La voz enterrada, eso es lo que tiene Shiloh, ni un pequeño
rugido le nace. Se esfuerza, berrea, patalea, pero nada, solo externaliza
muecas. Como una muñequita, títere de brazos que se amolda al resto. Para no
molestar, para no perjudicar, para no existir.
Se despierta, si se pudiera decir que duerme cuando ni las tinieblas
acompañan al mundo. Efectúa los rituales impuestos, café, regar las plantas,
café de nuevo. Las ojeras reivindicativas exaltan como otra contorsión a
sumarle. Revisa los correos, las urgencias de otros que más que eso son
señuelos para que éstos no sientan sus propias carencias. Bebe más café. Trabaja
tantas horas que no recuerda el último minuto en el que dispuso espontaneidad. Y
de repente un bosquejo le nace, algo fugaz, cargante, pero el mensaje se repite
durante los días con insistencia.
Si su santa vecina la escuchara pronunciar esas palabras, se
santiguaría mil veces. Hasta intentaría exorcizarla. Así que ella se mantiene
callada, reincidente en acciones. Pero esa murga ha accedido en su sistema como
un virus y no cede. Empieza a condicionarla, a temerse.
La rutina importuna, la exigencia restringe. Coartada desde
inicio, un hilo de voz asoma, como canto de sirena, hipnotizando a unos y a
otros, porque lo que nunca expresó, ahora parece explosionar sin tregua.
La gente se pone las manos en la cabeza, se queja, no mira
hacia atrás, no, el valor es el ahora. Solo ven que el chollo ha finalizado, ya
no se contestan mensajes a deshoras, no se realizan recados que no
corresponden, los días festivos existen. Y no decir lo que sale por esa
boquita. Escupitajos y palabrejas poco nobles, pero ayudan para que deserten
espantados.
La primera noche de sueño reparador sentencia la
metamorfosis. Han desaparecido los cadáveres.
pero que bonito
ResponderEliminarSin cadáveres, se duerme mucho mejor.
ResponderEliminarUn abrazo.
Great blog
ResponderEliminarHay berrinches y berrinches, es te me parece justificado. Ni berrinche le llamaría. Va un abrazo, Irene.
ResponderEliminarEse hilo de voz... no será familiar de Biden?
ResponderEliminarJe.
Besos.
¡Hola, Irene! Un relato con mucha carga de profundidad. El Sistema nos quiere así, calladitos, sumisos, resignados, indiferentes, temerosos. Para ello se sirve del trabajo diario que te agote, del entretenimiento facilón y alienante, de alertarnos de los miles de males que el Sistema impide que nos dañen, de lo mal que viven otros, de los demonios que nos acechan... Pues como tu protagonista es quizá el momento de soltar ese hilo de voz. Un abrazo!!
ResponderEliminarCuando ya ni la voz te sale, ni el sueño viene a dar tregua a las rutinas de cada día, tiene que ser un alivio tremendo ese grito de rebeldía que brota de lo más hondo y nos impulsa a romper con todo y a recuperar nuestra propia identidad. Por mucho que los demás se escandalicen.
ResponderEliminarUn beso.
Un canto a la rebeldía para el que nunca es tarde. Una noche de sueño reparador puede ser el comienzo de una nueva vida. Y por supuesto el saber decir no cuantas veces haga falta.
ResponderEliminarBesos, Irene, y buen fin de semana.