jueves, 14 de noviembre de 2024

Juguemos a verdad o atrevimiento

 

Últimamente estoy leyendo algunas entradas de esas que se te meten en las entrañas, y ahí se quedan las jodías, que no las sueltas. La última de nuestro compañero Cabrónidas, aquí la dejo: https://lamadredelpatonegro.blogspot.com/2024/11/393-anonimo-navegante.html.

Y sé, lo sé, tiene poco o nada con lo que voy a exponer, pero cuando afirmo que soy compulsiva, es cierto, y eso me provoca un cortocircuito de ideas convulsas que no se callan.



¿Qué es la verdad? Siempre que me pongo a pensar en ello, me viene a la cabeza: será la mía, la del vecino o la del que está en otro continente. Qué hay de certeza en esa palabra. Lo que yo visiono como un hecho fidedigno, bajo el influjo de mis percepciones, y estando en un estado totalmente lúcido, estoy segura que hasta perdería la mano al afirmar, que mis experiencias y creencias no serán las mismas que las vuestras. ¿Entonces falseo? No creo. Como tampoco que lo hagan otros. Y soy terca, y eso hace que muchas veces mi palabra sea ley, pero aún así, dentro de la aceptación se contemplen diferentes variantes. Y se aprende, vaya si se aprende.

Como un experimento científico, voy analizarme cual ratón y como necesito otro sujeto para las variables, introduciré al ratón Míriam, es decir, mi hermana, perdóname.

Solemos hacer terapia destructiva incorporando la risa, ¿cómo es? Volver al pasado y carcajearnos de todas las penurias, funciona, de verdad, y es gratis, el truco es hacerlo hasta que te duele el estómago, cuando te has revolcado un buen rato, terminas el día como dios. La cuestión, es que el sujeto M e I, empiezan a relatar un recuerdo compartido, mismo lugar, gente, circunstancias, pero…, porque lo hay, cada una lo percibe de un modo y ese mismo hecho crea dos alternativas, con núcleo común, pero no forma. ¿Quién miente? Ninguna o quizás las dos. Podríamos valorar época, edades, carácter, sensibilidad, memoria, cien factores distintos o simplemente dar por válido que la verdad no es universal, y flaquea.

En cambio, en el segundo experimento se les dice a M e I, reciten algo invariable como el abecedario, o una receta sencilla, o canten una canción que comportan y ahí, no habrá fallo.

Las vivencias con el tiempo se difuminan o colorean para que no duelan tanto, es una de las razones por las que el pasado siempre es más bonito, actuamos con él como si nada malo nos hubiera hecho, cuando es la razón fundamental de porque hoy somos así. Y sin rencor, eh, ¡ja!

Pero ahora vendría el punto, el real de esta entrada. Así que dejo a M e I con un par de bolitas de queso para que se entretengan, (vale, lo dejo, hago chistes malísimos, lo sé) La cuestión es, ¿podemos fiarnos del resto del mundo? y, ¿sus verdades a medio cocer? ¿Nos mienten? En mi caso, los primeros, los clientes; siempre me dicen que mañana sin falta me envían la documentación pendiente y debemos vivir en espacios alternativos dispares porque ese mañana nunca llega, es un bucle sin fin.

Es cierto que no podemos saber a ciencia cierta cómo somos o cómo son el resto, ni nosotros terminamos de conocernos por mucho que digamos que sí, es imposible, uno se reconoce en el caos y esa sorpresa no es siempre gratificante, a parte, está el hecho de que no somos los mismos que ayer, ni los que seremos mañana, solo la esencia perdura, y esa, ¡ay! Bendita sea, es la que nos dice: quédate es un buen sitio. Lo importante debería ser el valor que se le dé a esa mentira u ofensa. El poder de que nos hagan daño siempre será nuestro. Que nos moleste descubrir otras versiones, claro, y más que eso, decepción, frustración, no hay ni que valorarlo, pero esto no debería crear un conflicto enquistado, porque entonces ya han ganado. Y ese desgaste, no merece para nada la pena. Lo que digo, estoy de un maravilloso egoísmo insoportable. 

No, de verdad, querámonos para bien, gratifiquémonos y desechemos aquello que nos quita aliento. Bajo mi prisma de Yoda, la cuestión real sería saber si se es sincero con uno mismo, y esa debería ser la única verdad válida, lo demás es circunstancial nos puede moldear, pero no definir.

 

Siento este momento de elucubraciones, pero me he dicho, y por qué no, ;)

Mil gracias por vuestro tiempo.

Besos, y abrazos. 


jueves, 7 de noviembre de 2024

El bramido del Sr. González

 


Toda la vida infringiendo tormento, y ahora estaba en una situación en la que no disponía de ningún tipo de control. Vulnerable. Transpiraba miedo. Como un animal herido en una trampa mortal. La que en cada aliento se va despidiendo de la vida. Un ser infeccioso, carcomido ante la miseria de un último grito, desgarrado y con expectativa servicial. Quién diría que en ese momento recordaría a aquellas personas que debí amar, a las que deseché para crear un imperio de marfil. Mis manos manchadas de sangre las despreciaron, en el pasado la indulgencia me hubiese provocado urticaria, ahora, precisaba de su misericordia, de cobijo para no sentir esta pestilente soledad. Los únicos cercanos, urracas ilusionadas por ver y oír el último aliento. Satisfechos ante este final, el mío. Incitando al poco orgullo con el que residía, proveyéndome de fortaleza, bravura, pero ellos lo sabían, yo lo sabía. Quedaban semanas, días, quizás solo horas para el desenlace. Una última nota, canción de cuna donde el hambre me hizo hacer promesas, ahora el dinero cosechado no valía nada, las perspectivas se cernían en aquella habitación, el veredicto lo remataría. Y de repente una voz, la única que podía darme una escapatoria, la absolución y la promesa de venganza, no había aprendido nada. El arrepentimiento se extinguió al escuchar al Juez decir.

<<Condeno al Sr. González a la pena máxima…>>

 

Palabras: 228

 



Para participar en el reto, podéis entrar en el enlace: El Tintero de Oro, el tema a seguir es: MICRORRETOS: EL PERSONAJE Y SU ENTORNO.

Mil gracias por vuestro tiempo.

Besos, y abrazos.


martes, 5 de noviembre de 2024

Embrujo ofrendado


Este relato es la continuación de: Embrujo extraviado, lo incluyo por si no lo habéis leído y os apetece, siempre sin obligación, que esa palabra es fea, no, horrible, ;)

Mil gracias por vuestro tiempo.

Besos, y abrazos. 




<<Búscame>>

Me largué, hui, no me importó dejar atrás cualquier estabilidad, cobarde ni siquiera llamé al trabajo o cualquier amigo que pudiera preocuparse, simplemente desaparecí. En el fervor solo era consciente de que aquella hada demoniaca tenía todo el control sobre mis actos, el dominio al que me sometía era inhumano, aunque lo peor era no recordar nada de lo que sucedía. Eso me provocaba pavor, miedo al imaginar de lo que podía ser capaz en aquellos duermevelas. Pero las cosas no fueron como pensé, creí que al esfumarme e intentar empezar desde cero, en otro lugar, con otras gentes, la subyugación en la que estaba sometido desaparecía. No fue así.

<<Búscame>>

No dormía, no podía o ya no lo intentaba, sabía que si cerraba los ojos visualizaría esa sonrisa, esos ojos endemoniados me hipnotizarían y reclamarían, era débil, el deseo de volver a ella cada vez se hacía más fuerte. Cuando al final caía rendido, y el sueño gobernaba cada partícula de mi ser, ahí, ahí empezaba lo peor. Susurros como cantos de sirena, solo una palabra, pero con una fuerza intensa y corrompida. Me tenía a su merced. Y la odiaba.

Siempre había sido un tío que se cuidaba, las pocas veces que salía casi no bebía, pero con tal de mantearme despierto acabé convirtiéndome en un despojo, aquello que más aborrecía, alguien viciado. Las pastillas eran el alimento más preciado. Pero el cuerpo tiene un tope y éste se fracturaba, lo siguiente sería la muerte.

<<Búscame>>

Me pasaba el día en la biblioteca, en internet, cualquier información era valiosa, buscaba libros de rituales, brujería, magia; me importaba poco solo quería saber que es lo que estaba pasando, la razón por la que no podía pararlo. Ya no era deseo, era peor, hambre de postrarme a ese ser, de cederle cada partícula de mi alma. Pero no había nada, ninguna información solo más preguntas, dudas y miedo. Y eso me enfurecía, malograba la situación caótica en la que coexistía. Empecé a odiar, algo negro, infecciosos enardecía allí donde me postraba, mis ojos, ellos también empezaron a cambiar, estaba transmutando en un ser corrompido y deleznable. No me reconocía, y la parte humana que todavía conservaba cada vez se mostraba más fugaz.

Toqué hondo, el suicidio rondaba por mi mente, estaba totalmente descontrolado, desquiciado. Así que decidí volver a inicio, urgía encontrarla, que se lo quedara todo, poco quedaba, pero por lo menos me diera respuestas, me salvara, era suyo en cuerpo y alma. Lo mínimo que me debía era la verdad. Esta vez la localicé rápido, el lazo en el que estaba atado supuraba desprecio y anhelo, era fácil olerlo.

—Vaya, vaya. Qué tenemos aquí. Has vuelto.

No contesté, para qué, ambos sabíamos que lo haría. No se puede luchar contra lo inevitable.

—Sabes, cuando te vi en aquel antro, tan bien peinadito, modosito y desubicado pensé, libéralo. Esas cadenas lo oprimen, haz que vibre. Pero… —Calló.

—Pero, ¿qué?

—Oh, cariño. No estás en posición de exigir nada. Me gustaste, qué decir, ¿sabes quién soy? —Río con desprecio. —No, claro que no. Aunque si somos sinceros llevas buscándome toda la vida, el apetito, la necesidad de carne, es solo una pincelada, una pequeña muestra de lo que podría cederte, pero antes debes decidir. ¿Qué harás? Si lo revelo, serás mío; eternamente mío. Aunque ya lo eres, ¿verdad?

Me debatí, un último brillo, esperanza, creencia, qué sabía, pero intenté localizar el último resquicio de misericordia perdida, luché por negarme a ser ese pelele en el que terminaría convirtido. Pero miré atrás, a todos aquellos meses en los que poco a poco me había ido corroyendo, reconvertido en alguien desconocido y acepté. Me postré a sus pies, como un ser débil de rodillas supliqué.

—Bien querido, el juego empieza ahora. Soy Lilith, a partir de hoy, tú serás mi Adán. Pero no te equivoques mi amor, subsistirás hasta que yo lo decida.

 


martes, 29 de octubre de 2024

El lenguaje de los Martínez

 



─¿Y el niño? ─preguntó furioso.

─¿Qué pasa?

─¡Ese crío es un demonio!

─Tranquilízate, no lo hace queriendo, él solo…

─¡Basta! Le consientes todas las rarezas. Somos el hazmerreír de la granja, nos señalan y miran con compasión; y tú no haces nada. No lo soporto, ¡se acabó!

─Pero…, es un buen niño ─llorosa y viendo de lo que sería capaz lo agarró del brazo─ Miguel, dios mío, no lo hagas es muy pequeño, hablaré con él y entrará en razón, por favor, te lo suplico por lo más sagrado, ¡no!

 

 

─¡Madre mía! ¿Qué te ha pasado? Te has caído de la litera o…, ya, comprendo.

─Si, bueno. La última vez me avisó, quizás tenga razón, debería parecerme a los otros chicos. Por más que intento explicárselo, no me cree, dice que todo es mentira, que con esas ridiculeces lo único que consigo es avergonzarlos y no lo va a tolerar.

─Por cómo te ha dejado la cara, no mentía. ─Se rascó incómodo la oreja.

─Digo que… si tú intercedieras, si se lo mostraras, estoy seguro que me creería. Estaba tan enfadado, nunca lo había visto así y me ha dicho que lo mejor es que me vaya durante una temporada con la abuela, que tengo que aprender a comportarme como una persona normal. Y no quiero, ella es peor que papá. Cuando le dije lo que opinaba Lily de las semillas baratas, me arreo un buen golpe con el bastón, pero si tú se lo enseñaras, lo entendería, ¿por favor? ─Rogó.

─No puedo chaval, lo que tú tienes es un don, ojalá pudiera ayudarte o que los otros lo hicieran, pero es imposible, sé que Moly lo ha intentado, pensó que a primera hora y con las ideas despejadas conseguiría entablar una conversación con tu padre, pero después de mugir como una loca, lo único que consiguió fue un estacazo en toda la ubre.

─Entonces no me queda otra, tendré que ir, dejar todo esto, a mamá y a vosotros. Yo, yo no quiero Chincheta, sois lo único que tengo, mi familia, ¿por qué no me acepta?

─¡Eh, colega! Ni se te ocurra ponerte a llorar, me pone muy nervioso, sabes lo de mi TOC, luego no puedo dejar de mover el rabo y lamerte la cara, así que relájate, buscaremos una solución. Y si tienes que irte, piensa que salvaras al pájaro de morir envenado, con un poco de suerte esa vieja entenderá que no digiere correctamente las semillas.  

─Si, supongo que tienes razón. Si hago lo que me dicen podré volver a la granja. Solo tengo que ir con más cuidado y que no me descubran. Pero, no es justo. ─Cabizbajo se dirigió a preparar la maleta.

Chincheta vio marchar a su mejor amigo y pensó en lo incorrecto que era aquella situación, el chico tenía buen corazón, no merecía ser castigado constantemente por ello, así que decidió convocar una reunión con los animales más ancianos de la granja y así trazar un plan.

 

 

─¿Lo tienes todo?

─Si, papá.

─Mira Francisco, tienes que comprender que es por tu bien, estas tonterías de que los animales te explican sus problemas tiene que terminar, es el momento de que crezcas y, bueno… ¡Natalia! ¿No tienes nada que decirle al niño?

─Ven aquí cariño ─lo abrazó─ como mucho serán unas semanas, se le acabará pasando el enfado y entonces iremos a buscarte, te lo prometo. Sé bueno y no contradigas a la abuela ─estrujándolo con fuerza le susurro─ te quiero mi vida, perdona que no sea más valiente.

Despidiéndose de su madre y con el corazón roto por no poder hacerlo de sus amigos, a sabiendas de lo que esto provocaría, se dirigió a la furgoneta que lo llevaría a un destino poco amable. Una vez sentado en el asiento del copiloto observó por el retrovisor como su padre cargaba las maletas, pero también divisó algo más, todos sus amigos se dirigían hacia ellos como si de un pelotón se tratase y antes de que pudiera bajarse del coche el cerdo Crispy se lanzó contra su padre haciéndolo caer al suelo.

─¡Pero qué coño! ¡Natalia, corre! ¡Entra en casa! ¡Francisco ni se te ocurra salir del coche! ─Gritó aterrorizado.

Pero madre e hijo no corrían ningún peligro, era él el arrojado de un lado a otro, como si de una pelota se tratara, por más que intentaba ponerse de pie y huir solo conseguía pasar de pezuña a pico, de pico a pezuña.

─¡Soltadme! ¡Parad!

Y en ese momento donde la incertidumbre y la irrealidad de lo que estaba sucediendo se desplegaba probable, Natalia habló.

Moly, mujer, ¡ya basta! ¿No veis que lo vais a matar?

Éste vio como su mujer conversaba con aquella mole y la otra le respondía entre mugidos, entonces observó a su hijo y admitió que aquello era cierto. Era verdad.

─Venga, retiraos, luego os pondremos ración doble de comida. ¿Todo en orden, Miguel?

─Supongo, no sé, creo... sí, sí, no los harás volver, ¿verdad?

─Por ahora no, vamos a casa tenemos mucho de lo que hablar.

 

 

Este cuento o el borrador del mismo, lo escribí hace muchísimo, pero mucho tiempo para un concurso del Tintero, que finalmente por tiempo, ay, maldito éste, no pude terminar. Me sabía un poquito mal, porque las compensaciones para bien, siempre gratifican, ¿no os parece? Y más siendo como soy una enamorada de los animales. Y sí, mis perros me hablan, cómo, pues con sus tiernos ojitos, ;)

Mil gracias por vuestro tiempo.

Muchos besos, y abrazos.