viernes, 4 de diciembre de 2015

Banderillas

Hoy voy ha hablar de empachos, pero de esos que una vez los has tenido luego ya solo con sentir o oler el portador del mal te entra tal angustia que lo alejas. Porque el recuerdo es más inteligente que uno propio y aunque tu paladar ande un poco disperso te recuerda aquello que te hizo tanto mal.

Creo que tenía entre 7 y 8 años no puedo asegurarlo pero estaba enganchada a las banderillas, pero enganchada cosa mala os lo puedo asegurar, un alimento bastante fuerte para un estómago tan pequeño. Mi madre compraba la lata grande y no se daban cuenta de mis atracones, pero cada día me zampaba muchas de ellas. Mmm… y qué buenas estaban. Hasta que un día me pasé, pero pasarme que me puse malísima, malísima que ya no he vuelto a catarlas. 
 
Os diréis que rarita está esta hoy, pues sí un poco no voy a negar la obviedad. 
 
Pero es que a veces no hace falta comer mucho de algo para coger rechazo hacia una cosa que se puede transformar en sujeto o acción, y nuestra mente entra en el agente empacho de una manera abusiva.
 
¿Nunca os ha pasado que habéis intentado mil veces que algo funcione? 
 
Y no hay manera, sintiendo la soledad en el proceso y una vez repetida y repetida y repetida (modo carga) habéis tomado la decisión de alejaros y seguir. 
 
El hecho de empacharnos nos obliga en cierta manera a darnos valor, valor de sabernos importantes para no soportar ese dolor de estómago por el atracón ingerido, y con él la pesadumbre de sentirnos relegados.
 
Si el camino que seguimos no es correcto o apreciado, la verdad pasar no pasa nada es aprendizaje.
Pero no ingiramos de más, el dolor sea como sea es insano.
 
 

20 comentarios:

  1. Te entiendo perfectamente Irene.
    A mí me ha pasado en dos ocasiones. Una siendo niño con la edad que tu citas, más o menos siete u ocho años. Comía anchoas como si se fueran a acabar en el mundo, me encantaban. Me pegué un día tal atracón que me sentó fatal, y desde ese momento es solo olerlas y ponerme enfermo. No puedo comer ni aceitunas rellenas sin sentir ganas de vomitar.
    La otra fue ya de adolescente, por los años ochenta. Era muy cool y estaba de moda tomar Cointreau con hielo. Pille tal borrachera que más de treinta años después, si alguien pide un anís en un bar a mi lado, tengo que cambiarme se sitio para no percibir ese olor.
    Un abrazo.

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    1. Gracias Oscar por pasarte y explicar un poquito de tus experiencias tóxicas con la comida porque lo son, yo creí morir (siempre exagerando) y con el recuerdo de una niña que todo es mucho más desmesurado a la vivencia real.

      Pero mi reflexión aunque si va ligada al atracón de empacho, pretende dejar ver que hay muchos tipos de estos y no van de la mano de la comida, si no de sujeto o acción y el rechazo viene a ser más o menos el mismo. El forzar que algo funcione, y no ver respuesta nos lleva a no repetirlo nunca más.

      Me has hecho sonreír con el anís, gracias.
      Un abrazo compañero, :)

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  2. Una reflexión curiosa, que se puede aplicar a muchos ámbitos además del de la comida ¿verdad?
    Yo detesto la leche condensada porque de pequeña me zampé un bote de una sentada y me puse malísima, pero hay otras cosas de las que he abusado cosa mala y me siguen gustando con locura, como la regaliz roja. ¡¡¡Ahora mismo me comía un paquete entero!!!
    Un beso, Irene

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    1. Chari muchas gracias, si ya he avisado que estaba rara o como diría mi hermana me ha salido una Irenada ;)
      Exacto los síntomas son los mismos, intentar que algo funcione y no encontrar el valor que merecíamos, nos obliga a apartarnos y el recuerdo perdura cual empacho que sabe que eso no es bueno para un@.
      Jajaja que tendrá el dulce que está tan rico... ;)
      Besitos!!!

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  3. A veces no hacemos caso al estómago, y es verdad, que cada vez que coges un empacho, éste en la próxima vez te lo recuerda, y a causa de ello acabas cogiendo manía a algo. A mi también me ha pasado con alguna comida que ya ni pruebo.

    Una estupenda reflexión para valorar una parte de nuestro organismo que sabe comunicarse con nosotros.

    Un beso muy grande Irene.

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    1. Ay Mila la que he liada con esta entrada, ;)
      No sé que ha salido de esto, he querido reflejar que hay muchos tipos de empachos que no es necesario que sean de comida ya que los síntomas y acciones posteriores son similares, pero me voy a seguir excusando que estoy rarita y listo, jijiji

      Si que es muy importante comer con cabeza, difícil algunas veces pero deberíamos hacerlo.

      Muchos besitos y feliz finde!!! ;)

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  4. Irene, amiga, por esto vuelvo cada vez que puedo a tu Quimera, para llenar mi necesidad de buenos textos. Me encanta esta reflexión con sabor a inteligente metáfora.
    ¡Un beso grande!

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    1. Muchas gracias José Ángel, ;)
      A mí me alegra muchísimo que pases y leerte.
      Besos.

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  5. Una curiosa forma la tuya de introducirnos en el tema, Irene, pero muy clara y gráfica :)

    En lo que a comida se refiere de niña, una Navidad, comí tantas bolitas de coco y chocolate que me puse mala y desde entonces no he podido volver a probarlas. Incluso olerlas cerca cuando otros se las están comiendo me produce rechazo.

    Y en lo que no se refiere a comida ha habido algunas personas en mi vida con las que lo he intentado todo por lograr el acercamiento, que ellas se relajaran y se abrieran como amigos. Llegados a cierto punto de "empacho" las dí por perdidas y ya nunca más me apeteció intentarlo. Era un desgaste inútil :(

    Buena reflexión, me ha traído recuerdos de esas ocasiones en que no escuchaba ni quería ver lo obvio. Como bien dices todos los dolores son insanos.

    Un beso grande y feliz sábado!!

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    1. Muchísimas gracias Julia, ;)
      La comida que tendrá que cuando nos gusta nos pillamos unos buenos atracones, (porque yo de las banderillas no aprendí) y me ha vuelto a pasar con otros alimentos, pero shhh.. es top secret, jeje
      Si la verdad que el dolor y forzar que algo funcione tanto en la amistad como en otras acciones, trabajo... llega un punto que la saturación es demasiado grande y el sufrimiento nos relega a no volver a intentarlo nunca más, a decir basta. Pero no es una pérdida para mí es valor.

      Muchos besitos y feliz semana!!!
      Gracias por estar siempre, <3

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  6. Genial reflexión que nos dejas a través de las banderillas.
    Yo me empaché una vez de langostinos. Fue mi Nochevieja de quince años, yo quería salir y mi madre no me dejaba. Y con el cabreo me hinché de langostinos. Me pasé la noche vomitando. No los he vuelto a comer.
    También hubo una vez que me empaché de amigas, pero esa es otra historia.
    Un besillo.

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    1. Muchas gracias María, :)
      Seguro que el recuerdo que se conserva en las dos circunstancias es el mismo, no volver a cometerlo.
      Besitos!!! :)

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  7. Los excesos son malos tanto en el plano gastronómico como en el plano afectivo o de relación personal con el entorno.
    Yo no soy de comer mucho, pero de niño unas masillas fritas me hicieron pasar una noche infernal.
    ahora cualquier cosa aceitosa repele.
    Con ciertos individuos o actitudes me ocurre lo mismo.
    Hoy estás rarita, metafórica y filosóficamente hablando, a partes iguales y eso te hace especial escribiendo tus historias.
    Besos

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    1. Gracias Francisco, :)
      Es verdad los excesos son malos, no hay que forzarlas si no salen de forma natural no hay que anclarnos en conseguir que funcionen ya que de él solo terminará por desprenderse dolor.
      Y eso es un malestar difícil de borrar.
      Gracias por tus palabras, ;)
      Besos!!!

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  8. Muy buena reflexión sobre "empachos" y no solo de comidas.
    Rara??? Naaaaa... yo lo soluciono con chocolate... quieres? ;)
    Muchos besitos!!!!

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    1. Mejor no que es mi perdición, jajaja
      Pero, ¿por qué no? Síiii, ;)
      Muchas gracias Flora, besitos!!!

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  9. Yo me he empachado de algunas personas o situaciones, voy directa al grano y te lo vomito. jejeje Pero, bueno, sirve de experiencia futura. Así mi cabecita me sugiere que me aleje que puede sentarte mal. ;)
    Curiosa e interesante reflexión.;)
    Un abrazo, guapa.

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    1. Muchas gracias Sole, ;)
      Igual que un empacho con sus mismos síntomas y rechazos pero como bien dices es experiencia para no volver a cometer los mismos errores.
      Muchos besitos!!! :)

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  10. Interesante y curiosa reflexión. Todos nos hemos empachado alguna vez con una comida. Yo, por ejemplo, tuve un empacho muy gocho con un plato combinado y por mis narices que me lo terminaba y desde ese día no me hacen mucha gracia los San Jacobos... Me lo pienso dos veces antes de comérmelos...
    Muchos besos!

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    1. Muchas gracias Raquel, ;)
      Creo que todos hemos sufrido algún empacho de comida poco sana, porque por ahora nadie ha hablado de acelgas o zanahorias, jeje

      Un poco curiosa si que me ha salido pero el mensaje que intentaba enviar era que hay muchos tipos de empachos y que no tienen porque ir ligados a la comida.

      Muchos besitos!!! :)

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