jueves, 12 de diciembre de 2024

Tarjetas musicales, y sí: Feliz Navidad

 


Hace años que no hago ninguna entrada de Navidad, diremos que he tenido varios parones técnicos en el blog, o buscaré otras tantas excusas que serían hasta válidas, pero la principal es que no soy especialmente festiva, si en algún momento habéis leído alguna de esas entradas sabréis que el Grinch me cae estupendamente, eso de la felicidad estática, el comer como una ceporra o ya puestos el consumismo extremo, no es lo mío. Hace demasiados años que faltan patas que quedaron huérfanas y nunca más se repusieron. Pero como creo que esta será la última entrada del año, os debo algo muy importante y es daros las gracias, (sí, lo sé, me repito, compulsiva presente) y de verdad, no podéis imaginaros lo que habéis cedido en estos meses, porque el respaldo, el sentirse acogida, comprendida, es algo que mi parte retraída codicia con una intensidad que sobrecoge.

 

Y de algún modo estoy volviendo a ser aquella niña, la que montaba el belén (el mío era súper chulo) de pin y pon, y otras figuritas más acordes a las fechas, un revoltijo que daba placer contemplarlo o el árbol, aunque un poco pelado y sintético, tenía una gracia inaudita, y lo que más recuerdo son las tarjetas navideñas, las guardábamos y acumulábamos para los años siguientes, así que esta es para vosotros:

 

Aquella mano rozaba con delicadeza cada pieza rota de un corazón descompuesto, profesando una ternura que erradicaba las sombras de otros tiempos, como errantes andábamos escudriñando, compartiendo, aprendiendo con ansia y anhelo de que aquel mañana no se sellara, que germinara en el todo. Vivíamos esperando el desenlace, intuíamos su revelación, el ser humano no puede ser eternamente feliz, sobrevive de pequeños instantes, segundos que claudican en la añoranza, en su perpetuo llanto, y el miedo a la pérdida. Y aún así, todavía así, nos lanzamos sin remordimiento. Recogiendo lo que era permitido, desvalijando a contrarreloj, escuchando la réplica del tic, tac, tic, tac; encarándolo, agudizando cada terror, culpa, remordimiento y propagando en cada quejido: este año vencimos, no pudiste arrebatárnoslo.

 

Y me he preguntado, qué puedo ofrecer, porqué en algo deberé corresponder. En casa de mis padres se le daba un valor extremo a la comida, era casi venerada, eso se debe a muchos factores, pero os pondré un ejemplo que en muchas otras casas habrá sucedido y sucede: Si un día había lentejas, y te ponías tiquismiquis, tranquilo, merienda, cena o desayuno, en algún momento claudicabas, la hambruna está sobrevalorada.

Por eso siempre que pienso en un regalo me viene a la cabeza: comida, no en plan Homer, eh, :) Pero como la tortilla virtual de la última vez quedó algo insípida, he pensado, que es lo que siempre me acompaña: la música, y como me gustan todos los géneros, menos los que son estilo morsa, esos no, por favor; voy a dedicaros una canción, de las que forman parte de mi lista inherente, eso sí, si fallo no seáis muy duros o renegad que también es válido.


Kiffi y su blog: Desaparecer!


Kirke y su blog: Leer, el remedio del alma


Toro y su blog: TORO SALVAJE


Alfred y su blog: Unas palabrejas más


Idalia y su blog: Acércate, comparte y fluye


Ethan y su blog: El blog de Ethan


Miguel y su blog: Cine y críticas marcianas (siempre me recuerda a mis padres, y con tu última entrada, no podía faltar) :)


María y su blog: EL SACO DE MIS PENSAMIENTOS



Julio David y su blog: Literatura Bonsái


Rosa y su blog: Cuéntame una historia


Cabrónidas y su blog: La Madre Que Parió Al Pato Negro


Mila y su blog: Encuentros


David y su blog: BALAS Y ESTRELLAS | Blog de novela negra y criminal


Josep Maria y su blog: Retales de una vida...


José A. y su blog: Proyecto Azúcar


Al final he seguido el patrón egoísta en el que ando sometida en los últimos tiempos y parece que me he hecho un auto regalo. Sobre el orden, solo diré que he tirado de papelitos y como soy blancuzca pues he aprovechado mi mano como un ente externo, (chiste malo) perdón, perdón, ;) Gracias de nuevo por estos meses. Pasad estos días lo mejor posible, y sed felices dentro del súmmum convulso en el que cohabitamos.

Ah, sigo teniendo presente a muchos compañeros que ya no están en los blogs, justo hoy he comentado una entrada de Cabrónidas y le he expresado que no soy rencorosa, pero lo recuerdo TODO, quizás sí que lo sea un poco, :) Bueno, lo dejo, que al final en vez de alegría voy a provocar agobio.

Esperad, una última anotación, no os recomiendo que copies enlaces, he aprendido una grandiosa lección de esas que deben ser compartidas. 


Abrazos, y miles de besos.



jueves, 21 de noviembre de 2024

Ojo por ojo, diente por diente

 



En aquel desvelo, susurros maliciosos enmarañaban mentiras, falsedades que mostraban escenarios mortales. Cuchicheos que se sentían como sermones yaciendo en el pecado. Desterrada en el infierno de otros. Aquellos que debieron acogerla la habían mancillado, cedido una mano para luego quitársela sin temor ni remordimiento. Ángela no se sentía segura, por primera vez en su vida fue consciente de la mentira. De verdades veladas, de dobleces apremiantes. No era soledad, era reconocerse ante desconocidos, visionar una nueva atmósfera, una trampa venenosa.

—Pequeña, debes entenderlo.

—El qué, padre, explícamelo.

—Lo hemos perdido todo, no nos queda nada.

Y era cierto, aquella casa, la que hasta horas atrás sentía su hogar no brillaba.

—Lo que me pides es inmoral.

—¡Joder! Tú, solo haz lo que se te requiere —Ángela sintió esas palabras como una bofetada, una furia no reconocida en aquel hombre que hasta ese momento idolatraba, y lo vio, por primera vez reparó en lo que era, un monstruo enfermo. —Es hora de que aportes algo. Te prometo que solo será esta vez, nos lo debes, a veces en las familias se hacen cosas que no nos agradan, pero piensa que es un bien común.

—Y, ¿qué espera de mí?

—Ya te lo he explicado, solo tienes que seducirlo, coquetea con él, y cuando no te vea ponle estos polvos en la bebida, ¿ves qué fácil? Solo eso, nada más, el resto lo hará Germán.

—Pero…, padre. No me pidas eso, te lo suplico.  

—Déjate de tonterías, te he visto tontear mil veces con el hijo de Paco. Es lo mismo.

—No, no lo es. Solo de pensarlo, sé que no puedo, y si me toca, me da asco, no quiero, por favor. —Suplicó entre lágrimas.

—No querrás que le pase nada a tu hermano, ¿verdad?

—¿Cómo?

—Mira niña, estoy harto, os lo hemos dado todo, pero si no obedeces, algo malo pasará, y estarás presente cuando suceda.

El primer error, la aceptación del bien común en deshonra del propio. Y quizás lo supo, ese no sería el primer favor, ni tampoco la última vez que haría por otros lo que sus creencias le negaban. Por las noches rezaba, de repente de la nada le vino la necesidad de rogar a un Dios, a un ente invisible, creyendo que en cada ruego encontraría la salvación. E imploraba, lloraba y suplicaba que todo terminara, pero no sucedió.

Con los años terminó desgastada, muerta en vida, acatando actos de otros, dejó de rogar, nadie la acogió, renunció a ser un animal herido para convertirse en el villano. Amordazó cualquier sentimiento, aquella adolescente dejó de existir, convertida en una aberración amaestrada. No sentía pena por las víctimas, ella misma lo era.

Pero todo cambió, el miedo pasado regresó exponiéndose, decadencia de aquello que se hizo en nombre de la familia, de la protección y seguridad por su hermano, desmenuzándose como cuando se vive en paralelismo distintos. En un egoísmo burlado de disfraces no compartidos.

Encontró a su madre en la salita donde siendo niña se creyó parte del todo, bebiendo, a saber, cuántas copas llevaba encima, pero con resignación decidió ignorarlo y solo preguntarle lo que le interesaba.

—¿Dónde está Alfonso?

—¿Por qué?

—Habíamos quedado para comer y no me coge el teléfono.

—Se habrá olvidado, ha salido con tu padre y su socio, algo importante de la junta. Ya sabes cómo son estás cosas. Y ahora déjame, estoy ocupada.

—No, mamá, no lo sé, ¿qué es tan importante?

—Bueno, hija, quizás no ha querido decírtelo, eres algo desconfiada y aunque Alfonso te aprecia, sabe cómo te pones cuando no salen las cosas como tú quieres.

—¿Desconfiada? Y, cómo dice que me pongo mi presuntuoso hermanito.

—Sí, estás amargada y no lo entiendo.

—Claro, mamá, qué vas a entender si vas alcoholizada desde hace cinco años. Así te es más fácil no ver en lo que me ha convertido tu marido, pero ni todas las botellas restarán la realidad y es que soy un juguete al que usar para cerrar tratos. Así que dime, desconfiada de qué.

—Esto lo tienes que hablar con ellos, yo no sé nada.

—Esta vez no vas a esconderte como una cobarde, y me dirás de qué va lo de Alfonso,

—Lo van hacer socio de la empresa.

Fuertes palpitaciones anidaron en su corazón, como gorriones en busca de sustento, creyendo por un momento que esa sensación de frío interior la mataría. Pero había aprendido a no mostrar ningún sentimiento. Esa flaqueza lo único que proporcionaba era coacción, corrosión que no podía permitirse. 

—Así que va a ser socio, ¿desde cuándo? Qué más da. Esto solo significa que me libero. Díselo a ambos cuando lleguen de jugar a los grandes empresarios.

—Te he dicho que hables con tu padre.

—No, lo voy a hablar contigo. Llevo años sometida por miedo a que le hicierais algo a Alfonso, y ahora resulta que mi querido hermano va a ser socio y no se me informa. Más que eso, se me trata peor que a un perro, y no solo eso, es que ahora solo proceso una genialidad, y es que, a partir de ahora será él quién me diga lo que se espera de mí, pero sabes qué, ni hablar. Buscaros a otra a la que utilizar. Aunque, fíjate, no todo son malas noticias, imagínate cuando papá se entere de que se te ha ido la lengua, se va a enfadar mucho. —Ronroneo con desdén. —Hoy habrá doble celebración, pero esta mamá, es problema tuyo.

—No, no, no le digas nada, hablaré con ellos, te prometo que todo será diferente, pero no, no…

—Ay, mami, es que le das demasiado a la bebida, debes controlar que luego se habla de más. Pero céntrate y escucha con atención, como estás tan parlanchina no tendrás ningún problema. ¿Estás atenta? No voy a repetirlo.

—Sí, sí, pero hija, sabes cómo se pone.

 —Ah, en estos momentos tus miedos son secundarios, ahora viene la mejor parte, escucha con atención, ni penséis por un segundo que vais a continuar manejándome. Dile a mi padre que he aprendido cosas, cosas que debéis temer, porque vuestras peores pesadillas ni se acercan a lo que sería capaz de haceros si os volvéis acercar a mí. Y a mi hermanito dile que en la próxima vida dejaré que se pudra en el infierno.

Pero Ángela no se quedó saciada, por un tiempo creyó, así lo sintió, que solo con estar lejos de ellos, de lo vivido, adquiría una clase de misticismo bíblico, un consuelo que no recibió, su cuerpo ya nos les pertenecía, pero su mente seguía cautiva, así que regresó, lo hizo, y quemó con todo y todos aquellos seres que la usaron a su antojo.

 

<<Habéis oído que antes se dijo: ‘Ojo por ojo y diente por diente.’ Pero yo os digo: No resistáis a quien os haga algún daño. Al contrario, si alguien te pega en la mejilla derecha, ofrécele también la otra. Si alguien te demanda y te quiere quitar la túnica, déjale también la capa. Y si alguien te obliga a llevar carga una milla, ve con él dos. Al que te pida algo, dáselo; y no le vuelvas la espalda a quien te pida prestado…>> MATEO 5:38-48



Últimamente ando de un crédulo increíblemente acogedor, eso provoca que no tema a escribir y, escribir, sin temor. Sé que este relato es mucho más largo de lo habitual, así que, si habéis llegado hasta aquí: MIL GRACIAS. ¿Os soy sincera? Estoy literalmente experimentado y ver hasta dónde llego, pero sobre todo, de lo que soy capaz. Ahí, sin miedo. (Va, solo con tembleques silenciosos, muchos). Y como estoy pedigüeña os agradecería que me dijerais sin temor alguno, errores o mejoras. Qué morro, ¿eh? O mejor dicho, menudo compromiso.

Todavía sigo bajo el influjo de Lilith, así que he seguido leyendo varias cosillas, ;)

Besos, y más abrazos.


jueves, 14 de noviembre de 2024

Juguemos a verdad o atrevimiento

 

Últimamente estoy leyendo algunas entradas de esas que se te meten en las entrañas, y ahí se quedan las jodías, que no las sueltas. La última de nuestro compañero Cabrónidas, aquí la dejo: https://lamadredelpatonegro.blogspot.com/2024/11/393-anonimo-navegante.html.

Y sé, lo sé, tiene poco o nada con lo que voy a exponer, pero cuando afirmo que soy compulsiva, es cierto, y eso me provoca un cortocircuito de ideas convulsas que no se callan.



¿Qué es la verdad? Siempre que me pongo a pensar en ello, me viene a la cabeza: será la mía, la del vecino o la del que está en otro continente. Qué hay de certeza en esa palabra. Lo que yo visiono como un hecho fidedigno, bajo el influjo de mis percepciones, y estando en un estado totalmente lúcido, estoy segura que hasta perdería la mano al afirmar, que mis experiencias y creencias no serán las mismas que las vuestras. ¿Entonces falseo? No creo. Como tampoco que lo hagan otros. Y soy terca, y eso hace que muchas veces mi palabra sea ley, pero aún así, dentro de la aceptación se contemplen diferentes variantes. Y se aprende, vaya si se aprende.

Como un experimento científico, voy analizarme cual ratón y como necesito otro sujeto para las variables, introduciré al ratón Míriam, es decir, mi hermana, perdóname.

Solemos hacer terapia destructiva incorporando la risa, ¿cómo es? Volver al pasado y carcajearnos de todas las penurias, funciona, de verdad, y es gratis, el truco es hacerlo hasta que te duele el estómago, cuando te has revolcado un buen rato, terminas el día como dios. La cuestión, es que el sujeto M e I, empiezan a relatar un recuerdo compartido, mismo lugar, gente, circunstancias, pero…, porque lo hay, cada una lo percibe de un modo y ese mismo hecho crea dos alternativas, con núcleo común, pero no forma. ¿Quién miente? Ninguna o quizás las dos. Podríamos valorar época, edades, carácter, sensibilidad, memoria, cien factores distintos o simplemente dar por válido que la verdad no es universal, y flaquea.

En cambio, en el segundo experimento se les dice a M e I, reciten algo invariable como el abecedario, o una receta sencilla, o canten una canción que comportan y ahí, no habrá fallo.

Las vivencias con el tiempo se difuminan o colorean para que no duelan tanto, es una de las razones por las que el pasado siempre es más bonito, actuamos con él como si nada malo nos hubiera hecho, cuando es la razón fundamental de porque hoy somos así. Y sin rencor, eh, ¡ja!

Pero ahora vendría el punto, el real de esta entrada. Así que dejo a M e I con un par de bolitas de queso para que se entretengan, (vale, lo dejo, hago chistes malísimos, lo sé) La cuestión es, ¿podemos fiarnos del resto del mundo? y, ¿sus verdades a medio cocer? ¿Nos mienten? En mi caso, los primeros, los clientes; siempre me dicen que mañana sin falta me envían la documentación pendiente y debemos vivir en espacios alternativos dispares porque ese mañana nunca llega, es un bucle sin fin.

Es cierto que no podemos saber a ciencia cierta cómo somos o cómo son el resto, ni nosotros terminamos de conocernos por mucho que digamos que sí, es imposible, uno se reconoce en el caos y esa sorpresa no es siempre gratificante, a parte, está el hecho de que no somos los mismos que ayer, ni los que seremos mañana, solo la esencia perdura, y esa, ¡ay! Bendita sea, es la que nos dice: quédate es un buen sitio. Lo importante debería ser el valor que se le dé a esa mentira u ofensa. El poder de que nos hagan daño siempre será nuestro. Que nos moleste descubrir otras versiones, claro, y más que eso, decepción, frustración, no hay ni que valorarlo, pero esto no debería crear un conflicto enquistado, porque entonces ya han ganado. Y ese desgaste, no merece para nada la pena. Lo que digo, estoy de un maravilloso egoísmo insoportable. 

No, de verdad, querámonos para bien, gratifiquémonos y desechemos aquello que nos quita aliento. Bajo mi prisma de Yoda, la cuestión real sería saber si se es sincero con uno mismo, y esa debería ser la única verdad válida, lo demás es circunstancial nos puede moldear, pero no definir.

 

Siento este momento de elucubraciones, pero me he dicho, y por qué no, ;)

Mil gracias por vuestro tiempo.

Besos, y abrazos. 


jueves, 7 de noviembre de 2024

El bramido del Sr. González

 


Toda la vida infringiendo tormento, y ahora estaba en una situación en la que no disponía de ningún tipo de control. Vulnerable. Transpiraba miedo. Como un animal herido en una trampa mortal. La que en cada aliento se va despidiendo de la vida. Un ser infeccioso, carcomido ante la miseria de un último grito, desgarrado y con expectativa servicial. Quién diría que en ese momento recordaría a aquellas personas que debí amar, a las que deseché para crear un imperio de marfil. Mis manos manchadas de sangre las despreciaron, en el pasado la indulgencia me hubiese provocado urticaria, ahora, precisaba de su misericordia, de cobijo para no sentir esta pestilente soledad. Los únicos cercanos, urracas ilusionadas por ver y oír el último aliento. Satisfechos ante este final, el mío. Incitando al poco orgullo con el que residía, proveyéndome de fortaleza, bravura, pero ellos lo sabían, yo lo sabía. Quedaban semanas, días, quizás solo horas para el desenlace. Una última nota, canción de cuna donde el hambre me hizo hacer promesas, ahora el dinero cosechado no valía nada, las perspectivas se cernían en aquella habitación, el veredicto lo remataría. Y de repente una voz, la única que podía darme una escapatoria, la absolución y la promesa de venganza, no había aprendido nada. El arrepentimiento se extinguió al escuchar al Juez decir.

<<Condeno al Sr. González a la pena máxima…>>

 

Palabras: 228

 



Para participar en el reto, podéis entrar en el enlace: El Tintero de Oro, el tema a seguir es: MICRORRETOS: EL PERSONAJE Y SU ENTORNO.

Mil gracias por vuestro tiempo.

Besos, y abrazos.


martes, 5 de noviembre de 2024

Embrujo ofrendado


Este relato es la continuación de: Embrujo extraviado, lo incluyo por si no lo habéis leído y os apetece, siempre sin obligación, que esa palabra es fea, no, horrible, ;)

Mil gracias por vuestro tiempo.

Besos, y abrazos. 




<<Búscame>>

Me largué, hui, no me importó dejar atrás cualquier estabilidad, cobarde ni siquiera llamé al trabajo o cualquier amigo que pudiera preocuparse, simplemente desaparecí. En el fervor solo era consciente de que aquella hada demoniaca tenía todo el control sobre mis actos, el dominio al que me sometía era inhumano, aunque lo peor era no recordar nada de lo que sucedía. Eso me provocaba pavor, miedo al imaginar de lo que podía ser capaz en aquellos duermevelas. Pero las cosas no fueron como pensé, creí que al esfumarme e intentar empezar desde cero, en otro lugar, con otras gentes, la subyugación en la que estaba sometido desaparecía. No fue así.

<<Búscame>>

No dormía, no podía o ya no lo intentaba, sabía que si cerraba los ojos visualizaría esa sonrisa, esos ojos endemoniados me hipnotizarían y reclamarían, era débil, el deseo de volver a ella cada vez se hacía más fuerte. Cuando al final caía rendido, y el sueño gobernaba cada partícula de mi ser, ahí, ahí empezaba lo peor. Susurros como cantos de sirena, solo una palabra, pero con una fuerza intensa y corrompida. Me tenía a su merced. Y la odiaba.

Siempre había sido un tío que se cuidaba, las pocas veces que salía casi no bebía, pero con tal de mantearme despierto acabé convirtiéndome en un despojo, aquello que más aborrecía, alguien viciado. Las pastillas eran el alimento más preciado. Pero el cuerpo tiene un tope y éste se fracturaba, lo siguiente sería la muerte.

<<Búscame>>

Me pasaba el día en la biblioteca, en internet, cualquier información era valiosa, buscaba libros de rituales, brujería, magia; me importaba poco solo quería saber que es lo que estaba pasando, la razón por la que no podía pararlo. Ya no era deseo, era peor, hambre de postrarme a ese ser, de cederle cada partícula de mi alma. Pero no había nada, ninguna información solo más preguntas, dudas y miedo. Y eso me enfurecía, malograba la situación caótica en la que coexistía. Empecé a odiar, algo negro, infecciosos enardecía allí donde me postraba, mis ojos, ellos también empezaron a cambiar, estaba transmutando en un ser corrompido y deleznable. No me reconocía, y la parte humana que todavía conservaba cada vez se mostraba más fugaz.

Toqué hondo, el suicidio rondaba por mi mente, estaba totalmente descontrolado, desquiciado. Así que decidí volver a inicio, urgía encontrarla, que se lo quedara todo, poco quedaba, pero por lo menos me diera respuestas, me salvara, era suyo en cuerpo y alma. Lo mínimo que me debía era la verdad. Esta vez la localicé rápido, el lazo en el que estaba atado supuraba desprecio y anhelo, era fácil olerlo.

—Vaya, vaya. Qué tenemos aquí. Has vuelto.

No contesté, para qué, ambos sabíamos que lo haría. No se puede luchar contra lo inevitable.

—Sabes, cuando te vi en aquel antro, tan bien peinadito, modosito y desubicado pensé, libéralo. Esas cadenas lo oprimen, haz que vibre. Pero… —Calló.

—Pero, ¿qué?

—Oh, cariño. No estás en posición de exigir nada. Me gustaste, qué decir, ¿sabes quién soy? —Río con desprecio. —No, claro que no. Aunque si somos sinceros llevas buscándome toda la vida, el apetito, la necesidad de carne, es solo una pincelada, una pequeña muestra de lo que podría cederte, pero antes debes decidir. ¿Qué harás? Si lo revelo, serás mío; eternamente mío. Aunque ya lo eres, ¿verdad?

Me debatí, un último brillo, esperanza, creencia, qué sabía, pero intenté localizar el último resquicio de misericordia perdida, luché por negarme a ser ese pelele en el que terminaría convirtido. Pero miré atrás, a todos aquellos meses en los que poco a poco me había ido corroyendo, reconvertido en alguien desconocido y acepté. Me postré a sus pies, como un ser débil de rodillas supliqué.

—Bien querido, el juego empieza ahora. Soy Lilith, a partir de hoy, tú serás mi Adán. Pero no te equivoques mi amor, subsistirás hasta que yo lo decida.

 


martes, 29 de octubre de 2024

El lenguaje de los Martínez

 



─¿Y el niño? ─preguntó furioso.

─¿Qué pasa?

─¡Ese crío es un demonio!

─Tranquilízate, no lo hace queriendo, él solo…

─¡Basta! Le consientes todas las rarezas. Somos el hazmerreír de la granja, nos señalan y miran con compasión; y tú no haces nada. No lo soporto, ¡se acabó!

─Pero…, es un buen niño ─llorosa y viendo de lo que sería capaz lo agarró del brazo─ Miguel, dios mío, no lo hagas es muy pequeño, hablaré con él y entrará en razón, por favor, te lo suplico por lo más sagrado, ¡no!

 

 

─¡Madre mía! ¿Qué te ha pasado? Te has caído de la litera o…, ya, comprendo.

─Si, bueno. La última vez me avisó, quizás tenga razón, debería parecerme a los otros chicos. Por más que intento explicárselo, no me cree, dice que todo es mentira, que con esas ridiculeces lo único que consigo es avergonzarlos y no lo va a tolerar.

─Por cómo te ha dejado la cara, no mentía. ─Se rascó incómodo la oreja.

─Digo que… si tú intercedieras, si se lo mostraras, estoy seguro que me creería. Estaba tan enfadado, nunca lo había visto así y me ha dicho que lo mejor es que me vaya durante una temporada con la abuela, que tengo que aprender a comportarme como una persona normal. Y no quiero, ella es peor que papá. Cuando le dije lo que opinaba Lily de las semillas baratas, me arreo un buen golpe con el bastón, pero si tú se lo enseñaras, lo entendería, ¿por favor? ─Rogó.

─No puedo chaval, lo que tú tienes es un don, ojalá pudiera ayudarte o que los otros lo hicieran, pero es imposible, sé que Moly lo ha intentado, pensó que a primera hora y con las ideas despejadas conseguiría entablar una conversación con tu padre, pero después de mugir como una loca, lo único que consiguió fue un estacazo en toda la ubre.

─Entonces no me queda otra, tendré que ir, dejar todo esto, a mamá y a vosotros. Yo, yo no quiero Chincheta, sois lo único que tengo, mi familia, ¿por qué no me acepta?

─¡Eh, colega! Ni se te ocurra ponerte a llorar, me pone muy nervioso, sabes lo de mi TOC, luego no puedo dejar de mover el rabo y lamerte la cara, así que relájate, buscaremos una solución. Y si tienes que irte, piensa que salvaras al pájaro de morir envenado, con un poco de suerte esa vieja entenderá que no digiere correctamente las semillas.  

─Si, supongo que tienes razón. Si hago lo que me dicen podré volver a la granja. Solo tengo que ir con más cuidado y que no me descubran. Pero, no es justo. ─Cabizbajo se dirigió a preparar la maleta.

Chincheta vio marchar a su mejor amigo y pensó en lo incorrecto que era aquella situación, el chico tenía buen corazón, no merecía ser castigado constantemente por ello, así que decidió convocar una reunión con los animales más ancianos de la granja y así trazar un plan.

 

 

─¿Lo tienes todo?

─Si, papá.

─Mira Francisco, tienes que comprender que es por tu bien, estas tonterías de que los animales te explican sus problemas tiene que terminar, es el momento de que crezcas y, bueno… ¡Natalia! ¿No tienes nada que decirle al niño?

─Ven aquí cariño ─lo abrazó─ como mucho serán unas semanas, se le acabará pasando el enfado y entonces iremos a buscarte, te lo prometo. Sé bueno y no contradigas a la abuela ─estrujándolo con fuerza le susurro─ te quiero mi vida, perdona que no sea más valiente.

Despidiéndose de su madre y con el corazón roto por no poder hacerlo de sus amigos, a sabiendas de lo que esto provocaría, se dirigió a la furgoneta que lo llevaría a un destino poco amable. Una vez sentado en el asiento del copiloto observó por el retrovisor como su padre cargaba las maletas, pero también divisó algo más, todos sus amigos se dirigían hacia ellos como si de un pelotón se tratase y antes de que pudiera bajarse del coche el cerdo Crispy se lanzó contra su padre haciéndolo caer al suelo.

─¡Pero qué coño! ¡Natalia, corre! ¡Entra en casa! ¡Francisco ni se te ocurra salir del coche! ─Gritó aterrorizado.

Pero madre e hijo no corrían ningún peligro, era él el arrojado de un lado a otro, como si de una pelota se tratara, por más que intentaba ponerse de pie y huir solo conseguía pasar de pezuña a pico, de pico a pezuña.

─¡Soltadme! ¡Parad!

Y en ese momento donde la incertidumbre y la irrealidad de lo que estaba sucediendo se desplegaba probable, Natalia habló.

Moly, mujer, ¡ya basta! ¿No veis que lo vais a matar?

Éste vio como su mujer conversaba con aquella mole y la otra le respondía entre mugidos, entonces observó a su hijo y admitió que aquello era cierto. Era verdad.

─Venga, retiraos, luego os pondremos ración doble de comida. ¿Todo en orden, Miguel?

─Supongo, no sé, creo... sí, sí, no los harás volver, ¿verdad?

─Por ahora no, vamos a casa tenemos mucho de lo que hablar.

 

 

Este cuento o el borrador del mismo, lo escribí hace muchísimo, pero mucho tiempo para un concurso del Tintero, que finalmente por tiempo, ay, maldito éste, no pude terminar. Me sabía un poquito mal, porque las compensaciones para bien, siempre gratifican, ¿no os parece? Y más siendo como soy una enamorada de los animales. Y sí, mis perros me hablan, cómo, pues con sus tiernos ojitos, ;)

Mil gracias por vuestro tiempo.

Muchos besos, y abrazos.



jueves, 24 de octubre de 2024

Embrujo extraviado

 



No soy de ir a antros, siempre me siento desubicado, fuera de lugar, no sé hacia donde mirar, cómo colocar las manos, no diremos interactuar. Por eso la primera vez que la vi sentí un rechazo absoluto. Se la veía tan libre, cómoda consigo misma, que la parte púdica la desdeñó al acto. Otra cosa era no mirarla, imposible, con tantos colores, brillos y risas ensordecedoras. Mientras yo estaba ahí casi oculto, ella se movía, mejor dicho, convulsionaba. Parecía como si los brazos no formaran parte de su cuerpo. Eso me fascinó. De repente como si algo me hubiese poseído, empecé a mover cuello, cabeza, pie, y vuelta a empezar. Era incontrolable, ¿qué carajos me pasaba? Las caderas bailoteaban solas. No lo entendía, pero no podía parar y entonces me miró y sonrío, pero lo más extraño fue el brillo casi demoniaco que desprendían sus iris, una intensidad que sobrecogía, como si solo me viera a mí, increíble, el sujeto que siempre acecha, pero se mantiene apartado, el repelido. Esa fuerza inhumana hizo que me sintiera como John Travolta y en acto de rebeldía incorporé pasos prohibidos hasta acercarme a ella. La cosa no quedó ahí, no, empezamos a girar y girar por la pista de aquel sitio lúgubre, con un sentimiento de plenitud que lejos de asustarme requería darle más, mucho más. Y lo hice, la besé.

Después de aquello no recuerdo mucho, más bien nada, solo un subidón incorpóreo como si lo que represento no se manifestara más allá de un cuerpo autónomo que bulle sin control. Amanecí en mi cama, cómo llegué, siempre será un expediente no resuelto. Me asusté, no puedo decir lo contrario, es más, especulé con que me habían drogado, pero no bebí nada a parte de una cerveza, por lo que era imposible.

Lo que sí puedo decir es que me obsesioné, volví a ese sitio, pero después de varios meses de búsqueda incansable y no localizarla, terminé por rendirme. ¿Lo habría soñado? Pero era tan certero, un recuerdo así no puede uno invocarlo, juraría poniendo la mano en el fuego que había sucedido. ¿Sería eso el amor? Un descontrol que reniega de la capacidad. Absoluta necesidad, sí, eso era.

Y la encontré, quizás tarde, quizás no. Yo le correspondía, era suyo, pero por lo que se ve el hada demoniaca no había cultivado los mismos sentimientos, porque iba de la mano de un tipo algo siniestro, otro que tenía los ojos extraños, perturbadores, quise acércame y requerirle por su abandono. ¿Abandono? No me reconocía, estaba algo extraviado en comportamiento desde aquella noche. La parte racional me impidió no comportarme como un psicópata y desechando los pensamientos de pertenencia, decidí irme, giré de calle, pero antes tenía que verla una última vez, y volvió a suceder. Me miró, sonrió y cual condenado dejé que me manejara a su antojo. A la mañana siguiente tome conciencia de que aquello era un fenómeno que no podía repetirse. Y como necio no soy, cargué petates y me di a la fuga.

Amor, dice, ese ser me tenía subyugado.


domingo, 29 de septiembre de 2024

Una sabidilla muy AGRADECIDA

 


Necesitaba hacer esta entrada, no os sucede que de vez en cuando tenéis una vocecita interna que no hay manera de acallarla, allí sigue la tía, dando la murga, y si a eso le sumamos algún comentario, otras lecturas y ya para rematarlo leer a Toro, la historia se transforma en orden, el hazlo: es prioritario. Una cosa esta clara, y es que cada uno visiona lo que visiona en cada palabra, pero ya veréis mis razones:

 

DOCTOR SALVAJE 6

En caso

de estornudos

muy repetitivos

resulta apropiado

tapar la boca

del paciente insoportable

con varias vueltas

de cinta americana reforzada

ya que eso eliminará

la molestísima

catarata de estornudos

y a la vez

despejará totalmente los oídos.

TORO SALVAJE 

 

Como os voy a utilizar de confesionario, debo exteriorizar que tengo algo de fobia a la hora de leer mis escritos, una vez desairados, ahí subsisten, pero estos días me he pegado un paseíto por el blog, imperando en el yoísmo extremo o culparemos al insomnio. Años atrás dormía hasta de pie, cerraba los ojos y clic, no sé si a vosotros en algún momento os pusieron un mote vuestros amigos, pero el de mi niñez era marmotilla, qué añoranza, en fin, la vida. Así que he vagabundeando por mis letras, las de este blog, el otro sigo en la madriguera (supurando) para ver en lo que se han convertido en este ahora. Como sabéis resido bastante en el pasado, creo fielmente que es la clave de la toma de decisiones que empleamos y cómo éstas van variando, encauzándose y transformándonos. E intento (con múltiples recaídas) no repetir patrones, coexisto en la incoherencia. La cuestión es que me he dado cuenta de una cosa y es que rozo el ser una listilla de poca monta.

O, mejor dicho, una sabidilla: Que presume de entendida y docto sin serlo o venir a cuento. Y no lo digo yo, no, lo dice el diccionario. Foto no hay, por alguna formalidad que me niego a aceptar.

Me fascina la crítica humana, emocional, debatir y aprender, ver en otros ojos realidades que quizás mi terquedad no admite o no quiere distinguir y no temo para nada la autocrítica. Si me excedo, que es una posibilidad gigantesca, agradezco el alto, porque la verdad no es universal y la mía menos. Y lo que más, reírme de mi misma, hasta de lo que no se debe.  

Si a eso le sumas que en el caminito te encuentres a personas afines, que te comprenden, no juzgan y ceden una mano, ay, esa mano. Es oxígeno. En este punto, somos lo que somos y poder hablar desde lo más hondo libremente, aunque no se comparta visión, pero si acompañamiento, es sin duda de lo más grandioso que existe.

Y eso hace que me urja una intensidad todavía mayor, igualarlo; mil veces, hasta que más o menos me quede tranquila. La realidad es que aún vistiéndome con cinismo soy una romántica enclaustrada, mis primeras cartas de amor fueron en la niñez a mis amigas, y como soy pesada aparte de sabelotodo, ahí va, porque ser, soy timidísima, pero no por la vergüenza de mostrar los fallos, todo lo contrario. Y aunque parezca que siempre rozo la antipatía, me siento feliz, liberada y mucha de esta presión a la que se somete una capricornio de pura cepa os lo debo a vosotros por eso mi eterna gratitud, por regalarme tantísimo. Por hacer que esta vuelta la sienta como aprendida. Sin obligaciones, sin nada más que letras y su valor, su estima.

Me encantaría, y nunca se sabe; la vida rueda y el mundo no es tan grande, pero tengo la ilusión secreta de en algún momento conoceros en persona, hasta entonces espero con ansia cada viaje que me cedéis al poder entrar en vuestras casas.

Finalizaría diciendo que estáis a mi derecha, pero no sé la razón por la que no me permite actualizar el listado de blogs, no me dejó mucho antes de la antepenúltima desaparición y las posteriores veces que lo he intentado tampoco, ¿algún entendido? Pago con tortilla de patatas (y sí, con cebolla).

Pero como no puedo hacerlo de esta manera, espero y deseo que sepáis quienes tenéis un cacho inmenso de mi corazón. 

Miles de GRACIAS.

Besos, y abrazos.


martes, 24 de septiembre de 2024

Amor quebrado. El amparo de la soledad

 


Soledad, bendita compañía para aquellos que se sostienen a ellos mismos. Me toco el bolsillo, un par de euros y algunos céntimos tintinean. Calderilla para aquella mujer que tanto veneré, para mí, un tesoro. Un amor imposible, barato, corroído y sin alma.

Nos consumismos en el ardoroso recuerdo de una pasión demacrada. Fluctuamos entre las sombras de una mentira, y amé. Adoré cada parte curva, melancólica, de naturaleza corrompida. Conocimos el egoísmo, le dimos la mano nos entregamos a él, a la necesidad que imperaba en nuestros cuerpos. Fatalidad que se visualiza en el presente, pero entonces, ay, entonces. Quisimos serlo todo.

Me observas en silencio con resquemor, como si no hubiese sido capaz de cumplir las promesas nunca nombradas. Creando un nuevo surco entre los dos, una distancia insalvable, arrasando con las pocas ganas que nos quedaban.

—Alberto, ha llegado otro aviso.

—Estoy esperando que Jaime me diga si compra el coche y así poder hacer frente a los pagos.

—Ya. Claro. ¿Y no te avergüenza? —Ahora me miras con inquina, un odio que no comprendo y al mismo tiempo creo merecer.

—Vergüenza, ¿de qué?

—Pues que tus amigos vean lo bajo que has caído.

—Preciosa —respondo con sorna— podría contestarte, devaluarte como el parásito en el que te convertiste al ser mi mujer. Pero ambos sabemos que no merece la pena. Que perderías algo más que el dinero que ya no disfrutas.  

Esto te duele, lo veo en tu cara. Pecaste al casarte conmigo, creíste que tendrías el futuro salvaguardado, cinco años más tarde eres consciente de la verdad. No nos queda nada, más que el oxígeno que nos obliga a emerger. Cuando las cosas empezaron a ir mal, pensé, deseé que a un siendo un ser caprichoso me acogerías con tu aliento, lucharíamos para salir de ese pozo oscuro que arrasó con todo. Per una vez las luces se apagaron, la actuación finalizó. No así tus menosprecios, las ganas de carcomernos.

—¡Eres un cobarde! ¡Un malnacido! Te he dado mis mejores años, para qué, eh, para terminar consumida por la humillación. Pero no creas que voy a quedarme a mendigar.

—Lo sé, María. Adiós—Y ahí es cuando por fin el resquicio de la máscara desaparece y los defectos que una vez pensé que ensalzaban tu carisma, hoy pervierten el poco afecto que todavía amparaba.

Han pasado algunos meses, nunca volveré ser aquel al que llamaban señor con un respeto inhumano, reconocido empresario, qué iluso fue el poder que albergaba entre los dedos, estos que se han adueñado de un tic, uno que continuamente me obliga a desenterrar, a devolverme a esta realidad, unas monedas son las que me muestran lo perdido y hallado. 


jueves, 19 de septiembre de 2024

Pasado y presente. Sin pecado confesado

 


Mi prima Encarnita tenía un carácter de aúpa, no sé si los años la aleccionarían lo suficiente para disimular los estoques que impartía. El tiempo nos puede templar, pero también desquiciar. Lo que sí puedo decir es que era la antítesis de mi tía, una mujer recta, decorosa y muy cristiana, claro que, de puertas para dentro, porqué la vara con la que medía sus pasos dudo mucho que ningún buen dios los aceptara. Procedo de un pueblo donde la comunidad es tan pequeña que ahoga entre cuchicheos y sentencias, no reconoceré que no haya formado parte de esos corrillos en los que la sangre no corre, pero si es cierto lo que dicen de los oídos, los de sus víctimas descarnadas habrán explotado.

Pues bien, desde bien pequeña no supo adaptarse a los acontecimientos ni el lugar, y le salió una vena rebelde con la que se desquitaba de tanta moralidad encorsetada, qué decir de mi tía, a la pobre se la comían los demonios a esos que por más que rezaba no había manera de extirparse.

Luchó por escapar del lugar con uñas y dientes, sin importar las consecuencias. El primer novio conocido fue Ramón, un don nadie que vivía de sueños inalcanzables, algo que ella requería por el ansia en el que vegetaba. Pero el pobre como uno puede imaginar, era un mindundi de mucho cuidado. Sigue por el pueblo pululando cual parásito sin pena ni gloria, a día de hoy ni trabajo se le conoce. El siguiente fue el párroco, sí, presagiad como quedó el pueblo y no hablemos de sus beatas, las pobres no pudieron ir a misa a derrochar malicia durante las semanas que duró la historia. No prosperó, aquello fue más bien un castigo divino, y éste a quién quiso escucharle pidió perdón, recitó mil excusas y no sé qué otros cuentos sobre el pecado y la manzana de Eva. Sus súbditas y amantísimas feligresas se lo tragaron, pero digo yo, cuando mordisqueaba la fruta prohibida no tenía tanta queja. Y el último un camionero, fue un visto y no visto, de un día para otro desaparecieron con un petate lleno de ropa y las joyas de la familia.

A partir de ahí anidamos en la placidez, la huida de Encarna proporcionó un remanso de paz, ni los ángeles gozaban de tanta agilidad a la hora de ejecutar el trabajo. La cuestión es que como el pueblo estaba sumido en exceso de tranquilidad, el chisme empezó a cojear, provocando que los vecinos viviéramos coartados por el miedo de ser el siguiente señalado, y al no ocurrir nada interesante empezaron a inventarse historias. Que si uno la vio haciendo la noche. Otro que se había fugado con un político al extranjero. El último lo maquinó Felipe, contando que había tenido tres hijos de padres diferentes. Pero claro, es notario y puede dar fe como el cura, ¿o será otra cosa? Así estaba la telenovela, a ver el que se la inventaba más gorda, y siempre con la coletilla de <<me lo ha revelado alguien de fiar>>. Que es lo mismo que el primo del primo de mi primo, ni lazos de sangre conserva.

Lo que no se esperaba es que volviera. Nos dejó a todos con la boca abierta, pero esa no era Encarnita, no, no; nos la habían trasformado. Regresó como una buena cristina, qué digo buena, una madre superiora. Despuntó con creces relegando a mi tía a la miseria, convirtiéndose en la más ferviente religiosa de la comunidad. Mano destructora del pecado, portadora del cestito bíblico algo así como una salvadora que concede absolución.

Quién sabrá si unas cuantas monedas restan a uno los pecados. Lo que sí puedo decir es que esto ha levantado ampollas familiares, preguntitas molestas, como que hizo mi tía en la época en la que se fue a trabajar a la capital, es más, existen algunos años que la familia no tiene constancia de nada. Pero eso son pecados no confesados. Y a veces, el dicho de tal palo tal astilla no va tan mal encaminado.


jueves, 5 de septiembre de 2024

Crepúsculo y destierro para Esmeralda

 


Bella infanta de rizos rubios que al primer corte desaparecieron, pero no así la vanidad que quedó implantada en su organismo. Adoraba la admiración que otros le profesaban. Era tan fácil obtener el todo con ella. Niñita de papá en el pasado, mujer de otros en el ahora, pero siempre agasajada entre algodones de pieles y brillos.

Aprendió o simplemente nació en su interior un hambre voraz. Un puchero, un guiño, caricias que regalaba en la mentira de la inconciencia. Despliegues que agujeraban la cartera de otros como un arma letal. Una vida, un negocio, en el que escudriñaba proveedores que mantuvieran el estatus del que se creía merecedora.

Todo expuesto por semanas en un sumario que utilizaba como diario, mofándose de aquellos incautos, de la obsesión, de las temeridades que cometían en nombre de un amor ciego. Inalcanzable. El ego creció creyéndose indestructible, la ofensa pública para quien quisiera o tolerara escucharla y ese fue el error.

Un vídeo, dos, tres resurgieron como tormenta en todas las redes sociales, destruyendo ese pequeño mundo codicioso abandonándola a la nada. Solo quedando el recuerdo de un me gusta que desdibujó aquella bonita estampa.

 

Palabras: 192


*Hace muchísimo que no me presento a ningún reto de escritura, disculpad cualquier error que pueda cometer. Podéis entrar en el link del Tintero de Oro, el tema a seguir es: MICRORRETO: LAS REDES SOCIALES.

Mil gracias por vuestro tiempo, ;)

Besos, y abrazos.


viernes, 16 de agosto de 2024

El reloj de arena de Andrea

 


Toda la vida anhelé amor. La ternura que a otros prodigaban y en contra me era rechazada. De niña no comprendía la razón de que a mi hermano se le daba un cariño que yo nunca recibía, no era por lo material, la frustración se asimila de pequeños, y con esto aprendí a convivir con los pocos regalos que se me eran entregados. Sobre todo, cuando en un cumpleaños sufrí la primera bofetada entre gritos de la que se suponía que era mi madre, diciéndome que era una egoísta. No fue el golpe lo que desestabilizó, sino la saña. El odio que subyacía en su comportamiento. Eso incorporó en mi sistema un miedo que me persiguió durante años.

Entendí, sí, lo hice. Nunca deseé nada más. Pero otra cosa era el afecto. Este, este sí que lo ansiaba. Como un perrito famélico que busca la mano de su amo, pero cuanto más lo mendiga, más dolor se clava en su alma.

A veces veía como mi padre me miraba con lástima, compasión que no comprendía, pero de nada servía, porque solo se quedaba en esos pequeños gestos que no arraigaban a un corazón que cada vez se encontraba más infértil.

Nunca fuimos una familia de cuatro, eran mis padres y hermano, y luego estaba yo. Un ser gris, desplazado de cualquier atisbo de simpatía. Repudiada desde la cuna. Como un ser infectado por un virus desconocido.

No es excusa como fue la vida a partir de ahí, no. Pero si una de las razones de las variantes de la misma. Me enganché a mil relaciones, estaba tan necesitada de cariño, que me importaba poco la degradación si con ello obtenía algo de estima. La miseria fracturó la última porción de alma que conservaba dentro, desencadenando lo que más tarde sucedió.

 

 

Un mensaje de voz, era de mi madre diciéndome que mi hermano se iba a casar en dos semanas, se explayó diciéndome que mejor fuera sola, para no avergonzar a la familia, que debía comportarme y regalarle algo dingo, a cada palabra que decía, añadía un par de insultos que sumaba a otros. Me despreciaba. Pero yo también lo hacía. Era un ser repelido, mancillado, golpeado y vapuleado por aquellos que debieron cuidarme. Protegerme.

 

 

—Hola, papá. Acaban de darme la noticia. —Este siempre parco en palabras, suspiró.

—Mira Andrea, lo mejor es que no vengas. Se te ha llamado por obligación, pero no debemos enturbiar algo bonito, y sabes que.. bueno, ya…

 

Nos quedamos los dos en silencio, no era necesario añadir nada más, pero la parte incomprendida, masoquista que no se rendía insistió.

 

—¿Por qué? Qué os he hecho. —Supliqué.

—Tu vida, hija, es una vergüenza. Vas de hombre en hombre, tus trabajaos son… mira, mejor habla con tu madre, no se me dan bien estas cosas.

—No, no. ¡Necesito que me digas la razón por la que nunca me habéis querido! —Grité, llorando desesperada. Suspiró de nuevo, pero de otra manera como si por fin se rindiera.

—Si que te queremos, es solo, que… es complicado, Carla lo ha hecho lo mejor que ha podido, pero bueno, la verdad, Andrea; es que ella no es tu madre biológica…

 

Siguió hablando, me explicó que él tuvo una relación anterior, pero esta murió en un accidente, Carla se hizo cargo de mí, mientras mi padre se ajustaba a su nueva vida, hasta que el destino decidió que debían casarse, y la pieza que los había unido de repente dejó de hacerlo, ya no era necesaria. Le colgué.

 

 

El anhelo poco a poco fue convirtiéndose en odio, cada golpe, insulto, desprecio. Como un reloj de arena que se mantuvo pausado, reanudó cayendo cada mota lentamente hasta que explotó.

Ahora me encuentro en una celda, podréis pensar, la venganza no trae nada bueno, o que merezco un castigo por mis actos, pero todo lo contrario, la liberación que sentí al aparecer en aquel banquete, al contemplar la obra creada en fondo blanco con matices borgoña, solo me produce regocijo. Este es mi hogar, aquí me siento aceptada, solo soy Andrea.

Al fin y al cabo, todos aquellos que me pisotearon, deberían estar orgullosos del monstruo que crearon.




¡Hola! Espero que estéis disfrutando del verano, este relato se debe un poquito a este calor que nubla el juicio y también a mis lecturas de estas semanas. Y necesitaba escribir o mejor dicho, lo ansiaba.

No temáis, que no me va a dar por comprar una katana, ;) (Disculpad el chiste malo, no puedo evitarlo).

Mil gracias por vuestro tiempo.

Besos, y abrazos.

 


jueves, 27 de junio de 2024

El arte del salivazo o el berrinche de Shiloh

 


La voz enterrada, eso es lo que tiene Shiloh, ni un pequeño rugido le nace. Se esfuerza, berrea, patalea, pero nada, solo externaliza muecas. Como una muñequita, títere de brazos que se amolda al resto. Para no molestar, para no perjudicar, para no existir.

Se despierta, si se pudiera decir que duerme cuando ni las tinieblas acompañan al mundo. Efectúa los rituales impuestos, café, regar las plantas, café de nuevo. Las ojeras reivindicativas exaltan como otra contorsión a sumarle. Revisa los correos, las urgencias de otros que más que eso son señuelos para que éstos no sientan sus propias carencias. Bebe más café. Trabaja tantas horas que no recuerda el último minuto en el que dispuso espontaneidad. Y de repente un bosquejo le nace, algo fugaz, cargante, pero el mensaje se repite durante los días con insistencia.

Si su santa vecina la escuchara pronunciar esas palabras, se santiguaría mil veces. Hasta intentaría exorcizarla. Así que ella se mantiene callada, reincidente en acciones. Pero esa murga ha accedido en su sistema como un virus y no cede. Empieza a condicionarla, a temerse.

La rutina importuna, la exigencia restringe. Coartada desde inicio, un hilo de voz asoma, como canto de sirena, hipnotizando a unos y a otros, porque lo que nunca expresó, ahora parece explosionar sin tregua.

La gente se pone las manos en la cabeza, se queja, no mira hacia atrás, no, el valor es el ahora. Solo ven que el chollo ha finalizado, ya no se contestan mensajes a deshoras, no se realizan recados que no corresponden, los días festivos existen. Y no decir lo que sale por esa boquita. Escupitajos y palabrejas poco nobles, pero ayudan para que deserten espantados.

La primera noche de sueño reparador sentencia la metamorfosis. Han desaparecido los cadáveres.


viernes, 21 de junio de 2024

La inclemencia de la elegida

 


Al verla un fuego interno coreó súplica, rompió, retumbó miseria. Una contemplativa que anidaba temor al balbuceo, de no ser capaz de expresar ninguna frase coherente, de avergonzarme más de lo que estaba en su presencia. Exquisita representación que se efectuaba en mi cabeza, adulada por la noche, visualizaba los aleatorios escenarios. Tú y yo. En el crepúsculo abrigado por la posibilidad, como telarañas invisibles. Nunca nombrada, era pecado, secreto que solo concebía el deseo de hacerlo, apetito que no saciaría esta obsesión en la que se celaba anhelo. Hambre que no es permitida aplacar.

<<Me viste, sí, lo hiciste>> Pero ajena miraste en otra dirección, una opuesta a este místico conjunto. Nunca comprendiste lo que es la verdadera indigencia. Fatalidad de una pasión no correspondida, inaccesible perdedor de aquel que siente el todo y le corresponden con vacío. Castigo. Encogimiento que obtuvo burlas, cosquilleos de sentimientos nunca formulados. Y ahora, en esta sala deshabitada, en aquel remoto pasado, exiges una clemencia que no te pertenece. Ruegas amor por nosotros, por mí. No sabes que solo soy un proscrito. Un ser no reconocido al que robaron sus dones. Un día fui el todo, nombrado como Arcángel Chamuel, a él debiste implorarle piedad.