unos docu…

―¿No ve que estoy hablando? La ven a una detrás del mostrador y le pierden todo el respeto —Ignorándola se dirige a su compañera —¿Ves Carmen? Lo que siempre te digo. Se creen que somos sus siervos. Llevo trabajando aquí tres días y ya estoy harta.

―Pero si… ¿Manoli?

―Mire, maleducada, márchese, edúquese y vuelva otro día. La ingratitud que se tiene que soportar diariamente.

―Pero, pero… ¡No! Por favor, ya he venido dos veces, solo es para entregar unos documentos. Sin ellos no puedo cerrar este trámite y es muy urgente, lo traigo todo. ¿Lo ves? Todo. Te lo ruego, es muy importante, no puedes… Manoli, ¿por qué te comportas así? Somos, somos, fam…

―Y ahora me exige, será posible. Señorita, se lo repito una última vez o llamaré a seguridad, pida otra cita y la próxima vez absténgase de dar órdenes. Le irá mejor en la vida. —Con una sonrisa retorcida se voltea para atender a otro usuario.

Lucrecia se consideraba una mujer paciente, empática, hasta boba, por la imperturbabilidad con la que soportaba todas las perrerías que había ido aguantando a lo largo de su vida, pero en este último año estaba cambiando, algo inquietaba su interior, una necesidad imperiosa de erradicar a todo aquel que se aprovechaba del poder, que sumía en oscuridad y clemencia al resto de los mortales, y como si de un superhéroe se tratara, se lanzó hacia aquella tiparraca cogiéndola de los pelos.

Y sí, la violencia no justifica los medios, pero la somanta de palos que le iba arreando remediaba cada dolor pasado. Los cuernos que Jorge le metía cada tres por cuatro y que ella perdonaba, porque la inducía a creer que todo era producto de su imaginación. La rebeldía de su hija, su niñita, cuando hacía solo cuatro días había sido todo un ángel y la quería más que nada en el mundo, no como ahora, que parecía que le repelía su presencia. O el energúmeno de su jefe, que cada vez le exigía más y más horas y le pagaba cuando a él le daba la gana. Y su suegra esa maldita mujer que siempre la despreciaba, y que por cierto; tenía justo delante o lo que quedaba de ella, en ese momento se asemejaba más un guiñapo.

Cuando se la llevaron presa miraba a su suegra, pero con otro tipo de sonrisa, una de chiflada que ponía los pelos de punta y gritaba, <<¡Me las pagaréis!>> <<¡Juro que lo haréis>>

Y gracias a ese comportamiento errático solo tuvo que ir al psiquiatra durante una temporada, se libró de cárcel por un pequeño tecnicismo tan de moda en las series estadounidenses, enajenación mental transitoria. Pero lo que derivó de ese lapsus fue lo mejor que le pudo pasar. Jorgito se transformó en un amor, quién no le decía que podía volver a suceder y descuartizarlo. Su hija preocupada, volvía a ser la niñita de mamá. Su jefe le pagaba cada día 30 sin rechistar, y lo de las horas extras no remuneradas se acabó. Pero lo mejor, lo mejor de todo, fue su suegra que desde entonces le hacía todos los trámites que a ella tanto le costaban, y encima con una sonrisa, que Lucrecia tampoco se iba a poner a valorar si era sincera, ya que a veces, lo que cuenta es la intención.