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jueves, 14 de diciembre de 2017

Una Grinch, y un grandioso GRACIAS.

Llevo unos días que no escribo nada de nada, pero no lo dudéis, he estado ocupada, a parte de trabajar unas horitas de más, he modificado el blog y aunque es muy poco lo que he hecho sí puedo decir que me ha costado lo mío. Entré en un submundo denominado la odisea de los fondos e imágenes, y como no lo tenía nada claro lo cambié mil veces. Si en estas semanas habéis entrando por vuestra casa; ésta. Daréis fe de ello. Y es que no sabía por donde cogerlo y nunca terminaba de gustarme. ¿A quién se le ocurre darme ideas para que cambie la imagen del blog? Pues en este caso tiene nombre y apellidos, nuestro querido compañero Ramón Márquez Ruiz, me ayudó y proporcionó unas estupendas sugerencias, está claro que eran y serán mejor de lo que yo he hecho, pero por favor, ¡engañadme! Decid que os gusta, (modo exageración: on) podríais hundirme en la miseria.

¿Cómo lo hacéis? Incorporar una simple ventana o un dichoso margen, se ha convertido en un maquiavélico reto. Lo sé, el vaso estaba vacío y aun así me he ahogado, :) 
 
Los que me conocéis un poquito y compartís este valioso camino de letras y sobre todo de compañerismo, sabréis que no soy muy navideña, bajo el prisma en el que uno se vuelve terco, lo concibo como una condición que deberíamos tomar o <fijaros> si me pongo fuerte en este aspecto; una obligación (fea palabra) para todo el año. Estar presente para la familia, amigos, apreciar y valorar o simplemente dar la mano en conjunto, es una actitud, no una fecha. Para añadirle más dramatismo al asunto, soy cero consumista, si vierais mi móvil con sus largos años de vida y roído por uno de mis perros, os daríais cuenta hasta qué punto estoy en contra del gasto por el gasto. Y luego está el recuerdo de los que no están, hace que estas fechas se aplaquen entre sombras.
 
Pero el mes de diciembre y enero son meses que dispongo de pocas horas, porque otra vez me quejo, el trabajo me reclama, (¡seré lastimera!), así que la razón de esta entrada es básicamente que voy a estar ausente un tiempo y no puedo pasar sin decíroslo, nunca se sabe lo que nos acontecerá el mañana, por eso estoy aquí, para agradeceros todo el cariño que siempre me brindáis. ¡Gracias! Nunca imaginé que crear un blog fuera esto, algo tangible y grandioso; mis brazos no logran abarcar esta enorme emoción en un simple abrazo. Es precioso de verdad y me llena de energía, pero de la buena, buena. 
 
Desde que colgué la primera entrada a parte de lo que siempre repito, soy muy pesada, lo sé. Venga permitidme el gusto, la próxima vez quizás (no prometo nada) me lo guarde, no sabía nada de este mundo, con lo que me iba a encontrar o mejor; a quién, porque si tengo algo claro es que si vosotros no estuvieras presentes, esto, hoy, no sería igual. Soy bastante tímida y eso me ha jugado malas pasadas, como cederme más miedos de los necesarios o diremos bloqueos, pero si saltas el obstáculo, más tarde le sonríes y dices. ¿Qué tontería, verdad? Ahora lo sé, porque con vuestro aprecio una se siente como en casa, segura y feliz. 
 
Pero no diré mentiras, (las odio) he tenido varios parones, porque también soy bastante mía, individualista, de alimento interior y a veces necesito del silencio para encontrarme. Buscar un patrón a seguir, porque de tanto en tanto siento que me pierdo, divago demasiado, qué se le va hacer. Y la parte racional que habita muy adentro necesita solidez. Vamos, que soy complicada. ¿Cómo me aguantáis? ;) 
 
Y llegó el momento confidencia, disculpad esta entrada sin sentido… pero es que a menudo no se trata de uno sino de quienes le rodean. Personalmente no me considero una romántica, pero si creo en el amor, en el eterno amor, y éste es amplio, no está señalado en una única dirección, no, está en todo lo que somos, hacemos, tocamos y respiramos. Nos envuelve, se palpa en el presente, en el esbozo que llamamos camino y andamos con él, muchas veces nos enfadamos porque las verdades cambian, las personas también lo hacen y estas nuevas situaciones se deben volver a amoldar, a complementar con aquel pasado que tan rápido le da por esfumarse, pero en este mal aprendizaje, (porque muchas veces, ya le vale) valoramos más todo lo que tenemos. Y yo, soy muy afortunada.

Va siendo hora de dar por finalizada esta extraña e insostenible enajenación con un GRACIAS, muchísimas gracias. Por hacer que mis pasos sean tan especiales, por los consejos que regaláis a mis letras, por el cariño de cada comentario, por estar aquí presentes, dando manos, cobijo, siempre me regaláis una sonrisa y esa amigos es toda vuestra. Espero de corazón que yo también os haya dado un poco de todo lo que vosotros me consentís a mí. 

Sed felices y disfrutad de las fiestas, ah… y también sed un poquito malotes, el pobre Grinch está infravalorado, ;)
 
 
 
La imagen es lo que es, espero no haberme dejado a nadie, sé que no es muy bonita, pero una hace lo que puede, ¡palabra! Os intentaré leer, espero que pronto o entre tiempos.
 
Muchos besos y abrazos.
 

miércoles, 29 de noviembre de 2017

La sonrisa de Elda

Elda no tenía sonrisa. Durante años se la dibujó para que otros se la vieran puesta y se sintieran tranquilos. Por aquello que dicen que si todo el mundo es feliz, todo el mundo aguarda tranquilo. Pero ya no. En la última época había decidido salir de casa sin ella dibujada. Lo primero que notó fue el ahorro para esta causa, las pinturas que usaba eran caras y el tiempo invertido algo no merecido. Al ser menos esclava de todo ese esfuerzo notó una profunda mejora. Ya no tenía que demostrar.

La gente que la rodeaba, eso sí, empezó a mostrar su descontento. ¿Qué le pasaba a Elda? ¿Por qué razón no era la misma de siempre? ¿A qué se debía ese cambio? Y el desagrado empezó a materializarse con pocas muestras de cariño, antes rifadas, ahora limitadas. Lo primero que desapareció fueron las llamadas y los mensajes, las invitaciones se convirtieron en algo escaso. Pero ella seguía convincente y sin sonrisa, por lo que decidió ignorar cada desplante. Debían comprender que la elección eran suya y no de otros.

Lejos de perjudicarla, todo aquello le proporcionó una fortaleza de la que antes desconocía. <Si no me quieren como soy, entonces es que nunca me quisieron> Se decía. <E indicaremos que todas aquellas nuevas emociones la dejaban un poco más serena>
Se dedicaba a pequeñas cosas, las grandezas quedaron limitadas y hasta un tanto olvidadas, no necesitaba de más. Uno de los nuevos proyectos en los que se embarcó fue arreglar la parte trasera de la casa, plantaría flores; sí, pero debía decidir cuales. Así que preguntó a varios vecinos que se les veía mañosos y sus jardines eran auténticas obras de arte, éstos incrédulos no la vieron capacitada para dicha labor, pero que decir que Elda en todo aquel proceso estaba autodescubriéndose y se reconoció perseverante, y ante la malicia de ver que no querían ayudarla no se resignó como lo hubiera hecho la antigua Elda, no, se compró un gran libro de jardinería y lo estudió sin tregua, a penas durmió hasta terminarlo.
Era una decisión difícil, debía tomárselo con calma, no podía errar en el proceso. Una vez lo tuvo claro, empezó con la dura tarea. <Recordemos que las preocupaciones de Elda hasta hace bien poco eran otras muy distintas> Y cavó y cavó, tan hondo como las profundidades de sus miedos y entre palada y palada se hirió las manos, rompió las uñas, cada herida era una muestra del gran camino en el que se estaba adentrando, la mejor parte de aquel extraño bucle fue cuando por fin pudo colocar las semillas elegidas. No lo hizo rápido todo lo contrario se tomó tanto tiempo que llegó el atardecer, pero no tenía prisa así que en ningún momento se apresuró, las colocó con cuidado y cariño. Y solo cuando estuvo muy segura de que todo estaba perfecto, empezó a cubrirlas. Puñados de tierra húmeda se le colaban entre las heridas proveyéndola de un molesto picor, pero no paró, no, en ningún momento ceso en su empeño, quería sentirlo, necesitaba sentirlo, por eso decidió no usar los guantes. Los vecinos la veían y susurraban, <pobre niña> <qué torpe> <no lo terminará>, pero ella no hacía caso, algo en su interior estaba emergiendo y aunque todavía no sabía de qué trataba, bullía con fuerza.
Cada día lo regaba, le hablaba a ese pequeño terreno de tierra, le cantaba <cuantos berridos aguantaron aquella pequeña comunidad> pero la estima que impregnaba toda aquella estampa seguía removiendo algo desconocido para Elda, nuevas sensaciones que seguían sin nombre. Lo que no pudo negar es que en varios momentos flaqueó, el proceso era lento, no le fue entregado a la primera, pero la constancia finalmente la recompensó, un primer brote surgió; frágil y delicadeza perenne. Vida y emoción eso fue lo que sintió Elda al verlo y por primera vez no necesitó del simbolismo del maquillaje, porque pudo hacerlo, sí señores, nació sin más, sonrió de corazón. Entonces lo comprendió, lo pequeño si nace del amor es enorme para el alma. 
En las semanas que se sucedieron, nuevos brotes aparecieron y todos pudieron admirar el precioso jardín de Elda. Pero no se trata de demostrar sino de encontrar, y eso fue lo que pasó, lo verdaderamente importante es que ella por primera vez y no la última, floreció con una grandiosa y sincera sonrisa. 
 
Daniel Ridgway (1839-1924) - Picking Poppies
 
¡Ah! Antes de finalizar… disculpen a la voz en off a veces se le olvida que no puede formar parte de las historias, ;)

miércoles, 5 de julio de 2017

Sonrisa

Hace tiempo que no escribo ninguna reflexión, o mejor dicho abstracción personal. Aviso que estás cuatro letras que acompañarán a esta entrada, siempre, siempre, serán bajo mi manto e ignorancia, pero es que hoy me apetece muchísimo hablar sobre algo muy importante: la sonrisa. Eso que es tan necesario pero muchas veces olvidamos, por las circunstancias o simplemente porque no nos acompaña.  

Os tengo que confesar que hay dos cosas que genéticamente custodian a mi familia, el pedir perdón por todo, (casi de forma mecánica y extraña) y reír. Sino fuera blanca como una hoja de papel, (mis amigas dicen que deslumbro al sol), podría creer que tengo descendía directa con el mundo asiático. Y es que mis reacciones desprovistas de cualquier maldad (¡palabra!) me llevan siempre a buscar el lado bueno y reír, aunque el momento no acompañe. Bueno, y que mi humor como diría mi madre (que a ella le perdono todo), es muy cínico, ;)

Este año me salté la entrada de celebración del blog, nada menos, que dos años desde su nacimiento. En aquellos momentos estaba apartadita de la blogosfera, (¡poca vergüenza, la mía!) Así que aunque tarde, en cierta manera os quiero agradecer que gran parte de mis sonrisas son vuestras, ¡Gracias! Existen escritos que se quedan un tiempo de más con uno, como una medida cautelar, es un lapso de tiempo necesario para el proceso de comprensión de cada palabra, emoción y necesidad, de todo aquello que precisa la expresión. Y cuando al fin localizas ese punto que andaba entre motas, te descubres en su hallazgo sonriendo, completa. La escritura para mí, siempre lo diré, es una salvadora y tiene un don mágico, genera felicidad perenne. Así que como aficionada de la nada y del todo, necesito zambullirme constantemente hacia esa ilusión e intento por todos los medios acompañarlo a la vida. 

¿Cuándo las obligaciones nos han dejado tan cegados? Dándole el poder para que los miedos sean los encargados de llevar las riendas. Y lo peor, ¿por qué se lo permitimos? 

El ambiente general está sobrecargado y enfadado, yo, como sujeto práctico no logro comprender la razón que nos lleva a estar constantemente enfuruñados, lo encuentro vacío e innecesario. Claro, lo sé, existen momentos que son difíciles de sostener, que encuentras esa locura lo suficiente justificada para decir basta, para cerrar y bloquear, pero… y si buscamos un poquito de luz en este mundo irracional, y una vez localizada aprovechamos para coger su mano. ¿No sería más fácil para nuestro aliento? 

Tengo 32 años, y sé, que mi mirada muchas veces es infantil, pero válgame señor que no quiero oscurecerla, no quiero perder a esa niña que habita tan adentro, es ella la encargada de que vea belleza en tanta indiferencia. Y no diré que hubo varios momentos de mi existencia que me acogí como un hábito al ahogo y no permití ver esperanza en el camino, claro que no, pero si lo arrinconas, si lo dejas ir, lo logras. Os lo aseguro.  

Porque si existe algo que me enamore, y es que el amor es muy amplio, son esas personas que bajo todo su dolor se descubren sonriendo, eso es valor, y yo sin ninguna duda, quiero formar parte de este grupo.  

Busquemos un motivo para apartar a la tristeza, esa fiel y solitaria compañera, y seamos un poquito más felices.

 


Para finalizar porque ya me estoy pasando, lo sé, os vuelvo agradecer vuestro cariño y os doy las gracias, pero ¡muchas, muchas gracias! En la magnitud de la palabra sois alas, emoción que cada día se renueva convirtiéndose en historia, logrando que el conocimiento se transforme en un precioso aprendizaje. ¿Quién osaría no ser feliz con tanto aliento?

¡Felices vacaciones! :)

 

martes, 29 de septiembre de 2015

Sapitos y culebrillas

Si hay algo que es realmente fácil en esta vida es estar cabreado, mosqueado, enfadado, molesto, irritado, y miles de sinónimos que se le asemejan o lo agravan. 
 
De eso no existe ninguna duda, el día a día se encarga de robarnos sonrisas. ¡Qué desfachatez! ¡Qué injusticia! ¡No hay derecho a eso! Y como no, ya nos hemos vuelto a molestar, indignar, agraviar...
 
Empiezas tu mañana corriendo porque te has dormido, tomando un aguado café soluble porque no hay tiempo ni a degustar una simple magdalena. Corres a por el coche porque el trabajo lo tienes a casi a una hora de casa. Aguantas con una sonrisa estoica a todo clase de sujeto que ve tu cara como un asalto de ring. Comes delante del ordenador porque no puedes pasarte cuatro horas diarias viajando, el momento tántrico de desconexión es tan mínimo que cuando vuelves a poner la cara esta vez esta insonorizada y la sonrisa diremos que se quedo en una mueca extraña. Hora de partir corre, corre, otra vez hacía el coche, una hora de camino y plaf.. te unificas con el ansiado sofá ese que nos proporciona tantas alegrías, (lunes a viernes resumido, muy, muy extra resumido).
 
Pues bien a lo que iba, como no vamos a estar enfadados si vivimos en la miseria de la tristeza perenne, si la sociedad casi nos obliga a ser infelices, su dictamen de lo correcto es una vida sombría y nostálgica de un mañana sin aspiraciones. 
 
Pero el problema no es ese, u hoy no lo creo ni quiero verlo. La verdad es que la ultimísima palabra en el día a día le corresponde a uno. Si no te gusta algo y tienes la posibilidad, (vuela pajarito, vuela) El problema es como reaccionemos hacia el desagrado, para y con los demás. ¿Tiene que pagar otro mi mal día? ¿Eso me hará bien? ¿Me sentiré realizada? 
 
¡NO!
 
Lo que si es que me crecerá un ego maléfico con orejas de roedor gigante y me hará dueña de la desventura de creerme inquebrantable, cuando en realidad seré si ya eso es eso posible más miserable en mi desdicha. 
 
Todos tenemos problemas, todos, todos.
Todos tenemos un horribilis día, todos, todos.
Todos tenemos de vez en cuando ganas de bordear, todos, todos. 
 
Pero cuando te reciben con una sonrisa, con una palabra afable, ¿No os dan ganas de volar? Ay por favor, si es que hay personas que me emocionan solo con su toque.
Debemos renovar el trato personal, el aprecio da alas, da una sensación de bienestar que te quita de cualquier mal momento. Te da ganas de más, de crecer, de seguir.
 
Sonreíd, :)
 
 
 


martes, 12 de mayo de 2015

A la deriva

Tiñámonos de desasosiego, incredulidad y mal estar.
Que injustos sentimientos, que solo hacen que devorarte. 
 
Hay días que el pesimismo ronda tu puerta y tu solo puedes más que permitirle el paso.  
 
Una de las cosas que más miedo me da en este mundo es que me rompan de forma externa. No se curar ese tipo de heridas.
Si me equivoco yo solita, yo solita me lo arreglo.
Pero el solo hecho que haya alguien que me hiera; eso amigos no sé como arreglarlo.
 
Cada día sumamos, personas, situaciones, momentos. Respiramos!
Y ellos buenos, no tan buenos, malos y hasta los EXTRAORDINARIOS te dan algo que irá inevitablemente directo al recuerdo.  
 
Pero el recuerdo de algo decepcionante de algo corroído por el desden, ahí se queda como una herida que no quiere sanar.
Como una mancha que no hay manera de quitarla.
Y válgame dios, que terapia de choque debo hacerle para refrenar esa pena interior que me entra.  
 
Por eso creo en el afecto incondicional, me gusta sonreír, reír… y si es a carcajadas mejor.
Rodeada de mucho, mucho querer.
 
Ambicionemos el amor.
Reivindicación!
 
¿Que he dicho qué? A por él!
 
 
 
 

martes, 21 de abril de 2015

El hombre pantalla

Llevo ya días dándole vueltas a lo mismo, he intentado refrenarme, sobretodo en el momento más cúspide, donde mi faceta de existencialismo negativo estaba desbordado. Y ahora que ya lo he digerido y podría hasta tolerarlo.
Digo, esta boca es mía.

Nos gusta demasiado poner nombre y apellido al sufrimiento, exponemos todo lo que somos para que el resto lo vea.
Esa necesidad de que vean lo mal que lo pasamos, de ponerle cara.
Solo lo veo como una meta social, para que se compadezcan de nosotros.

¿Qué necesitas una mano? Coge la mía te la doy. ¿Qué necesitas la otra? También puedes tomarla.

Hacemos de nuestras lágrimas un propósito visual.
No se trata de retraer emociones, se trata de intimidad.
De saber donde está tú vida real, y la vida reality. 

Esa necesidad imperiosa de hacer ver lo mal que lo estás pasando, yo solo lo veo como obstáculos insanos.
Como una muerte con letargo. Sin fin.
Sin explicación coherente para mi simple mundo.

Puede que mi visión a puerta cerrada del hecho sea equivoca, no lo dudo porqué a terca no me quita nadie, pero enserio. ¿De verdad es necesario?

Hay que focalizar siempre el positivismo, la penumbra nos reserva un halo de luz que debería ser apta para todos los públicos, y deberíamos NO que digo; estamos con la obligación de hacer que el resto que nos rodea la vea.

Mi reto de esta semana, mes, año (vamos siempre) es eclipsar las nubes tóxicas que contaminan el alma.
Esas que se esconden en fingidos hoyos.

Sea dicho!
Regala sonrisas.