Hablan, pero no se comprenden. Miran, pero ya no se ven. El tacto ha quedado relegado, lejano en esta historia, donde el final aparece fronterizo. Y es que en este momento solo les queda la nada de un pasado que pudo haber sido, pero finalmente no lograron cimentar.
El amor es difícil,
Carmen lo sabía, no se mentía al respecto. Lo adivinaba como etapas donde la
paciencia y el hábito van de la mano, pero todos aquellos peajes que se iban
perdiendo hacían que el tiempo malgastara la razón. En ese momento se encontraban
galopando entre perdones y promesas incumplidas, eso le provocaba resentimiento,
más bien, aborrecía a la persona que dormía profundamente a su lado. Y no lograba
comprender como todas las preocupaciones que tanto la perturbaban, él
simplemente las dejaba pasar. Ahora, toda aquella simpleza que antes la había
llenado o dado la tranquilidad que creía como correcta, se le tornaba carente,
diluida, insostenible. No tuvieron hijos, fue una elección o quizás la
naturaleza obró para ese fin y ellos tomaron su palabra como propia, exponiéndola
a unos y a otros que así lo habían elegido. Lo que no esperaban es que aquello
en vez de unirlos, terminaría por separarlos. ¿Cuánto tiempo se puede guardar
una mentira? Días, meses, años, pero el silencio de la emoción no expresada
siempre termina por germinar en desdicha. Y Carmen ya no podía guardar nada
para ella, su mundo interior andaba enfadado, gritaba, exponía en un sin
sentido la frustración. El maltrato verbal asomó con fuerza, la cruel
indiferencia se mostró hiriente. Y los días precederos a esa tormenta interior
se mostraron con una fría y simple nota.
<<Pablo, lo nuestro ha terminado. Adiós>>
∞
Nada más, solo seis palabras. Esa nota fue la responsable de desencadenar lo que hoy es ese hombre, antes imperturbable hoy vil.
—¿Carmen? ¿Carmen?
¿Estás ahí?
—Si, ¿qué quieres?
—No estás en casa,
¡no estás en casa!
—Pablo, hace dos
meses que me fui. Por favor, no me digas que ahora te has dado cuenta.
—Tienes que volver.
—No.
—¿Cómo que no?
Tienes que volver, todo esto no tiene sentido.
—Sé que para ti
nada tiene sentido, pero no puedo volver. Es tarde para nosotros. Nunca fuimos
felices.
—Pero yo te
necesito, ¡y tú también! Llevamos quince años juntos, ¡joder! ¿Cómo cojones
puedes decir que nunca fuimos felices?
—Porque es así, nos
conformamos con compartir la vida pero olvidamos que también teníamos que
respirar.
—Deja de decir tonterías
y dime donde estás que voy a buscarte. ¡Dímelo!
—Sé feliz, Pablo.
Y colgó. Por más que llamó y llamó, nunca más atendió a su llamada. Al tiempo, el número simplemente dejó de existir. Y del rencor pasó a un ferviente odio, culparla de su miseria era más fácil que afrontar la realidad de su vida. Ya no había lógica, no confiaba en los demás, nada se sostenía, todo se había vuelto extraño. La bebida fue la solución escogida, el camino fácil se dijo, la compañera que creyó que nunca le mentiría.
Carmen muy al contrario empezó a buscar parte de la vida que había perdido, para reencontrarse con su pasado y averiguar quien era ella en este presente. No lo tuvo fácil, pero no se rindió. Sentía que todos aquellos baches le daban más fuerza, era todo un reto salir de la zona de confort y luchar por uno mismo. El tiempo fue el encargado de que ella acariciara aquello que llaman felicidad, sintiendo que ahora formaba parte de algo. Que su mundo antes silencioso se volvía sólido, tangible, real.
Relato presentado en el: EL TINTERO DE ORO, concurso literario mensual.
Y colgó. Por más que llamó y llamó, nunca más atendió a su llamada. Al tiempo, el número simplemente dejó de existir. Y del rencor pasó a un ferviente odio, culparla de su miseria era más fácil que afrontar la realidad de su vida. Ya no había lógica, no confiaba en los demás, nada se sostenía, todo se había vuelto extraño. La bebida fue la solución escogida, el camino fácil se dijo, la compañera que creyó que nunca le mentiría.
∞
Carmen muy al contrario empezó a buscar parte de la vida que había perdido, para reencontrarse con su pasado y averiguar quien era ella en este presente. No lo tuvo fácil, pero no se rindió. Sentía que todos aquellos baches le daban más fuerza, era todo un reto salir de la zona de confort y luchar por uno mismo. El tiempo fue el encargado de que ella acariciara aquello que llaman felicidad, sintiendo que ahora formaba parte de algo. Que su mundo antes silencioso se volvía sólido, tangible, real.
∞
Los meses dejaron
paso a los años, y aquel hombre que un día despertó sumergido en oscuridad, se
encontró frente al espejo del baño observando su dejadez. Ya no había excusas,
era él, su imagen y en lo que se había convertido. Y lloró, pero no se justificó
por ello, ni tampoco buscó culpables, solo lloró. Sus mentiras quedaron relegadas
y comprendió que la vida desde el principio era suya y no de otros. Apartó el
caos a manotazos, lavándose la cara con furia, arañándose la piel, buscándose
muy adentro y lo consiguió, se vio. La emoción le hizo despertar pero esta vez
de verdad, el primer día de Pablo fue subir ese pequeño peldaño que lo alejaría
de la desidia. Porque observándose encontró a su propia verdad, sin culpables,
sin excusas, solo a él.
Relato presentado en el: EL TINTERO DE ORO, concurso literario mensual.
A veces echamos la culpa a los demás cuando los únicos culpables somos nosotros.
ResponderEliminarMuy buen relato. Es difícil salir de la zona de confort pero solo así encuentras la felicidad.
Un besillo.
Sí, lo más fácil es culpar a otros y no observar dentro de nosotros, o a nuestros actos. Lo difícil muchas veces es afrontar esa verdad.
EliminarMuchas gracias por comentar, María.
Besitos.
Hola Irene!! No saber mirarse creo que es uno de los principales problemas de los seres humanos y hasta algo que la mayoría trata de evitar, echando siempre la responsabilidad sobre los otros.
ResponderEliminarCarmen despertó enseguida y tomó su rumbo, sus riendas y no se dejó condicionar por ese Pablo que no conocía los espejos.
Un relato muy realista que además, está muy bien contado.
Un abrazo grande.
La ofuscación es temaría y nos puede apartar de quienes más queremos, ser sincero con uno mismo y ver donde fallamos y sobre todo afrontarlo nos libera.
EliminarMuchas gracias por tus palabras, amigo.
Un abrazo, fuerte.
Buen relato.Como la vida misma.Saludos.
ResponderEliminarBetty, muchas gracias por volver al blog y comentar. Un fuerte abrazo, :)
EliminarHola Irene, me gusta mucho como escribes y como consigues poner en orden las ideas que van implícitas en el relato. Por otra parte, se lee con una gustosa facilidad, algo muy importante cuando te enfrentas a una lectura que en principio, como todas, es una desconocida con ganas de ser descubierta por los demás.
ResponderEliminarDicen que el matrimonio es el vehículo perfecto para destruir el amor, ja,ja,ja, bueno realmente es el desconocimiento o precisamente el mucho conocimiento del otro, lo que puede hacer que los momentos no sean siempre tan mágicos. La metáfora del espejo es brillante en cuanto al conocimiento propio y ajeno. En todo caso que viva el amor :-). Un abrazo Irene y feliz fin de semana.
Miguel, estoy súper sonrojada ahora mismo, que piropazo le mandas a mis letras. Ellas te lo agradecen, pero yo, ¡mucho más! :)
EliminarEs un vehículo perfecto para destruir el amor si se da por seguro, creo que es un de los errores del matrimonio, creer que ya está todo hecho, se olvida el inicio y eso lleva irremediablemente a la incomprensión. Pero estoy contigo, viva el amor ¿qué haríamos sin él?
Muchas gracias de nuevo.
Un fuerte abrazo, y feliz inicio de semana.
Qué duro tiene que ser, tras vivir echando a los demás las culpas de las propias miserias, descubrir de pronto un día que no hay más culpable que uno mismo. Si se llega a reconocer, ya hay mucho camino andado y mucho mérito ganado.
ResponderEliminarMuy bueno tu relato.
Un beso.
Si al final te descubres en la propia mentira como bien dices, ya hay mucho camino andado, que esa es la parte más difícil ser consciente de ello.
EliminarMuchísimas gracias por comentar, Rosa.
Un besazo.
¡Hola preciosa!
ResponderEliminarUn relato conmovedor para el cual esperaba un final trágico, pero me has hecho ver el lado bueno de la convivencia en el matrimonio. Primeramente esas emociones que quedan en las consciencia suprimidas, reprimidas calladas, NO es nada saludable para nadie. Se pierde la fe en el amor mutuo y lo que los hubiera podido unir (el no tener hijos) acabó por desvincularlos.
Carmen supo reaccionar a tiempo alejándose de lo que le hacía infeliz, su vida era suya y merecedora de encontrar su propia vía de escape y ser feliz.
Y muy alentador que él, al final observara en su interior y viera a esas emociones, suyas, que también sirvieron para el alejamiento de Carmen, con lo cual comprendió que nadie es culpable de nada y que cada quién es dueño de su vida y decisiones.
Gran relato, Irene, me ha gustado mucho como has ido desarrollando la historia en base a esas emociones que antes de que hagan daño, se han de liberar para ser libre.
¡Un abrazo con besos, querida amiga!
P.D. Leí tus respuestas a mis comentarios pasados. Gracias, linda.
¡Hola, guapísima!!! Muchísimas gracias por como valoras siempre mis letras, te lo agradezco enormemente. No podemos reprimir lo que sentimos eso al final terminará por salir y lo hará de la peor manera.
EliminarPor suerte, creo que el tiempo todo lo cura y por mucho que reniegues de la circunstancias uno debe darse cuenta de la verdad, o eso espero, muchas veces habla por mí la parte positiva que llevo tan adentro.
Lo siento, últimamente no puedo contestar al día... me alegro que los leyeras, :)
Muchos besos, amiga.
Hola Irene
ResponderEliminarEs duro darse cuenta que la vida que se ha vivido no se ha disfrutado, ese dejar pasar el tiempo sin ser feliz, pero tu protagonista se atreve a dar el paso, a buscar otras maneras y ser feliz.
Mientras avanzaba el relato e ibas describiendo muy bien ese paso del "amor" al odio del ex-compañero me hacías reflexionar sobre la facilidad con la que se olvida el tiempo vivido. A veces el amor se gasta, no da para más pero eso no debería hacer olvidar que a esa persona se la ha querido, que ha sido parte importante de la vida, incluso agradecer el tiempo pasado juntos porque eso también es bueno para reconstruirse. Afortunadamente el protagonista consigue darse cuenta que solo se está destruyendo él y ahí empieza el principio de su recuperación.
Un beso enorme y feliz fin de semana
Hola Conxita,
EliminarSí, tienes razón. Se olvida demasiado deprisa, quizás no fuimos felices, pero no dejó de ser una elección, así que como mínimo deberíamos guardar un respeto por ello.
Pero parece que a veces es más fácil, culpar u odiar, que estar agradecido.
Muchas gracias por tus palabras.
Un besazo y feliz inicio de semana.
Buena historia y buen final para una tragedia anunciada, me encanta que hayas dejado un soplo de esperanza, yo siempre creo que la hay... aunque a veces ni seamos capaces de verla. Un beso
ResponderEliminar¡Hola, Eva!
EliminarYo también lo creo, el tiempo nos mostrará ese rayito de luz, llamado esperanza y que es tan necesario para vivir.
Muchas gracias por comentar.
Un beso.
Gracias, Irene, por participar con este relato en EL TINTERO DE ORO. Un fuerte abrazo y suerte!!!
ResponderEliminarMuchas gracias a ti por la iniciativa, David.
EliminarY el apoyo, fue hablar contigo y ponerme en un plis-plas a escribir, :)
Un relato genial Irene. Cuando algo se acaba, pasamos por diferentes etapas pero cada cual pasa por ellas a su ritmo y de diferente manera. Ella es más lúcida y enseguida se percata de que su vida tiene que comenzar de nuevo fuera de ese matrimonio; el sin embargo se aferra a una posibilidad que finalmente tiene que transformar en una esperanza para una vida mejor. Magnífica la forma que has tenido de reflejar las dos realidades, Irene.
ResponderEliminarUn besazo guapa.
¡Hola, Ziortza!
EliminarQuizás el que sufre más en este caso es el abandonado porque no comprende lo que está pasando, en ese momento sigue ciego y el tiempo será el encargado de abrirle los ojos para que lo comprenda.
Muchas gracias por tus palabras.
Besitos.
Un gran relato, amiga Irene, donde la introspección es fundamental para comprender la complicada decisión de la protagonista, al poner punto final a una relación fallida, eligiendo vivir una vida mejor, fuera de esa asfixiante convivencia llena de rutinas y falsos sentimientos de amor.
ResponderEliminarMientras su partenaire en esta relación experimenta todo un largo proceso de adaptación a las circunstancias, algo que para él no es nada fácil, pasando de amor al odio y de este a la aceptación de la realidad, comprendiendo la mejor lección de su vida: no echarle la culpa a los demás de sus propias decisiones o de sus actos.
En general es un relato que nos toca el alma, escrito con mucho cuidado en la expresión y que a mi modesto juicio supone un buen avance en tu quehacer literario.
Un beso.
Es difícil romper con lo conocido, la monotonía nos vuelve en cierta manera dependientes. Por eso la decisión difícil de la protagonista y su guerra interior le dan las fuerzas necesarias para intentar vivir de nuevo. Para él ese proceso es mucho más complicado, seguramente hubiera preferido que todo siguiera igual y la infelicidad o renuncia personal, no era un tema que le preocupara hasta que se encontró solo, es allí cuando tuvo que buscar un culpable. Hasta que al final logró verse.
EliminarMuchas gracias por tus palabras, te las agradezco y por el halago, más.
Besos.
Es estremecedor tu relato, mi querida Irene. Injustamente así es la realidad, culpamos de lo que nos pasa y somos a los demás sin mirarnos hacia dentro. Basta una destrucción para darnos cuenta de lo queda y de lo que queremos ser.
ResponderEliminarMe encantó leerte.
Mil besitos para tu noche, preciosa.
Hola, preciosa.
EliminarSí, es demasiado fácil culpar a otros de nuestra infelicidad, lo difícil es darse cuenta de que los errores nos corresponden como propios y por desgracia en ese proceso muchas veces nos encontramos totalmente ciegos.
A mí me encantó que me leyeras.
Besitos.
Hola Irene, un relato con esa calidad prosaica que te caracteriza y esta estrategia del narrador en la piel de dos personajes, dos situaciones, dos vidas, dentro y fuera. Te hace pensar en las relaciones humanas, sobre todo en los que las disfrutamos, que somos pareja. Es un relato que termina en casi una reflexión: un encuentro de uno mismo cuando no te has encontrado en la unión. Un abrazo
ResponderEliminarHola Eme,
EliminarPersonalmente creo que para que poder compartir con otros, primero deberíamos saber quienes somos nosotros, es un proceso difícil pero que al tiempo es muy necesario.
Muchas gracias por tus palabras.
Un fuerte abrazo.
Excelente relato, Irene. Muy realista. Los que hemos transitado ese camino lo podemos reconocer.
ResponderEliminarEl final, el perdón al otro y a sí mismo es la respuesta de la vida que continúa.
Un abrazo
Hola Mirna,
EliminarAsí es, la vida siempre continua. Es alentador.
Muchas gracias por comentar y pasarte por el blog, vuelve siempre que quieras.
Un abrazo.
Muy bien contada la cruda experiencia de haber pasado tanto tiempo sin ser uno mismo. Y me encantó cómo fuiste mostrando el progreso interior de los protagonistas para encontrar cada uno el sentido de sus vidas, sin el otro.
ResponderEliminarPablo tardó más, tuvo que bajar a su propio infierno antes de empezar a emerger con la comprensión de que cada uno es responsable de sus actos.
¡Me gustó mucho, Irene!
Un gran abrazo.
¡Hola, Mirella!
EliminarCada persona es diferente al resto, el proceso de 'luto' se vivirá de una manera u otra, pero el final siempre debería ser el mismo. Reencontrarse y seguir, sin culpables.
Muchas gracias por tus palabras.
Un besazo.
Hola, Irene.
ResponderEliminarYa sabes que mi dueño está ausente, metido de lleno en "su mundo". Pero yo, que vivo al margen suyo, he decidido salir por ahí a ver qué se cuece en el mundo bloguero. Hacía tiempo que no lo hacía. Y me ha alegrado ver y leer las cosas que has publicado en estos meses. Tu anterior relato (el del hijo que sacrificó su vida por estar al lado de su madre y que creyó que su compañera de trabajo acabaría viendo en él a alguien susceptible de ser amado), y éste, me han gustado mucho. Me alegra ver que tienes muchas historias que contar y que además lo haces con pasión y devoción. Por ello, te felicito. Ser capaz de disfrutar y hacer disfrutar con lo que escribes es algo de lo que sentirse orgullosa. Enhorabuena, Irene.
Recibe un abrazo virtual de mi parte (que es lo máximo a lo que puedo aspirar, ya que, como sabes, sólo soy una suma de bytes). ; )
¡Hola, Blog de Pedro!
EliminarBueno, bueno me alegro que después de nuestra conversación en la última entrada de tu blog, hayas decidido pasarte por mi casa, :) Te lo agradezco y te invito siempre que quieras. Y creo que eso de los bytes también pueden solidificarse, ¿no pasó algo parecido en Tron: Legacy? ;)
Muchas gracias por tus palabras.
Un fuerte abrazo.
Qué bien narras ese desencuentro existencial entre los componentes de una pareja, Irene, y cómo ambos aprenden a salir del trance, aunque a distintas velocidades, siguiento diferentes rutas, tomando opciones encontradas.
ResponderEliminarEs triste, pero también esperanzador porque al final ambos son capaces de rehacer su vida y seguir adelante siendo ellos mismos. Una separación nunca es fácil, y más cuando se han compartido tantos años, pero se puede superar.
Me ha encantado tu relato-reflexión, me has hecho pensar :))
¡Un beso enorme y feliz domingo!
¡Hola, Julia!
EliminarYo me quedo con esto que dices, (se puede superar). Porque también lo creo. Todo tiene su proceso, pero sí, siempre hay un final y un punto y a parte. Como culpar a otros, aferrarse tampoco es bueno.
Muchas gracias por tus palabras, Julia.
Besos y feliz día, ;)
Excelente narración. Una forma muy madura y realista de mostrar las infelicidades de una relación, donde ambos protagonistas se perdieron de vista y permitieron que la rutina y la falta de espacio propio, contaminara sus días y matara su amor.
ResponderEliminarPor suerte todavía palpitaban en el interior de Carmen las ansias de felicidad y no dejo que la desidia arruinara para siempre sus vidas.
Cuando una etapa de la vida o una relación ya no es capaz de aportarnos felicidad, lo mejor es ponerle fin apartándola del camino y comenzar a transitar por un nuevo sendero.
Yo también lo creo Harolina. Volver a empezar será difícil, pero no podemos estar con otra persona solo por comodidad, eso es egoísta y cruel, y terminará por convertirse en infelicidad.
EliminarMuchas gracias por tus siempre cariñosas palabras.
Un abrazo.
Introduces con elegancia la psicología del hombre perdedor, del amante despechado, del abandonado. El no entiende el porqué ha sido abandonado.
ResponderEliminarEl desamor se ha apoderado de ésta pareja, o tal vez nunca hubo un amor verdadero. Me gusta el análisis que haces.
Un abrazo literario.
Quizás nunca lo hubo, tienes razón Lola, solo el tiempo y la creencia de que su relación era correcta.
EliminarMuchas gracias por pasarte y comentar.
Un fuerte abrazo.
Llegué hasta aquí a través del concurso de David, y después de leer tu relato te felicito, cada uno tiene que cargar con su culpa y tu protagonista al final se dio cuenta y trató de remediar los males hechos.
ResponderEliminarUn abrazo
Puri
Hola Puri,
EliminarQué bien que David con su gran iniciativa nos haya unido, :)
Culpar a otros muchas veces es más fácil que ver la realidad.
Muchas gracias por comentar.
Un abrazo.
El despertar de la conciencia de cada uno. que difícil aceptar que la felicidad depende de nosotros mismos, aunque nos acompañemos de gente amada. Pero el amor es algo tan complicado cuando no tiene una base y un sentido profundo...
ResponderEliminarMe ha gustado como has plasmado todos esos sentimientos de los dos personajes.
Suerte en el concurso.
Un beso.
A mí me gusta lo que tu dices Francisco, el amor es algo tan complicado cuando no tiene una base y sentido profundo... toda la razón.
EliminarMuchas gracias por tus palabras, amigo.
Un besazo.
Un relato genial Irene! Me ha encantado. Salir de la zona de confort puede ser una decisión muy difícil, pero una vez se ha logrado suelen haber muchas ventajas. Me alegra ver que tus dos protagonistas acaban viendo la luz. Un fuerte abrazo! ; )
ResponderEliminarY yo también Ramón, siempre hay luz, a veces se tiene que caer para luego al levantar la cabeza la encontremos.
EliminarMuchísimas gracias por tus palabras.
Un fuerte abrazo.
Hola Julio David,
ResponderEliminarJusto le he comentado esto mismo a Ziortza, yo también lo creo. La suerte del tiempo, que nos hace ver más allá.
Muchas gracias por tus palabras.
Un abrazo.
Bueno... ahora que lo leo, igual, igual no. Tú lo explicas, mejor, :)
ResponderEliminarCuando la indiferencia se dilata demasiado en el tiempo, un hielo espeso separa a la pareja que un día se amó. Si nadie intenta derretirlo, se hace cada vez más espeso.
ResponderEliminarDespués de años de apatía, uno se da cuenta de que la vida en común está vacía. Y muchas veces, cuando uno de los dos (en este caso él) intenta el acercamiento, ya es demasiado tarde. Como muchos conflictos en esta vida, si se hablara a tiempo no llegarían a cronificarse.
Un relato estupendo.
Un abrazo.
Tienes razón Josep Maria, cuando uno despierta del trance de apatía, ya es tarde, por eso no se puede dar nunca nada por seguro, todo lo contrario.
EliminarMuchísimas gracias por tus palabras y por la valoración, te lo agradezco.
Un fuerte abrazo.
Impresionante!, Irene tu relato me parecido lleno de verdad, de sentimientos rotos y de realidad. Has retratado el paso de una vida sin amor y sin sentido, de unos seres conformistas que al final son atrapados por la apatía y el desamor. Has retratado dos personalidades y dos formas de afrontar la derrota, y lo has hecho con mucha sensibilidad.
ResponderEliminarMuchos besos Irene y feliz semana.
Me alegra muchísimo tu comentario, Xus. Y te lo agradezco de verdad.
EliminarEl amor no se debería nunca comprender como una resignación sino todo lo contrario.
Suerte que el tiempo siempre termina por abrirnos los ojos.
Muchísimas gracias, :)
Besos y feliz día.
Qué difícil es mirarse al espejo,... Estupendo relato Irene!
ResponderEliminarMuy difícil Norte, te doy la razón.
EliminarMuchas gracias por comentar.
Un abrazo.
Me ha gustado mucho, Irene. Si hay algo difícil a la hora de escribir, al menos desde mi punto de vista, es saber narrar con exactitud y precisión las emociones humanas, más aún cuando se trata de amor y desamor.
ResponderEliminarPienso que cada quien lleva las rupturas de una manera diferente, y hay casos en los que uno de los dos es más valiente, más decidido y prefiere desanclarse antes que seguir con una persona que ya no lo hace feliz.
Totalmente de acuerdo con esa última frase: al final los únicos capaces de salir adelante somos nosotros mismos.
Un besazo.
Si cada persona es un mundo y eso hace que tengamos diferente tiempos para afrontar el proceso de 'luto'.
EliminarGracias Sofía, creo mucho en la individualidad compartida.
Te agradezco muchísimo tus palabras.
Un besazo.
Maravilloso relato para el que te deseo muchísima suerte, Irene. Tratas todo el devenir de unos hechos que se inician con una ruptura que ya existía mucho antes de que se "materializase". Considero valientes a esas personas como Carmen que salen de su zona de confort pero no puedo dejar de empatizar con gente como Pablo que se resiste a digerir que todo ha terminado. En algún momento ha de llegar la lucidez a su corazón herido y tomar conciencia de que hay cosas sin vuelta atrás.
ResponderEliminarQué bonita tu frase "el silencio de la emoción no expresada siempre termina por germinar en desdicha", estoy de acuerdo con ella.
Un fuerte abrazo, Irene.
Muchas gracias por tus cariñosas palabras. Te lo agradezco mucho, Chelo.
EliminarYo también lo creo, si acallamos nuestros sentimientos al final estos exigirán salir.
Un beso.
A veces vivimos tan centrados en nosotros mismos que creemos que todo gira a nuestro alrededor, incluso quienes se supone amamos. Por eso nos cuesta tanto aceptar el abandono, el rechazo, por eso pensamos que la culpa es del otro (de la otra). Hasta que la realidad se impone y vemos la luz, la luz que ilumina y nos muestra nuestras propias tinieblas.
ResponderEliminarTodos estos pensamientos me han venido a la cabeza según te leía. Me ha encantado cómo lo has contado, Irene. Sabes describir muy bien los sentimientos. Escribes de lujo.
Te deseo toda la suerte del mundo en ese concurso. Tengo el corazón dividido porque también se presentan otros compañeros que aprecio y que valoro.
Cómo me alegro de no formar parte del jurado porque está realmente complicado elegir.
Un beso grande.
Como me alegro que del relato hayas extraído esta reflexión, Paloma. Me he quedado leyéndolo un ratito y extrayendo algo de él. La luz simboliza liberación, rompe con esa oscuridad en la que muchas veces uno termina encadenándose y el tiempo es su peaje a invertir.
EliminarMuchas gracias por tus palabras y el cariño. Y no te preocupes Paloma, que con este tipo de iniciativas ganamos todos.
Un besazo, enorme.
Hola Irene
ResponderEliminar¡Cuantos comentarios amiga mía! Poco me queda por decir.
A lo mejor...si se hubiesen pasado por Córdoba las cosas habrían sido diferentes. Nunca sabe uno cuanto, los pequeños detalles, pueden cambiarle a uno la vida.
Hola Paola,
EliminarLos pequeños detalles son necesarios y enormes depende de como uno los mire.
Muchas gracias por tus palabras y tienes razón, Córdoba es mucha Córdoba, :)
Un abrazo.
Te encontré Irene.
ResponderEliminarBuen trabajo compañera. Me gustó mucho que comenzaras el relato con la reflexión de "no saber mirarse o verse" y terminarla con el reflejo de él en el espejo mirándose a sí mismo.
Un relato desde la perspectiva de dos personas que enfrentan y afrontan los fracasos de la vida de modo diferente.
Un abrazo y hasta pronto Irene.
Hola Tara,
EliminarQué bien que nos hayamos encontrado, espero que nos leamos pronto de nuevo, :)
Muchas gracias por tus palabras.
Un abrazo.
Hola Irene!
ResponderEliminarDisfruté mucho de tus letras, esta estructura que nos deja ver las dos caras de las moneda y que toda realidad tiene eso; sus ángulos dependiendo de quién los mire. Tal vez una historia que podemos identificar como "común" y que tus letras le dieron un toque profundo y especial. Me encantó, gracias!
Suerte en el concurso y abrazos!!
¡Hola, Diana!
EliminarMe alegro mucho que disfrutaras y te agradezco que me lo digas.
Al final por mucho que se compartan experiencias, cada uno vive ese proceso de diferente manera.
Muchas gracias por comentar.
Un abrazo.
Excelente relato, Irene. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarSaludos
Me alegro y te lo agradezco mucho, Javier.
EliminarGracias por quedarte, espero que nos leamos pronto.
Saludos.
Hola Irene, te visito a partir del concurso "Tintero de oro" de David.
ResponderEliminarUn relato muy bien estructurado y muy bien escrito, con frases dotadas de mucha fuerza. Haces una descripción muy visual del hastío al que puede llegar una pareja, carcomidos por la monotonía y dejándose llevar por la costumbre. Me pareció muy acertada la parte en la que hablas de como dos personas que llevan años juntas son incapaces de reconocerse a sí mismos la realidad de no poder tener hijos, creyéndose su propia mentira y haciéndose creer a los demás, un ejemplo de que cuando no se trabaja por generar una confianza absoluta en la pareja, la desconfianza se vuelve norma.
Al final los dos terminan por reencontrarse a sí mismos y encauzar sus destinos, cada uno tras un proceso diferente pero igualmente duro, tal vez ese golpe que les asestó la vida era lo que necesitaban para empezar a conocerse a sí mismo. Un relato en definitiva muy apegado a la realidad.
Un abrazo y suerte en el concurso.
Hola Jorge,
EliminarEs una estupenda iniciativa la que ha creado David, ha logrado que nos encontráramos unos con otros y compartir nuestras letras.
Estoy muy agradecida por la valoración que le otorgas al relato. Es fácil creer o dejarse llevar por una mentira, puede que sea por comodidad o miedo a salir de esa irrealidad que se ha creado, pero todo termina por emerger. El tiempo se encarga de cuestionar la verdad y esta precisa de valor para salir de todo lo silenciado o acomodado.
Muchas gracias por tus palabras.
Un abrazo.
Qué relato donde cada uno se ve que ya no depende del otro sobre todo ellas que dio el primer paso. Aveces es lo que hay que hacer antes que la monotonía acabe con la pareja. Has descrito muy bien el relato. ¡Maravilloso! Un abrazo
ResponderEliminarMamen, me alegro mucho que te parezca maravilloso. Muchas gracias, :)
EliminarUn abrazo muy fuerte.
Es más fácil culpar al otro de nuestras desdichas que buscar la razón en uno mismo. Menos mal que Pablo al fin comprendió.
ResponderEliminarUn abrazo, Irene. Muy buen relato.
Es verdad, lo difícil es afrontar la realidad. Muchísimas gracias por comentar, Bruno. Un abrazo.
EliminarTe devuelvo la visita, Irene. Un relato triste de desamor que estudia bien a los dos personajes. Unas veces se dice que los hijos separan a las parejas, pero también no tenerlos produce los mismos resultados, porque el problema es la convivencia en cualquiera de los dos casos. Si para mantener el amor hay que dejar de ser uno mismo no merece la pena. Suerte en el concurso. Abrazos.
ResponderEliminarQué bien que me la devuelvas, Lana. Me alegro mucho por ello. Y te doy la razón, no podemos perder nuestra parcela individual, lo que se tendría que hacer es compartirla y así lograr expandirla.
EliminarMuchísimas gracias por tus palabras.
Un abrazo.
Tal y como he leído a algunos compañeros al comenzar sus comentarios, he llegado hasta aquí gracias a “El Tintero de Oro” de David Rubio Sánchez, y así he podido disfrutar, amiga Irene, de este relato; tristemente real, aunque esperanzador al final, describes bien lo que rodea la ruptura de muchas parejas. Sólo me queda darte mi enhorabuena y desearte mucha suerte en el concurso. Un abrazo. Nos leemos…
ResponderEliminarHola Patxi,
EliminarMe alegra que hayas llegado de la mano de David, poco a poco nos iremos conociendo y disfrutando entre letras.
Agradezco muchísimo tus palabras y te deseo la misma suerte. Por ahora ya hemos ganado.
Un abrazo, fuerte.