―Bienvenidos. Pasen, pasen, sin vergüenza, aquí todos somos amigos.
Pero había
duda, duda y vergüenza por lo que los llevaba a estar ahí, soledad, congoja y abandono.
―Muy bien,
muy, pero que muy bien, veo que se está alzando la voz y cada vez sois más. No
os equivoquéis, no me alegra la razón que os ha llevado a estar aquí, todo lo
contrario, me satisface saber que poco a poco estáis perdiendo el miedo y con
ello intentando coexistir en esta nueva etapa. Así que si os parece, empecemos.
Pero el mutismo
se volvió sonoro, ahí quitando al locutor, alias el Maestre, no hablaba ni
cristo.
Carraspeos,
suspiros y silencio.
―Está bien,
veo que todavía no os sentís capacitados para hablar sin que sea yo quien os
dirija, no importa. Naïve, la semana pasada no abriste puntera, ¿qué te parece
si hoy empiezas tú?
Pero Naïve
era tímida, le costaba expresar sus emociones, sentía que estás siempre eran
juzgadas sintiéndose con ello inferior, poquita cosa en comparación al resto, y
esos miedos se transformaban en tartamudeo e incoherencia.
―Yo… bueno,
yo… quiero decir que…
―Naïve,
querida, no pasa nada, como dice nuestro maestre estamos entre amigos, no
tienes que sentir vergüenza por explicar tus vivencias. ¿Sabes lo que puedes
hacer? Cerrar los ojos, y revivirla. Haz como si estuvieras sola.
Aun con las
dudas, hizo varias respiraciones y cuando se vio capaz empezó a relatarla.
―Apenas
recuerdo a mi compañero, llegamos a los almacenes Sin Retorno el mismo día
de nuestra confección, y nos adquirió una chica muy bonita, ese mismo día se
nos puso, y… disculpadme. ―Llorosa no pudo continuar.
―Tranquila,
si prefieres continuar otro día.
―No, no,
está bien, tenéis razón, es mejor contarlo. La cuestión es que al llegar la
noche terminamos en un cubo lleno de prendas apestosas, por lo que se ve
nuestra hermosa dueña tenía un hermano con un grave problema corporal, y después
de pasar penurias durante varias horas, amaneció y recuerdo como su madre abrió
la tapa, él me guiñó una costura y me susurró <<por fin nos sacan de aquí>>, pero
acabamos metidos en esa cosa, y ya nunca… nunca más lo volví a ver, ni 24 horas
pude disfrutar de mi compañero.
Todos se
apretaron el arco, compungidos por la poca suerte de Naïve.
―Lo has
hecho muy bien, ¿te sientes mejor? Ella solo pudo decir que si con el antepié.
Perfecto, prosigamos. Mr. López, ¿le interesaría continuar con su historia? El
otro día no pudo terminarla.
―Sí, claro.
Como sabéis mis vivencias son muy opuestas a nuestra compañera. Durante muchos
años, nuestro dueño no era lo que se dice un derrochador, todo lo contrario,
nunca he sufrido tanto con los zurcidos que nos metía semanalmente a mí y a
otros pocos compañeros, era lo que se dice un tacaño. Pero no nos importaba, al
ser un agorero mantenía sus pertenencias como auténticas reliquias, el problema
vino quizás justo en eso, en la roñería, porque el día de baño semanal esa cosa
se volvió loca, debía tener algún fallo técnico, porque literalmente no había
quien la parara, y por más que cogí y cubrí a mi compañera con la pernera la
succionó y ya no la volví a ver nunca más.
De nuevo
esa callada de comprensión y empatía, se entendían perfectamente,
después de todo, habían perdido a sus parejas de forma similar.
―¿Y dónde creéis que se los lleva? —Dijo enfurruñado Lemonade Attack.
—Lemonade,
todavía no es tu turno —Lo amonestó el Maestre.
—Venga ya,
Maestre. Esto es un claro ejemplo de Expediente
X, no es extraño que desaparezcan de la faz de la tierra y nunca más
volvamos a encontrarlos. Qué clase de máquina del demonio es esa en la que nos
metían, ¿eh? Vais a quedaros ahí llorando y lamentando vuestra suerte, cuando
lo que tendríamos que hacer es levantarnos y aniquilarlas. O mejor, meter a
nuestros dueños para que sufran la misma desventura.
—Tranquilo,
chico. Esto es una terapia de grupo. No la manera de buscar un castigo —Comentó
Mr. López.
—Ni hablar,
me niego a que otros pasen lo mismo que yo. ¿Quién se une a la rebelión?
El grupo fue creciendo y maquinando la fórmula exacta de erradicar el
problema de las lavadoras. Estaban desparejados, y aunque algunos dirían que
así no servían, a ellos les movía el ansía de la venganza. Se acabó el
lamentarse, de buscar respuesta a incógnitas, que nunca tendrían sentido, era
el momento de buscar justicia.
Y así fue como estos valientes calcetines lo consiguieron, ¿y cómo lo hicieron? Pues muy
sencillo. Con un llamado a todos sus iguales, aparejados o desparejados,
no importaba; y se fugaron a una pequeña isla del Caribe. Ahí residen millones
de ellos, tranquilos y seguros. Es más, algunos han vuelto a encontrar pareja, porque se
dieron cuenta que aun siendo diferentes les movía algo más importante. El amor.
Y éste siempre está alejado de los prejuicios.
Ahora todo tiene sentido porque hay algunos que no los encuentro 😰 y mi madre decia que eran los duendes jajaja genial relato 💕
ResponderEliminarUn beso desde Plegarias en la Noche
Hola, Tiffany.
EliminarQué original lo de tu madre, ja, ja Me ha hecho muchísima gracia, :)
Mil gracias tus palabras.
Besos, y feliz día.
Linda historia unidos somos mas fuertes. Te mando un beso. Enamorada de las letras
ResponderEliminarHola, J.P.
EliminarUnidos siempre seremos mejores, qué empeño tenemos en desfragmentarnos.
Mil gracias por comentar.
Un beso.
me gusta como escribes
ResponderEliminarsaludos desde lo lejos
Hola, Recomenzar.
EliminarMuy agradecida por tus palabras.
Un abrazo.
Yo siempre me he preguntado dónde van a parar esos calcetines que desaparecen y dejan sola a su pareja, que queda a merced de su dueño, que muy probablemente lo tirará al cubo de la basura. Yo creo que deberíamos desenmascarar a las lavadoras y descubrir sus planes secretos, je,je.
ResponderEliminarUn beso.
Hola, Josep Maria.
EliminarMientras nosotros nos lo preguntamos, ellos ahí tostándose al sol, qué envidia, (bueno, no, que yo soy un poquito anti sol) ja, ja, ja Eso del vuelta y vuelta no es lo mío.
Las lavadoras tienen un puntito maquiavélico, ;)
Mil gracias por tus risas.
Un beso.
Qué bueno.
ResponderEliminarAhora ya sé que pasa con esos calcetines que desaparecen después de haber perdido a su pareja a manos de la lavadora. Están en el Caribe, jajaja.
Muy feliz jueves.
Hola, Gemma.
EliminarAhí de vacaciones, todos congregados en la isla calcetín, ja, ja, ja
Muchísimas gracias por tus palabras.
Un beso, y feliz fin de semana.
Ja, ja que divertido. la verdad es que los calcetines desaparecen y aparecen por arte de magia. Yo he llegado a encontrar uno semanas después de haberlo perdido y cuando ya había tirado a su compañero. Pobrecines, qué trato les damos. Genial relato.
ResponderEliminarUn beso.
Hola, Rosa.
EliminarPues si te digo la verdad, los que me han desaparecido, no los he vuelto a recuperar, es algo extraño, un claro caso para investigar, ja, ja, ja Somos un poco crueles con ellos, ;)
Muchísimas gracias por tus risas.
Un beso.
Ja, ja, ja... Mi Querida Irene. Qué imaginación la tuya!! Yo digo que hay un mundo paralelo donde van las parejas de los calcetines. Es imposible que desaparezcan cual funambulista. Muy buen relato, preciosa.
ResponderEliminarMil besitos con mucho cariño y feliz día ❤️
Hola, preciosa Auro.
Eliminar¿Dónde irán a parar? Debería existir un capítulo en la dimensión desconocida, (banda sonora) Perdona, es que cuando me acuerdo de esta serie, siempre resuena en mi cabeza ja, ja, ja
Los pobres solo luchan por su integridad, y qué mejor que fugarse, nada de nada, :)
Muchísimas gracias por tu cariño.
Un beso enorme.
¡Qué bueno! Siempre me he preguntado dónde irán a parar los calcetines desaparecidos y si su compañero, al quedar desparejado, se siente solo. Parece ser que no soy la única que se lo pregunta, ja, ja, ja.
ResponderEliminarUn besote.
Hola, Paloma.
EliminarEs que desparecen y dónde acaban, no lo sé, es algo muy, pero que muy extraño, ja, ja, ja
Y el trato que le damos al desparejado, es todavía peor, les cedes un tiempo de luto, hasta que te deshaces de él, porque no tiene sentido conservar solo uno, lo guardarías ahí solito toda la vida, :)
Muchas gracias, no sabes cómo me estoy riendo con vuestros comentarios.
Un beso.
¡Hola, Irene! Menos mal que solo tenemos dos pies, ja, ja, ja... Un relato estupendo en el que partes de esa realidad cotidiana como es el mundo de los calcetines para llevarnos a una historia de amor universal. Normalmente uso calcetines negros, te prometo que raro es el día que los llevo iguales, ja, ja, ja... Un abrazo!
ResponderEliminarHola, David.
EliminarPues no me iría mal del todo un tercer pie, ja, ja, ja Para llegar antes a los sitios, que siempre voy sin tiempo, :) Pues ya somos dos, casi todos mis calcetines son similares o del mismo color, me niego a seguir cosechando desparejos, y aun así se quedan sueltos sin compañero, no lo entiendo, ja, ja, ja Y con ese tercer pie del principio, pues mira, problema resuelto.
Mil gracias por tus palabras.
Un abrazo enorme.
Genial, Irene. ¡Has conseguido dar la vuelta al calcetín! Si las prendas de ropa hablaran intentarían la fuga de algunos hogares humanos ja, ja, ja. Tengo en una pequeña repisa unos siete o ocho calcetines sueltos -y lavados ;)- con la falsa esperanza de que les voy a encontrar a su pareja. Ese llamamiento final al amor pone la guinda al pastel.
ResponderEliminarBesos y buen fin de semana.
Hola, Miguel.
EliminarPobres prendas, Si tuvieran sentimientos desertaban de más de un hogar, ja, ja, ja
Huirían como con esta historia, a un destino paradisíaco, ¿y quién no? :)
Voy a ser sincera contigo, es por tu bien, no por ser agorera, pero esos calcetines nunca, pero nunca más, van a aparecer, ja, ja, ja
Un besazo, y feliz fin de semana.
Fantástico, Irene. Divertidísimo y muy original. El final enamora.
ResponderEliminarHola, Marta.
EliminarQué bonito lo que dices. Me alegra que te hayas divertido.
Muchas gracias.
Un beso.
No es increíble que los años pasan y sigo comprando calcetines y medias que he perdido en el camino
ResponderEliminarHola, Mucha.
EliminarEs raro, ¿dónde irán a parar? Ja, ja
Muchas gracias.
Un abrazo.
Una asociación bien original y muy bien organizada, ja,ja,ja. Creo que si supiéramos escucharles, dirían igual o similar. Has hilado una historia divertida en la que es imposible no continuar. Además, el final, ¡apoteósico!
ResponderEliminarGeniales esas metáforas que has utilizado para describir que ni el color ni la raza ni el lugar, importan nada de nada, para el amor.
Mis felicitaciones sinceras, mi querida Irene.
Tus escritos, para mí, siempre tienen un trasfondo que va más allá de las letras, y los redactas de maravilla.
Muchos besos, preciosa:)
Hola, preciosa Mila.
EliminarMil gracias por las palabras que le dedicas al cuento, :) Me alegran y me hacen muy feliz. El amor es amor, no entiende de nada más que eso, y lo peor es limitarlo, con prejuicios que solo acarrean dolor, incomprensión y desazón.
Muchos besos, y feliz fin de semana.
Je,je, muy original.
ResponderEliminarSAludos.
Muchas gracias, Manuela, ;)
EliminarUn beso.
Hola estimada Irene, Irenísima, tenía que pasar sin prisa con la alegrái del reencuentro y leyéndote como no, con pareja de calcetines o sin ellos jaja. Qué bueno, qué buena esta historia de los desparejados en las lavadoras industriales, y no industriales y esa maestre coaching para ver donde los va a "colocar", pero ya veo que la iniciativa siempre "anda por abajo" claro que sí, lo más lejos posible. Me alegra un montón tu vuelta, de verdad, leerte, no como debería hacerlo y no tengo excusa, pero ando con una doble faceta creativa blog-canal youtube que me toma un montón de tiempo y se me olvida que por aquí, en el mundo bloguero, haya estupendas y maravillosas escritoras que bien merecen unos minutos del tiempo. ¡Te requiero, Irenísima! Un besote grande y grande
ResponderEliminarHola, preciosa Eme, :)
EliminarNo pasa nada, yo ya sé que el cariño es de verdad. A veces no podemos estar tanto como quisiéremos. Con saberlo, que lo sé, me basta, es más, si como suele suceder desaparezco del blog un tiempecito siempre me envías un correo para que me acuerde de respirar, y eso lo agradezco muchísimo. Me has alegrado muchísimo con este comentario y el afecto bonito que desprende, alimenta el alma, y al que correspondo MIL. Es precioso. Unas palabras que guardaré para siempre.
Un beso gigante, amiga. Si supiera poner emoticones en el blog te ponía un corazón GIGANTESCO.