―Fernando, ¿dónde está el crío? Tu hijo otra vez, ¡dios! Que no aprende. Desastre, tras desastre. ¿Dónde está? ¿Dónde?
―Va mujer, seguro que no es para tanto. Chiquilladas de la edad. Una mala etapa.
―¿Una mala etapa? El niño tiene cuarenta años, ¡cuarenta! Y sigue viviendo a cuerpo de rey, y eso, mira, ya lo tengo más que aceptado, pero sus estropicios eso sí que no, me niego, no pienso tolerarlos.
―Relájate Manoli, siempre estás exagerando, seguro que no es tan grave.
―¿Qué vi en ti? ¿Qué? Como puedes vivir tan tranquilo, normal que Nicolasín nos haya salido de esta manera, mano dura era lo que necesitaba y no tanta comprensión. Que sepas que todo esto es por tu culpa. A mi edad debería estar disfrutando de la jubilación, viajando y pegándome comilonas, que me sirvieran como una reina, pero no, claro que no, era mucho pedir. Aquí me tienes limpiando las trastadas del niño. Pero esta vez ha ido demasiado lejos.
―Sí, sí, mi culpa y ahora, ¿dime qué sucede? Deja de divagar y dilo de una vez, al final me perderé la serie.
―A mí no me hables así o te juro que os abandono, ¡me largo! Y no quiero discutir Fernando, pero es que solo sabéis crisparme los nervios. Mi pobre madre, una santa en vida, siempre me lo decía; deja a ese hombre es poco para ti. Y te prometo que porque ya no está presente que sino me iba.
―Venga calabacita, no te pongas así, ¿qué haría yo sin ti? Cálmate y explícamelo, ¿quieres?
―¡Oh! Fer… hacía mucho que no me llamabas así, ahora mismo te lo explico caramelito. Resulta que esta mañana he ido a recoger su habitación, ya sabes lo desordenado que llega a ser, con toda esa plaga de alimañas que guarda en la vitrina, ¿desde cuando una araña es un animal de compañía? Hasta para eso nos ha salido raro el chiquillo. Y me he dado cuenta de que había un objeto brillante, así que me he acercado, los dos sabemos el miedo que me provocan esos bichos, pero he pensado; este insensato a ver si va a perder algo de valor, es entonces cuando lo he visto. ¡Qué calamidad! No podía ser un hombre responsable, como el hijo de la Puri la vecina del quinto, o como…
―Mujer, ¡dilo ya!
―Una mano, Fernando. ¡Una mano!
―Y te pones así, ¿por eso? Estos animales comen proteína. Siempre estás quejándote de la economía doméstica así que pensamos como reducir los gastos. El chico está muy encariñado con sus tarántulas y no quería deshacerse de ellas. Lo ha hecho por el bien familiar.
―Pero, pero… ¿dónde está el resto del cuerpo?
―Qué tonterías, ¿dónde va estar? En el congelador. Cada semana le damos una porción y así Nicolás no tiene que pasar por la tienda de animales. ¿No estás contenta? ¿Por qué me miras así? ¿No lo hemos hecho bien?
―Pero, pero… y… el muerto, ¿quién era?
―Ah... por eso no te preocupes, es una pequeña venganza de nuestro hijo. Está escarmentando a todo aquel que se ha reído de él a lo largo de su vida, colegio, instituto… ya sabes. Puedes estar muy orgullosa, ¿ves como si tiene iniciativa? Y ahora calladita, que empieza la serie y no quiero perdérmela. ¿Queda claro?
Nunca de los nunca se había escuchado menos ruido en la casa de los Ruiz. Es más, la señora del hogar no volvió abrir la boca en su corta y perecedera existencia.
Relato presentado en la Comunidad: Escribiendo que es gerundio <Alrededor de un tema>
¡No me digas que la araña acabó comiéndose a la madre! :O
ResponderEliminarUn relato, "terrible", Irene. Apropiándome de una de tus frases: "Nunca de los nunca imaginé esto de ti" ; )
Un abrazo. : )
Espero que eso que no habías imaginado sea bueno y para bien, jeje
EliminarQuién sabe, puede que solo se quedará muda del espanto o quizás el hijo si sintió en algún momento burla por parte de su madre, eso ya... os lo dejo escoger a vosotros, :)
Muchas gracias por comentar.
Un besote.
Qué divertido, Irene. Está contado con mucho humor que le quita todo dramatismo a la situación. Lo que no entiendo es como esa buena mujer no se fugó hace mucho tiempo, porque entre el Nicolasín con cuarenta inútiles años, y el caramelito, con tanta serie y tan loco, no sé cómo va a terminar ella, la pobre calabacita.
ResponderEliminarLa más lista, la araña, dónde vas a parar.
Un beso y mucha suerte. A ver si tengo tiempo de presentarme que ando muy liada.
Como me he reído con tu comentario Rosa, jajaja ¡Qué bueno! Yo tampoco lo entiendo, pero da un perfil de persona que le gusta hablar y quejarse mucho y luego a la hora de la verdad sino viviera de sus lamentos no le quedaría mucho más.
EliminarMuchísimas gracias por tus palabras. Ya he leído tu relato, :) Es muy bueno, suerte para ti también.
Un beso grande.
Qué bueno Irene. Ay qué duro es educar, y que luego te salgan así...claro que el padre apoya esa venganza así que no es raro que Nicolasín acabase así. ¡Pobre calabacita!
ResponderEliminarBesos.
Yo no he educado, pero he sido la otra parte y sí, hay que ser justos con los padres y apechugar, os lo ponemos difícil, jeje
EliminarMuchas gracias por comentar, Gema.
Besos.
Pero qué buena eres, mi querida Irene, cómo he disfrutado leyéndote y viendo las imágenes, hasta he podido escuchar y sentir los cambios de tono en los diálogos.
ResponderEliminarMaravilloso giro al final, muy sorpresivo.
Te felicito, corazón.
Mil besitos para tu noche.
Tú si que eres buena, Ana María.
EliminarMil gracias por tus palabras, me alegra muchísimo que hayas disfrutado.
Un beso enorme.
Ja,ja,ja,ja como dijo uno de los personajes de la película Toc Toc, "vaya circo hemos montado aquí".
ResponderEliminarMuy bueno Irene, te escribo con una sonrisa en la cara por tu ingenio y buen humor. Además con la inclusión de los diálogos, el relato se lee en un suspiro de felicidad.
Calabacita y su tropa, vaya gente!!
Un abrazo y gracias por este regalo para las endorfinas.
Hola Miguel,
EliminarTodavía la tengo pendiente, y creo que a este paso que llevo (muuuy lento) me tocará verla en el sofá de mi casa, jeje
Me alegra muchísimo esa sonrisa, es más de lo que podía aspirar.
Una familia peculiar, ¡vaya que sí! ;)
Un beso, y las gracias te las doy yo a ti.
qué bueno Irene , me imagino ese crío con cuarenta años jugando con sus tarántulas y mejor dicho dándole de comer. Me he reido mucho. Un abrazo
ResponderEliminarMamen, qué bien que lo hayas disfrutado y muchísimas gracias por decírmelo, :)
EliminarUn abrazo.
Humor negro del grande, Irene! Desde luego esa familia tiene serios problemas de comunicación... aunque parece que se han solucionado de manera drástica.
ResponderEliminarUnos estupendos diálogos, naturales, dan un ritmo fantástico a una historia que se lee con una sonrisa y se termina con una carcajada. Un abrazo!
Nunca un problema duro tan poco en la casa de los Ruiz, cualquiera se arriesga a opinar, puede que sea tu último aliento, jajaja
EliminarMuchas gracias por tus palabras, David. Pero por las risas más, :)
Un abrazo.
El "caramelito", con su aclaración de quién era el cuerpo, logró que la "calabacita", por fin, enmudeciera. Se lo tendría que haber dicho antes jajajaja...
ResponderEliminarLa frescura de los diálogos hace que se lea en un suspiro, un relato muy entretenido, con humor negro del fino y un cierre genial.
Un gran abrazo, Irene.
Caramelito perdió cuarenta años entre gritos, y con un simple comentario en esa casa por fin ganó la tranquilidad. Pero, ¡a qué precio! jajaja
EliminarMuchísimas gracias por tus palabras, Mirella.
Un fuerte abrazo, :)
Un relato estupendo!!
ResponderEliminarMuchísimas gracias por decírmelo Betty.
EliminarUn abrazo.
Desde luego imaginación no te falta, Irene. La Sra Ruiz tenía que haber seguido el consejo de su madre y abandonado el hogar familiar en lugar de consentir tanto al niño grande jaja
ResponderEliminarUn relato lleno de humor y que he podido captar las escenas y hasta la tensión de la conversación, te quedó bordado hasta el final. Gracias por las risas que me llevo.
Abrazos con cariño.)
La Sra. Ruiz en el pasado tuvo varias oportunidades para huir, ahora quién sabe que le deparará el futuro, jeje
EliminarMuchísimas gracias por tus siempre cariñosas palabras Mila, te las agradezco.
Besos.
Hola Irene. Geniales los diálogos, amiga. Entre la tragicomedia y el espanto, con un humor medido y muy efectivo, me hiciste reír mientras iba viendo lo que contabas.
ResponderEliminarMuy bueno, de verdad.
Un abrazo grande.
De verdad que me alegran todas estas risas, desde que empecé a contestaros yo no me he quitado la sonrisa de la cara, :)
EliminarMuchísimas gracias, Simón.
Un fuerte abrazo.
Coincido plenamente con mis compañeros contertulios, pues el relato de género de humor negro y con este tema tan original, como una araña asesina y una familia no convencional, convierten la trama en una estupenda comedia de terror, donde las sonrisas y las carcajadas se hacen bien sonoras hasta el final.
ResponderEliminarUna delicia de historia, querida Irene, que se lee de un tirón sin prisas pero sin pausas.
Un fuerte abrazo y muchos besitos.
Hola Estrella,
EliminarLas arañas solo son el animal de compañía y las pobres algo tendrán que comer, el qué ya… jajaja El problema sería el hijo que busca el sustento de estas deshaciéndose de antiguos compañeros como venganza por burlas pasadas y a ese padre que lo permite y lo comprende como algo normal.
Muchísimas gracias por tus palabras, amiga.
Besos y abrazos.
No sé qué es peor, si tener una habitación llena de tarántulas o el congelador con restos humanos. Pero, claro, lo verdaderamente importante es que haya paz y armonía en el seno del hogar. Así todos contentos, jeje.
ResponderEliminarUn original relato de humor negro.
Un abrazo.
Yo creo que el congelador da más miedo, pero sí, tienes razón, con lo que cuesta que una familia vaya a una y encima como en este caso, en silencio, ;)
EliminarMuchísimas gracias, Josep Maria.
Un beso.
Un relato fantástico Irene! Me ha encantado y divertido a partes iguales; además, los diálogosson geniales y están muy bien logrados, consiguiendo una naturalidad muy creíble. Pobre calabacita, con esa familia tan esperpéntica. Al menos Nicolasín está hecho todo un maldito psicópata, jaja. Un fuerte abrazo! ; )
ResponderEliminarjejeje Nicolasín es un pequeño monstruito, pero ya sabemos, cosas de la edad, una mala etapa, ;)
EliminarMuchísimas gracias por comentar, Ramón.
Un fuerte abrazo.
Muy bueno. La verdad e sque no me esperaba un relato de estos por tu pluma. Pero me ha encantado.
ResponderEliminarUn besillo.
Muchas gracias María, me alegra que me lo digas.
EliminarUn beso, grande.
Es imposible no reírse ante semejantes peripecias familiares, Irene. Para rematar me vino a la mente la frase de El padrino sobre la familia es lo único que importa. Si es que el “chico” lo hace por preservar la paz familiar... ;) Enhorabuena por el simpático relato. Abrazos otoñales :)
ResponderEliminarSi es que no lo entendemos Eva, al final hasta tendremos que tenerle lástima, ;)
EliminarSolo lo hacía por la economía doméstica, por un bien familiar.... un incomprendido, jeje
Muchísimas gracias por tus palabras.
Un besazo.
Humor negro del bueno en esta especie de familia Adams. Desde luego la mujer tiene mucho que aguantar entre el hijo que es ya un cuarentón y su marido que le consiente todo, jeje.
ResponderEliminarMe he reído mucho, Irene, con esos diálogos tan surrealistas. Te quedan muy "bien" este tipo de relatos, ;)
Un besazo guapísima.
Como me alegro que te hayas reído Ziortza, :)
EliminarLa verdad es que mi humor a veces es un poco ''negruzco'', así que me siento muy recogida por todo vuestro cariño.
Muchísimas gracias, preciosa.
Un beso enorme.
Un relato de un humor bien negro, vaya con el hijito añoso y lo rencoroso que es y caramelito apoyando como el que más, así que mejor que calabacita no abra la boca no vaya a ser la siguiente.
ResponderEliminarBesos Irene
Si es que el rencor es lo más malo que existe, con el tiempo se expande como una mal virus, solo hay que mirar a Nicolasín, :)
EliminarMuchas gracias por tus palabras, Conxita.
Un beso.
Muy buen relato! Original y divertido, me ha encantado.
ResponderEliminarUn beso!
Qué bien Paula, muy, muy agradecida por tu comentario, :)
EliminarUn beso.
Un relato muy divertido y completamente disparatado que me ha hecho reir de lo lindo, Irene. Dice la expresión ¡lo que tiene que aguantar una madre!... y eso que aún no habías escrito tu historia jajajaa.
ResponderEliminarMe ha encantado, ¡un millón de gracias por las risas!
Besitos de sábado.
Lo que tiene que aguantar Julia, se lo he dicho a Gema yo no he sido madre, pero si hija (de las buenas) ¡palabra! pero aun así toca apechugar que es verdad lo difícil que se lo hacemos pasar a veces a los padres, jeje
EliminarLas gracias te las doy yo a ti, ¡siempre!
Muchos besos.
Argg!!!!!!! arañasss... me lo guardo y ya te digo.
ResponderEliminarHola Tara,
EliminarTe aseguro que temerás más a la familia, al final las arañas te parecerán inofensivas, ;)
Cuando puedas, no te preocupes.
Besos.
jajaja madre mía, qué familia! La pobre sí se tenía que haber ido hace tiempo, pero veo que con cariñito ya le cambia el humor. Un besote, me ha encantado :)
ResponderEliminar¿Has visto María? Un poquito de afecto y todo olvidado, jajaja
EliminarMuchas gracias por comentar, :)
Besos.
No sé quién tiene más culpa, si los padres o el niño cuarentón. ¡Divertidísimo, Irene! He estado todo el post sonriendo imaginando las escenas. Muy bueno ese "¿ves como si tiene iniciativa? Y ahora calladita, que empieza la serie" ;-)
ResponderEliminar¡U beso muy fuerte, amiga! Y mucha suerte en el concurso, por supuesto.
Para una vez que la criatura tiene iniciativa y la madre todavía se va a quejar, jejeje
EliminarComo me alegro que hayas estado toda la entrada sonriendo, yo estoy igual.
¡Mil gracias, amiga!!! :)
Un beso.
Fantástico. Muy divertido.
ResponderEliminarHola Marta,
EliminarMuchas gracias por pasar y comentar.
Un beso.
Esa mujer debería haber hecho caso a su madre y no permanecer al lado de semejante individuo.
ResponderEliminarPobrecilla, después de criar a un vago acabó siendo alimento de una araña.
Genial relato, irónico y con sentido del humor. Suerte en el concurso.
Un besote.
Huir no creo que fuera nunca una verdadera opción para nuestra calabacita, yo creo que su mundo era perfecto, hasta que descubrió lo que se cocía entre padre e hijo, :)
EliminarMuchas gracias por tus palabras, Paloma.
Un beso, grande.
Sí, sí, mucho "caramelito" y "calabacita", pero en esta familia se ocultan unas mentes psicópatas tras esas palabras dulces.
ResponderEliminarUn relato que combina a la perfección con estas fechas terroríficas del año.
Un besazo, Irene.
¡Ay! Sofía que razón tienes, jajaja
EliminarMuchísimas gracias por comentar, :)
Un besote.
No dejo de mirar al fodno de todos los espejos. Saludos.
ResponderEliminarHola Juan Antonio,
EliminarGracias por el comentario.
Te agradezco muchísimo que hayas decido quedarte y seguirme, :)
Un saludo.
Si, yo creo que eso ya dejó de importar como todo lo demás, lo único que debió preocuparle es no hacerse notar mucho y sobre todo no molestar.
ResponderEliminarMuchas gracias por comentar, Julio David.
Un abrazo, salado! :)
No se si reir o asustarme... Divertido, desde luego!!
ResponderEliminarUn abrazo.
jejeje, ríete que de eso se trata, :D
EliminarMuchas gracias, David.
Un beso.
Muy buenos los diálogos en esta historia de humor negro, esa araña estaba preparada para atacar y de ahí los resultados en esta familia tan original .
ResponderEliminarA pesar de la negrura del contenido la risa también tiene su importancia .
Besos Irene
Puri
Hola Puri,
EliminarSi, la risa es lo más importante, :)
Muchísimas gracias por pasarte y comentar.
Un beso.
Y es que de tal palo, tal astilla... aunque la astillita tenga ya unos añitos Jajajaja.
ResponderEliminarESupendo y divertido relato Irene, me ha sorprendido tu cambio de registro. Feliz fin de semana!
Menuda pieza la astillita, jeje
EliminarMuchas gracias por tus palabras Norte, un cambio de vez en cuando siempre va bien, :)
Un abrazo, y feliz inicio de semana.
JaJaJa.. Irene me ha encantado el relato, un humor negro muy sarcástico que me tiene con una sonrisa de oreja a oreja. ¡¡Menudo hijito y menudo maridito!! son tal para cual.
ResponderEliminarEnhorabuena Irene porque has tejido una "tela" con un final sorprendente, divertido y muy bueno los diálogos.
Un abrazo muy grande amiga y feliz semana.
Como me alegro de esa sonrisa Xus, es lo mejor de lo mejor, reír y disfrutar. Así que me quedo muy feliz al leer tu comentario. Te lo agradezco muchísimo.
EliminarUn beso enorme, amiga.
Irene, es la primera vez que entro a tu blog y lo he hecho a través del de Pedro Fabelo.
ResponderEliminarSoy una desconocida en las redes y poco a poco voy intentando tejer mi pequeña "tela de araña".
Supongo que la Sra. Ruiz no se fugó de casa, porque en realidad necesitaba de ese ambiente para alimentar su carácter y porque no encontraría otro lugar donde la llamaran "calabacita"...
Fantásticos diálogos engarzados con un sorprendente broche final.
Gracias Irene y gracias a todos por vuestros comentarios.
Hola Ana,
EliminarQué bien que Pedro te haya traído hasta aquí, :)
Espero que nos leamos muchas veces más.
Yo también lo creo, esa ya era su forma de vida y cuando uno se acostumbra a vivir de una manera determinada es muy complejo alejarse e irse.
Muchas gracias por comentar.
Un fuerte abrazo.