─¿Y el niño? ─preguntó furioso.
─¿Qué pasa?
─¡Ese crío es un demonio!
─Tranquilízate, no lo hace queriendo, él solo…
─¡Basta! Le consientes todas las rarezas. Somos el
hazmerreír de la granja, nos señalan y miran con compasión; y tú no haces nada.
No lo soporto, ¡se acabó!
─Pero…, es un buen niño ─llorosa y viendo de lo que sería
capaz lo agarró del brazo─ Miguel, dios mío, no lo hagas es muy pequeño,
hablaré con él y entrará en razón, por favor, te lo suplico por lo más sagrado,
¡no!
∞
─¡Madre mía! ¿Qué te ha pasado? Te has caído de la litera
o…, ya, comprendo.
─Si, bueno. La última vez me avisó, quizás tenga razón,
debería parecerme a los otros chicos. Por más que intento explicárselo, no me
cree, dice que todo es mentira, que con esas ridiculeces lo único que consigo
es avergonzarlos y no lo va a tolerar.
─Por cómo te ha dejado la cara, no mentía. ─Se rascó incómodo
la oreja.
─Digo que… si tú intercedieras, si se lo mostraras, estoy
seguro que me creería. Estaba tan enfadado, nunca lo había visto así y me ha
dicho que lo mejor es que me vaya durante una temporada con la abuela, que
tengo que aprender a comportarme como una persona normal. Y no quiero, ella es
peor que papá. Cuando le dije lo que opinaba Lily de las semillas baratas, me arreo un buen golpe con el bastón,
pero si tú se lo enseñaras, lo entendería, ¿por favor? ─Rogó.
─No puedo chaval, lo que tú tienes es un don, ojalá pudiera
ayudarte o que los otros lo hicieran, pero es imposible, sé que Moly lo ha intentado, pensó que a
primera hora y con las ideas despejadas conseguiría entablar una conversación
con tu padre, pero después de mugir como una loca, lo único que consiguió fue
un estacazo en toda la ubre.
─Entonces no me queda otra, tendré que ir, dejar todo esto,
a mamá y a vosotros. Yo, yo no quiero Chincheta,
sois lo único que tengo, mi familia, ¿por qué no me acepta?
─¡Eh, colega! Ni se te ocurra ponerte a llorar, me pone muy
nervioso, sabes lo de mi TOC, luego no puedo dejar de mover el rabo y lamerte
la cara, así que relájate, buscaremos una solución. Y si tienes que irte,
piensa que salvaras al pájaro de morir envenado, con un poco de suerte esa
vieja entenderá que no digiere correctamente las semillas.
─Si, supongo que tienes razón. Si hago lo que me dicen podré
volver a la granja. Solo tengo que ir con más cuidado y que no me descubran. Pero,
no es justo. ─Cabizbajo se dirigió a preparar la maleta.
Chincheta vio
marchar a su mejor amigo y pensó en lo incorrecto que era aquella situación, el
chico tenía buen corazón, no merecía ser castigado constantemente por ello, así
que decidió convocar una reunión con los animales más ancianos de la granja y así
trazar un plan.
∞
─¿Lo tienes todo?
─Si, papá.
─Mira Francisco, tienes que comprender que es por tu bien,
estas tonterías de que los animales te explican sus problemas tiene que
terminar, es el momento de que crezcas y, bueno… ¡Natalia! ¿No tienes nada que decirle
al niño?
─Ven aquí cariño ─lo abrazó─ como mucho serán unas semanas,
se le acabará pasando el enfado y entonces iremos a buscarte, te lo prometo. Sé
bueno y no contradigas a la abuela ─estrujándolo con fuerza le susurro─ te
quiero mi vida, perdona que no sea más valiente.
Despidiéndose de su madre y con el corazón roto por no poder
hacerlo de sus amigos, a sabiendas de lo que esto provocaría, se dirigió a la
furgoneta que lo llevaría a un destino poco amable. Una vez sentado en el
asiento del copiloto observó por el retrovisor como su padre cargaba las maletas,
pero también divisó algo más, todos sus amigos se dirigían hacia ellos como si
de un pelotón se tratase y antes de que pudiera bajarse del coche el cerdo Crispy se lanzó contra su padre
haciéndolo caer al suelo.
─¡Pero qué coño! ¡Natalia,
corre! ¡Entra en casa! ¡Francisco ni se te ocurra salir del coche! ─Gritó aterrorizado.
Pero madre e hijo no corrían ningún peligro, era él el arrojado
de un lado a otro, como si de una pelota se tratara, por más que intentaba
ponerse de pie y huir solo conseguía pasar de pezuña a pico, de pico a pezuña.
─¡Soltadme! ¡Parad!
Y en ese momento donde la incertidumbre y la irrealidad de
lo que estaba sucediendo se desplegaba probable, Natalia habló.
─Moly, mujer, ¡ya
basta! ¿No veis que lo vais a matar?
Éste vio como su mujer conversaba con aquella mole y la otra
le respondía entre mugidos, entonces observó a su hijo y admitió que aquello
era cierto. Era verdad.
─Venga, retiraos, luego os pondremos ración doble de comida.
¿Todo en orden, Miguel?
─Supongo, no sé, creo... sí, sí, no los harás volver, ¿verdad?
─Por ahora no, vamos a casa tenemos mucho de lo que hablar.
∞
Este cuento o el borrador del mismo, lo escribí hace muchísimo, pero mucho tiempo para un concurso del Tintero, que finalmente por tiempo,
ay, maldito éste, no pude terminar. Me sabía un poquito mal, porque las compensaciones
para bien, siempre gratifican, ¿no os parece? Y más siendo como soy una
enamorada de los animales. Y sí, mis perros me hablan, cómo, pues con sus tiernos
ojitos, ;)
Mil gracias por vuestro tiempo.
Muchos besos, y abrazos.
Le ha salido un serio competidor al Dr.Dolittle. Aunque podrían unir sus talentos.:)
ResponderEliminarLo confieso, nunca he visto Dr. Dolittle, pero tengo un vago recuerdo de Babe el cerdito valiente, ¿cuenta? ja, ja, ja
EliminarMuchas gracias, Cabrónidas.
Un abrazo.
Qué bien que hayas recuperado el cuento-tintero que versa y conversa con los animales. Aunque a muchos no les hace hablar, ¿verdad? Las miradas de muchos de ellos dicen mucho más que intensos discursos políticos. Yo alguna vez me he preguntado que haría si de buena mañana mi gata, por ejemplo, en vez de maullar, directamente hablara y dijera algo así como: ¡Ya está bien hombre! Que son las once y tengo el comedero vacío je, je.
ResponderEliminarBesos, Irene.
Los míos son listísimos, y no es el amor que siento por ellos el que habla, no, no, es que se la saben todas, ;) Ay, los felinos, cuando era pequeña tuvimos uno y le pusimos Michael, por unos dibujos que eran de un gato, la imaginación de un niño, fíjate, ja, ja, ja. Nunca salía de casa, es más lo acercabas a la puerta y le daba pánico, pero un día se fue, despareció, como el que va a buscar tabaco y descubre un nuevo mundo, por lo que se ve uno mejor, y no es por ser rencorosa, no, qué va, pero desde entonces solo he tenido perros, :) Es broma (o quizás no).
EliminarMil gracias por tus palabras, Miguel.
Besos.
Irene, un cuento muy ameno y singular, y si, me recordó al Dr. Dolittle.
ResponderEliminarY te cuento que los dos gatos que tenemos en casa ya casi hablan, precisamente ayer mi hija Emilia le reprochó algo a uno de ellos y maulló que se entendió muy claro un "yo no", ja, ja.
No sería de extrañar con todos estos cambios en la naturaleza que ellos ya hayan aprendido a hablar, porque comunicarse siempre lo han hecho, entienden todo y su mirada dice mucho más.
Que liviano se sintió leerte, hasta pude verte sonreír muy jovial y me alegra mucho eso. Besos querida.
Hola, Idalia.
EliminarVoy a tener que ver Dr. Dolittle, :) Es que son muy listos, se hacen entender perfectamente, cuando quieren algo dependiendo de sus necesidades ya los ves venir. Y lo mejor, es lo que te hacen reír, hasta cuando estás enfurruñada son mano de santo.
Mil gracias por tus cariñosas palabras.
Muchos besos.
El cuento merecía ser publicado y leído.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
El padre recibió lo que merecía.
Besos.
Hola, Xavi.
EliminarA veces nos obcecamos tanto con nuestra verdad que no vemos la posibilidad de otras realidades, y lo dice una terca de campeonato, ja, ja, ja. No hay nada como un buen arreo para que a uno lo espabilen, ;)
Muchísimas gracias.
Besos.
Ja, ja, me ha recordado mucho a Rebelión en la granja que, por cierto, leí para un concurso de El tintero de oro. Últimamente no participo. Desde hace un año o así, estoy un poco retirada de los concursos y retos de El tintero.
ResponderEliminarMe ha encantado tu relato. A mí también me habla mi gato. Parece mentira cómo llegamos a entender lo que nos dicen de mil maneras distintas.
Un beso.
Hola, Rosa.
EliminarSí, justo era para el de Rebelión en la granja, ja, ja, ja. Sobre los concursos no creo que me presente a ninguno, pero no cierro esa puerta, que luego debo retractarme y parezco la mujer sin palabra. Pero es que el tiempo que requieren me quita capacitación. Pero los retos ya los veo diferente, es un modo de sacarnos de nuestra zona de confort y eso es algo que me hace mucha falta, :)
Ellos son lo más, sin palabras nos lo dicen todo y sobre todo nos dan un amor inmenso. Y mira que a veces la lían, pero ni con esas, es más, consiguen lo que nadie, que termines riéndote a carcajadas.
Muchísimas gracias.
Besos.
Hola Irene,
ResponderEliminarMe ha parecido un cuento muy curioso, el cual me ha transportado, salvando las distancias, a varias escenas de la película Babe, el cerdito valiente. Durante la lectura, no he podido evitar recordar una en concreto: la escena en la que el protagonista habla con la Border Collie del señor Hoggett, cuando le está enseñando, ayudando y cuidando.
Opino, al igual que Toro Salvaje, que este cuento sin duda merecía aparecer en el blog, ya que transmite un mensaje sobre la lucha por ser aceptado y comprendido en un mundo donde la gente teme lo que no entiende.
Hola, Icleru.
EliminarMuy agradecida por tus ánimos. Lo que más deberíamos ansiar es que nos comprendan, con esto lo tenemos todo a nuestro favor, al final no importa lo diferentes que seamos, nuestras creencias o por lo que nos regimos, solo aceptación.
Como ha comentado Rosa era para un concurso que trataba sobre la novela de Rebelión en la granja, si te interesa puedes entrar en el Tintero, no sé si lo conoces, quizás sí, y yo aquí hablando de más, que también es una posibilidad, :) Pero allí encontrarás distintas propuestas de retos, concursos, y mucho más.
Mil gracias.
Un abrazo.
Ese cuento ha merecido la pena ser rescatado del olvido, el tiempo es un tirano que no entiende de bellezas, aquí nos muestras una rebelión en la granja, con causa noble. ;)
ResponderEliminarUn beso.
Hola, Alfred.
EliminarEs cierto, supongo que estamos tan acostumbrados a los matices, que de vez en cuando nos revindicamos anhelando el final feliz, y este cuento ahí estaba, guardadito, y me he dicho: esto no puede ser, :)
Muchísimas gracias por tus palabras.
Un beso.