martes, 11 de junio de 2024

Realidad o creación. La Matrix del buen comer

 


Todo empezó hace unas semanas, solo fueron pequeños detalles, ningún cambio brusco, pero sí hicieron darme cuenta de que mi marido, no lo era. El primer día me trajo un ramo de rosas; no él, un repartidor. En la nota ponía <<Para la mujer más bella del mundo>>. Recuerdo como todas mis compañeras se alegraron con aquella envidia no sana, sonrisa que se asemeja más a mueca que a verdad. Me sorprendió y al mismo tiempo dudé. Nunca me había regalado flores y después de 20 años casados, era chocante. Pero pensé, quizás lo ha visto de otro compañero, y no ha querido ser menos. Francisco siempre tuvo eso, a parte de ser extremado roñoso, nunca quiso que nadie se le subiera a la chepa. El lema: yo más, lo llevaba impregnando en su ADN.

Pero cuando a los pocos días llegué a casa y él ya estaba ahí, y no solo eso, había preparado una cena sibarita, ahí sí se me puso la mosca detrás de la oreja. Lo tantee, y nada. No se percibía preocupación en sus respuestas, era como si todo siguiera igual, pero no, ya que ese ser no era él. De eso estaba segura, pero lo dejé pasar. A una le gusta que de vez en cuando la cuiden, le digan qué bonita está cuando se termina de levantar con pelos de loca, le preparen un desayuno digno de reyes, vayan a buscarla al trabajo y la inviten al cine, vamos, que ni mi primer novio se esforzó tanto por conseguir el ansiado beso.

Pero todo tiene su parte negativa, y es que después de tantos años cada uno por su lado y dios en la de todos, ese apego que poseía mi nuevo marido, empezó a molestarme, me sentía acosada, sí, acosada es la palabra. Atosigada con hermosos mensajes, con detalles que nadie le había pedido, esa toxicidad estaba corrompiéndome. Así que lo encaré.

 

—Francisco, tenemos que hablar.

—Claro, mi vida. Dime.

—¿Dónde está mi marido?

—¿Qué dices, Juani? Justo enfrente. Sabes, he pensado que el fin de semana que viene vayamos a la playa.

—¿A la playa? ¿De fin de semana? ¿Para gastar dinero? Eso mismo, ¡dinero! Tú no eres mi marido. Él es un tacaño, un ávaro que no recicla por el medioambiente, lo hace para no gastar. Y ahora vas a manos llenas. ¿Quién eres? ¿Eh? ¡Contesta!

 

No dijo ni mu, simplemente siguió mirando la web de viajes con una sonrisa bobalicona que ponía los pelos de punta. De repente, fui consciente de que la vida concebida hasta la fecha era una mera mentira. Quizás sea cierto que vivamos en un tipo de Matrix que a uno lo mangonean con distintos tipos de representaciones, pero tonta no soy. Así que estoy con ojo de halcón pendiente de cualquier cambio significativo. Eso sí, a Francisco le permito con recelo todo sea dicho, que siga con su nueva identidad, despilfarrando el dinero como si no hubiese mañana, porque seamos sinceros me encuentro en la gloria, nunca hemos comido tan rico como ahora. Pero no me engaña, no.

A finales de esta semana y mediados de la otra estaré incomunicada, no desaparecida, pero no podré conectarme, así que será imposible leeros. 

Mientras tanto, cuidaos bien y sed felices, no os lo pido; ¡lo exijo! ;)

Besos, y abrazos.


viernes, 7 de junio de 2024

¿Amor? Maraña o credo

 


—¿Crees en el amor?

—¿Cómo dice?

—Que si crees en el amor.

—Disculpe, pero no le conozco y su pregunta es bastante personal.

 

La secuencia inicia en un edificio, suscitando incomodidad, para que los sujetos que tengan la intención de instalarse huyan de allí con las mismas prisas que demanda respirar.

María lleva horas esperando, no la dejan escapar, por alguna razón que no comprende durante horas la mantienen retenida, viendo como otros llegan más tarde y tienen esa premisa a su favor. Además, debe tolerar a ese hombre, que no deja de mirarla con cara de asesino en serie, para añadirle que la incordie con preguntas que no quiere responder.

 

—Es por hacer algo, conversar hará que el tiempo sea más quebradizo.

—Será para usted. —murmura.

—Mi abuela siempre decía que tenía oído de murciélago.

—Pufff, mire que es pesado. Hagamos un trato, si de vez en cuando parpadea, hablaremos, pero nada de preguntas insidiosas. No me agrada que invadan mi privacidad. Ni la chachara. Ni ya puestos, el aire que inhala.

—Lo intentaré. Pero tengo un problema en los párpados, mi abuela siempre… —lo corta.

—¡Basta! Y deje de nombrar a su abuela, por dios. Es incómodo. 

—Vale, vale; que quejica. Y entonces, ¿crees en el amor?

—¿De qué clase?

—Bueno, me he fijado que no lleva anillo, y durante horas no ha utilizado el móvil.

—Ya, no hace falte que lo jure; no me ha quitado ojo. Le recomiendo que no lo haga, es incómodo y bastante molesto. A la gente no le agrada sentirse acechada.

—¿Te das cuenta que siempre me contestas a la juliana? Y no solo eso, no dejas de socavarme, y por favor, tutéame, con el tiempo que llevamos aquí y puesto tu agrio carácter esta debe ser la relación más larga que habrás tenido.

—¿No estará intentando ligar conmigo? Lo siento, pero no es mi tipo. Y soy considerada, no como usted que se toma unos privilegios que nadie le ha cedido.

 

En la sala se asienta una tercera persona, estableciendo un silencio cargante que se rompe con el aviso de que ésta última pase a la habitación número 4.


—No entiendo que nos hagan esperar tanto. El resto también tenemos vida.

—¿Estás segura? Dudo que ni las víboras se te acerquen.

—¡Serás! Y deja de tutearme, maleducado.

—Vale, perdone. Y bien, si o no. Contésteme y la dejo en paz. Palabra.

—Pues sí, creo en el amor. Mi Potito es la cosita más preciada del mundo.

—No me jodas, ¿Potito? Ja, ja, ja. ¿Qué es? ¿Un perro?

—Pues no. El pobre siempre tuvo problemas con la comida, todo le sentaba fatal. De ahí su nombre. Ha sido complicado encontrarle una dieta adecuada. ¿Quiere verlo? Tengo fotografías. 

 

Se acerca a la chica, y antes de ver la imagen nota un pequeño pinchazo, no le da tiempo a reaccionar cuando cae desplomado.

 

—¡Por fin! María, cada vez tardas más en conseguir los objetivos.

—No es culpa mía, el tío solo miraba. Hasta me ha hecho dudar si era un inspector de sanidad.

—No digas tonterías, este sitio es impenetrable. Y con la excusa de las entrevistas de trabajo dignas, aquí solo aparece gente desesperada.

—Da igual, ¿y los otros? ¿Hemos cubierto remesa?

—Si, tranquila. El Sr. Potito tiene todos los órganos solicitados. Con el último sujeto ya no tendremos que trabajar hasta de aquí 1 año.

—Ay, Luis. Qué ingenuo eres.

 

Otro cuerpo se amontona al anterior, y María echa cuentas de lo que le pagará el único amor al que venera, el dinero.




lunes, 18 de marzo de 2024

Gaveta de yerros

 

La codicia de Wilhelm August Lebrecht Amberg

Aquí estamos de nuevo, como en un círculo incómodo, vicioso en el que se toman decisiones en las que sus raíces parece que nunca terminan de principiar, he tomado la decisión de iniciar algo, el qué, quién sabe, conociéndome quizás mañana vuelva a instaurar la ley del silencio turbulento, es casi como virus persistente y controlador.

En la última entrada, allá en el siglo pasado, mencioné que me rondaba crear uno paralelo, es más, con la motivación distorsionada empecé con él, vamos que existe, sin entradas desde entonces, pero ahí está, y ahora quiero, la verdad, necesito; dar el paso, o saltar sobre este despojo.

La Quimera es y será puerto seguro, pero los seres humanos somos duales. Como la luna tenemos una cara no visible, quizás molesta, impenetrable, hosca, pero forma parte de nosotros, y es esencial en nuestra realidad.

El blog se llama: Gaveta de yerros, la razón es sencilla, las palabras me fascinan, tienen poder con sus distintos significados, haciendo que de alguna manera nos sintamos en sintonía, identificados; así que aquí llega:

Gaveta: Cajón corredizo que hay en los escritorios y sirve para guardar lo que se quiere tener a mano, (soy excelente escondiéndome, qué pena que la CIA no me haya contratado).

Yerro: Falta o delito cometido, por ignorancia o malicia, contra los preceptos y reglas de un arte, y absolutamente, contra las leyes divinas y humanas.

Estas letras estarán concebidas como diario. Para expulsar todo aquello que ronda y se palpa de tal manera que no permite muchas veces avanzar, y bueno, errar lo hago tan a menudo, que debería ser mi tercer nombre, es que tengo dos (en casa somos muy de nombres compuestos). Aquí plasmaré, ideas, sensaciones, con total libertad de expresión. Eso quiere decir que puede crear incomprensión, incomodidad o simplemente nada. Pero las emociones en su magnitud no deberían coartarse. Voy a ser muy honesta, lo he comentado al inicio; egoístamente necesito una bifurcación. Encauzar las piezas de un puzzle que de tanto en tanto se desarman y difieren en el tiempo, sumándole un peso que desestabiliza e imposibilita seguir. La verdad, esto va de mí y para mí. Lo que digo, aislamiento puro. Egolatría al máximo, elevación al cuadrado que resta demonios. Exorcismo, de toda la vida. Pero espero y deseo con la suficiente belleza para no sentir pena por ello, y quizás también algo de perdón.

 

Besos, y abrazos.


Nota: No quería poner el enlace, por esas cosillas de crear obligación, pero aquí está: Gaveta de yerros

Mil gracias. 

lunes, 28 de noviembre de 2022

2023. Cucaracha en proceso de reestructuración

 


Se puede desear que un año termine. Sí. Si pudiera le pondría purpurina a este bosquejo de irrealidades paralelas, sentimientos encontrados, y palabras sin sentido. No hablaré de todo lo malo acontecido, eso sería lanzar más combustible a un árbol que en muchos momentos se sintió abatido. Que perdió luz entre los caminos que le siguieron. E ilusión. ¿Se puede perder la ilusión? Sí. Más purpurina. Como también se puede sentir un vacío interior que hace que no sientas nada. NADA. Como si de repente te hubieses quedado seca. No hay dolor, pero tampoco alegría, es algo extraño, difuso y carente de emociones, de estas que nos envuelven diariamente. Que son tan necesarias. Transformándote en un autómata que cumple con sus obligaciones, porque no le queda otra.

Cada persona tiene una manera a la hora gestionar los reveses. La mía. Huir. Esconderme en una madriguera que mantiene el mundo interior aislado, bloqueando todos los factores externos. ¿Egoísta? Sí. Purpurina a mansalva. Y en ese proceso de silencio autoimpuesto, sucede algo, comprendo, me veo, dándome cuenta que la escritura es sin duda una necesidad que he negado, ¿me castigo? Incomprensible. Así que vuelvo a ella para que ampare a esta pobre alma de su incoherencia.

No es una vuelta al blog. No me reconozco, así que las palabras: intentaré, regreso y escritura, no tienen validez en esta mujer carente de palabra. Habrá algunas entradas que no tendrán opción de comentar, porque solo es una manera de escupir, y visualizar esa parte que de vez en cuando acecha de una manera virulenta y cruel. Y si lo veo, siento que de alguna manera podré palparlo. Por lo que no podría permitir crear en otros el sentimiento de cobijo. Es más, estoy valorando crear un blog alternativo, porque en este momento de incomprensión nefasta, advierto que quizás ha llegado el momento de dejar paso a un nuevo pasaje, a otra opción, una realidad más adyacente. No por negar todo lo bueno, porque es mucho y ese pasado es realmente bonito, sino por encontrar un nexo en la escritura que me está acompañando desde que empecé a sentir de nuevo la necesidad de expresión, el rescate del cual la palabra se transmuta.

Como también diré que estoy bien. O en fase de reconstrucción, que tampoco es malo. No es un grito de auxilio. ¡Solo faltaría! El blog siempre ha redimido y soltado algo que se sentía incompleto. No hay temor, solo autoconocimiento de que soy un ser vivo emocionalmente lisiado. Que olvida, y cae ante esa pérdida. Pero no por ello me siento débil, solo humana. Una que como el resto se siente así en algún momento. Lo que digo, especial poco, lo que sí, cada vez más cínica, y eso me da un miedo atroz.

Esto es lo que dije cuando cree, La Quimera:

Creo que las palabras como que el amor sanan los fragmentos de un ser roto por la circunstancia.

Y que la introspección es tan necesaria como vivir como se sueña, LIBRE.

Este blog es mi terapia. Aspiro a la comprensión del mismo, pero sobre todo a ser totalmente agradecida.

Sin duda, esto es algo que no ha variado.

Y por eso, por este baturrillo de sensaciones estoy en un punto de inflexión, cambios y decisiones que no tardaré en tomar.

Puede que después de todo este sea el año que me ponga en primera posición. Eso sí sería para poner pilas de purpurina.

No sé quién leerá esta entrada. Mucho os pido, pero si por un casual seguís por aquí; solo puedo desearos que seáis muy felices, y no por lo implica la palabra en sí, ya que el concepto es caprichoso, sino por la comodidad de sentirse completos, cómodos ante la ingrávida de las adversidades diarias. Y libres, sobre todo libres.

No hay nada más valiente que la aceptación de uno mismo.



P.D. Insisto, sin obligación a la hora de comentar, como si después de tanto tiempo existiera esa posibilidad, (la purpurina del inicio se me habrá metido dentro de la cabeza) ;) Solo con un saludo ya os consideraría presentes. No quiero que recaiga ante nadie la obligación de amparo. Mi hermana, siempre me dice que soy blanco o negro, de alguna manera los matices quedaron exiliados en otra vida, pero si hay algo de lo que estoy orgullosa, es que somos lo que somos, y no hay más. Como tampoco hay culpa o perdón por ello. 

Besos y abrazos.


Ilustraciones de Luis Scafati