Mi nombre es Hipólito, soy el portero de unos cochambrosos apartamentos situados en la barriada del olvido, calle de la desesperanza, s/n, o lo que es lo mismo un subalterno mal pagado que realiza todo tipo de tareas para cuatro inquilinos más apurados que yo mismo. Me defino como un ser despreciable, carente de emociones y como recomendación os pediría que por favor no cometáis el nulo error de odiarme o recelarme, para vuestra desgracia no servirá de nada, mi coraza está salpicada en desgracia.
Disfruto por no
decirlo de otra manera del mal ajeno, me complace ver como otros seres incurren
en la fantasía de ver progreso, donde yo por el contrario vislumbro miseria y
desaliento. Así pues, desde mi pequeña cabina, los observo como caen, lloran, sufren
y esos sentimientos de pérdida constante, alimentan un alma negra y perturbada,
la mía.
Hasta que el juego
cambió. Para que vuestras mentes logren comprenderlo os tengo que explicar la
historia de Elsa, como ya he dicho no soy buena persona por lo que no juzguéis
en vano mis actos guardaban sus razones. En aquellos momentos mis excusas eran
valiosas armas y los propósitos que movieron las fichas un sustento para la
oscuridad.
Recuerdo la primera
vez que la vi, entró en la barraca toda docilidad, de una naturaleza pétrea, un
ángel venido a este mundo a amansar el dolor de otros. Me di cuenta enseguida
que sería un problema, un futuro que había construido sólido y mordaz en manos
de un alma noble.
Flaqueza extrema,
ropas anchas que en su intento de disfrazar mostraban más su delgadez. Un
comportamiento huidizo, no me miró en ningún momento, por lo que pude recorrerla
a placer. Entonces lo vi, un corte, un rosado y marcado corte en la muñeca
derecha.
¡Oh! Elsa, Elsa...
Una rápida firma en el contrato de alquiler y un mundo desaparecido.
Nunca salía del
apartamento, al tiempo lo comprendí. Un tipo osco y desnaturalizado rondaba
por la zona, enseguida supe que era peligroso. Pues yo que me regocijo viendo
el dolor que se infligen otros, nunca he sobrepasado esa línea invisible que
marca la de un trastornado a un sociópata.
Estaba claro que el
tipo era impulsivo, inestable y guardaba dentro de él mucho odio. Odio que no
había más que reparar, poseía nombre y apellidos.
En ese momento es
cuando cometí la primera falta, no pude controlarme, durante días prometo que
intenté acallar las voces que en mi cabeza me incitaban a ello, pero un día no
las aguanté más y obré. Requería silenciarlas.
Me acerqué a él, le
invité a un pitillo, bocanada a bocanada no dijimos palabra alguna, una vez
consumida y lista mi marcha. Lo dije.
—
Apartamento
999.
Curioso número
pensaréis, pero no, la intención desde el principio fue justo esa.
A partir de ese
momento, día tras día, el tipo se colocaba delante la puerta de Elsa a esperar su
premio, unas veces aporreaba la puerta con insultos y alguna que otra vaga amenaza,
otras simplemente aguardaba allí creyendo que ella al no escuchar ruido saldría,
pero no, siempre se mantenía escondida. Persianas bajadas, silencio mortífero, ciertamente
no estaba disfrutando del proceso. Esperaba mucho más de todo aquello.
Por lo que tuve que
intervenir de nuevo y así cometer la segunda falta. Siendo francos todo
aquello de mancharme las manos me tenía en vilo, unas veces
sentía que traspasar la línea era toda una proeza que me estaba aliviando de la
pesadumbre que corroía mi alma,
otras una moral que hasta la fecha desconocía me susurraba que no debía avanzar,
que frenara antes de que el goce fuera irremplazable.
Voces interiores gritaban ¡Regresa! ¡Regresa! Pero no lo hice.
— Señor,
¿sucede alguna cosa?
Al advertirme se
puso nervioso, casi parecía un crío, un sudor le anegaba frente y cuello,
haciendo que el espectáculo fuera realmente asqueroso.
— Ah,
no, no. Es mi novia que… hace días que no sale del apartamento, ya sabe… bueno,
estoy un poco nervioso. ¿Cree que podría abrir la puerta? Sólo es para comprobar que
está bien, nada más. Por seguridad.
— Sólo
puedo hacerlo si realmente existe un peligro, ¿cree entonces que existe algún riesgo?
O por el contrario, ¿existirá? Si es así podría abrir la puerta, pero debería
darme una propina, ¿lo comprende no? Sólo soy el portero de este sitio, no
puedo tomarme según qué licencias...
Con el billete en la
mano me vi el ganador de la partida. Ciertamente ser el que encajaba las
piezas del puzzle nubló el enorme ego que habitaba dentro de mí, pero es que la
hazaña me estaba reportando una sensación de felicidad plena.
Abrí la puerta, lo que encontré dentro sin duda no era lo
que esperaba.
Allí estaba. Estudiándome fijamente con una mirada severa, su figura antes etérea se había desdibujado para descubrirse ante nosotros con unas cinceladas alas negras que se abrían haciendo de todo aquello un digno espectáculo. Y me esperaba, pues así me lo hizo saber.
— Por fin te dignas
a entrar Hipólito. Sabía que llegaría el día, cuando encontraras una presa tan
frágil como la imagen que habías gestado de la condenada Elsa, traspasarías
la línea y obrarías con todo el mal que anida en ti. Ahora dime, que
pensabas hacer esta vez, ¿mirar o actuar?
— ¿Qué… qué… es todo
esto? - no logré articular más palabras.
— ¡Qué lástima! ¿Viste
Ángel? No lo vio venir. Se las ha dado toda su vida de analizar el entorno y
esta vez ha sido justo éste el que se lo ha engullido. Siéntate, la tarde será
larga querido y tenemos mucho que contarnos. Para empezar, la primera vez que
nos vimos.
Miles de imágenes
empezaron a pasar por mi cabeza, buscando algún recuerdo que me llevara hasta
ella, pero sólo recordaba la firma del contrato, nada más. Veía el rencor, un
resentimiento que sin duda iba a terminar conmigo. Sólo quedaba saber más, por
lo que la escuché, no abrí boca, ni siquiera cuando Ángel sacó una alforja
repleta de artilugios que parecían de otra época, sabía lo que me deparaba pero
no tenía miedo, es más, iba a gozarlo.
— Adelante…
explícate.
— Veo predisposición
por tu parte, está bien, no esperaba menos de ti, así que no te haré esperar, empecemos. La primera vez que nos vimos tenías diecisiete años, vivías
cerca de aquí, noto que sigues sin reconocerme, he cambiado desde entonces y
también he hecho por modificar mi imagen, pelo, ropas, poses, ¿crees que quería
ponértelo fácil? ¿No? Vaya que callado, está bien, sigamos… me gustaba verte
desde la otra acera, como analizabas y controlabas a las personas que pasaban
por este repugnante sitio, su sufrimiento era un bálsamo para tu alma. Y eso
amigo, me llenaba de una curiosidad insana, a la vez por no decirlo de censura.
Así que me obsesioné bastante con lo que representabas, hasta tal punto que
investigué tu infancia, colegios, institutos, por donde hubieras pasado allí
estaba yo libreta en mano haciendo preguntas, buscando algún trauma, razón o
excusa que pudiera hacerme comprender tu forma de actuar, pero no, no encontré
nada. Eres simplemente así, un ser oscuro. Una vez entendido eso, decidí que
tenía que buscar la manera de hacerte salir del escondite, piensa Hipólito,
piensa, ¿quién soy?
Se quedó
observándome en silencio, esperando una muestra de comprensión, simpatía o
reconocimiento, no negaré que ya había averiguado de qué se trataba, pero
quería verla encolerizar, eso me proporcionaría fuerza en esta batalla
perdida.
— Te tenía por
alguien más inteligente, en fin… tanto tiempo preparando esto para ti, para ver
que le pones tan poco entusiasmo. Todo esto hace que me aburra, Ángel cariño,
haz que sufra un poquito, ¿quieres?
De la alforja sacó
unas tijeras con una punta corva, en ese momento juro que sí, me asusté, al fin
y al cabo no tenía el alma tan muerta como creía.
— ¡Te recuerdo! ¡Te
recuerdo!
— ¡Oh! ¡Vaya!
Pareces un animalillo asustado, está bien, lo de cortarte a cachitos lo
dejaremos para más tarde, ¿te parece?
— Sí, sí, por favor.
— Bien, entonces
dime lo que quiero saber.
— Te veía siempre en
la otra acera, sola, sin nadie alrededor. En su momento pensé que eras una presa
perfecta, si hubieras vivido en mis dominios, pero teniéndote lejos no podía
vigilar todos tus pasos, horarios, así que dejaste de interesarme
rápidamente.
Se acercó a mi como
un gatito sumiso y me propinó una bofetada que me hizo sangrar el labio, sin
duda el poco caso obtenido en un pasado la había enfurecido.
— Así pues, ¿no te
parecía interesante?
Sentí que ganaba
territorio por lo que seguí mostrándome desinteresado.
— Como ves, no.
Bajo pronóstico y
con un autocontrol absoluto siguió como si nada.
— Es una pena,
juntos hubiéramos llegado lejos. Me sorprendió gratamente que solicitaras este puesto de trabajo y decidieras quedarte por la zona, ha hecho mucho más fácil mi tarea. Y ha demostrado lo que siempre supe de ti. Así que
sólo queda por saber una cosa y es tu confirmación, ¿has traspasado la
línea?
— Antes de
contestarte necesito que me lo digas, ¿qué eres?
— Soy tu ángel de la
guarda, siempre he estado cerca de ti, un ángel vengador que rompe con el mal
que habita en los humanos y ahora contesta. ¿Has traspaso esa línea?
— ¿Qué será de mí?
— Ya hemos perdido mucho tiempo, ¿no crees? Sabes
perfectamente que este es tu fin. ¿Y bien?
— Sí confieso,
la he traspasado.
— Entonces que así
sea. Desde este momento la vida que conociste dará a su fin, a partir de ahora deberás buscar a iguales y condenar
sus faltas, pues esta será la única manera en la que lograrás redimir y salvar tu oscura alma.
¡Guauu! Menudo relato, Irene. Todo un viaje en el tiempo con un castigo a Hipólito con el que redimir sus acciones pasadas. Me ha recordado a César (Luis Tosar en "Mientras duermes"), ese portero que no es que disfrute con la maldad ajena sino que no soporta ver a nadie feliz (te dejo el enlace por si te apetece: http://cheloferrerblog.blogspot.com.es/2012/12/una-del-genero-suspense.html).
ResponderEliminarMe ha encantado la trama que has montado con esos tres personajes, ¡genial, amiga!
Un beso enorme
Muchísimas gracias Chelo! :)
EliminarMe alegro que te haya gustado y claro que sí, ahora mismo voy a leer el enlace, (resulta que no la he visto) ;)
Muchos besos.
Me has dejado encantada, Irene. Has tratado un tema místico donde lo humano se pierde o se abduce.
ResponderEliminarTe felicito por este relato... Muy bien llevado y narrado, con un ritmo idóneo.
Mil besitos, preciosa.
Te agradezco muchísimo tus palabras Aurora, gracias! :)
EliminarMuchos besitos, guapísima!
Me ha encantado, sobre todo la calidad literaria que demuestras. ¡Preparada para sorprender! Un saludo.
ResponderEliminarMuchas gracias Encarna, :)
EliminarMe alegra verte por aquí.
Un fuerte abrazo.
Un texto de excelente nivel literario con una estructura interna cronológica de final cerrado, y con un argumento que, a pesar de ser lineal, remite al pasado con habilidad para desnudar el núcleo de la historia y llegar al desenlace. Todas las herramientas puestas en juego para lograr una historia de intriga con la intensidad en ascenso y sin rupturas. Es un placer disfrutar de un relato tan bien narrado, me ha atrapado desde la primer línea. Un gran saludo, Irene. Felicitaciones, un trabajo espléndido.
ResponderEliminarAriel
No sabes como me alegro Ariel y te lo agradezco de corazón. Es un gran premio para mí que disfrutéis de la lectura, :)
EliminarUn fuerte abrazo.
Pobre alma oscura y perturbada de Hipólito, encontró su liberación a cambio de liberar a otros de su propio mal.
ResponderEliminarImpresionada una vez más de tu talento para compaginar palabras, y llevarme con tu relato a un escenario casi sobrenatural y que traspasa las fronteras de la realidad.
Mis sinceras felicitaciones, querida Irene.
¡Besos, y buen fin de semana!
Muchísimas gracias mi querida amiga, :)
EliminarPor tu aprecio constante, es valiosísimo!
Tus manos vivifican.
Muchos besos y feliz finde!
Muy buen relato. Al principio me desconcertó. Ne di cuenta que la intriga nos llevaba al pasado y con mucha intriga has pasado a un apoteósico final. Un abrazo
ResponderEliminarAsí es Mamen, :)
EliminarMuchísimas gracias!
Un fuerte abrazo.
Un relato verdaderamente intrigante, de esos que mantienen al lector pegado al texto y a desarrollo de los hechos. Y por otra parte, un enfoque muy especial de la función de ese ángel de la guarda de seres y almas oscuras.
ResponderEliminarUn abrazo.
Si la lectura ha logrado mantenerte pegado, me alegro muchísimo de ello Josep Maria!
EliminarGracias por decírmelo, :)
Un fuerte abrazo.
Me ha encantado el relato Irene. Una intriga muy bien construida y con esos giros que hacen que una historia sea sorprendente y muy original.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Gracias Ziortza, :)
EliminarTe lo agradezco muchísimo!
Un fuerte abrazo.
Estupenda historia metafórica donde la maldad viene representada por Hipólito, con una intrigante trama que va desarrollándose en un lenguaje intimista capaz de motivarnos a la reflexión o comprensión de este profundo mensaje espiritual y humanitario al mismo tiempo.
ResponderEliminarFelicidades, amiga Irene, por transmitirnos toda la intriga y emoción necesaria como para engancharnos a tu historia.
Muchos besos y buen fin de semana!!!
Muchísimas gracias a ti querida Estrella, por este comentario tan maravilloso que le brindas a mis letras.
EliminarMe alegro enormemente que la historia te haya enganchado y gustado, :)
Muchos besos y feliz fin de semana!
Interesante relato, con mucha intriga, ese hombre que no esconde su maldad, se acepta como es y no busca complacencia aunque al final, quiera o no, le toca redimirse buscando a otros como él, buena manera de cerrar ese círculo.
ResponderEliminarUn beso
Tienes razón Conxita no se esconde, es más, nos hace partícipe de ella, pero siempre había disfrutado desde lejos sin sobrepasar la línea. Ahora al hacerlo, deberá redimir sus faltas condenando a otros que son como él.
EliminarMuchísimas gracias, :)
Besos.
Te confieso que este es quizás el texto más extraño que te he leído, y no lo digo como algo malo, es decir, dibujas una historia oscura y triste con un personaje retorcido de protagonista. Además, no tenía ni idea de por dónde ibas a salir con el final, por lo que ha sido una lectura totalmente llena de sorpresas.
ResponderEliminarTampoco he visto esa película que te ha recomendado Chelo, pero sí recuerdo algo sobre la trama y un portero algo...peculiar.
Buen trabajo a la hora de repartir justicia kármica jaja. ¡Un abrazo!
Suena peculiar eso de texto extraño, pero la verdad es que no sólo lo acepto es que me encanta, :) Y si le suma que ha logrado mantener tu intriga hasta el final, entonces sí que me alegro!
EliminarSin duda tendremos que ver la recomendación de Chelo.
¡Muchísimas gracias JC!
Un fuerte abrazo, ;)
Magnífico e integrante relato,...
ResponderEliminarMuchísimas gracias, ;)
EliminarUn abrazo.
Estupendo relato, Irene. Desde luego es un duelo de titanes del Mal. Un justo y redentor castigo es el que ha acabado recibiendo Hipólito. Un abrazo!
ResponderEliminarMuchas gracias David, :)
EliminarMe alegro que te haya gustado.
Un abrazo.
Confieso que he seguido el relato con auténtica fascinación e intriga. Ese ser oscuro vigilado de cerca por su ángel de la guarda; un ángel de la guarda que rompe moldes, porque hasta ahora siempre me representaba a este ser como algo protector y benéfico.
ResponderEliminarGenial vuelta de tuerca y un final lleno de metáfora. Me ha encantado.
Enhorabuena por este original relato.
Un beso.
PD. También me quedo por estos lares.
Enormes gracias Kirke, me alegra muchísimo tu comentario, :)
EliminarLos ángeles tienen esa ambigüedad, ¿no te parece? Por eso he intentado mostrarlo justo así, como un ser contradictorio que aún reconociendo el bien y el mal, visto desde fuera se ve claramente que escogería el camino oscuro y aún así lucha contra él.
Estás en tu casa, :)
Besos.
Hola acabo de encontrar tu blog, me quedo siguiendote y te invito a mi blog;)
ResponderEliminarhttp://estoyentrepaginas.blogspot.com.es/
Hola Cristina,
EliminarEspero que disfrutes del blog y las letras que hay en él.
Saludos.
Oh! Buenísimo, Irene! Me lo he bebido casi sin parpadear, jeje. Una trama y una forma de narrarlo que te abduce. Felicidades ;)
ResponderEliminarMuchos besitos!!!
GRACIAS Flora, me alegra muchísimo que te haya gustado, :)
EliminarBesitos!
¡Hola Irene!
ResponderEliminarSiempre es un placer regresar a tu quimérico blog y sumergirme en tus letras, esta vez no ha sido una excepción si no todo lo contrario, me alegra ver que te superas relato a relato.
Un dibujo del personaje principal alucinante, y no menos increíble la trama y su naturaleza simbólica.
Un oscuro viaje donde la luz solo se observa en su desenlace, con el castigo, la redención propiciada por ese ángel de la guarda que espera a quien se cree cazador y en realidad es presa de su malévola condición.
Disfrutar de un texto por su cuidada narrativa, y reflexionar por el potente mensaje que éste anida en su interior, eso me llevo en esta visita a tu rincón de letras.
Sensacional.
¡Abrazo, Compañera! ;)
El placer que lo hagas es mío Edgar, (de verdad, palabra!) ;)
EliminarMe encanta como has captado el texto y sobre todo el valor que le das al mismo, me honra y anima a seguir.
Muchísimas gracias, compi! :)
Un fuerte abrazo.
P.D. he ido a tu página para agradecértelo y no me aparece...
Me ha encantado, Irene! Vaya pedazo de trama has montado, llena de intriga y giros inesperados! El personaje de Hipólito está muy bien construido y transmites su apatía por la vida, que lo conduce a buscar en su parte oscura para seguir adelante, hasta cruzar esa linea... Es un relato muy chulo, un abrazo compi! ; )
ResponderEliminarRamón, muchísimas gracias!!! Y disculpa que conteste tan tarde he andado de aquí para allá pero lejos de vosotros, nada justo por mi parte.
EliminarUn fuerte abrazo, compañero! ;)