lunes, 3 de marzo de 2025

Paralelismos incorpóreos



 

‘‘Mi madre rezaba cada día para lavar su tristeza,

para obtener el pan temporal de su miseria

y ganarse el cielo, dócilmente.’’

Liliam Jiménez

 

Rehusé de ella. De sus enseñanzas. Miedos. La ineptitud con la que resbalaba. La servidumbre con la que imploraba cada migaja. Era pequeña, siempre la vi minúscula, anhelante, enlazándose a hombres con la promesa hueca del sustento. Mis hermanos, ellos y yo, éramos simplemente el producto de cada deshonra.

No temí decir adiós a aquella subsistencia, nunca le pregunté las razones que la llevaron a esas circunstancias, poco o nada me importaba. No me encarnaba, no seguiría ese camino destinado a la miseria. Así que escalé, me esforcé, no prostituí mis sentimientos, ni tampoco mi cuerpo en base a la utopía de ese todo. Empecé desde abajo, sufrí hambre, frío; precariedad, pero si miraba atrás, la veía a ella, a mi madre, con una promesa firme nutrí cada desventaja, me impregné de soberbia y visualicé la meta.

Durante ese trance creí fervientemente que mi testimonio era legítimo. Y más, cuando vino a buscarme, apareció en el momento que alcancé una posición decente, la repudié. Lloró. Pero mi alma era densa. No hubo compasión. No sentía ningún lazo que nos atara. Solo veía a ese pequeño ser que permitía y permitió sinsabores, que se arrastró ante la nada. Y sentencié que su modo de existir no me custodiaba.   

Los años pasaron, trepé todo lo que me fue permitido. Pero había un tope invisible, uno que no se palpa, pero ahí está, entre rescoldos de una sociedad que cohabita en el embuste de un cambio perpetuo, no importó las horas, el trabajo, tampoco la renuncia que todo eso le acompañaba, había llegado a una meta que era inexistente para otros. Ella ya no estaba en esta esfera, su cuerpo, como su vida, alimentó alimañas menos voraces. Pero no así la esencia de comprender, de por primera vez ver, que no éramos tan distintas como profesaba. Que existen paralelismos incorpóreos difíciles de extirpar. Que, de un modo más silencioso, aquella mujer, sigue materializándose entre el desapego y la indefensión.



Nuestra compañera, Nuria de Espinosa, me ha invitado a participar en la CONVOCATORIA JUEVERA: Mujeres.

He de decir que la semana pasada sufrí una especie de bloqueo, y creí que permanecería en él eternamente, así que dudé si podría formar parte. Así que gracias, Nuria, necesitaba un pequeño empuje.

Aquí os dejo el link, por si os interesa, o como me ha pasado a mí, las letras divagaron entre mil historias y ninguna quería asentarse, aquí tenemos la solución:

https://escritoranuriadeespinosa.blogspot.com/2025/03/convocatoria-cada-jueves-un-relato.html

Muchas gracias por vuestro tiempo.

Besos, y más abrazos.