Llevo bastantes días sin escribir, conmigo siempre
viaja una libretita donde voy apuntando mis divagaciones (incomprensiones
{varias}). Les llamo borradores, cuando en realidad son los sentimientos que
siente mi alma por los pasos que doy.
Pero estos días no he escrito ni una frase, nada. Se escucha
un eco silencioso dentro de mí, a la vez que una ebullición de emociones incontrolables,
que no tienen nombre propio para ser pronunciadas, y vienen a la misma
velocidad que se van.
Nos desnudamos mil veces, dejando que nuestra alma vague sin
rastros de silencios, con muestras de nuestra eterna verdad. Visionándonos para
aquel que quiera observar.
Sin doblegarnos al gusto de otros, simplemente siendo
nosotros mismos. Una búsqueda enfermiza del ser, del yo interior ese que grita
fuerte para que el de fuera resuelva el camino y continúe.
Pero hay momentos que nos sentimos como aquel libro que
compramos con el entusiasmo de saber que nos encantaría, (dándolo por hecho) y
no conseguimos pasar nunca de la página número tres. Porque sí, siempre damos
una oportunidad a la uno y la dos, pero a la tres… nuestra mirada se vuelve hacia ella desconfiada y nuestras manos la sepultan con decisión.
¿Qué nos (ME) sucede?
Como una planta que conserva las raíces pero quedó desflorada;
en ellas está nuestra base, nuestra esencia. Es lo que hace que seamos
maravillosos, dentro de nuestras virtudes pero sobretodo nuestros complejos.
Porque todos tenemos esa asombrosa perfección dentro de este mundo extraño y
desatento.
Volvemos a germinar como en una rueda llena de oportunidades. De nosotros nacerán nuevos tallos con
unas flores mucho más resistentes a los reveses de un tiempo que creímos
calmado y nos volvió a sorprender con indiferencia.
Hay momentos que nuestro mundo interior necesita una
suspensión, un reencuentro, simples abrazos con eso tan valioso llamado nuestra
verdad.
Nos perdemos en sueños, palabras, momentos. Y llega el día que te das cuenta de que te olvidaste de ti. Instantes para no saber qué decir, pero si
querernos escuchar.
Los susurros también saben gritar.
¡Brotemos!
Lindo post.
ResponderEliminarMuchas gracias Italo, feliz día ^_^
EliminarEs preciosa esta reflexión Irene, me siento identificada con cada palabra. Tantos pensamientos para expresar y a veces, lo que cuesta darles vida. Somos maravillosos. Un abrazo grande.
ResponderEliminarMuchas gracias Mila, :)
EliminarSi que somos maravillosos, somos magia, sensaciones, emociones;
VIDA.
Pero de vez en cuando se nos olvida y es el momento de la suspensión y del reencuentro. Para volver a vernos, a nuestra verdad.
Besitos ^^
Un post precioso, Irene. Creo que rezuma optimismo, comprensión de tí misma, de la vida y de lo que necesitas.
ResponderEliminarMe encanta pensar que podemos volver a brotar, que podemos ser mejores, más fuertes, pero siempre nosotros mismos. ¡¡Es una imagen deliciosa!!
Me encanta saber que tu silencio es tan rico :)
Un abrazo enorme!!
Gracias Julia, :)
EliminarLa esencia, la base de lo que estamos hechos es nuestra verdad.
Lo que nos vamos encontrando lo veo como un aprendizaje, dependerá de nosotros sabernos escuchar.
Unas veces nos gustará más lo que digan esos susurros, otras...
Pero es nuestra realidad interior.
Besitos ^^
Una visión al interior. Un análisis de una misma. Preciosa reflexión. Un besillo.
ResponderEliminarGracias María, :)
EliminarNo debemos olvidarnos. Besitos ^^
Renovemos!!!
ResponderEliminarPrecioso, Irene. Me ha encantado.
Muchos besos!!!
Muchas gracias Flora, :)
EliminarSiii renovemos, brotemos con más fuerza pero sin olvidar lo que fuimos.
Besitos ^^
Así es,y, así sea, amiga. De mucho gusto.
ResponderEliminarAbrazos
Muchísimas gracias José, :)
EliminarUn gusto para mi que te agrade.
Saludos ^^
Thank you very much, I am grateful.
ResponderEliminarRegards.
"los susurros también saben gritar"
ResponderEliminarMe encanta.
Un abrazo.
A mí que te encante, mucho más!
Eliminar¡Gracias! :)
Un abrazo.