Nací
en el seno de una familia excéntrica y compleja, así que cuando pude, me largué.
No penséis que soy egoísta o que sienta vergüenza de mi procedencia, pero
cuando uno crece rodeado de amuletos, rezos y rituales, por más que se intente,
la mente racional impide sobrellevarlo, la única posibilidad era irme. Y así lo
hice. Desaparecí, me alejé de todas ellas; ah, es verdad, que no lo sabéis,
vivía rodeado de tías y hermanas, pero la que movía los hilos era la abuela
María. Esa mujer no era muy dada a la palaba, aunque claro, tampoco lo necesitaba,
en las pocas ocasiones que abría la boca sus órdenes se cumplían a rajatabla y esos
ojos, qué mirada; os juro que te ponía los pelos de punta. Era como si supiera
todo lo que anidaba en tu alma. Tus secretos más oscuros se descubrían ante
ella, y bueno, la mente es cosa privada. A parte había algo en su trato que
denotaba la cero estima que me tenía, era como si supiera algo que el resto de
los mortales desconocía y al mismo tiempo le desagradara saberlo. Otro apunte insólito
es que en la familia no hay hombres. Ninguno, solo yo. Extraño, ya que todas han
tenido descendencia. En una ocasión se lo pregunté a mi madre, todavía sigue
presente el pisotón que me dio, un misterio que hacía que mi poca hombría
temblara de miedo.
A
partir de mi huida, perdón, quise decir marcha; proyecté cada paso minuciosamente,
cambié mi nombre y busqué un lugar en el que pudiera mantener un perfil bajo, no
es que pensara que vendrían a buscarme, pero así me sentía más seguro. De ahí
el ataque de pánico que tuve hace nueve días.
Juan, la abuela ha muerto. Tu
herencia.
Con amor, Mamá.
Una
muñeca, una horripilante muñeca con los mismos ojos que esa maldita mujer. La
tiré a la basura, lo que no esperaba era que al despertarme la encontraría al
otro lado del colchón. Quizás poseo un sonambulismo tardío o me he vuelto loco,
pero tengo aprensión al pensar que pueda dirigirse hacía mí a pasitos chiquitos.
Para no arriesgarme me he dado por vencido, la llevo conmigo a todos sitios y
le hablo. Fijaros que hasta le estoy cogiendo aprecio. Eso sí, últimamente he notado
algunos cambios. Por ejemplo, le expliqué a Mery; disculpad, no os lo he dicho,
la llamo así en honor a la abuela, pues eso, que hace dos días le comenté que
hay un compañero que está haciéndome la puñeta y desde entonces nadie sabe nada
de él. Por lo demás, todo bien, hasta estoy empezando a creer que podría reconciliarme
con la familia.
¡Muy bien narrado, Irene! Con breves y suficientes descripciones mostrás al lector la oscuridad que rodea a esa familia de mujeres (y un solo hombre, el protagonista) y con una matriarca que somete a todos con sus órdenes. A Juan no le sirvió irse y cambiar de nombre, ahora él también ha quedado hechizado por esa muñeca horrible que, lentamente, lo irá "favoreciendo" al cumplirle los deseos con sus actos de magia negra.
ResponderEliminarMantenés el suspenso hasta el final.
Un gran abrazo.
Hola, Mirella.
EliminarNo le sirvió de nada huir, esperemos que se de cuenta. Aunque puede que le agrade ese tipo de poder, ¿quién sabe?
Mil gracias por tus palabras, como me alegra saber que te ha gustado.
Un beso enorme.
Irene un buen relato de suspense con un halo de misteriosa muñeca que parece diabólica. Ese es el misterio del objeto mágico que da miedo. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Mamen.
EliminarMuchísimas gracias por tus palabras.
Un beso.
Pues no te digo que una muñeca así bien podría sernos útil alguna que otra vez, je, je, je... Bueno, un relato que atrapa con ese tono diría que despreocupado del narrador, que contrasta con la turbia historia que se muestra entre las líneas.
ResponderEliminar¡Reto superado, Irene! Un fuerte abrazo!!
Hola, David.
EliminarEspero que no haya muchas reproducciones de esta muñeca, ;)
Muchísimas gracias, feliz me quedo al superar el reto, je, je, je
Un gran abrazo.
Por lo demás, todo bien...ja,ja,ja. Muy bueno ese tono de humor que sirve como contraposición a una historia oscura e incluso siniestra en su fondo. El relato es toda una oda al pragmatismo expresado por Juan. Ciertas muñecas, además, producen verdadero pavor. Incluidas las hinchables :). Muy buena aportación al concurso de David.
ResponderEliminarUn beso Irene y felicidades.
Hola, Miguel.
EliminarUn poquito iluso el protagonista, pero viendo su situación y lo que lo rodea, mejor para él, ja, ja, ja Mil gracias por tus palabras, :)
Un beso enorme.
Qué muñeca! Muy buena historia, me ha dado escalofrío...
ResponderEliminarUn abrazo
Hola, Mirna.
EliminarMuchísimas gracias por tu comentario.
Un beso.
Muy bueno, Irene. Humor, frescura... Te cae tan simpático el personaje que aplaudes su decisión de largarse, hasta buscarías su amistad. Lo de la muñeca... ¡Qué yuyu! Y qué genialidad como autora. Para quitarse el sombrero.
ResponderEliminarHola, María Pilar.
EliminarVerdad que sí, al final viendo lo tontorrón e inocente que es, se lo coge hasta cariño al protagonista, :)
Te agradezco muchísimo tus palabras.
Un beso.
Curiosa familia. Pobre muchacho. El único hombre rodeado de brujas. Aunque parece que la abuela le apreciaba más de lo que él piensa. La herencia, una vez acostumbrado a ella, tiene su utilidad.
ResponderEliminarBuen relato.
Un beso.
Hola, Rosa.
EliminarCuriosa y mucho. Quién sabe lo que de verdad espera la abuela del nieto.
Ay, me has matado con lo de utilidad, ja, ja,ja
Muchas gracias por tu comentario.
Un beso.
Una familia de lo más curiosa y terrorífica. ¡Y qué decir de la abuela! Se me ponen los pelos de punta al pensar en esa mirada.
ResponderEliminarUn buen relato lleno de magia, Irene. Un saludo.
Hola, Bruno.
EliminarLa abuela produce auténtico pavor.
Muchísimas gracias por tu comentario.
Un abrazo.
Las muñecas con poderes siempre dan mucho yuyu, jeje.
ResponderEliminarEs un relato que tanto puede encajar en el género fantástico como en el de terror, y lo has sabido relatar con mucho talento, consiguiendo crear el ambiente perfecto.
Un abrazo.
Hola, Josep Maria.
EliminarLas muñecas de porcelana, lo que es a mí, me dan un miedo absoluto. Pero shhh, es un secreto, :) Mil gracias por tus palabras.
Un beso.
ResponderEliminar¿Cuántos secretos se esconden bajo las alfombras familiares?... Aquí están muy presentes, tanto que la maldición de la abuela acaba poseyendo al nieto, lo cual resulta aterrador especialmente en la última parte, con ese final lleno de inexorable ironía.
Muy buena lectura de terror, fluida y con ese final espeluznante y lleno de ironía.
Un besazo y feliz miércoles.
Hola, Estrella.
EliminarComo en tu último relato, si los objetos o el mobiliario de una casa, hablaran, ay, qué secretitos guardan. Me alegro que hayas disfrutado del micro.
Mil gracias por tus palabras.
Un beso gigante.
Hola Irene.
ResponderEliminarQué bueno. Si es que por mucho que huyamos el pasaddo siempre nos encuentra.
Me ha encantado, yo creo que una muñeca así, alguna vez, nos vendría bien para librarnos dde esos compañeros que nos hacen faenas.
Muy feliz tarde.
Gemma, me tendréis que disculpar que os esté contestando tan tarde; se me han complicado un poquito estos últimos días.
EliminarJa, ja, ja Espero que no tengamos que necesitar una muñeca así. Imagínate que caos, ;)
Mil gracias por tu comentario.
Un beso.
Irónico y divertido en la forma y muy inquietante en el fondo. Has logrado un equilibrio perfecto, Irene. Me ha encantado.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tus palabras, Marta.
EliminarMe hacen muy feliz.
Un beso.
Vaya con la muñequita, la verdad Irene que tiene cara de sádica. Por cierto yo tengo una, al acabar de leer el relato me ha levantado para verle los ojos... El final es muy bueno, un besote.
ResponderEliminarAy, las muñecas. Como le dije a Josep Maria le tengo pavor a las de porcelana. Cerca de la adolescencia me regalaron no una, sino tres en poco tiempo. Aunque no lograron que superara ese miedo, ja, ja, ja
EliminarEspero que la tuya tenga una mirada limpia, :)
Un beso enorme.
Perdona, Eme. Que me he enrollado con los miedos y me he olvidado de agradecerte mil tu comentario.
EliminarBesotes.
Hay un tipo de muñecas que hace que me cag.. vivo (la de tu imagen, por ejemplo). Aun así me has provocado una sonrisa!!
ResponderEliminarUn beso
Me alegro lo de la sonrisa, el miedo al final es sugestivo... ¿no? ja, ja, ja
EliminarMuchas gracias por tu comentario.
Un beso.
¡Jo Irene! Parece que el hombrecito nacido en un matriarcado de ¿brujas?, no puede huir de su destino. No solo heredó la maldita muñeca, sino el sentirse disminuido entre tantas manipuladoras. La muñeca fue el resorte para superar el complejo. Lo del compañero desaparecido jejje ¡A saber si a lo mejor juyó de ella...!
ResponderEliminarja, ja, ja Quién sabe lo que le habrá pasado al pobre hombre, ;) Seguro que nada bueno, eso sí el protagonista parece feliz.
EliminarMuchísimas gracias por tu comentario, Isabel.
Un beso.
Pobre hombre, ni siquiera huyendo consigue escaparse y esa herencia es de lo más terrorífica.
ResponderEliminarMucha suerte en el concurso.
Besotes
Muchas gracias por tu comentario, Conxita.
EliminarLa verdad es que nadie debería tener una herencia así.
Un beso enorme.
¡Qué horror!
ResponderEliminarUn angustioso relato de horror y humor negro. La abuela, por ser el único nieto varón, a bien dispuso dejarle como herencia la muñeca. Ojala y se decida usar el poder macabro que posee para reconciliarse con sus hermanas.
Saluditos.
Hola, Yessykan. Bienvenida, :)
EliminarEl protagonista ya cree en esa posible reconciliación, quién sabe lo que pasará en un futuro.
Te agradezco muchísimo tus palabras.
Un beso.
Es la alargada sombre de la abuela en forma de "cándida muñeca"... pero si solo hay que verle los ojitos,... una verdadera "monada" incapaz de hacer nada malo.
ResponderEliminarMe ha encantado,... aunque solo una cosa más,... y eso de que no había hombres en la familia y el pisotón de la madre,... ves como la abuela le tenía aprecio?
Es bonita la muñeca, ¿verdad Norte? :)
EliminarNo sé yo si había mucho cariño, el legado que le ha tocado al pobre no es lo que se dice el mejor regalo, je, je
Mil gracias por tus palabras.
Un fortísimo abrazo.
Joé que miedito encontrarse a una muñeca con las características de esa que describes, al otro lado del colchón.
ResponderEliminarMe has hecho temblar.
Un beso.
Imagínate, Javier. Para morirse de miedo.
EliminarSi te he hecho temblar, ¡bien por mi! Aunque también espero que reír un poquito, :)
Un beso enorme.
¡Y mil gracias! Parece que hoy ando súper olvidadiza, ;)
Eliminar¡Ay, Julio David! Esa sí que es buena, ja, ja, ja
ResponderEliminarEspero que haya más opciones, ;)
Muchísimas gracias por tu comentario.
Un beso.
Muy bueno el relato Irene, esa abuela era diabólica y la muñeca así lo corrobora .
ResponderEliminarEl encontrar a esa muñeca al otro lado del colchón es como para darle un infarto a cualquiera, la foto es muy buena para lo que reflejas en el texto.
Un abrazo Irene
Puri
La verdad que sí, que uno tiene que morirse de miedo.
EliminarMuchísimas gracias por tu comentario, Puri.
Un beso.
Un buen relato con ritmo medido y doble sentido en la relación entre personajes. Me gusta el manejo de los tiempos y el orden de la trama. Gracias Irene
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tus palabras, Javier.
EliminarMe alegran.
Un fuerte abrazo.
Irene que historia familiar tan extraña, el hecho de que solo sean mujeres ya es de miedo, con lo malvadas que solemos ser, ja, ja.
ResponderEliminarCreo que las abuelas son siempre muy temidas, al menos las de antes y mas si hacian el papel del hombre de la casa. Que por cierto por eso creo que no hay hombres en la familia, todos huyen o son eliminados si no se someten.
La herencia ha sido genial y los efectos especiales de la narración son fantásticos.
Un abrazo calido y que tengas una grata semana jovencita.
Que va, si somos muy, pero que muy buenas, ;)
Eliminar¿Quién sabe lo que les pasa a los hombres en esta familia? La madre no quiso explicárselo al protagonista, y su hombría se vio limitada al silencio y a la huida, je, je
Mil gracias por tus palabras.
Un beso, y feliz semana para ti también.
Una familia un tanto peculiar, sin duda que la madre tenía algo importante que ocultar a su hijo único, al menos ese pisotón dice un algo raro. Aunque marchó, la magia y encantamiento de la abuela le acompañará para bien o mal. Esa muñeca me da que es siniestra, jajaja. Vaya legado.
ResponderEliminarMuy bueno, Irene.
Besos, amiga mía.
Muchísimas gracias por tus palabras, querida Mila.
EliminarY disculpa la tardanza en darte respuesta, he pasado unos días un poquito a loco, la muñeca me hubiera sacada de más de una complicación, je, je, je
Un montón de besos.
¡Fantástico relato! Te pone los pelos de punta, y el estar narrado en primera persona aún acuia ese miedo. Yo es que le tengo pánico a las muñecas; un amigo mío heredó la casa de su abuela y en esta había una habitación llena de esos bichejos. Entrar allí y encontrarse, entre polvo y olor a viejo, toda esa comidilla sin pestañear de cara a mí me traumó... je, je, je.
ResponderEliminarFelicidades, me ha encantado, de lectura fácil y trama bien trabajada. Nos leeremos!
Un saludo.
Hola, Pepe.
EliminarBienvenido, :)
Qué tendrán estas muñecas que producen tanto pavor.
Aunque tu historia da bastante más miedo que la mía, ja, ja, ja
Muchísimas gracias por tu comentario.
Un abrazo.