A partir de ese momento todo cambió. Una bofetada que
desencadenó en un escenario atroz. Recuerdo el momento, como la familia quedó
impregnada en la desdicha, en todo lo que tuvimos que pasar y en lo que
terminamos convirtiéndonos.
─¿Mamá? ─grité.
No la encontraba, la busqué por toda la casa, pero no dio
ninguna señal, así que subí y bajé las escaleras del primer piso alterado,
asustado, nunca me dejaban solo y esa sensación de abandono, me produjo un
miedo que en contra de dejarme paralizado me aceleró.
Hasta que la localicé, estaba en la cocina, debajo de la
mesa en la que tan pocas veces celebrábamos nada. Sentada, agarrada a sus
rodillas y meciéndose. Tenía siete años y todavía había cosas que no
comprendía, otras en cambio, las había aprendido sin necesidad de que se me
enseñara. Mi madre era una mujer hermética, con un carácter forjado a la poca
muestra afectiva, pero allí estaba, balbuceando, llorando y diciendo palabras
inconexas que no tenían ningún sentido. Como digo, ella era una mujer fuerte,
con un temperamento que regalaba disciplina a todo aquel que se colocaba bajo
su ala, pero viéndola allí, tan pequeña, me asustó, creí que se habría hecho
daño, pero el respeto que le tenía me impedía siquiera cuidarla, solo había una
persona capaz de reblandecer ese duro corazón, viéndola allí, tan accesible,
caí en el error, uno de los pocos que cometería a lo largo de mi vida, formular
una pregunta y tuve el privilegio si puede decirse así, de ser el último en
nombrarlo.
─¿Voy a buscar a papá? ─los dedos quedaron marcados en mi
cara, pero hubo algo mucho peor que ese golpe, su mirada, esa es la que quedará
para siempre infiltrada en mi alma, porque era portadora de una clase de odio
que desde ese momento y para siempre, permaneció en mí.
Es extraño que a uno le hablen de otro tiempo, uno
totalmente opuesto al que conoce o ha vivido. Mis hermanos lo hacían, me
hablaban del viejo mundo, uno que parecía irreal. En mi caso fui un niño no
esperado, aun así, me tuvieron, decidieron darme vida en éste mundo donde los
apagones eléctricos, sequías y hambruna, lo convertían en precario y
necesitado. Ellos hablaban de abundancia, de objetos extraños y comida
preparada que se compraba en el supermercado. Sobre todo Gema y unas
chocolatinas que tenían nube dentro, se te derretía la boca solo de pensar que
uno podía comer cielo. Me encantaba escucharlos, aunque pensaba que estaban un
poco locos, aun así, era de los pocos momentos donde los sueños si podían ser
reales y nosotros portadores de todas las leyendas.
Desde aquello han pasado tres años, pocas cosas han cambiado,
seguimos con la misma rutina, solo que ahora somos uno más, mi tío Felipe se
quedó a vivir con nosotros, nunca conoceré más que esta tierra árida en la que
se ha convertido este mundo, pero puedo vivir e imaginar a partir de cada
historia que me cuentan y sigo creyendo que están un poco locos, ¿el hombre
pisó la luna? ¡Imposible!
∞
Cuando mi padre todavía vivía, nos decía que éramos unos
privilegiados por tener techo, muchos otros se habían quedado sin, y habían
muerto por ello. Así que había normas que debían seguirse a rajatabla, como que
la casa no debía quedarse nunca vacía, si eso pasaba otros podrían ocuparla.
Había semanas en las que no veías a nadie, otras en cambio aparecían
saqueadores, estos se llevaban las pocas provisiones que tuviéramos. Aunque
nunca empleaban fuerza bruta, teníamos una escopeta. Cuando esto sucedía Marcos,
mi hermano mayor siempre terminaba enfrentándose a mi madre, no comprendía
porque no usábamos ese poder en contra de todos aquellos ladrones. Ella y su
fría calma, le respondía. << Hijo, no tenemos suficientes cartuchos para
quitarnos la vida>>. Muchos años más tarde comprendí sus palabras, y la
razón de quitarnos y no quitar. Esa arma, era el último privilegio del que
disponíamos. Una elección a este feo mundo en el que nos tocaba vivir.
Cada día se seguía el mismo patrón, desenterrar nuestras
pocas pertenencias. Desayunábamos parte de nuestras sobras, y más tarde,
Marcos, Gema y mi madre se iban en busca de nuevas provisiones para pasar el
día o con suerte un par, cualquier cosa de la que pudiéramos sacar provecho. Llevaba
un tiempo quedándome solo, tenía once años y me sentía adulto, no estaban de
acuerdo, la poca nutrición por ejemplo, hizo que tuviera un desarrollo tardío,
pero la necesidad y tantas bocas que alimentar cegaban la realidad. Fue
entonces cuando nuestra vida sufrió el segundo cambio o error, temiendo que
este por desgracia, fuera el peor de todos.
Me quedé dormido, cuando desperté no tenía la escopeta entre
mis brazos, delante había un hombre que me observaba fijamente, aguardamos en
silencio durante los minutos más largos de mi vida, a cada segundo empequeñecía
y temía lo peor. Pero ese lapsus de tiempo permanecí estoicamente sin
pestañear, Gema, siempre me decía que lo peor que pueda hacer uno es mostrar
miedo. Ese hombre por el contrario debía estar pensando cómo podría servirle
de utilidad, se me había explicado que había saqueadores que el hambre los había
vuelto completamente locos y se comían unos a los otros. Mientras pensaba en cómo
iba a ser mi final, habló.
─¿Estás solo chico?
No dije nada, ni siquiera parpadee, estaba aterrado. Lo
único que me importaba más que lo pudiera hacerme ese hombre es lo que le
pasaría a mi familia.
─¿Eres sordo? ─insistió, esta vez molesto. Algo en mi forma
de actuar debió darle la razón, y yo escogí hacerle creer que sí,
que tenía razón, seguí en silencio, sin moverme ni mostrar ningún síntoma de comprensión,
solo rogando para que ellos llegaran más tarde y que ese hombre cogiera lo que
quisiera y se marchara.
─No lo esperaba… ─siguió hablando─ la verdad es que es una
suerte haber encontrado esta choza, llevo días andando a la deriva, creí que
moriría antes de… bueno, da igual, no sé porque te lo explico, total, tampoco me
entiendes.
Volvió a quedarse en silencio. Nos miramos, los ojos me
escocían del rato que llevaba sin parpadear. Entonces se levantó de golpe, creí
que iba a pegarme, me cogió de la pechera de una manera muy violenta, pero no
fue así, me hizo el gesto de comer con la mano. Quería comida y que yo le sirviera.
Eso podía hacerlo, mi madre siempre decía que si los atendías bien más tarde se
marchaban, solo que esta vez el arma la tenía él y no yo. Le di lo poco que
quedó del desayuno y se abalanzó sobre la comida, aproveché ese momento para
alejarme todo lo que pude de su agarre.
─Es increíble, no entiendo como has podido sobrevivir tu
solo en este lugar. Pero… ¡bah! No sé porque insisto en hablarte. Si
pudieras entenderme te diría que no tengo intención a hacerte daño, ojalá
alguien te hubiera enseñado a leer los labios. ¡Mírame! ─gritó─ no quiero
hacerte nada malo ─deletreó.
No sé si es que algo dentro de mí
quería creerlo con todas sus fuerzas, aquel hombre era enorme, pero no se le
veía que tuviera malas intenciones. Aunque claro, después de todo lo que me
habían explicado, hasta la cara más bonachona podía terminar convirtiéndose en
el ser humano más cruel. Así que intenté mantenerme alejado, conservando esa
nueva mudez que había adquirido y esperando que éste decidiera irse, aunque esa
parte empezaba a darme cuenta que no iba a suceder. Pasados los minutos dejó de
prestarme atención y fue a dar una vuelta por la casa, supongo que buscando
otros posibles de los que adueñarse, yo seguí allí medio plantado, medio
acurrucado a la expectativa de que éste tomara el segundo paso, miré
como pude y sin moverme mucho por la ventana, cuando el sol empezaba a caer era
cuando mi familia llegaba a casa y vi que para eso no faltaba mucho.
─Sabes, chico. Hace muchos años aquí vivía una familia,
Marta y Edgar ─al decir los nombres de mis padres me dieron ganas de gritar─
llevo años dando tumbos de un lado para otro, esperando encontrar alguna cara conocida, pero ya no queda nada,
todo ha desaparecido. Solo nos queda sobrevivir día a día, nada, ya no hay
nada.
Repitió tantas veces lo de que no quedaba nada expresándolo
de una manera tan siniestra que creí que podía tomar la determinación de
terminar con todo, quizás si le decía que mi madre seguía con vida, que sus
hijos, yo, formábamos una familia, pero no me dio tiempo, antes de que siquiera
hiciera el esfuerzo de mover los labios la puerta se abrió.
─¡Fran! ¿Dónde estás? Necesitamos ayuda, corre, ven, esta
noche cenaremos como unos auténticos privilegiados ─la voz de mi madre sonaba
alegre, pocas veces lo hacía, pronto dejaría de hacerlo.
Entonces apareció en la habitación donde estábamos ese
grandullón que agarraba con fuerza la escopeta, y yo, agazapado y lleno de
incertidumbre donde solo percibía que quizás tenía razón y ya no quedaba nada,
todo había terminado, nunca conocería parte de las historias que me contaban mis
hermanos, no comería chocolatinas con nube, todo y la nada había empezado en
aquella ruinosa casa, y esperé lo peor, lo vi, y me acordé de mi padre del
miedo que tuvo que pasar esos últimos segundos en los que reconoció su final.
─¿Marta? No puede ser, ¡dios! ¡Marta! ¿Eres tú?
─¿Felipe? ─Corrió
hacía los brazos de ese hombre como si le fuera la vida, abrazándolo con fuerza
y repitiendo sin parar su nombre.
─Ven aquí, cariño. Este es tu tío, ¿puedes creerlo? ¿Puedes?
─Así que no eres sordo, ¿eh? Tu chico es listo, Marta. Muy
listo.
─Lo sé, lo sé.
∞
Una vez más te felicito, mi niña. Me has mantenido expectante hasta el final, tu relato es intenso y lleno de mensaje. Me ha encantado la pulcritud con la que lo has narrado. Los detalles, las escenas... has transmitidos las emociones ... no me enrollo, preciosa. Pero una vez más te doy la enhorabuena.
ResponderEliminarMil besitos con todo mi cariño y muy Feliz Año ♥
Muchísimas gracias, preciosa Auro. No sé cómo agradecerte lo feliz que me hace leer tu comentario, :) Es tan, tan alentador, ains… ¡Gracias!
EliminarUn montón de besos.
Felicidades por tu relato Irene, mientras leía no quería imaginarme el desenlace ¡Que vida mas miserable la que sufren algunas personas!.
ResponderEliminarBesos.
Hola, Conchi.
EliminarEs verdad, uno solo puede agradecer la suerte que tiene.
Muchas gracias por tus amables palabras.
Un beso.
Qué intensidad en tu relato Irene,... se puede sentir la miseria de la especie humana cuando se siente acorralada y sin salida. Es la tierra de los desposeídos, del hambre, de los despojados de todo y tú nos lo has hecho sentir. Te felicito!
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Norte.
EliminarSi así lo has sentido me siento muy feliz y sobre todo agradecida por el soporte que desprenden tus palabras.
Un fortísimo abrazo.
Qué buena narración Irene. Estoy convencido de que si John Steinbeck hubiera leído este relato te daría un gran aplauso. Y es que Tierra árida tiene que ver mucho con "Las uvas de la ira" y lo que conllevó aquella época para muchas familias. Pero es que además el relato pudiera tomar un sutil desarrollo distópico y post-apocalíptico para convertirlo en alguna novela de ese tipo. Me gusta también como lo has presentado en tres tiempos o separatas. Aunque quisiera es muy complejo de críticar un relato tuyo. Son deliciosos.
ResponderEliminarUn beso, artista.
Jo, qué súper halago, Miguel. Y ahora qué te respondo, me quedo totalmente cohibida y te lo digo de verdad. Muchísimas gracias por todo el cariño y ánimo que siempre me regalas, este puntal es el que me proporciona las ganas de seguir avanzando, experimentando y mejorar. Mil gracias de nuevo.
EliminarUn beso enorme.
Irene, que intrigante suspenso al leerte, has creado un relato tan real y visual que hasta diría que era más como ver un documental.
ResponderEliminarFantástica narrativa e interesante guión, y esos detalles tan figurativos, esa bofetada, ese panorama, ese miedo en los ojos del niño... !Wow!, me encantó leerte conteniendo la respiración.
Recordé la pelicula de Mel Gibson, "Mad Max Beyond Thunderdome", supongo que por lo desértica y apocaliptica.
Te felicito jovencita, has creado una muy buena historia que bien podría ser realidad en pocos años, espero que no sea así.
Te dejo un cariñoso abrazo.
Hola, Harolina.
EliminarQué bien que lo hayas visto así, no sabes como me alegra, a veces temo que lo que escribo no coincida con lo que tengo en la cabeza, así que al leerte siento de verdad liberación. Con la bofetada he intentado crear una primera escena atroz para que así la historia y su ambientación tuvieran una sintonía, una razón. Muchísimas gracias por cada palabra.
Esperemos no tener ese mismo final.
Besos.
No sé por qué, pero mientras leía, ubicaba y visualizaba la historia en el lejano y salvaje Oeste americano y en una cabaña de madera carcomida, je,je. Será por el modo de narrarla y la dureza de la vida que llevan esa familia, desesperada por sobrevivir día a día, con los poquísimos recursos que tienen a su alcance. Todo el relato destila miseria y brutalidad, empezando por esa imagen de la madre agazapada bajo la mesa de la cocina.
ResponderEliminarLo has ido desgranando poco a poco y haciéndonos temer un trágico desenlace. Pero ese giro final enciende la luz de la esperanza, aunque añade una boca más que mantener, pero dos manos más para trabajar o procurar el sustento.
Muy bueno, Irene.
Un abrazo.
Hola, Josep Maria.
EliminarComo me gusta que me hayas explicado las primeras sensaciones que has tenido al leer el relato, y la visión del mismo, así puedo verlo desde otra perspectiva, lo aprecio muchísimo.
Si es verdad, quizás llevo algunos relatos con finales demasiado trágicos, y aunque este la historia en sí no es nada halagüeña necesitaba darle un puntito aunque minúsculo de luz. Mil gracias por tus palabras.
Un beso.
Qué buen relato, Irene! A mí también, como a Miguel, me ha hecho pensar en Steinbeck. Una narración intensa, sobria y muy emotiva. Felicidades.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Marta. Muy agradecida por tus palabras, :)
EliminarUn beso enorme.
Según iba leyendo me imaginaba un lugar solitario donde poca gente vive por esas tierras áridas del lejano oeste. El hambre de quien llega al lugar y la vuelta que dio el relato me ha gustado. Un abrazo.
ResponderEliminarComo me alegra que te haya gustado, Mamen.
EliminarMuchísimas gracias por tus amables palabras.
Un fuerte abrazo.
Empezaré por felicitarte por el desarrollo de esta historia que hace gala del título que la precede.
ResponderEliminarHas logrado transmitirnos la desolación y el miedo aterrador en el que se desenvuelven los personajes, especialmente ese niño, que hace las veces de narrador y quien nos mete en su propia miseria y abandono afectivo.
Lentamente y con escasos diálogos, que sirven de refuerzo emocional al lector marcándole o subrayándole esas escenas tan simbólicas a la hora de empatizar con su narrador, logras que no solo sintamos sino que incluso veamos las vicisitudes por las que pasa la familia. De ahí que también me parezca el guion de una estupenda película.
Un beso enorme, mi querida amiga Irene.
Muchísimas gracias, Estrella.
EliminarQué decir, más que la suerte que tengo, a veces temo no saber corresponder la misma manera. No sabes como agradezco como has ido desarrollando el comentario y sobre todo saber las emociones que te ha transmitido la historia.
Muy feliz, amiga.
Un beso enorme.
Un relato que bien podría ser una película como ya te han comentado,muy visual y empatizas con el protagonista al que sientes solo, desvalido y muy asustado.
ResponderEliminarTengo que reconocerte que en algún momento me he perdido y he tenido que volver a releerlo.
Un beso enorme y muy feliz año
Hola, Conxita.
EliminarMil gracias por tus palabras, siento eso sí, que en algún momento la historia te haya creado confusión, así que agradezco enormemente que aun así hayas vuelto a releerla.
Besos.
Has descrito un mundo distópico después de un posible desastre natural o provocado por la mano del hombre. Has profundizado en las emociones de los personajes y en la miseria de los desposeídos, de los parias, de los desterrados en un entorno hostil de donde es improbable salir.
ResponderEliminarQuizá no sea una historia de un futuro apocalíptico si no una realidad para muchos desheredados de un tercer mundo cada vez más ancho más largo y profundo.
Felicidades por este relato contado en tres tiempos.
Besos.
Hola, Javier.
EliminarTienes toda razón, como le digo a Conchi, uno solo puede sentirse agradecido.
Muchísimas gracias por tus palabras, amigo. Y por decirme tu parecer, con estas dos visiones que has sentido al leer el relato, me hace realmente feliz.
Un beso enorme.
Hola Irene
ResponderEliminarAl fin llegó a comentar, me había desconectado por un tiempo pero me alegra volver a leerte.
Mis mejores deseos para un año lleno de nuevos proyectos y prosperidad!
Me parece un relato sumamente interesante, y el detalle con el que se describes el miedo y vulnerabilidad del protagonista es magnífico. Llegas a hacerte preguntas que jamás habías pensado y ver el mundo de una manera diferente. Me alegra que tuvo un final feliz!
Abrazo
Hola, Yessy.
EliminarNo te preocupes, yo también ando un poquito más liada de lo costumbre, lo importante es que siempre nos reencontramos, :)
También te deseo lo mejor para este año, y que en cierta manera podamos verlo y compartirlo.
Muy agradecida por tu comentario, y por decirme lo que te ha hecho sentir, sí, como le comento a Josep Maria, necesitaba en cierta manera darle un puntito de luz al relato.
Un beso.
¡Hola, Irene! Un relato de un futuro apocalíptico, muy en la línea del presentado en la película Interestellar, que me encanta por cierto. Uno de tus sellos como escritora es la disección de tus personajes. En este sentido, y aprovechando el mes, diría que eres muy Highsmithiana. En este estupendo relato hay dos personajes, ese niño y el ambiente en el que vive. La soledad, esa aridez en la que quedan los sentimientos cuando toca sobrevivir... aunque también la esperanza, en la historia representada por ese tío. Esa escena me parece gigantesca, lo mejor del relato. Un fuerte abrazo!!
ResponderEliminarHola, David.
EliminarEscritora, una puede enmudecer, y de verdad, pero al mismo tiempo sentirse totalmente embelesada cuando se dirigen a una con esa palabra, que tan grande le parece a una. Gracias, David. Muchas. Cuando escribo tengo la necesidad de caracterizar las emociones de los personajes, que la historia se cerque a raíz de los sentimientos, se visualice a través de ellos, para así a partir de ahí comprender el desarrollo de cómo, por qué, y hacia dónde se dirige la historia. El mundo interior me parece tan confuso, rico, que a partir de ahí se pueden intentar comprender situaciones que de otra manera no tendrían ninguna lógica. Aunque me queda un larguísimo recorrido, sobre todo porque suelo pecar de exceso cuando intento desgranar a un personaje y sus razones.
Gracias, de nuevo, no sabes lo feliz que me siento.
Un fuerte abrazo.
Un desesperanzado relato de un futuro que espero que no se materialice a pesar de los pronósticos literarios y cinematográficos que los prometen continuamente. Espero que el ser humano sea capaz de sembrar a su alrededor un futuro un poco menos agresivo. Aunque igual son vanas e ingenuas esperanzas.
ResponderEliminarUn beso.
Hola, Rosa.
EliminarYo también espero que algo así no nos suceda, o por lo menos no hasta este fatídico punto, y antes creamos la suficiente conciencia para realizar los cambios necesarios. Muchísimas gracias por tus palabras.
Un beso.
Vaya distopía te has montado en un periquete, Irene, con una situación muy bien expuesta. Y ese niño como narrador en primera persona contándolo todo muy bien.
ResponderEliminarEnhorabuena. No hay género que se te resista.Un besote.
Muchas gracias por tu cariño, Paloma.
EliminarComo me alegra saber que te ha gustado, :)
Un beso enorme.
Perdonad que no os esté contestando, ya no diré leyéndoos, os tengo muy presentes, MUCHO, pero llevo unos días, que ¡vaya tela! Si os sobran dadme un par de minutitos extras, ¿no? ¡Ay! Pues claro que no, ¿a quién le sobra de eso? ;) Mil agradecida por vuestro cariño, espero si no antes, este finde ponerle remedio, :)
ResponderEliminarBesos y abrazos.
Bueno, muy bueno!!!! Que listo el jodío!
ResponderEliminarSiento no poder ayudarte, voy justo de tiempo y dinero, así que de eso no te puedo dar.
Si te sirve de algo, te mando un abrazo enorme.
Listo, listo, ;)
EliminarMuchísimas gracias, David.
Claro que me sirve, y otro abrazo que va de regreso.
Muy buen texto, me ha encantado. Me quedo de seguidora y te invito a que te pases por mi blog si te apetece (es Relatos y Más, es que en el perfil aparecen dos).
ResponderEliminarMuchas gracias y un abrazo.
Muchísimas gracias por tus palabras, Rocío, te agradezco el comentario y que te quedes, en esta, tu casa, :)
EliminarAhora en nada voy a visitarte.
Un fuerte abrazo.
Gracias por tan amabilísimo comentario, Julio David.
ResponderEliminarJusto es así, como lo comentas, es una primera escena que marcará el desarrollo y comprensión de lo que vendrá, qué bien, como me alegro que lo hayas visto así.
¡Mil gracias! :)
Un abrazo enorme.