jueves, 6 de febrero de 2025

Acto condenatorio

 


Poco deberíamos decirnos, las despedidas son agrias, incómodas, repletas de pretextos inundados en la pérdida. Desgastamos los cartuchos, creando hasta desfallecer miles de puntos suspensivos que se han desfigurado entre suspiros, melancolía de un sueño incompleto.

Volvemos una y otra vez a inicio, casilla impenetrable, una que no nos corresponde, pero allí nos agarramos. ¿Por qué? Es entonces cuando aborda la perversidad, absoluta malicia, de erigir tormento a aquel que se supone que respetas, pero la realidad es que condenas. Vencidos y corroídos por una mentira, impregnados en lo nefasto.

El día que me preguntaste, ¿qué nos unió? Allí tuvimos que despedirnos, intentar ser aliados, no disipar el aprecio que aún conservábamos, pero yo contesté <<Lealtad>>. Y perduramos, como condenados a muerte, viviendo entre rescoldos de un afecto que hoy no lo encuentro certero. Nunca fuimos valientes. Ninguno de los dos. Es cómodo el hábitat forjado, la incertidumbre y la falta de apego establecen un ecosistema despótico en el que resguardarse, asentados en la renuncia de la subsistencia.

Nos exigimos más horas, infinidad de ellas, iniciamos a oscuras y regresamos de la misma manera, los festivos se difuminan, dejan de existir, el goce se marchita. Se pierden fechas en el calendario, el contacto humano se esparce pidiendo entre pretextos compresión, bondad, pero los rescoldos son quejas, y más quejas, <<Lo necesito>>, <<¡Ya!>>,  <<Es urgente>>, <<Plazos, plazos, plazos>>. Es lo único que cuchichean, hasta eso se nos arrebata, la cordialidad.

A cambio se nos cede insomnio, una toma de café desproporcionada, migrañas, comer a deshoras, y meses en el calendario extraviados. Pero no temas, seguiré a tu lado, con todo el odio y amor que te corresponde, mi más venerado gobernante, aquí estaré, como perro fiel seré tu más perpetua y sirvienta amada.


 


Hola, a todos.

Necesitaba gimotear, así que aquí está este minúsculo desahogo en forma de sátira negruzca, ;) No me lo tengáis en cuenta o sí, quejaos, quejaos. Iba a escribir una lista de lamentos, pero leí a Kirke y su fantástico cuento, Un techo bajo el que cobijarse, y no he podido más que inspirarme.

Muchas gracias por vuestro tiempo.

Besos, y abrazos.



23 comentarios:

  1. La queja como desahogo no tiene precio je, je. Y supongo que esto vale para todos los órdenes de la vida: amor, trabajo, familia, amistad, etc. También es cierto que hay despedidas que son liberatorias y casi urgentes. Amor y odio para tu gran final de texto.
    Besos, Irene.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Vaya que sí, la queja es liberadora, lo tenemos que hacer más, ja, ja, ja. Los próximos regalos que haga serán una libreta que diga: lamentaciones, duraría el año entero, o lo rellenaríamos al tercer mes, no sé, no sé. ¿Tú qué opinas? ;)
      Y reírnos hasta de las desgracias, eso nos salva. Mil gracias por tus risas, Miguel.
      Muchos besos.

      Eliminar
  2. La queja, infundada o no, es de las pocas cosas que hay gratis y no podemos permitir que caiga en desuso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mientras tengamos voz, tendremos que hacernos escuchar, otra cosa es la valentía para actuar de la misma manera, pero… siempre los hay, uno muy importante y siendo algo básica se tiene que comer, ja, ja, ja
      Muchas gracias, Cabrónidas.
      Un fuerte abrazo.

      Eliminar
  3. Jaja esta maravilla que has escrito no me ha parecido un gimoteo, para nada!. Me ha parecido un desahogo, pero echándole mucho coraje. Como que alguien se estaba despidiéndose, sintiendo todas las sensaciones terribles de una despedida y de pronto.. Como que se gira, y comienza a describir todo lo que les ha llevado a ese instante en una relación terminada, que sin embargo por falta de valentía se mantiene y de pronto.. En otro doble mortal, nos metemos en una situación de estrés laboral en el que el nivel de exigencia se hace insoportable .. para terminar asumiendo que somos esclavos del sistema y que la culpa de todo…¡la tiene el gobierno! jajaja me río pero es serio el tema, porque es verdad que de mucho de lo que ocurre efectivamente son culpables los gobernantes, pero tb nosotros porque lo consentimos ocupados en entregar todo en plazo : ) Me ha parecido realmente magistral.. No sé si se te han agolpado todo tipo de agobios dentro pero tienes a tus neuronas en estado de gracias.. y eso te digo, mil gracias IRENE, no abuses del café, pásate al te, aunque no comas a la hora toma fruta y airéate con los perros de noche bajo las estrellas y de día aunque sea bajo la lluvia : )
    Un besazo!

    PD
    Tb me ha parecido muy bueno el texto de Kirke, enhorabuena a la dos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cómo me alegra que te hayas divertido, María, y es que, aunque como dices no debería ser gracioso, es verdad que si uno se ríe de hasta su sombra se pasa todo mejor, no en la cúspide del desalojo, ahí lo ves todo tan oscuro que es imposible, pero pasados unos días es hasta necesario y liberador. Mis neuronas siguen bajo rendimiento, poco a poco se irán recolocando, y cuando estén del todo óptimas, empezará el juego de nuevo, :) El café es mi droga particular, una vez intenté dejarlo, así de golpe, a veces soy algo camicace, y estuve como dos días en el limbo del quién soy, qué hago aquí, cómo llegué, estaba en babia, totalmente atolondrada y volví a caer, como buena dependiente, ja, ja, ja. Lo mejor mis perros, ellos si que saben alegrarme hasta el día más terrible.
      Mil gracias por tus palabras, :)
      Besos, muchos, muchos.

      Eliminar
    2. Mi querida IRENE , el drama humano nunca es divertido , menos si se vive...y todo mi respeto y solidaridad para quienes lo sufren , te digo esto porque ninguno de los dos textos es divertido, son muy buenos literariamente , pero sí, aprender a relativizar, a reírnos hasta de nuestra sombra, incluso si a la vez lloramos, es otro desahogo tan terapéutico como escribir.. el humor oxigena el cerebro con sonrisas y eso alivia siempre la presión intracraneal jaja ..las adicciones hay q dejarlas poco a poco.. a lo bestia como tú comentas lo pasa fatal y no eres capaz ..en fin, sólo pretendía no parecer una frívola insensible.. Un besazo gigante y gracias siempre a ti , disfruta mucho mucho del finde!

      Eliminar
    3. María, entonces yo también lo sería, y nada que ver. Solo hacemos hincapié en que una vez superado el trance de algún modo debemos desquitarnos, el problema sigue ahí, pero no resta que no podamos buscar un resquicio entre tanto colapso, soy la primera, no te imaginas las terapias que hago con mi hermana o mi madre, que es la que nos enseñó a reírnos de hasta lo que no se debe, y son justamente así, hablar de cosas que nos desajustan y resarcirnos con la risa. Es curativo, algo muy necesario y sobre todo liberador.
      Como digo una camicace, en todos los sentidos, ;)
      ¡Feliz fin de semana! Más besos.

      Eliminar
  4. Hola, bella Irene, si la queja es un acto condenatorio, estamos todos condenados, yo de primero, ja, ja. Quejarse es hasta cierto punto saludable y liberador, aunque en realidad sigamos oprimidos y nos falte el valor para mandar todo al mismo infierno y vivir como ermitaños, pero más libres y hasta felices...

    El relato de Kirke está genial, y el tuyo pues abarca un universo más grande diria yo. Es comparable a un volcán en erupción, mandando fuego por todos lados, ja, ja.
    Me ha encantado tu inspiración y ojalá el final lo cambies y mandes a tu jefe al carajo, el exceso de trabajo nubla la razón y por eso creemos que estamos bien hasta que el sobre esfuerzo físico y mental, sumado al descontento emocional nos mandan a la cama y de ahí surgen las enfermedades psicosomáticas que no son más que los horrores de la esclavitud laboral, familiar, sentimental y hasta espiritual, todo en exceso hace daño.
    Ambos relatos nos muestran lo sumisos que somos, lo poco que nos valoramos y el miedo a no encontrar otro "refugio", por eso es que nos cuesta tanto salirnos de lo que creemos nos da seguridad, pero a ese precio nos lleva más rápido a la muerte estando vivos.

    Espero que pronto liberes a esa sirvienta amada, ella merece muchísimo más. Muchos besos para ti.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ay, sí, preciosa Idalia, todos a quejarse y condenados, así en comunidad uno no se siente tan solo, venga, venga cada uno que haga su lista de lamentos, ja, ja, ja.
      Es verdad que a veces escribiendo me desquito, pero me quedo tan liberada, que bien merece la pena, menos mal que me entendéis tan bien, :) Llevo 21 años trabajando en el mismo lugar, empecé joven, por circunstancias, sobre todo lealtad, la subsistencia, en fin, como digo, perro fiel, en Gaveta hice una entrada sobre esto. Nunca se sabe, pero lo que si tengo claro es que si cerrara ese ciclo no sería para lo mismo, quién sabe, si algo aprendemos es que lo que creemos imposible la vida se encarga de demostrarnos que no lo es.
      Mil gracias por tus palabras, las risas lo que más agradezco, eso sí que me da alegría, y sobre todo arrojo, :)
      Muchos, muchos besos.

      Eliminar
  5. Hola.
    Qué bien escribes. Has pasado por todo en muy pocas líneas: despedida, desamor y todo lo que conlleva, estrés y vida agotada y para colmo le echas la culpa al venerado gobernante. Me encanta.
    Gracias por compartir y me pasaré a leer a Kirke.
    Muy feliz finde.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ha sido un mes algo convulso de ahí este pequeño texto de renuncia, reconciliación entrecomillada, y sumisión, ja, ja, ja. Mil gracias a ti por tus palabras, Gemma, no sabes cómo me alegran. Te gustará mucho el cuento de Paloma.
      Feliz fin de semana, :)
      Besos.

      Eliminar
  6. Escribir es terapéutico.
    Espero que te haya servido.
    Las despedidas son muertes en miniatura y casi mejor no intentar retorcer su irreversibilidad porque los resultados no suelen ser buenos.

    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, aunque aún tengo alguna cosilla más que aportar, ja, ja, ja. ¿Puedo? ¿Puedo? ;)
      Es verdad, Xavi, una despedida debería ser siempre definitiva, solo que a veces nos adentramos en bucles infinitos de necesidad, lealtad o seguridad. Qué complicado es vivir, leñe. He dicho ya que soy compulsiva, sí, verdad, pues eso hace que en mi cabeza entren y salgan mil bosquejos, y la balanza interactúe entre el deber y la obligación de forma permanente.
      Besos.

      Eliminar
  7. Escribir, metiendo en un saco llamado queja, para arrojarlo a dónde el viento o el éter quiera, es una opción de inhibición, muy liberadora.
    Espero te haya hecho un buen efecto.
    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es verdad, Alfred. Exponer nuestras contras, remarcar aquello que no nos hace bien, siempre libera, y también provoca un punto de inflexión porque se forja en lo tangible.
      Feliz semana, :)
      Besos.

      Eliminar
  8. Las despedidas suelen ser tristes y dejar un poso que mezcla la nostalgia con el resentimiento. Por eso a veces se retrasan hasta más allá de lo razonable. Creo que es mejor saber cuándo conviene poner fin porque ya nada se puede salvar.
    Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tienes razón, Rosa. Siempre es más sencillo exponerlo que ejecutarlo. Es la dualidad de lo que está bien y mal, sabemos, llega el momento en el que no ser francos con uno mismo es imposible, pero aún así, siempre se mueven otros factores que hacen imposibles una toma de decisión definitiva, y nos dejamos llevar, arrastrar indefinidamente.
      Muchísimas gracias por tus palabras.
      Besos.

      Eliminar
  9. Ay, sí, Paloma, es una palabra realmente hermosa, qué pena que todo el mundo no la visione de la misma manera, pero los que sí lo hacemos, la honraremos y siguiendo el linaje de comentarios: una esclavitud camuflada entre tintes de necesidad y compromiso. Yo me quejo, demasiado, empiezo a abusar un poquito del tema, ;)
    Mil gracias a ti, siempre, siempre.
    Muchos besos.

    ResponderEliminar
  10. Na vida, todas as nossas atitudes devem ser bem ponderadas e bem pensadas antes de tomadas.
    Abraço de amizade.
    Juvenal Nunes

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tienes razón, Juvenal. Antes de actuar uno debe pensarlo bien, para que luego no surjan los arrepentimientos.
      Muchas gracias.
      Un abrazo.

      Eliminar
  11. Hola Irene. Menudo torrente de palabras, con una fuerza explosiva y muy bien escritas. Se nota tu talento literario. Bien podría aplicarse a una historia de desamor, eso pensaba mientras lo iba leyendo porque todo puede encajarse en ese contexto, incluso la lealtad tan mencionada. Pero veo en los comentarios que es menos prosaico y tiene mas que ver con temas laborales, aunque bien mirado la relacion que nos une con el trabajo es casi de pareja, casi mas de desamor que de amor en muchos casos. Y si, la queja y el lamento sirven de desahogo, que uno se puede callar las cosas para si a riesgo de explotar en mil pedazos. Abrazos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por las palabras que le diriges a mi escrito, Jorge. Me dejas más que agasajada, bloqueada, qué mal se me da recibir un halago, :) Como dices, la relación con el trabajo muchas veces es más mezquina que las otras, y un lamentito de vez en cuando va bien como desahogo.
      Mil gracias de nuevo.
      Un fuerte abrazo.

      Eliminar