martes, 30 de mayo de 2017

Resuello


Día 1
Aborrezco que otros tengan más razón que yo, siempre me viene a la cabeza una madre demasiado autoritaria, que nunca mostró afecto y comprensión. Me retuerzo en la incoherencia por saber que esta vez las palabras de Gabriel estaban por encima de las mías, y lo sé, no debí embarcarme en este propósito, pero necesitaba demostrarles que podía hacerlo y si era una locura, con más fuerza sería capaz de sacarla adelante, encontraría el punto de cordura en todo este proceso.
Ilusa y creída, una perfecta estúpida, yo una todopoderosa que no he necesitado nunca de nadie para ganarme un nombre y ahora veo como este baile está por concluir.
¡Qué dolor! Mis costillas, me oprimen, al oxígeno le cuesta entrar, en un esfuerzo severo estallo en carcajadas como si así lograra esclarecer un futuro tan negro como este lugar, sobrepasada por el agudo e insoportable sufrimiento, mi estabilidad mental se desequilibra. Un regusto a sangre pasea a sus anchas por el paladar, siempre he detestado ese sabor, como a hierro oxidado.
El tiempo pasa y sólo me hago una pregunta, ¿Cuánto aguantará mi cuerpo? ¿Y mi hora? Necesito saber cuando será, ni siquiera en el peor momento de mi triste existencia logro ser paciente ¡Ya! Que sea ya, por clemencia.
Maldito ego desconsiderado, quedará sobre la eternidad, cuando al fin encuentren mis huesos. El recuerdo de mi persona será, aquí yace Emma la necia. 

Día 3
Hoy lloro y lloro, lo hago en silencio sepulcral, un mutismo que pasea a sus anchas por la placida estancia de esta tumba autoimpuesta. Silencio, tanto silencio, que tiemblo incontrolablemente. Líquidos que ya no aguardan en mi cuerpo caen sobre las mejillas magulladas, viendo pasar el tiempo que no aflorará y vuelvo a compadecerme. Alma ennegrecida, logré mis metas acarreando faltas hacia otros, nadie más que estas lágrimas que derramo serán las que pesen sobre mi muerte.
De ayer no recuerdo nada, dormité gran parte del día, pero hoy por más que lo intento no consigo que eso suceda. Y lo deseo con todas mis fuerzas, una muerte dulce, sin dolor, sin agonía, pero es como si el karma me sonriera desde la distancia, anunciándome de que eso no iba a suceder.
Y hay algo que echo más en falta que nada y es la luz, sensación de candor, de abrazo, de vida. El tiempo termina, sólo pido la oportunidad de redimir, de volver a empezar, esta vez sé que lo haría bien, pero es tarde, ya no quedan opciones.

Día 4
Habito en un duermevela perenne, no logro reconocer cuando estoy consciente o es un sueño, el dolor de las costillas es apenas un cosquilleo y todo se desvanece como en un trance vacío de emociones, nada, quietud, eternidad sombría que acecha, reclamando lo que le pertenece y entonces lo veo, ¡Oh el final! Unas luces acuden en mi busca, es la hora, dejaré este mundo con tantos puntos suspensivos que compadezco la existencia ya vivida.
— ¡La he localizado! ¡Está aquí! ¡Aquí! Te tengo.


Día 2

En un tiempo pasado.
       Sigue sin haber noticias de Emma, es como si se la hubiera tragado la tierra.
       ¡Joder! No puede ser, tenemos que encontrarla, haced lo que sea necesario. Maldita mujer del demonio, terca e inconsciente.
       Mis chicos ya lo hacen Gabriel, sólo podemos esperar.
Una hora más tarde.
       Señor, han localizado la señal GPS del móvil.
—    ¿Dónde la sitúa?
—    En el Gran Pozo MTDE.
       Llevadme hasta ella.
 

martes, 23 de mayo de 2017

Escalerillas







Día 153, silencio, ¿será posible? 

Me preparo, ¡dispara chica! 

Lo noto sí, los músculos entumecidos, las rotaciones no andan como debería, ¿Qué me pasa? Me siento oxidada, perdida, a ver busca… un momento, ¡haz el favor de tropezar con un sinónimo contextuado! ¡Dios mío, no!!! He perdido palabras, tecleo, tecleo y nada. 

Va Irenita que no puede andar todo tan perdido, empieza de nuevo, ¿lo ves? Mucho mejor. Respiro profundamente, giro el cuello de un lado a otro, que no se diga que no he visto todas las de Rocky, ¡Ja! A mi lado Stallone, es sin duda una animalillo indefenso. 

Bien, ordenador, plantilla de Word no vas a terminar con mi capacidad creativa, esa blancura que ensalzas como una sonrisa macabra provista únicamente de desconcierto, no logrará menguar las ganas que tengo de plantarte cara. 

Un calambre, ¡maldita sea! ¿Se puede tener agujetas de darle tanto al retroceso en el teclado? Que no, que no te tengo miedo, estos pasitos que estamos dando se afianzan de una manera que nadie va a lograr desquitar. 

¿Quién ríe ahora musa-word?  

Este pulso como ya te lo dije, mío será.
¡Qué flato tengo, válgame señor! 

Entonces qué, ¿lo intentamos de nuevo?