Todo empezó hace unas semanas, solo fueron
pequeños detalles, ningún cambio brusco, pero sí hicieron darme cuenta de que
mi marido, no lo era. El primer día me trajo un ramo de rosas; no él, un
repartidor. En la nota ponía <<Para la mujer más bella del mundo>>.
Recuerdo como todas mis compañeras se alegraron con aquella envidia no sana,
sonrisa que se asemeja más a mueca que a verdad. Me sorprendió y al mismo
tiempo dudé. Nunca me había regalado flores y después de 20 años casados, era chocante.
Pero pensé, quizás lo ha visto de otro compañero, y no ha querido ser menos. Francisco siempre tuvo eso, a parte de ser extremado roñoso,
nunca quiso que nadie se le subiera a la chepa. El lema: yo más, lo llevaba
impregnando en su ADN.
Pero cuando a los pocos días llegué a casa y él ya estaba
ahí, y no solo eso, había preparado una cena sibarita, ahí sí se me puso la
mosca detrás de la oreja. Lo tantee, y nada. No se percibía preocupación en sus
respuestas, era como si todo siguiera igual, pero no, ya que ese ser no era él.
De eso estaba segura, pero lo dejé pasar. A una le gusta que de vez en cuando la
cuiden, le digan qué bonita está cuando se termina de levantar con pelos de
loca, le preparen un desayuno digno de reyes, vayan a buscarla al trabajo y la inviten
al cine, vamos, que ni mi primer novio se esforzó tanto por conseguir el
ansiado beso.
Pero todo tiene su parte negativa, y es que después de
tantos años cada uno por su lado y dios en la de todos, ese apego que poseía mi
nuevo marido, empezó a molestarme, me sentía acosada, sí, acosada es la
palabra. Atosigada con hermosos mensajes, con detalles que nadie le había
pedido, esa toxicidad estaba corrompiéndome. Así que lo encaré.
—Francisco, tenemos que hablar.
—Claro, mi vida. Dime.
—¿Dónde está mi marido?
—¿Qué dices, Juani? Justo enfrente. Sabes, he pensado que el
fin de semana que viene vayamos a la playa.
—¿A la playa? ¿De fin de semana? ¿Para gastar dinero? Eso
mismo, ¡dinero! Tú no eres mi marido. Él es un tacaño, un ávaro que no recicla
por el medioambiente, lo hace para no gastar. Y ahora vas a manos llenas.
¿Quién eres? ¿Eh? ¡Contesta!
No dijo ni mu, simplemente siguió mirando la web de viajes
con una sonrisa bobalicona que ponía los pelos de punta. De repente, fui
consciente de que la vida concebida hasta la fecha era una mera mentira. Quizás
sea cierto que vivamos en un tipo de Matrix que a uno lo mangonean con
distintos tipos de representaciones, pero tonta no soy. Así que estoy con ojo
de halcón pendiente de cualquier cambio significativo. Eso sí, a Francisco le
permito con recelo todo sea dicho, que siga con su nueva identidad,
despilfarrando el dinero como si no hubiese mañana, porque seamos sinceros me
encuentro en la gloria, nunca hemos comido tan rico como ahora. Pero no me
engaña, no.
∞
A finales de esta semana y mediados de la otra estaré incomunicada, no desaparecida, pero no podré conectarme, así que será imposible leeros.
Mientras tanto, cuidaos bien y sed felices, no os lo pido; ¡lo
exijo! ;)
Besos, y abrazos.