La voz enterrada, eso es lo que tiene Shiloh, ni un pequeño
rugido le nace. Se esfuerza, berrea, patalea, pero nada, solo externaliza
muecas. Como una muñequita, títere de brazos que se amolda al resto. Para no
molestar, para no perjudicar, para no existir.
Se despierta, si se pudiera decir que duerme cuando ni las tinieblas
acompañan al mundo. Efectúa los rituales impuestos, café, regar las plantas,
café de nuevo. Las ojeras reivindicativas exaltan como otra contorsión a
sumarle. Revisa los correos, las urgencias de otros que más que eso son
señuelos para que éstos no sientan sus propias carencias. Bebe más café. Trabaja
tantas horas que no recuerda el último minuto en el que dispuso espontaneidad. Y
de repente un bosquejo le nace, algo fugaz, cargante, pero el mensaje se repite
durante los días con insistencia.
Si su santa vecina la escuchara pronunciar esas palabras, se
santiguaría mil veces. Hasta intentaría exorcizarla. Así que ella se mantiene
callada, reincidente en acciones. Pero esa murga ha accedido en su sistema como
un virus y no cede. Empieza a condicionarla, a temerse.
La rutina importuna, la exigencia restringe. Coartada desde
inicio, un hilo de voz asoma, como canto de sirena, hipnotizando a unos y a
otros, porque lo que nunca expresó, ahora parece explosionar sin tregua.
La gente se pone las manos en la cabeza, se queja, no mira
hacia atrás, no, el valor es el ahora. Solo ven que el chollo ha finalizado, ya
no se contestan mensajes a deshoras, no se realizan recados que no
corresponden, los días festivos existen. Y no decir lo que sale por esa
boquita. Escupitajos y palabrejas poco nobles, pero ayudan para que deserten
espantados.
La primera noche de sueño reparador sentencia la
metamorfosis. Han desaparecido los cadáveres.
Sin cadáveres, se duerme mucho mejor.
ResponderEliminarUn abrazo.
Vaya que sí, Alfred.
EliminarMuchas gracias.
Un abrazo.
Hay berrinches y berrinches, es te me parece justificado. Ni berrinche le llamaría. Va un abrazo, Irene.
ResponderEliminarHola Julio, David.
EliminarSupongo que quería o necesitaba quitarle un poco de peso al escrito.
Muchas gracias.
Un abrazo.
Ese hilo de voz... no será familiar de Biden?
ResponderEliminarJe.
Besos.
Quién sabes, ja, ja, ja
EliminarAhora que lo dices, ;)
Muchas gracias.
Un beso, Toro.
¡Hola, Irene! Un relato con mucha carga de profundidad. El Sistema nos quiere así, calladitos, sumisos, resignados, indiferentes, temerosos. Para ello se sirve del trabajo diario que te agote, del entretenimiento facilón y alienante, de alertarnos de los miles de males que el Sistema impide que nos dañen, de lo mal que viven otros, de los demonios que nos acechan... Pues como tu protagonista es quizá el momento de soltar ese hilo de voz. Un abrazo!!
ResponderEliminarHola, David.
EliminarEs que como sigamos así vamos a reventar, me cogí unos miserables días para irme con mi madre y hermana, volví con un virus que me ha tenido medio moribunda, (palabra, que no exagero) y aun así he tenido que recuperar, da igual lo que suceda, sigamos cosechando. Lo peor, es que sigo rezagada en todo. En fin, qué sería de nosotros sin la escritura que nos permite poder respirar, con algún que otro salivazo, ja, ja, ja
Muchas gracias.
Un abrazo.
Cuando ya ni la voz te sale, ni el sueño viene a dar tregua a las rutinas de cada día, tiene que ser un alivio tremendo ese grito de rebeldía que brota de lo más hondo y nos impulsa a romper con todo y a recuperar nuestra propia identidad. Por mucho que los demás se escandalicen.
ResponderEliminarUn beso.
Hola, Rosa.
EliminarMe encanta como lo has expresado, ese grito de rebeldía, y es que creo que lo más complicado es ponerse uno su propio valor, el tope. Saber decir basta. Solo con visualizarlo es realmente liberador. Cede aliento.
Mil gracias.
Besos.
Un canto a la rebeldía para el que nunca es tarde. Una noche de sueño reparador puede ser el comienzo de una nueva vida. Y por supuesto el saber decir no cuantas veces haga falta.
ResponderEliminarBesos, Irene, y buen fin de semana.
Hola, Miguel.
Eliminar¿Quién duerme 8 horas? ¿Quién? Ja, ja, ja
Decir no, es el primer paso, :)
Muchas gracias.
Besos.
Los límites los tenemos que poner nosotras mismas, querida mía. Cuando acostumbramos a quienes nos rodean con nuestro buen hacer, todo se torna en un egoismo ajeno del que el difícil regresar por la vía de las buenas obras. Hay que ser reivindicativo, a veces, elevando nuestro santo nombre ;)
ResponderEliminarMagnífica tu decisión, preciosa: Hasta aquí, y he dicho!!!!
Mil besitos con mi cariño y feliz verano ♥
Mi preciosa, Auro.
EliminarTodos deberíamos poner límites, algo complejo, pero muy necesario. Shiloh debería crear una asociación la del NO, ;) y hacerla presidenta honorífica. Me voy a poner a practicar, que luego la culpabilidad siempre pone zancadillas y no nos deja liberarnos.
Mil gracias por tu cariño.
Besos, y feliz verano.
Me gusta tu entrada, interesante
ResponderEliminarPaz
Isaac
Muchas gracias por la lectura, Isaac.
EliminarUn saludo, y feliz fin de semana.
¡Hola, Irene!
ResponderEliminarMe ha gustado conocer a Shiloh, me resultó familiar porque me recuerda lo callada que fui en mi niñez, incluso desde muy pequeña se me dificultaba dormir..., el propósito era pasar desapercibida ¿por no molestar a nadie, o para que nadie me molestara? Aún no lo se, ja, ja.
Tu relato bien puede servir de introducción a Gaveta de yerros, pues esa metamorfosis tan necesaria se está llevando a cabo allí, gracias a esa gaveta, al menos eso parece.
A veces nos convertimos en zombis, sin darnos cuenta nos vamos dejando atrapar de los reclamos de los otros y nos olvidamos de que existimos y tenemos vida propia y sobre todo de valorarla y amarla.
Que ese canto de sirena retumbe con fuerza y se convierta en la escandalosa sirena de rescate, esa que marca las pautas de la esperanza floreciente y las ansias de vivir una verdadera vida.
Felices dias querida irene. Besos.
Hola, Idalia.
EliminarTe comprendo, de niña también fui extremadamente callada, la timidez cohabita dentro de mí, ja, ja, ja y sigue ahí, no vamos a negarla, forma parte de mi carácter o forma de ser. Supongo que la necesidad de pasar desapercibida va ligada a ésta. Contra menos te perciban más cómoda una se siente. O protegida. Me estoy dando cuenta que últimamente solo digo cosas para ahuyentar al mundo, qué horror. Nunca podrán decir que vendía cosas bonitas, eso desde luego.
En este blog soy un poquito más espontanea, todo sea dicho. En él puedo hacer escritos con total libertad, porque no están ligados o no son vivencias reales como con Gaveta que soy yo, la que se vende fatal, ;)
Pero es cierto que ambos blogs intentan aullar, y con algo de suerte en el futuro adquirirán valor.
Mil gracias por tu cariño.
Un beso enorme.
me gustas
ResponderEliminarbeso