jueves, 21 de noviembre de 2024

Ojo por ojo, diente por diente

 



En aquel desvelo, susurros maliciosos enmarañaban mentiras, falsedades que mostraban escenarios mortales. Cuchicheos que se sentían como sermones yaciendo en el pecado. Desterrada en el infierno de otros. Aquellos que debieron acogerla la habían mancillado, cedido una mano para luego quitársela sin temor ni remordimiento. Ángela no se sentía segura, por primera vez en su vida fue consciente de la mentira. De verdades veladas, de dobleces apremiantes. No era soledad, era reconocerse ante desconocidos, visionar una nueva atmósfera, una trampa venenosa.

—Pequeña, debes entenderlo.

—El qué, padre, explícamelo.

—Lo hemos perdido todo, no nos queda nada.

Y era cierto, aquella casa, la que hasta horas atrás sentía su hogar no brillaba.

—Lo que me pides es inmoral.

—¡Joder! Tú, solo haz lo que se te requiere —Ángela sintió esas palabras como una bofetada, una furia no reconocida en aquel hombre que hasta ese momento idolatraba, y lo vio, por primera vez reparó en lo que era, un monstruo enfermo. —Es hora de que aportes algo. Te prometo que solo será esta vez, nos lo debes, a veces en las familias se hacen cosas que no nos agradan, pero piensa que es un bien común.

—Y, ¿qué espera de mí?

—Ya te lo he explicado, solo tienes que seducirlo, coquetea con él, y cuando no te vea ponle estos polvos en la bebida, ¿ves qué fácil? Solo eso, nada más, el resto lo hará Germán.

—Pero…, padre. No me pidas eso, te lo suplico.  

—Déjate de tonterías, te he visto tontear mil veces con el hijo de Paco. Es lo mismo.

—No, no lo es. Solo de pensarlo, sé que no puedo, y si me toca, me da asco, no quiero, por favor. —Suplicó entre lágrimas.

—No querrás que le pase nada a tu hermano, ¿verdad?

—¿Cómo?

—Mira niña, estoy harto, os lo hemos dado todo, pero si no obedeces, algo malo pasará, y estarás presente cuando suceda.

El primer error, la aceptación del bien común en deshonra del propio. Y quizás lo supo, ese no sería el primer favor, ni tampoco la última vez que haría por otros lo que sus creencias le negaban. Por las noches rezaba, de repente de la nada le vino la necesidad de rogar a un Dios, a un ente invisible, creyendo que en cada ruego encontraría la salvación. E imploraba, lloraba y suplicaba que todo terminara, pero no sucedió.

Con los años terminó desgastada, muerta en vida, acatando actos de otros, dejó de rogar, nadie la acogió, renunció a ser un animal herido para convertirse en el villano. Amordazó cualquier sentimiento, aquella adolescente dejó de existir, convertida en una aberración amaestrada. No sentía pena por las víctimas, ella misma lo era.

Pero todo cambió, el miedo pasado regresó exponiéndose, decadencia de aquello que se hizo en nombre de la familia, de la protección y seguridad por su hermano, desmenuzándose como cuando se vive en paralelismo distintos. En un egoísmo burlado de disfraces no compartidos.

Encontró a su madre en la salita donde siendo niña se creyó parte del todo, bebiendo, a saber, cuántas copas llevaba encima, pero con resignación decidió ignorarlo y solo preguntarle lo que le interesaba.

—¿Dónde está Alfonso?

—¿Por qué?

—Habíamos quedado para comer y no me coge el teléfono.

—Se habrá olvidado, ha salido con tu padre y su socio, algo importante de la junta. Ya sabes cómo son estás cosas. Y ahora déjame, estoy ocupada.

—No, mamá, no lo sé, ¿qué es tan importante?

—Bueno, hija, quizás no ha querido decírtelo, eres algo desconfiada y aunque Alfonso te aprecia, sabe cómo te pones cuando no salen las cosas como tú quieres.

—¿Desconfiada? Y, cómo dice que me pongo mi presuntuoso hermanito.

—Sí, estás amargada y no lo entiendo.

—Claro, mamá, qué vas a entender si vas alcoholizada desde hace cinco años. Así te es más fácil no ver en lo que me ha convertido tu marido, pero ni todas las botellas restarán la realidad y es que soy un juguete al que usar para cerrar tratos. Así que dime, desconfiada de qué.

—Esto lo tienes que hablar con ellos, yo no sé nada.

—Esta vez no vas a esconderte como una cobarde, y me dirás de qué va lo de Alfonso,

—Lo van hacer socio de la empresa.

Fuertes palpitaciones anidaron en su corazón, como gorriones en busca de sustento, creyendo por un momento que esa sensación de frío interior la mataría. Pero había aprendido a no mostrar ningún sentimiento. Esa flaqueza lo único que proporcionaba era coacción, corrosión que no podía permitirse. 

—Así que va a ser socio, ¿desde cuándo? Qué más da. Esto solo significa que me libero. Díselo a ambos cuando lleguen de jugar a los grandes empresarios.

—Te he dicho que hables con tu padre.

—No, lo voy a hablar contigo. Llevo años sometida por miedo a que le hicierais algo a Alfonso, y ahora resulta que mi querido hermano va a ser socio y no se me informa. Más que eso, se me trata peor que a un perro, y no solo eso, es que ahora solo proceso una genialidad, y es que, a partir de ahora será él quién me diga lo que se espera de mí, pero sabes qué, ni hablar. Buscaros a otra a la que utilizar. Aunque, fíjate, no todo son malas noticias, imagínate cuando papá se entere de que se te ha ido la lengua, se va a enfadar mucho. —Ronroneo con desdén. —Hoy habrá doble celebración, pero esta mamá, es problema tuyo.

—No, no, no le digas nada, hablaré con ellos, te prometo que todo será diferente, pero no, no…

—Ay, mami, es que le das demasiado a la bebida, debes controlar que luego se habla de más. Pero céntrate y escucha con atención, como estás tan parlanchina no tendrás ningún problema. ¿Estás atenta? No voy a repetirlo.

—Sí, sí, pero hija, sabes cómo se pone.

 —Ah, en estos momentos tus miedos son secundarios, ahora viene la mejor parte, escucha con atención, ni penséis por un segundo que vais a continuar manejándome. Dile a mi padre que he aprendido cosas, cosas que debéis temer, porque vuestras peores pesadillas ni se acercan a lo que sería capaz de haceros si os volvéis acercar a mí. Y a mi hermanito dile que en la próxima vida dejaré que se pudra en el infierno.

Pero Ángela no se quedó saciada, por un tiempo creyó, así lo sintió, que solo con estar lejos de ellos, de lo vivido, adquiría una clase de misticismo bíblico, un consuelo que no recibió, su cuerpo ya nos les pertenecía, pero su mente seguía cautiva, así que regresó, lo hizo, y quemó con todo y todos aquellos seres que la usaron a su antojo.

 

<<Habéis oído que antes se dijo: ‘Ojo por ojo y diente por diente.’ Pero yo os digo: No resistáis a quien os haga algún daño. Al contrario, si alguien te pega en la mejilla derecha, ofrécele también la otra. Si alguien te demanda y te quiere quitar la túnica, déjale también la capa. Y si alguien te obliga a llevar carga una milla, ve con él dos. Al que te pida algo, dáselo; y no le vuelvas la espalda a quien te pida prestado…>> MATEO 5:38-48



Últimamente ando de un crédulo increíblemente acogedor, eso provoca que no tema a escribir y, escribir, sin temor. Sé que este relato es mucho más largo de lo habitual, así que, si habéis llegado hasta aquí: MIL GRACIAS. ¿Os soy sincera? Estoy literalmente experimentado y ver hasta dónde llego, pero sobre todo, de lo que soy capaz. Ahí, sin miedo. (Va, solo con tembleques silenciosos, muchos). Y como estoy pedigüeña os agradecería que me dijerais sin temor alguno, errores o mejoras. Qué morro, ¿eh? O mejor dicho, menudo compromiso.

Todavía sigo bajo el influjo de Lilith, así que he seguido leyendo varias cosillas, ;)

Besos, y más abrazos.


jueves, 14 de noviembre de 2024

Juguemos a verdad o atrevimiento

 

Últimamente estoy leyendo algunas entradas de esas que se te meten en las entrañas, y ahí se quedan las jodías, que no las sueltas. La última de nuestro compañero Cabrónidas, aquí la dejo: https://lamadredelpatonegro.blogspot.com/2024/11/393-anonimo-navegante.html.

Y sé, lo sé, tiene poco o nada con lo que voy a exponer, pero cuando afirmo que soy compulsiva, es cierto, y eso me provoca un cortocircuito de ideas convulsas que no se callan.



¿Qué es la verdad? Siempre que me pongo a pensar en ello, me viene a la cabeza: será la mía, la del vecino o la del que está en otro continente. Qué hay de certeza en esa palabra. Lo que yo visiono como un hecho fidedigno, bajo el influjo de mis percepciones, y estando en un estado totalmente lúcido, estoy segura que hasta perdería la mano al afirmar, que mis experiencias y creencias no serán las mismas que las vuestras. ¿Entonces falseo? No creo. Como tampoco que lo hagan otros. Y soy terca, y eso hace que muchas veces mi palabra sea ley, pero aún así, dentro de la aceptación se contemplen diferentes variantes. Y se aprende, vaya si se aprende.

Como un experimento científico, voy analizarme cual ratón y como necesito otro sujeto para las variables, introduciré al ratón Míriam, es decir, mi hermana, perdóname.

Solemos hacer terapia destructiva incorporando la risa, ¿cómo es? Volver al pasado y carcajearnos de todas las penurias, funciona, de verdad, y es gratis, el truco es hacerlo hasta que te duele el estómago, cuando te has revolcado un buen rato, terminas el día como dios. La cuestión, es que el sujeto M e I, empiezan a relatar un recuerdo compartido, mismo lugar, gente, circunstancias, pero…, porque lo hay, cada una lo percibe de un modo y ese mismo hecho crea dos alternativas, con núcleo común, pero no forma. ¿Quién miente? Ninguna o quizás las dos. Podríamos valorar época, edades, carácter, sensibilidad, memoria, cien factores distintos o simplemente dar por válido que la verdad no es universal, y flaquea.

En cambio, en el segundo experimento se les dice a M e I, reciten algo invariable como el abecedario, o una receta sencilla, o canten una canción que comportan y ahí, no habrá fallo.

Las vivencias con el tiempo se difuminan o colorean para que no duelan tanto, es una de las razones por las que el pasado siempre es más bonito, actuamos con él como si nada malo nos hubiera hecho, cuando es la razón fundamental de porque hoy somos así. Y sin rencor, eh, ¡ja!

Pero ahora vendría el punto, el real de esta entrada. Así que dejo a M e I con un par de bolitas de queso para que se entretengan, (vale, lo dejo, hago chistes malísimos, lo sé) La cuestión es, ¿podemos fiarnos del resto del mundo? y, ¿sus verdades a medio cocer? ¿Nos mienten? En mi caso, los primeros, los clientes; siempre me dicen que mañana sin falta me envían la documentación pendiente y debemos vivir en espacios alternativos dispares porque ese mañana nunca llega, es un bucle sin fin.

Es cierto que no podemos saber a ciencia cierta cómo somos o cómo son el resto, ni nosotros terminamos de conocernos por mucho que digamos que sí, es imposible, uno se reconoce en el caos y esa sorpresa no es siempre gratificante, a parte, está el hecho de que no somos los mismos que ayer, ni los que seremos mañana, solo la esencia perdura, y esa, ¡ay! Bendita sea, es la que nos dice: quédate es un buen sitio. Lo importante debería ser el valor que se le dé a esa mentira u ofensa. El poder de que nos hagan daño siempre será nuestro. Que nos moleste descubrir otras versiones, claro, y más que eso, decepción, frustración, no hay ni que valorarlo, pero esto no debería crear un conflicto enquistado, porque entonces ya han ganado. Y ese desgaste, no merece para nada la pena. Lo que digo, estoy de un maravilloso egoísmo insoportable. 

No, de verdad, querámonos para bien, gratifiquémonos y desechemos aquello que nos quita aliento. Bajo mi prisma de Yoda, la cuestión real sería saber si se es sincero con uno mismo, y esa debería ser la única verdad válida, lo demás es circunstancial nos puede moldear, pero no definir.

 

Siento este momento de elucubraciones, pero me he dicho, y por qué no, ;)

Mil gracias por vuestro tiempo.

Besos, y abrazos. 


jueves, 7 de noviembre de 2024

El bramido del Sr. González

 


Toda la vida infringiendo tormento, y ahora estaba en una situación en la que no disponía de ningún tipo de control. Vulnerable. Transpiraba miedo. Como un animal herido en una trampa mortal. La que en cada aliento se va despidiendo de la vida. Un ser infeccioso, carcomido ante la miseria de un último grito, desgarrado y con expectativa servicial. Quién diría que en ese momento recordaría a aquellas personas que debí amar, a las que deseché para crear un imperio de marfil. Mis manos manchadas de sangre las despreciaron, en el pasado la indulgencia me hubiese provocado urticaria, ahora, precisaba de su misericordia, de cobijo para no sentir esta pestilente soledad. Los únicos cercanos, urracas ilusionadas por ver y oír el último aliento. Satisfechos ante este final, el mío. Incitando al poco orgullo con el que residía, proveyéndome de fortaleza, bravura, pero ellos lo sabían, yo lo sabía. Quedaban semanas, días, quizás solo horas para el desenlace. Una última nota, canción de cuna donde el hambre me hizo hacer promesas, ahora el dinero cosechado no valía nada, las perspectivas se cernían en aquella habitación, el veredicto lo remataría. Y de repente una voz, la única que podía darme una escapatoria, la absolución y la promesa de venganza, no había aprendido nada. El arrepentimiento se extinguió al escuchar al Juez decir.

<<Condeno al Sr. González a la pena máxima…>>

 

Palabras: 228

 



Para participar en el reto, podéis entrar en el enlace: El Tintero de Oro, el tema a seguir es: MICRORRETOS: EL PERSONAJE Y SU ENTORNO.

Mil gracias por vuestro tiempo.

Besos, y abrazos.


martes, 5 de noviembre de 2024

Embrujo ofrendado


Este relato es la continuación de: Embrujo extraviado, lo incluyo por si no lo habéis leído y os apetece, siempre sin obligación, que esa palabra es fea, no, horrible, ;)

Mil gracias por vuestro tiempo.

Besos, y abrazos. 




<<Búscame>>

Me largué, hui, no me importó dejar atrás cualquier estabilidad, cobarde ni siquiera llamé al trabajo o cualquier amigo que pudiera preocuparse, simplemente desaparecí. En el fervor solo era consciente de que aquella hada demoniaca tenía todo el control sobre mis actos, el dominio al que me sometía era inhumano, aunque lo peor era no recordar nada de lo que sucedía. Eso me provocaba pavor, miedo al imaginar de lo que podía ser capaz en aquellos duermevelas. Pero las cosas no fueron como pensé, creí que al esfumarme e intentar empezar desde cero, en otro lugar, con otras gentes, la subyugación en la que estaba sometido desaparecía. No fue así.

<<Búscame>>

No dormía, no podía o ya no lo intentaba, sabía que si cerraba los ojos visualizaría esa sonrisa, esos ojos endemoniados me hipnotizarían y reclamarían, era débil, el deseo de volver a ella cada vez se hacía más fuerte. Cuando al final caía rendido, y el sueño gobernaba cada partícula de mi ser, ahí, ahí empezaba lo peor. Susurros como cantos de sirena, solo una palabra, pero con una fuerza intensa y corrompida. Me tenía a su merced. Y la odiaba.

Siempre había sido un tío que se cuidaba, las pocas veces que salía casi no bebía, pero con tal de mantearme despierto acabé convirtiéndome en un despojo, aquello que más aborrecía, alguien viciado. Las pastillas eran el alimento más preciado. Pero el cuerpo tiene un tope y éste se fracturaba, lo siguiente sería la muerte.

<<Búscame>>

Me pasaba el día en la biblioteca, en internet, cualquier información era valiosa, buscaba libros de rituales, brujería, magia; me importaba poco solo quería saber que es lo que estaba pasando, la razón por la que no podía pararlo. Ya no era deseo, era peor, hambre de postrarme a ese ser, de cederle cada partícula de mi alma. Pero no había nada, ninguna información solo más preguntas, dudas y miedo. Y eso me enfurecía, malograba la situación caótica en la que coexistía. Empecé a odiar, algo negro, infecciosos enardecía allí donde me postraba, mis ojos, ellos también empezaron a cambiar, estaba transmutando en un ser corrompido y deleznable. No me reconocía, y la parte humana que todavía conservaba cada vez se mostraba más fugaz.

Toqué hondo, el suicidio rondaba por mi mente, estaba totalmente descontrolado, desquiciado. Así que decidí volver a inicio, urgía encontrarla, que se lo quedara todo, poco quedaba, pero por lo menos me diera respuestas, me salvara, era suyo en cuerpo y alma. Lo mínimo que me debía era la verdad. Esta vez la localicé rápido, el lazo en el que estaba atado supuraba desprecio y anhelo, era fácil olerlo.

—Vaya, vaya. Qué tenemos aquí. Has vuelto.

No contesté, para qué, ambos sabíamos que lo haría. No se puede luchar contra lo inevitable.

—Sabes, cuando te vi en aquel antro, tan bien peinadito, modosito y desubicado pensé, libéralo. Esas cadenas lo oprimen, haz que vibre. Pero… —Calló.

—Pero, ¿qué?

—Oh, cariño. No estás en posición de exigir nada. Me gustaste, qué decir, ¿sabes quién soy? —Río con desprecio. —No, claro que no. Aunque si somos sinceros llevas buscándome toda la vida, el apetito, la necesidad de carne, es solo una pincelada, una pequeña muestra de lo que podría cederte, pero antes debes decidir. ¿Qué harás? Si lo revelo, serás mío; eternamente mío. Aunque ya lo eres, ¿verdad?

Me debatí, un último brillo, esperanza, creencia, qué sabía, pero intenté localizar el último resquicio de misericordia perdida, luché por negarme a ser ese pelele en el que terminaría convirtido. Pero miré atrás, a todos aquellos meses en los que poco a poco me había ido corroyendo, reconvertido en alguien desconocido y acepté. Me postré a sus pies, como un ser débil de rodillas supliqué.

—Bien querido, el juego empieza ahora. Soy Lilith, a partir de hoy, tú serás mi Adán. Pero no te equivoques mi amor, subsistirás hasta que yo lo decida.