''Entre los charcos
y las tristezas
de las aceras
hay alfombras
de hojas ocres
para mis pies cansados.
Hojas que evocan
y despiertan
otros otoños
cuando fantaseaba
con futuros hermosos
que luego nunca sucedieron.
Si pudiera
volvería a entonces
aunque fuera por unos minutos
y me daría un abrazo interminable.
Alfombras mágicas
de nostálgicas hojas ocres
para estos pies que tanto han caminado.''
TORO SALVAJE
Cada semana regreso a este parque, me quedo fijo, como una planta silvestre que en algún momento decidió echar raíces, escuchando gritos, risas, a veces si me quedo amarrado más tiempo del permitido, veo como Nacho me hace señales para que me una a los juegos, ahí es cuando se fisura el duermevela con el que contemplo la escena.
La ilusión nos empobrece, empequeñece, como seres que han venido a este mundo a descubrirlo desde ángulos imperfectos,
aristas que nos maltratan en el constante desdén. Amar, bello verbo, melodía
que nos zambulle en el ideal de un adormecimiento. Y se regresa a la primera
fragancia, el olor inconfundible de la seguridad. El tacto y suavidad con el
que se ansiaba su reencuentro. De la existencia sin la pretensión del miedo. De
un ahora que sin remordimiento busca sus razones. Y entregué, como debe ser, no
en la lejanía contemplativa. Pero como un lazo invisible, también deserté,
abandoné, viviendo en una continua bipolaridad de razón y sentimiento, fluctuando
en ella con una facilidad no comprendida, ni tampoco requerida. Se me llamó
egoísta en demasiadas ocasiones. Y, yo, cruel en raciocinio pregunté que era
exactamente esa palabra, su significado, traicionando las explicaciones. La
culpa.
Mis manos, como el espíritu, las fui moldeando a las necesidades primarias, llegué a ser el mejor amigo, el mejor hijo, el mejor amante, más tarde, el
repudio. El encogimiento. Pero la juventud era la ventaja en la que vegetaba
sin temor a que un nuevo día me la arrebatara, y lo hizo. No sé como sucedió,
un día desperté y todo había cambiado.
Últimamente solo encuentro consuelo entre estos cuatro
columpios, y rememoro con un anhelo que roza la locura los primeros amores,
besos tiernos, desesperados. También el rechazo, la pérdida. Aquellos amigos
que hoy no están. Todo ha quedado en simples avatares que se anclaron a la
memoria.
Una vez leí que las personas con alzhéimer recuerdan más el
pasado que el presente, la respuesta era metódica, aséptica, fría: simple en
contexto, la enfermedad afecta la parte del cerebro responsable de los recuerdos
recientes, en realidad creo que es porque el ayer siempre será más profundo,
liviano, emotivo. Y de algún modo, aunque nos perdamos en este camino llamado vida,
siempre nos quedará un ayer menos trémulo, más venerado.
Me casé joven, como se hacían las cosas en otra época que hoy se remonta prehistórica, el desgaste fue aflorando a la lentitud de un buen guiso, quizás podríamos haber dejado ese mal sabor de boca, ser francos, pero nos permitimos añadir más años a una ecuación que nunca tendría solución. Y en esa decadencia conocí a una mujer, era bella, risueña, ensalzaba cada parte que había quedado marchita. Cometí el error de no ser franco, valiente, menos humano. Y las perdí. Dañé la confianza de ambas, quebré la mía.
Después de eso, peregrino en libertad, me envolví en otras
tantas historias, a cuál menos certera, la dicha solo florecía en los instantes
de éxtasis, del sueño de un posible. Luego, la suciedad nos impregnaba
transitando en lo lúgubre de esta soledad.
Es la hora, al fin noto aquello que durante estaciones ha
estado entumecido, ha llegado el momento de decir adiós. Hoy será la última vez
que venga a este parque, y no porque deje de cobijarme en el recuerdo, más bien
porque la penitencia, el castigo, ha terminado. Es la hora de decir adiós.
Tal vez solo sea un necio, pero en este despertar me anclo en
la esperanza de un imposible, porque este viaje, éste, es a mí a quién
corresponde abrazarlo.
∞
Hola, a todos.
Hoy traigo un relato duro o melancólico, lo sé, últimamente ando algo convulsa,
así que mis letras me acompañan en sentimiento, pero espero que percibáis ese
grito de esperanza, de volver a empezar. El ser humano tiene una asombrosa
capacidad de anclarse y fortalecerse en la culpa, siendo muchas veces extremadamente
verdugo consigo mismo.
Muchas gracias por vuestro tiempo.
Besos, y abrazos.
El ser humano tiene la capacidad de reinventarse continuamente, el mejor método para no caer en depresión, locura, o simplemente quedarse anclado en la nostalgia.
ResponderEliminarBesos.
Hola, Alfred.
EliminarEs cierto que el ser humano lucha diariamente con él mismo para poder continuar, que sigamos así, :)
Muchísimas gracias.
Un beso.
Un soliloquio que has transformado en una suave y dulce nana. Me gustó.
ResponderEliminarBesitossss, que estés bien
Hola, Lopillas.
EliminarMe alegra que te haya gustado el relato.
Y sí, tranquila; nada que un par de paseos nocturnos con los perros (modo siniestro) no solucionen, :)
Besos.
Tengo la
ResponderEliminaresperanza
de que
remontaremos,
que otras narices
si no .
Hola, Orlando.
EliminarSí, verdad, tenemos que echarle valor.
Muchas gracias.
Un abrazo.
Una gran introducción de Toro Salvaje que nos deja después un relato duro, rocoso, pero realista como la vida misma. La juventud y la vejez en definitiva van unidos por un hilo que una vez cortado ya no hay vuelta hacia atrás. Sin embargo, hay un estudio que dice que a partir de los 60 años se es más feliz que en la juventud...eso ya queda según como le haya ido a cada uno en la vida. El final, trágico o no, también nos habla de decisiones que en libertad solo pueden ser tomadas por uno mismo aunque sean realidades incomprendidas.
ResponderEliminarOtro gran relato estimada, Irene.
Besos.
Hola, Miguel.
EliminarPues ya le vale a este estudio, a mí me queda bastante para llegar a la época dorada, no, es broma, ya sabes como soy, ante la contrariedad hago chistes malos.
Muchísimas gracias por tu cariño.
No tenemos que perder la esperanza, aunque la nocividad nos arrastre y supere, siempre nos queda un halito de aire para volver a empezar. Aquí la contradictoria al habla, :)
Besos.
Hola Irene, ya el poema inicial es un preludio de tu texto, tan profundo y emotivo que parecen formar un todo. Letras nostálgicas y melancólicas. La vida es un vaivén de emociones.
ResponderEliminarMis felicitaciones a ambos por tan bellas letras.
Un abrazo
Hola, Nuria.
EliminarAsí es, y es precioso como lo dices: la vida es un vaivén de emociones.
Gracias a Toro, sobre todo a él, que me cedió su maravilloso poema.
Muy agradecida por tus palabras.
Un beso.
Hola, bella Irene, me encanta que estés tan productiva, es una excelente señal.
ResponderEliminarEl poema de Toro es hermoso, tanto este, como el relato, nos dejan ver cómo la juventud se nos va sin darnos cuenta, hasta que no llegamos a envejecer no reparamos en los errores cometidos y en lo desconsiderados que fuimos con nosotros mismos, porque olvidamos valorarnos y querernos por encima de todo, darnos amor.
Muy buena esa descripción, la de añadir más años a una ecuación que nunca tendría solución, también la frase peregrino en libertad.
El relato tal como dices es nostálgico y diría que como una película las escenas importantes se nos revelan para hacernos ver la razón de nuestro presente, solitario y azaroso.
Y precisamente la visión repetida de esta película, es la que nos ayuda a despertar, dejar los hábitos quejumbrosos, soltar las culpas y el arrepentimiento y emprender un nuevo camino hacia nuestro encuentro, en el que sí nos daremos prioridad y nos amaremos como lo merecemos.
Irene te ha quedado fenomenal la asociación de ideas con el poema y la imagen, la exposición de esos sentimientos, el reconocimiento de sus debilidades, la decisión de soltar y cambiar, de transitar una nueva senda, es un aliento que impulsa la vida misma. Aunque parezca un imposible, al final de nuestros días, el hecho de descubrirnos y valorarnos hará que valga la pena el viaje final.
Me ha gustado mucho este relato reflexivo, siempre bien escrito y lleno de sensibilidad emotiva. Besos para ti y muchos abrazos. Gracias bella.
Hola, preciosa Idalia.
EliminarSí, no puedo parar de escribir, y cuando digo no puedo, es así, ando bastante lanzada, ja, ja.
Las letras de Xavi son hermosas, de esas que puedes verte reflejada. Hay comprensión de esa bonita, de la que nada se espera, pero todo te da.
Sobre el relato, la vida es en sí un viaje de dichas y errores, de decisiones que se toman por una razón u otra, más tarde ante la incomprensión uno debate sus razones, claro, eso es como yo lo veo, ahí inicia la guerra interior, el dolor ante la pérdida y la nostalgia de otro tiempo, de aquel ayer, de lo que pudo y no fue, pero el castigo con el que nos empleamos es el gran trance que deberíamos erradicar.
Mil gracias a ti siempre, por todo el cariño y apoyo que siempre me das, nunca tendré palabras, ni gestos para poder agradecértelo.
Muchos besos.
Gracias por poner un poema mío en tu blog.
ResponderEliminarMe hace feliz.
Leo tu texto y sí, es duro, y me temo que mucha gente podría verse reflejado en él.
Uno aprende a vivir a fuerza de caer y levantase y volver a caer y así hasta el día que no te levantas más.
Muchas veces vuelvo al pasado y pienso en tantas cosas que hoy haría de forma diferente... hoy que sé más, o eso creo, que lo que sabía entonces.
Esa mirada, a veces de reproche, no sé si es muy justa.
Mirar el pasado con los ojos de ahora...
Intento convencerme de que yo era otro, el mundo era otro, los sentimientos, las debilidades, las fortalezas... cada día vamos evolucionando aunque no seamos conscientes de ello.... pero, pero, pero la nostalgia y el corazón no entiende razones y al final uno escribe poemas como ese porque eso es lo que siente.
Un beso.
Hola, Xavi.
EliminarGracias a ti, y siempre, te aseguro que la que está feliz por ello soy yo.
Siempre digo que no volvería atrás, para qué, para volver a pasar por todo, no me veo capaz, no soy tan valiente, pero si pudiéramos volver con lo aprendido, con los deberes hechos entonces, quién sabe. Pero conociéndome seguro que recaería mil veces en cada piedra, es la estadística del caos.
Escribes poemas desde dentro, y por eso llegan, se adhieren y nunca se olvidan.
Mil gracias de nuevo, por todo, hasta por tolerar mis rarezas.
Besos.
Hola.
ResponderEliminarEl.poema de Toro Salvaje es precioso.
Tú relato es muy duro, también melancólico, pero tierno y bonito.
Me gusta el final. Es triste pero el protagonista decide, y lo que uno decide bien está.
Me ha encantado leerte.
Muy feliz semana.
Hola, Gemma.
Eliminar¿Verdad? Es hermoso. Como un abrazo compartido, cuando lo lees origina esa necesidad.
Gracias por quedarte con este final, he intentado que prevaleciera con más fortaleza que el resto de la historia.
Muchas gracias.
Un beso.
Dicen que no hay paz sin perdón, o que debemos perdonarnos, no porque lo merezcamos, sino porque todos necesitamos paz. Lo que no nos acaban de aclarar es dónde queda la culpa y cuándo prescribe.
ResponderEliminarHola, Cabrónidas.
EliminarEs una pregunta que me hecho muchas veces, cuándo prescribe el sentimiento de culpa, y porqué se ancla ahí, permaneciendo perenne en el tiempo. Ando igual que tú, sin respuestas.
Muchas gracias.
Abrazo.
Precioso y crujiente de hojas el poema de XAVI , pero no duele, tu historia tan preciosa como dolorosamente crujiente. Cruje y duele al dibujar a un hombre derrotado por la vida , esa sensación creo debe ser la más dolorosa q existe cuando tras discurrir el pasado ante sus ojos decide q necesita terminar con todo ...Siempre me he preguntado si esa decisión es fruto de la reflexión o la locura, tiene q estar muy roto por dentro alguien para necesitar dejar de vivir...Me ha impresionado , porque me parece buenísima, está frase tuya del inicio... "ahí es cuando se fisura el duermevela con el que contemplo la escena." ...se me ha prendido en la mente como con un imperdible : ) La vida es una sucesión de vivencias de todos los colores y sabores, dependiendo del regusto final q nos deje todo lo vivido , así nos sentiremos. A veces creo q esa amargura q algunas personas sienten dentro, es precisamente por su incapacidad de saborear los diferentes matices, sabores y fragancias q tiene todo lo q vivimos ...como q se quedan sin paladar, ni olfato y por eso todo les sabe a paja... una pena enorme ...y te lo digo yo q no huelo nada jajaja por eso he aprendido a oler con el cerebro y huelo de lo q recuerdo , la suerte es q para mi la inmensa mayoría de los recuerdos me saben ricos...Mi mente es una estupenda cocinera ; ) Que tu mente tb te lleve a lugares agradables y sea buena contigo, te lo mereces ...un besazo preciosa!
ResponderEliminarHola, María.
EliminarNo creo que sea amargura, más bien pérdida. Nostalgia, por un tiempo remoto, en el que se fue feliz o quizás se pudo hacer las cosas de otra manera, de aferrarse a la esperanza de un nuevo inicio, de pensar que se puede empezar de nuevo, pero, sobre todo, dejar atrás cada sentimiento segmentado en el dolor y la culpa. Lo visiono como una segunda oportunidad, tercera, cuarta o las que hagan faltan, pero todas para sentir y no residir.
Te deseo lo mismo, María, que seamos buenos con nosotros, porque la crueldad o lo que permitimos va de la mano de nuestra propia estima.
Mil gracias, preciosa.
Muchos besos.
Precioso el poema de Toro Salvaje y precioso aunque triste tu relato. No sé lo que sucederá con el Alzheimer y espero no llegar a saberlo, pero es cierto que con los años se va recordando el pasado más o menos remoto, la infancia y la adolescencia, la juventud, de una forma muy intensa. A veces se perciben olores, sonidos, sensaciones muy vívidas. Es entonces cuando la culpa, la nostalgia, el dolor de lo perdido se hacen más patentes.
ResponderEliminarUn beso.
Hola, Rosa.
EliminarSí, Toro escribe bonito, muchísimo.
Tampoco sé lo que sucede con el alzhéimer, y espero no tener que descubrirlo, y tengo la suerte de que nadie cercano lo ha padecido, debe ser muy duro, no solo para el enfermo también para la familia.
Muchísimas gracias.
Besos.
Conforme he ido avanzando en la lectura, lo que ha empezado como una sensación de añoranza, poco a poco se ha tornado en agridulce. Llegándome a entristecer un poco en lo que se torna la vida del protagonista, ya que, ante cómo ha ido actuando a lo largo de su vida, solo queda un recuerdo para calmar posiblemente su conciencia.
ResponderEliminarEs triste ver cómo los recuerdos y las experiencias pasadas pueden moldear nuestra perspectiva del presente y nuestro enfoque hacia el futuro. La descripción de su viaje emocional, desde la juventud hasta los momentos de introspección en el parque, resuena como una sentencia, en la que solo le queda una salida posible.
Un Saludo
Hola, Lucleru.
EliminarDe manera individual, solemos limitarnos por la crueldad que nos impartimos, y esos mismos reproches nos coartan.
Quizás para el protagonista no sea una sentencia, solo un renacer, volver a empezar sin las cargas que hasta el momento lo han tenido prisionero. Que simplemente le haya llegado el momento de darse una oportunidad.
Mil gracias por tu comentario.
Un abrazo.
Irene, la poesía preciosa. El relato duro y triste. Las personas que pasan por un Alzheimer es duro al principio, luego olvidan y ya no sufren. Sufren más las personas que están cerca de ellos y les cuidan. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Mamen.
EliminarMuchísimas gracias por el comentario, y la información.
Espero que estés muy bien.
Un fuerte abrazo.
Muy buen relato con una introducción de otro bloguero que escribe como los ángeles.
ResponderEliminarTu escrito discurre entre un texto proustiano y una despedida final tras una dura reflexión.
En cualquier caso, enhorabuena por el post.
Abrazos!
Vaya que sí, Ethan. Como los ángeles, :) Qué bonito lo que dices de las letras de Toro, y mejor no se puede expresar.
EliminarMil gracias por tus palabras.
Abrazos.
Irene. Yo quiero saber dónde queda ese bemdito parque. Ni tomándome duchas de una hora logro filosofar a tal nivel jeje. En cambio ese parque parece el lugar ideal, por lo menos para el protagonista, para repasar su vida, extraer lecciones de lo vivido, enseñanzas, reflexiones varias: y lo mejor de todo, al parecer todo lo encamina a dar un nuevo paso en un nuevo camino. Es consciente de la culpa y sus consecuencias, pero en vez de habitar en ella, en la culpa, la visita. La hace de huésped de paso en un sentimiento que lo pueda secuestrar. Es como un instinto de supervivencia a un nivel mental tan intrincado como eficaz. Así lo veo hoy, mañana ya veremos... Otro saludo.
ResponderEliminarEres de los míos, Julio David. Hoy aseguro y fortifico una verdad como absoluta y mañana, ay mañana, quién sabe, si podré ser tan autoritaria. La emoción se exhibe y gobierna con demasiada facilidad, pero, lo intentamos. ¿No crees? Si localizo ese parque te aviso, tú tranquilo.
EliminarMil gracias por tus palabras.
Un beso.