jueves, 19 de septiembre de 2024

Pasado y presente. Sin pecado confesado

 


Mi prima Encarnita tenía un carácter de aúpa, no sé si los años la aleccionarían lo suficiente para disimular los estoques que impartía. El tiempo nos puede templar, pero también desquiciar. Lo que sí puedo decir es que era la antítesis de mi tía, una mujer recta, decorosa y muy cristiana, claro que, de puertas para dentro, porqué la vara con la que medía sus pasos dudo mucho que ningún buen dios los aceptara. Procedo de un pueblo donde la comunidad es tan pequeña que ahoga entre cuchicheos y sentencias, no reconoceré que no haya formado parte de esos corrillos en los que la sangre no corre, pero si es cierto lo que dicen de los oídos, los de sus víctimas descarnadas habrán explotado.

Pues bien, desde bien pequeña no supo adaptarse a los acontecimientos ni el lugar, y le salió una vena rebelde con la que se desquitaba de tanta moralidad encorsetada, qué decir de mi tía, a la pobre se la comían los demonios a esos que por más que rezaba no había manera de extirparse.

Luchó por escapar del lugar con uñas y dientes, sin importar las consecuencias. El primer novio conocido fue Ramón, un don nadie que vivía de sueños inalcanzables, algo que ella requería por el ansia en el que vegetaba. Pero el pobre como uno puede imaginar, era un mindundi de mucho cuidado. Sigue por el pueblo pululando cual parásito sin pena ni gloria, a día de hoy ni trabajo se le conoce. El siguiente fue el párroco, sí, presagiad como quedó el pueblo y no hablemos de sus beatas, las pobres no pudieron ir a misa a derrochar malicia durante las semanas que duró la historia. No prosperó, aquello fue más bien un castigo divino, y éste a quién quiso escucharle pidió perdón, recitó mil excusas y no sé qué otros cuentos sobre el pecado y la manzana de Eva. Sus súbditas y amantísimas feligresas se lo tragaron, pero digo yo, cuando mordisqueaba la fruta prohibida no tenía tanta queja. Y el último un camionero, fue un visto y no visto, de un día para otro desaparecieron con un petate lleno de ropa y las joyas de la familia.

A partir de ahí anidamos en la placidez, la huida de Encarna proporcionó un remanso de paz, ni los ángeles gozaban de tanta agilidad a la hora de ejecutar el trabajo. La cuestión es que como el pueblo estaba sumido en exceso de tranquilidad, el chisme empezó a cojear, provocando que los vecinos viviéramos coartados por el miedo de ser el siguiente señalado, y al no ocurrir nada interesante empezaron a inventarse historias. Que si uno la vio haciendo la noche. Otro que se había fugado con un político al extranjero. El último lo maquinó Felipe, contando que había tenido tres hijos de padres diferentes. Pero claro, es notario y puede dar fe como el cura, ¿o será otra cosa? Así estaba la telenovela, a ver el que se la inventaba más gorda, y siempre con la coletilla de <<me lo ha revelado alguien de fiar>>. Que es lo mismo que el primo del primo de mi primo, ni lazos de sangre conserva.

Lo que no se esperaba es que volviera. Nos dejó a todos con la boca abierta, pero esa no era Encarnita, no, no; nos la habían trasformado. Regresó como una buena cristina, qué digo buena, una madre superiora. Despuntó con creces relegando a mi tía a la miseria, convirtiéndose en la más ferviente religiosa de la comunidad. Mano destructora del pecado, portadora del cestito bíblico algo así como una salvadora que concede absolución.

Quién sabrá si unas cuantas monedas restan a uno los pecados. Lo que sí puedo decir es que esto ha levantado ampollas familiares, preguntitas molestas, como que hizo mi tía en la época en la que se fue a trabajar a la capital, es más, existen algunos años que la familia no tiene constancia de nada. Pero eso son pecados no confesados. Y a veces, el dicho de tal palo tal astilla no va tan mal encaminado.


23 comentarios:

  1. La saga familiar continua...

    Abrazo.

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    1. Hola, Alfred.
      La vida es una continua repetición.
      Muchas gracias.
      Un abrazo.

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  2. La vida da muchas vueltas y Encarnita parece que las ha dado todas... Bueno, al menos ha vivido, parece que los del pueblo no tanto ya que estaban siempre pendientes de ella.

    Besos.

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    1. Hola, Xavi.
      ¡Ay! Los pueblos, ;) En este relato lo he exagerado, pero es verdad que en ellos se tiene poquita intimidad. Pero también tiene sus cositas buenas. Y qué más da lo que digan de uno. Nunca será peor de lo que podamos decirnos a nosotros mismos.
      Vaya si da vueltas, y se reinicia regresando a origen.
      Con el paso del tiempo cada vez estoy más convencida de que para avanzar deberíamos romper con los círculos viciosos, no creados por nosotros, más bien los adquiridos.
      Mil gracias.
      Muchos besos.

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  3. ...Entre cuchicheos y sentencias...palabras que definen a la perfección cómo era la vida en pueblos y aldeas en las que aún hoy en día las lenguas parecen más afiladas que en el anonimato de las grandes ciudades. El cambio de la protagonista es sorprendente y puede envenenar por dentro a esas almas cándidas que en el fondo gozaban con las tribulaciones de Encarnita.
    Besos, Irene.

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    1. Hola, Miguel.
      En las ciudades uno tiene más privacidad, pero es normal, en los pueblos se conoce a todo el mundo y se adquiere un rol más ‘’familiar’’, ;) El ser humano disfruta despellejando, siempre que no sea él el señalado.
      Muchas gracias.
      Besos.

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  4. Qué bien has descrito la vida pueblerina, lo que no sabemos, lo inventamos por falta de información de las vidas ajenas. Y después de tanto girar como una peonza, y de hacer la cabra por herencia genética, una repite patron y regresa cambiada.

    Mil besitos con cariño, querida Irene y feliz finde ♥

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    1. Hola, preciosa Auro.
      Para bien o para mal, uno siempre regresa a su metafórica casa. Donde fuimos felices o por lo menos nos sentimos seguros. En este caso he intentado que fuera algo iluso y destructivo, dudo que la protagonista se sienta satisfecha con su elección, solo con visualizar la infelicidad de la madre. Pero a veces los miedos nos vencen y nos hacen recular.
      Mil gracias por tu cariño.
      Besos.

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  5. Buenísimo tu relato, tanto en la ambientación que es muy real, como en la prosa y lo que cuentas. Esa gente que vive de la maledicencia y de achacar al prójimo lo que tal vez le hubiera gustado experimentar a ella. Y ese apunte final que abre preguntas incontestadas y ahí las deja es el remate perfecto. Me ha gustado mucho.
    Un beso.

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    1. Hola, Rosa.
      Es verdad, a veces en la crítica existe demasiada frustración o miedo de ser uno mismo, por eso es mejor señalar las faltas de otros que las nuestras propias. He intentado jugar con la burla para acrecentar los pecados y así remarcar en ello cuántas ofensas son perdonadas y dadas por válidas, y otras en cambio son foco para la maldad. No sabes cómo me alegra tu comentario.
      Mil gracias.
      Un beso.

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  6. Encontrar recovecos familiares es una buena técnica narrativa.
    O imaginarlos, que viene a ser lo mismo.
    Enhorabuena, Irene.

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    1. Hola, Ana María.
      Fíjate que no suelen gustarme los finales abiertos, pero es cierto que con ellos, seremos nosotros quién les daremos respuesta o empatizaremos con los protagonistas.
      Muchísimas gracias por tus palabras.
      Un beso.

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  7. Hete aquí una historia consuetudinaria, algo de la clase de Clarín o Pardo Bazán, de lugares recónditos con sus pros y contras, murmuraciones y maledicencias en tierras interiores alejadas de todo,hasta de la calma interior que debe buscar cada Ser Humano para sentirse inmunizado frente a todo. Es verdad que ciertos ambientes claustrofóbicos pueden llegar a atosigar a quien quiere vivir "a su bola" . Todo este costumbrismo queda muy bien reflejado en la entrada que ofreces y se disfruta y hace que rememore buenas historias personales mías (he vivido en muchos diferentes y olvidados sitios chiquitines de España y en todos he ido a mi aire) También me complace mucho la ilustración que has puesto, clásica, clerical, antañona, sacramental y casi puedo oler el antiguo olor de la madera del confesionario, el barniz deslustrado que ha sido testigo tanto o más que el tonsurado que dispensa el sacramento de la confesión. En resumidas cuentas, todo me resultó, I r e n e, muy evocador. Por lo tanto...¡¡¡¡¡¡¡ Quedo a tus pies por lo notablemente que lo has logrado, ya lo creo !!!!!!!
    J u a n E l P o r t o v e n t o l e r o aka Juan Y Su Horizonte😎

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    1. ¡No pude ver el eclipse de luna, qué lástima! En cualquier caso siempre disfruto desde hace muchas décadas de mi pleitesía plenilunar cuando surge y trastoca mi mente y mi ánima.🕵️‍♂️🌕

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    2. Hola, Juan.
      Es cierto que en las comunidades más pequeñas la intimidad está sobrevalorada, aunque no debería importar lo que digan de uno, ese poder es nuestro, no se lo debemos ceder a cualquiera para que pueda dañarnos.
      Existen personas que disfrutan en el proceso de escarnio, y a la palabra se le debe devoción, por lo significativa que es.
      Me alegra muchísimo que te haya gustado, :)
      Tampoco vi el eclipse me pilló en el primer sueño, y con lo poquito que duermo ni me atrevo a romperlo, ja, ja.
      Mil gracias.
      Un abrazo.

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  8. ¿Pueblo chico infierno grande? Esa idea me quedó dando vueltas en la cabeza. Va un abrazo, Irene.

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    1. Hola, Julio David.
      Buena pregunta, aunque pienso que los infiernos son internos.
      Un abrazo.

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  9. Era demasiado humana, al fin y al cabo.

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    1. Vaya que sí, Cabrónidas.
      Mil gracias por la lectura.
      Un abrazo.

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  10. Muestras muy bien el cotilleo, la rumorología se dice en plan finolis, que abunda en comunidades pequeñas donde, para bien o para mal, todos se conocen.
    La deriva de Encarna no me extraña nada. Conozco a más de un crápula que al ver la luz de la fe se convirtió en el más fanático de los creyentes, haciendo sombra a los "normales". Los extremismos son atractivos para muchos.
    Genial relato, Irene.
    Besos.

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    1. Hola, Paloma.
      En los pueblos pequeños todos se conocen, provengo de uno minúsculo, y como el notario, doy fe, ja, ja, ja. Siempre habrá personas que se escudan en la moralidad para creerse con derecho de juzgar a otros, cuando la realidad es que en todas las casas se cuecen habichuelas, ;)
      Mil gracias por tus palabras.
      Un besote enorme.

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  11. Hola, Irene, el título ya nos deja una buena pista de que las historias familiares se repiten, ja, ja.
    Y aunque quizás ya hoy existen otros entretenimientos en los pueblos y ciudades, "radio bemba", como le suelen decir acá, nunca pasa de moda, ahora los chismes se ventilan en las redes sociales y en los chats, con más saña y menos pruebas evidentes...

    Me ha gustado todo el ritmo narrativo del relato y fijate que se presta para una buena novela, si engordas todo el dilema y das más pistas de la tía, los novios de Encarnita y toda la estancia fuera del pueblo etc.,(tienes chispa para eso y mucho talento narrativo e imaginativo), sería una novela muy entretenida y de seguro muy jocosa, ambos ingredientes muy necesarios hoy día para salirnos de los bombardeos nefastos, negativos o dramáticos de la vida actual.

    Un beso querida Irene. Anímate a escribir mas, lo haces de maravilla.

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    1. Hola, Idalia.
      El cotilleo no cesa, pero me gusta más radio bemba, ja, ja, ja.
      Creo que de lo más difícil que existe en esta vida es romper los ciclos aprendidos, tarea complicada ya que estos aún siendo negativos nos transmiten una falsa sensación de seguridad.
      Uy, sobre continuar con la historia, no sé, soy más de escribir y desahuciar, ;) Pero quién sabe, quizás algún día me lo crea lo suficiente para intentarlo.
      Muchísimas gracias por tu aliento.
      Besos y abrazos.

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